MIEDOS Y PROFANACIÓN

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 20.03.07

COLUMNA

Angela Merkel, la canciller de Alemania, ha ido a Polonia a contarles a las autoridades de Varsovia, encabezadas por los gemelos Lech y Jaroslaw Kaczynski, presidente y primer ministro de esa gran nación centroeuropea, que debieran abandonar una actitud de adolescentes embarcados en conflictos inútiles y cruzadas ridículas, nos crea disgustos a todos en la OTAN, en la UE, en las relaciones transfronterizas y en la proyección de Polonia en el mundo que desde los años ochenta hasta que ellos llegaron ha sido perfectamente inmaculada. Ha ido a decirles que no vivan de la revancha ni el miedo. Merkel tiene razón en intentar tranquilizar a uno de los gobiernos más miedosos y revanchistas de Europa. Dicen que tuvo éxito y los Kazcynski empiezan a comprender que no inventaron el mundo, que otros construyeron una magnífica Polonia democrática y que el hecho de que ellos todo lo ignoren no significa que nada exista. Pero todos los revanchistas e insuficientes viven ante todo el miedo.
Merkel es una personalidad sorprendente, lo ha demostrado, en su capacidad de transmitir mensajes no gratos y con limitación manifiesta de daños. Quienes la infravaloran lo pagan. En política interior y exterior. Lo hace mejor que sus compañeros de partido en la CDU y CSU, mejor que sus colegas de coalición del SPD y por supuesto que muchos de sus aliados europeos por no hablar de su gran aliado atlántico, Washington, que vuelve a lanzarse a una ofensiva de enredo con esta ocurrencia de su escudo antimisiles que tendría que haber presentado durante muchos meses bien en Europa para convencer a aliados tan quemados y recelosos de que valga la pena el empeño. No es que Polonia y Chequia no tengan razón porque motivos hay para crear paraguas antimisiles en diversas partes del mundo contra países con malas intenciones. Pero la insondable torpeza de Washington en buscarse un apaño económico con dos aliados ex miembros del Pacto de Varsovia para unas instalaciones militares sin hablar previamente con el resto de la OTAN y por deferencia con Rusia, no deja de generar problemas. The lame duck que es este presidente en sus dos últimos agónicos años resulta terrorífico cuando se embarca en soluciones imaginativas. Es algo así como la sinrazón compulsiva. «No le da la cabeza». Y la terrible caricatura que comienza a cristalizar de los errores propios de Washington, de miserias, deslealtades y precauciones europeas además de las consabidas ofensivas de la mala fe sistemática que quienes gozan de nuestro sistema solo desde la vocación de destruirlo nos llevan a una sola consecuencia que es la acción y reacción por miedo. El escudo de misiles y la resistencia al mismo son miedo al miedo al miedo del miedo. La OTAN dice que no es cuestión suya, la Unión Europea niega saber nada, los Estados miembros dicen que decidan otros y Rusia se siente como una muy cómoda dama ofendida cuando en realidad debiera estar en el punto de mira de todas las críticas por sus sistemáticos abusos, estos últimos meses en aumento, en sus ventas y glorias del cambalaches nuclear y armamentístico con los peores enemigos de las sociedades libres.
Mucho vuelve a moverse exclusivamente por el miedo en las sociedades desarrolladas también, entre ideologías y entre países. El miedo retorna para beneficio de los peores. Los daños miden en tragedia individual o abismo cultural o metafísico e inabarcable. La topografía del terror debiera estarnos gravada con el mensaje sagrado de la renuncia a la venganza como la negación total a la impunidad y la injusticia. Pero de nuevo en horas estelares de profanadores, resulta melancólico recordar a Isaac Spielrein, revolucionario bajo ese Lenin que evocaba el candidato socialista por Madrid el sábado, fundador de la psicotécnica en la URSS que criticaba poco a su jefe Alexei Gastew, que quería hacer de todos los seres humanos con el plan de la Maschinisazija, la mecanización del obrero y ser humano, a base de miedo. Lo ejecutaron el 26 de diciembre de 1937. Por un error a la hora del cálculo del miedo. Merkel ha viajado a Polonia a quitar miedo. Se le agradece porque otros sólo se dedican a multiplicarlo.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

DJINDJIC, DAHRENDORF, TRISTEZA Y DIGNIDAD

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 13.03.07

COLUMNA

Lord Ralf Dahrendorf, el gran intelectual vivo que ha protagonizado la insólita transmutación de llevar válido equipaje germano reflexivo al laboratorio británico es probablemente el personaje más sabio que anda libre por el continente europeo. Realmente libre. Respetado hasta por sus peores enemigos y contándonos las cosas de forma ordenada sin hundirse en aspavientos ni pantanos de autocondescendencia y pretenciosidad posmoderna, Lord Dahrendorf nos da más clases de vida europea que todo el ejército tontuno, romo y harto de grotesca información de burocracia de sí mismos.
Llega ahora un libro de Dahrendorf en castellano, cuando se cumplen tres años de la tragedia madrileña del 11-M y cuatro años de un drama terrible de la Serbia contemporánea. Casi 200 muertos dejan a esta España rota y abierta por voluntad ignota y un muerto, un solo muerto bien elegido, como suele suceder en esta región inhóspita, rompe una trayectoria de liberación tan deseada por muchos serbios como insospechada para otros. Serbia merecía a un hombre como Zoran Djindjic porque más que casi ningún país merecía dejar de sufrir y encontrar algo de paz consigo misma y saber que lo había logrado por mérito propio. No pudo ser. Esa es la tragedia y el triunfo de todos los fantasmas.
La cara limpia de la Europa nueva no puede existir sin los Balcanes occidentales. Y Serbia es su corazón. Si Dahrendorf hubiera compartido vida en la Serbia de Milosevic, de Djindjic, de Stambolic y Draskovic, habría sido el primero en correr la triste suerte del desaparecido. Stambolic y Djindjic murieron porque, vagamente, pensaban del mundo como el lord pensador. Los asesinos y los amigos de Djindjic que evocaron ayer en Belgrado su figura saben bien quienes son los auténticos enemigos de la sociedad abierta. Son conscientes de que no son ni el Tribunal de La Haya ni quienes son inflexibles ante el terrorismo y el crimen. Son los fanáticos que se nutren del odio a la sociedad libre. Y los débiles que creen posible aplacarlos y buscar fórmulas de convivencia entre el crimen y la voluntad libre. Y quienes vuelven a preparar proyectos de experimentación social en contra del individuo que ya en el siglo pasado fueron causa del crimen generalizado.
Dahrendorf sabe hablar de Europa, de los Balcanes y de Serbia. Y deja claro en esta nueva obra que su gran objetivo es declarar de nuevo la historia abierta. Sin solución ni predeterminación. Trágica, misteriosa y amenazante. La historia renace, no concluye. Vuelve y plantea terribles interrogantes. Con más profundidad que tantos británicos frívolos y de moda que coquetean con los dramas del siglo XX como del XXI. Fitzroy Maclean, elegante demócrata, se sintió muy cómodo con el crimen comunista y titoista en Yugoslavia que consideraba compatible con las conveniencias de Europa occidental. Peter Kemp, otro gran guerrero británico, era enemigo de la dictadura nazi y comunista por igual y jamás se pensó libre sabiendo esclavos o víctimas a otros. Éste es el problema y la diferencia. Conocí a ambos. Ambos caballeros, pero Kemp no está de moda. Maclean siempre lo estuvo.
Hace un año murió Slobodan Milosevic, el mayor asesino en Europa desde la muerte de la generación posestalinista de criminales. Dahrendorf, Kolakowski, Bauman, Ignatieff, Sloterdijk. Son el pensamiento vivo que queda a la sociedad y al individuo para denunciar las trampas que tiene la vileza. Tienen mucho que ver con la triste muerte de un Djindjic que podría haber abierto las carnes a la sociedad muerta de Serbia. Guardará ésta mucho luto por el fracaso de lo que pudo ser la ruptura con su triste pasado. Hay axiomas que no entiende el adanista que cree inventar el mundo porque nada sabe. Berlin y Haffner, Popper y Hajek y aquí muy cerca ya en el tiempo nuestros compañeros de viaje Dahrendorf y Kolakowski, Havel y Michnik, saben cual era la apuesta de felicidad y libertad que han deseado tantas gentes muertas como Djindjic que quisieron libertad plena y verdad y nunca armonizar con la amenaza del crimen. Con dignidad.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

TUERTOS OBCECADOS

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 06.03.07

COLUMNA

El relativismo moral del izquierdismo europeo pretende hacer de Castro un estadista decente
Decíamos ayer…, y caemos en esa insufrible pero frecuente costumbre de tantos de citarse a sí mismos, con o sin pretexto de fray Luis de León. Decía el 24 de agosto de 1994, hace casi trece años, en un artículo titulado Los obcecados, que «en España siguen aún algunos empeñados en defender su último laboratorio social, su terrárium caribeño para experimentos con seres vivos». Hablaba sobre el doloroso hecho de que en Cuba, el régimen de Fidel Castro, ese triste Ceausescu de las Antillas, se había convertido en trágica excepción, pura astracanada, cuando en Europa el comunismo caía al basurero de la historia bajo la ofensiva de una revolución democrática. El muro de Berlín era escombros y los tenebrosos aparatchiks, líderes del Pacto de Varsovia, cuya única legitimidad era el miedo, eran ya caterva liquidada, unos depuestos y otros muertos.
Lamentaba entonces que en el seno de las democracias camparan, sin ninguna vergüenza, los defensores de aquella ideología totalitaria redentora, la que más víctimas había generado en la historia, aún más que el totalitarismo único que siempre será el nazismo. Algo no funciona moralmente en quien ve en Joseph Mengele un monstruo y en Laurenti Beria un simple amigo de Santiago Carrillo. La experimentación social izquierdista nunca ha sido tan condenada como la nazi, por lo que siempre se corre el riesgo de que sea rehabilitada. Como en Cuba. Cuando los comunistas defienden la experimentación en Cuba, no sólo defienden a Castro; también exoneran a Mengele. Nunca derrotados en guerra, los comunistas acabaron viendo la caída del muro de Berlín como un accidente. Eso salvó al régimen de Castro. Y hundió a Cuba por tres lustros más. Eso y todo ese ejército de colaboracionistas con las dictaduras comunistas que nunca fueron juzgados por las democracias como aquellos que se vendieron al nazismo o al fascismo. Son legión desde hace décadas esos que perseguirían a Pinochet o a Stroessner, sus hijos o nietos, más allá de la tumba, pero jalean a Castro, un déspota que acumula crímenes cuyas víctimas multiplican en mucho a las caídas bajo las dos dictaduras mencionadas. Los antifascistas defensores del último gran fascista de la América Latina.
Ralph Giordano, escritor, guionista, intelectual judío alemán, víctima del nazismo, comunista emancipado de su ideología liberticida, gustaba llamar a los obcecados la «Internacional de los tuertos». Se refería a quienes viven cómodos en democracias, pero jalean con impudicia méritos de regímenes comunistas como el de impedir la huida a sus súbditos, perseguir con pena de muerte a quienes desafían sus órdenes absurdas y, ante todo, cosechar miseria. Estos «tuertos obcecados» son los defensores a ultranza de sistemas que no soportarían para sí mismos, pero con los que colaboran y trafican visados y favores, coches, bonos y boletos, contactos, puros habanos y souvenirs. Forofos de la libertad parecen resignados a medrar de la necesidad, la humillación y la falta de libertad de los cubanos y sus hijas.
Entonces creíamos que la pesadilla acababa también en Cuba. No. Hay menos resignados y más irredentos. Con dinero venezolano, apoyo en La Paz, en Caracas, en Buenos Aires, Quito y Madrid, tienen un lema revitalizado: «El mal es Occidente». El relativismo moral del izquierdismo europeo actual hace del criminal agonizante Castro un estadista decente; del fanático muerto Che Guevara, un mito, y de los etarras muy vivos Otegi y De Juana, «hombres de paz». Si en su día Sajarov era un saboteador, hoy es el demócrata cubano Carlos Alberto Montaner un «terrorista», y todos los que no digieren el mencionado relativismo, unos «fascistas con aguiluchos». No es buen balance.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

LA CULPA Y EL LUTO

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 27.02.07

COLUMNA

Gentes tan variopintas como Vojislav Kostunica, Peter Handke, Vojislav Seselj, Vladímir Putin y Ratko Mladic pueden quizá felicitarse de la parte de la sentencia de la Corte Internacional de Justicia de La Haya que exonera a Belgrado de pagar reparaciones por genocidio a Bosnia-Herzegovina al no reconocer una responsabilidad directa de los organismos del Estado de lo que era la República Federativa Yugoslava en la matanza de Srebrenica en el verano de 1995. No deben sentirse solos. Todos los que desean que los Balcanes occidentales se conviertan en una región de paz y prosperidad están de acuerdo en que es absurdo pedir a Serbia unas indemnizaciones que no podría pagar y sólo alimentarían el victimismo del fracaso y del odio. Serían, a escala balcánica, tan absurdas y dramáticamente contraproducentes como lo fueron las demandas de reparación hechas a Alemania en Versalles. «¡Serbia culpable!», «Serbien muss sterbien», rezaba en siniestro juego de palabras el lema de movilización en las primeras semanas de 1914 después de que el 28 de junio un nacionalista serbio-bosnio llamado Gavrilo Princip matara al archiduque austro-húngaro Francisco-Ferdinando.
No era el caso y hoy mucho menos. Serbia no es culpable. Ni existe culpa colectiva de los serbios. Pero es un hecho innegable que los culpables actuaron en su nombre y las matanzas y torturas y violaciones y los campos de concentración y las quemas de cadáveres en los hornos de las fábricas bosnias se hicieron para mayor gloria de un régimen entonces triunfante y del que el nacionalismo serbio, incluso el que se dice democrático, no puede distanciarse. Es inútil pedir indemnización al insolvente pero no demandar explicación y la persecución y entrega de los criminales. Y Belgrado no ha cumplido. Pero la máxima prioridad en realidad, por el bien de Serbia, sería demandar una proclamación de voluntad de luto. Es un hecho de que el genocidio en Srebrenica y otras matanzas de civiles por paramilitares y el Ejército serbio-bosnio estaban organizadas, armadas y financiadas por Belgrado. Lo grave es que los serbios lo saben y lo niegan u olvidan. Que el CIJ no considere probada la cadena de mando no debiera ser obstáculo para que líderes serbios con honestidad reconocieran lo obvio e hicieran un llamamiento a la catarsis. Ha de basarse en un esfuerzo común por salir del proyecto falaz del nacionalismo y afrontar una reconstrucción individual y colectiva sobre la verdad del luto y la compasión que sólo son ciertos si se vuelcan sobre las víctimas asesinadas por el propio bando, sobre los sufrimientos y las bajas del enemigo. Llorar por los propios es gratis.
Ahora que Serbia se vuelve a dar pena y se ve víctima de una conspiración para arrebatarles Kosovo, sus autoridades, de tener la altura que les faltará, debieran aprovechar esta sentencia para explicar a su sociedad lo que le ha sucedido a la nación en los últimos veinte años. Y cuáles son las opciones para salir del aislamiento, de la pobreza y la depresión. No están desde luego en la resistencia numantina a realidades inevitables si no se está dispuesto a volver a una guerra sin esperanza. Aquella voluntad genocida consumada hace imposible la vuelta atrás. La sociedad serbia debe asumir que en su nombre miles de civiles europeos fueron acosados y concentrados, transportados en camiones como ganado hacia enormes fosas excavadas con maquinaria de construcción, fusilados y enterrados, en parte vivos. Todo ello bajo la mirada de satélites de última generación, a tiro de piedra de cuarteles de la ONU y no lejos de Viena y de Roma. Y cuando muchos líderes europeos aún hablaban de Milosevic como hombre de paz y de Mladic decente y fiable. Cierto, no hay naciones culpables. Pero sí hay ideologías y actitudes culpables. Y momentos estelares del crimen nutridos por radicalismos nacionalistas y la indolencia y vocación de apaciguamiento de las democracias lideradas por un pensamiento débil muy europeo. Los genocidios son posibles después de Auschwitz en Europa. En Srebrenica sucedió, confirma La Haya. Veremos lo que nos depara el futuro.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

DE LA REVANCHA

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 20.02.07

COLUMNA

Hay que considerar buena noticia el hecho de que la pasada semana no se produjera una declaración de guerra entre Italia y Croacia. No habrá combates en el Adriático, y la frontera común que Italia tuvo con Yugoslavia, duramente negociada hasta el tratado de Ósimo en 1975, hoy es mero límite interno de la UE entre italianos y eslovenos. Pero quienes siguieran el virulento intercambio de acusaciones entre Zagreb y Roma, tras la polémica entre sus jefes de Estado, convendrán en que el vocabulario recordaba al utilizado en prolegómenos bélicos de la primera mitad del siglo XX. Dos ex comunistas, los presidentes de Italia, Giorgio Napolitano, y de Croacia, Stipe Music, se vieron enfrentados en violenta reyerta verbal a causa del pasado común y generaron un espectacular incidente diplomático. De «racismo» y «revanchismo» se habló, de «furia sanguinaria», de «expansionismo», de «limpieza étnica», de «barbarie» y «excesos nacionalistas».
La cosa tendría gracia si no fuera síntoma de una de las peores miserias políticas europeas cuya creciente utilización debiera alarmar a todos. Y disuadir a tantos que juegan con la historia, la memoria y los sentimientos del pasado para su instrumentación en el presente y la imposición de ambiciones más o menos confesables en el futuro en su política interna o externa. Desde la agitación antialemana que utilizan los hermanos Lech y Jaroslaw Kaczynski para gobernar Polonia, a la liquidación de monumentos soviéticos en los países bálticos, cada vez son más los líderes europeos que recurren a inventar enemigos presentes o pasados internos o externos. Sólo recuerdan a los muertos que consideran propios, cuando el reconocimiento de las víctimas de los bandos ajenos es precondición para el entendimiento honesto del pasado.
Paradójicamente, el origen de este conflicto está en una intervención de buena fe y de valentía de Napolitano que ha hecho revisionismo en el mejor sentido, revisando sus prejuicios con mirada limpia hacia la historia. Gran gesto. Honró a los asesinados por su bando y en nombre de su ideología, como Willy Brandt honró en Varsovia a los liquidados en nombre de Alemania. Fue el 10 de febrero, en un acto en memoria de miles de víctimas en las regiones de Istria y Dalmacia al final de la guerra. Al recordar estas matanzas Napolitano rompía una larga «conspiración del silencio», dijo, que los comunistas italianos impusieron en la posguerra. El silencio en torno a los crímenes del comunismo en Yugoslavia -y en todo el continente- se mantuvo décadas bajo la hegemonía cultural de la izquierda en Italia y Francia. Mientras allí se ha roto, en España, bajo nacionalismo y neoizquierdismo, se impone con gran potencial intimidatorio.
Según la lógica rota y denunciada ahora por Napolitano, quienes recordaran o denunciaran a las miles de víctimas de los partisanos en Istria y Dalmacia eran automáticamente acusados de «fascistas». Como quien recordaba a las decenas de miles de alemanes asesinados y los millones de deportados tras la guerra eran «revisionistas nazis», un recurso por cierto en el que coinciden los gemelos Kaczynski con los desaparecidos regímenes comunistas. También actúan así los adalides de la llamada «democracia avanzada» que se dicen de nuevas generaciones para reclamar como propios bandos y banderías de los abuelos que dividieron y enfrentaron a sus pueblos. Mesic cayó en la retórica nacionalcomunista y acusó a Napolitano poco menos que de veleidades fascistas. Ha recuperado el sentido común y se ha disculpado. No sólo sabe Music que el fascismo italiano en los Balcanes era la moderación uniformada comparada con el Estado croata ustasha. También debiera ser ya consciente de que la intervención de Napolitano fue un gran gesto de honestidad con el que el viejo comunista «revisó» su visión de la historia. Un gran gesto que tanto bien le haría a Europa si proliferara.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

PRISTINA, PANDORA, LA OTAN Y KABUL

Por HERMANN TERTSCH

El País  Sábado, 10.02.07

COLUMNA

La OTAN puede seguir aparentando cierta normalidad organizativa y de relaciones entre los Estados miembros. Es la organización militar internacional que desde hace casi seis décadas ha garantizado la seguridad de las democracias occidentales ante la amenaza del totalitarismo, ha expandido la sociedad libre hasta esquinas insospechadas del continente euroasiático y generado a lo largo de tres generaciones una voluntad de autodefensa del individuo libre y la democracia que no tiene ni precedente ni parangón en la historia. Pero desde que se hundió el enemigo, que era el totalitarismo comunista encarnado en su rival, el Pacto de Varsovia, la OTAN entró en una crisis de identidad de final incierto. Si las deserciones y deslealtades en coaliciones esporádicas son terribles para la credibilidad occidental, las que se producen en la Alianza son letales. En Sevilla, antes aún en Riga y hoy y mañana en Múnich, las democracias occidentales parecen no querer entender que en Kosovo, en Afganistán, en Irak, Irán y Corea del Norte, sus enemigos son los mismos.
En Afganistán, la OTAN está en guerra, aunque muchos miembros se lo oculten a su opinión pública. En primavera y tras dos años de crecientes reveses, los ejércitos occidentales han de invertir la suerte de la guerra o plantearse un escenario similar al de Irak. Requieren tropas y material que no llega. Que Alemania, Francia, Italia y España intenten ahora renegar de su compromiso, vuelve a plantearnos si olvidan, dada su fatídica historia en el siglo XX -rescatados por otros o destrozados entre sí-, que hay guerras necesarias que se pueden ganar por la libertad común. Solo los anglosajones parecen recordar que es posible. En Kosovo fue Bill Clinton el que rompió la parálisis del miedo y fracaso del núcleo europeo. Su sucesor George W. Bush no puede hacerlo tras la debacle iraquí. En Afganistán el desistimiento europeo causa entusiasmo, dispara la militancia talibán y el cultivo del opio. También en otros frentes se fortalecen los enemigos. Como en Kosovo.
El ministro de Defensa ruso, Serguéi Ivanov, se dijo alarmado en Sevilla y en referencia a la independencia de Kosovo habló de la «caja de Pandora». La ocasión se brindaba para advertir que si Kosovo es independiente también lo serán «otros». Hace 15 años, la URSS agonizante advertía, en patético paralelismo, de que la independencia de los países bálticos era un paso hacia la desmembración de España. No se intuía entonces que una insospechada deriva en España y desde la metrópoli iba a alimentar teoremas territoriales, étnicos y protohistóricos despreciados por todos menos los nacionalismos más fanáticos.
El plan de la ONU para Kosovo busca solución pacífica viable al irreversible hecho de que una larga guerra étnica comenzada en 1991 tendrá su final cuando concluya la disolución del artificio yugoslavo. Tras la tragedia provocada por Belgrado bajo Slobodan Milosevic, albaneses y serbios sólo podrán compartir instituciones en una Europa unida. Rusia lo sabe. Pero quiere buscar algo más. Su instrumento de presión total es la energía. Y necesita otros elementos que sean políticos. Su apelación a Pandora recuerda a aquella Unión Soviética que defendía la represión de la disidencia aludiendo a tribus indias confinadas en reservas durante la conquista del Oeste. A «libertad para Sajarov» se respondía con «peor le fue a Cochise». Por confusiones morales y políticas graves que haya en Moscú, en Vitoria y en Madrid, hay que dejar claro que ni Yugoslavia fue jamás España, ni Kosovo el País Vasco, ni De Juana Chaos nunca Andrei Sajarov.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

LENGUAJES DISTINTOS

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 06.02.07

COLUMNA

El señor de la silla de ruedas habla más bien bajito y en su intervención insiste en que hay cosas que solo se dicen bien a media voz cuando se habla de cuestión tan peliaguda y que tantas irritaciones produce como son la inmigración y la integración del inmigrante. Alguien podría pensar que era el entorno el que impresionaba al orador, que no se atrevía a irritar al auditorio. Al fin y al cabo, nos hallábamos ayer en una villa junto al Wannsee, un bellísimo lago en los aledaños de Berlín cuyo nombre quedó cargado de oprobio en 1942, cuando, en la Wannseekonferenz, la cúpula nazi se reunió para acordar el comienzo de la Endlösung -la solución final- que supuso la puesta en marcha del programa de exterminio del pueblo judío.
Nada más lejos de la realidad. El marco era el mejor posible y la ocasión también: se abría junto al lago, espléndido paraje junto a la capital de la otra vez pujante Alemania democrática, en la magnífica sede de la Fundación Würth -coorganizadora con la Fundación Rafael del Pino-, la primera jornada del Foro Hispano Alemán, en el que políticos, empresarios, científicos y gentes de la cultura hablan de las relaciones entre los dos países, sobre problemas comunes y visiones diversas de afrontarlos. En pocas salas se concentra tanta tolerancia, buena fe, competencia y madurez democrática.
Y sin embargo, el hombre de la silla de ruedas, que no era otro que el ministro del Interior alemán, Wolfgang Schäuble, subrayaba que quizás algunas cosas se prefirieran decir a media voz, pero insistía a un tiempo en que tenían que ser claras. Hubo ayer claridad en algunas cosas y quizás la principal está en que el Gobierno de Berlín y el Gobierno de Madrid no hablan igual cuando sus principales responsables, ambos ayer presentes en Villa Würth, hablan de lo mismo. Schäuble anunció que su país, Alemania, la mayor potencia económica de Europa, en plena recuperación económica, de nuevo con un crecimiento del 2%, ha dejado de tener inmigración. Así de concluyente. Ni legal ni ilegal. Y, sin embargo, advirtió que los problemas de la integración son muy graves y suponen un auténtico riesgo para la salud democrática y la estabilidad de la sociedad.
El ministro de Trabajo y Asuntos Sociales de España, Jesús Caldera, demostró estar muchísimo más relajado al respecto. Con una inmigración que ha cuadruplicado su presencia en España en cuatro años, aseguró que las medidas de regularización masiva tomadas por su Gobierno, criticadas en su día severamente por Schäuble, fueron necesarias y adecuadas, pero no lo volverán a ser. Proclamó modélica la integración que se está produciendo en España y ejemplar el programa que con tal objetivo se aprobará próximamente en consejo de ministros.
El ministro del Interior alemán está acostumbrado a que se responda a sus advertencias contra la fractura social y los guetos con acusaciones de xenófobo o, últimamente, islamófobo. De facherío puro o lacayo de Huntington lo calificarían muchos en España, donde socialistas cultos han oído con estupor a compañeros de partido tachar de fascista hasta al sociólogo Giovanni Sartori, que advierte desde hace más de una década sobre el peligro de ignorar los problemas de la integración, especialmente de la inmigración musulmana.
A ésta se refería ayer el ministro alemán, a una parte de la misma que en su tercera generación genera muchas más amenazas a la convivencia pacífica que la primera. No se cansó tampoco de advertir que uno de los primeros deberes del Estado es garantizar una base común de derechos civiles a todos los inmigrantes, por lo que la labor de integración pasa por una ilustración que rompa el poder de los líderes religiosos de las comunidades y evite la creación de espacios a los que no lleguen las leyes nacionales.
Dijo Schäuble que era ilusorio pedir reciprocidad a los países islámicos, pero no el exigir a los que llegan que acaten los principios fundamentales de la civilización europea, que tienen una base cristiana. «Es un inmenso reto y urge. Porque existe una seria amenaza a la convivencia». El ministro de la silla de ruedas debe de ser un miedoso porque Caldera, responsable directo de la gestión de una inmigración en España otra vez fuera de cálculos y estimaciones, no ve problemas en lontananza. Si acaso la mala fe de quienes quieren inventárselos, «como sucedió en Alcorcón».

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

DE BERLÍN A BAGDAD

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 30.01.07

EL CONFLICTO DE IRAK

Algo especialmente glorioso y bello como bien irrenunciable e indoblegable de las democracias prósperas y sociedades serenas y tranquilas está en su capacidad y dignidad derivadas ambas de que se inspiran directamente en las lecciones de las catástrofes y miserias que nos hundieron en el pasado y sobre todo, una y otra vez, durante el terrible siglo XX. La base para estos efectos benefactores sobre las sociedades, ya sea en Europa, América, Oriente Próximo o Asia, está en que las realidades del pasado y del presente sean accesibles a todos y que a todos beneficien como mensajes de sabiduría colectiva desde las elites hasta las capas más humildes e iletradas de la sociedad. Pero para eso, lo importante y condición probablemente imprescindible, es que la responsabilidad política repose en gentes que se han interesado por formarse y educarse en el respeto a la verdad y al pasado, que no quieran manipular las incertidumbres, la ignorancia y las supersticiones.
Quienes conozcan el horror del sufrimiento sin precedentes de lo que -más allá de la tradición humana de matanzas y guerras entre pueblos e individuos- ha sucedido en Europa en el siglo pasado, han de venerar la gran demostración de orden compasivo que este continente ha desplegado en casi seis décadas y la conquista de unas cotas de protección de la persona jamás alcanzadas en la historia de la humanidad. Cierto, insistimos, la condición inexcusable para que esto sea posible está en la decisión y fortaleza democrática de los líderes, la batalla contra todo fanatismo, el reconocimiento de lo acaecido, antes y después de la paz, antes y después de ellos mismos. Sucedió en Berlín. Hoy es más que la metrópolis y símbolo del éxito de la democracia. En el siglo XIX toda la política mundial giró en torno a la promesa o amenaza de un proyecto que cruzaba Centroeuropa, los Balcanes y Turquía hasta Mesopotamia, el sueño imaginario de vertebración de un mundo, eje imaginario de riqueza, más que una línea ferroviaria, más que un tren. Era el «Berlín-Bagdad».
Se tejieron y destruyeron alianzas, países y protectorados. Millones de hombres murieron combatiendo en guerras inspiradas por el sueño desde el Congreso de Berlín de 1871 hasta la ocupación nazi de los Balcanes. Berlín y Bagdad, sueño y pesadilla. Ocupadas en su día por las mismas fuerzas. Berlín, mucho peor tratada. Y hoy es un sueño y Bagdad el horror. ¿Todo culpa de los ocupantes? Se atreve uno a escribir que no. Las páginas que preceden a este comentario dicen mucho en este sentido. En Gaza se combaten Hamás y la OLP, en Israel un suicida palestino repite, Líbano amenaza con una guerra civil, en Irak son los chiíes y suníes los que preparan otra, en la lejana Rusia vemos siniestros movimientos armados hacia Georgia, el Cáucaso, Turquía, Bagdad. ¿Todo culpa de George Bush y el ominoso Estado de Israel? Probablemente no.
El fracaso, el dolor, la guerra y la esperanza sentidos en la posguerra de Europa han generado un sistema entero de concordia y la buena fe de gran éxito. En lodazales ideológicos y religiosos son focos infectos de odio que profanan tumbas, dinamitan mezquitas o bendicen genocidios. Los europeos no somos inmunes. Siempre dispuestos a recaer. Sabemos generar pozos de odio como pocos. No lo entienden aquellos que banalizan dolores, amenazas o males, aunque nos vaya la dignidad y muchas veces la vida. Los que nada saben y todo creen inventar e inaugurar.
Berlín y Bagdad unidos en un eje de modernidad fue un sueño europeo. El esfuerzo por imponer una democracia en Bagdad puede haber fracasado ya como aquella línea férrea. Pero no es, ni mucho menos una iniciativa indigna como pretenden algunos. Lo demostraron los iraquíes votando en masa en las peores condiciones por mejorarlas. Nadie tiene derecho a condenar a Oriente Medio a vivir bajo la brutalidad que el fanatismo, los errores de unos y la pasividad de tantos parecen imponer. Se cumplen ahora tres décadas de la Carta 77 de Praga contra la dictadura comunista. Aquel derroche de coraje triunfó y la pesadilla que dominaba media Europa ha fenecido. El fanatismo islamista ha de ser contenido y derrotado. No puede ser sustituido por islamismos moderados como no cabía nazismo moderado para Berlín. El peor enemigo para la democracia y la libertad de quienes están condenados a vivir bajo totalitarismos es la indiferencia y el egoísmo de quienes viven en libertad. En Berlín, en Praga y en Bagdad.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

EL HOMBRE DE HONOR Y LA MENTIRA POPULAR

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 23.01.07

COLUMNA

En sus imprescindibles memorias, el líder partisano, verdugo comunista, intelectual y finalmente hombre de honor que fue Milovan Djilas, explica con detalle cómo un día muy especial en plena guerra, apuntó con su fusil a un prisionero en fuga que corría por un altiplano montenegrino, apretó el gatillo y vio cómo caía abatido el hombrecillo. Djilas aseguraba poco antes de morir como un venerable anciano sabio, que en la fracción de segundo que sintió le pasaba del cerebro al dedo la orden de matar al enemigo sintió tanta culpa como orgullo y por primera vez surgió una fuerza de contrapeso a la feroz ideología que se erigió en la mentira popular.
El implacable Djilas pensó tanto en la vida del infeliz como en la fuerza que lo indujo a apretar el gatillo. Entre los hombres sin piedad que dirigían la resistencia comunista se creó entonces una imperceptible fisura. Rankovic sería un asesino hasta su muerte, Kardelj un ideólogo amanerado y Tito el fatuo hombre de poder. Djilas nunca volvió a ser uno de ellos. En la plenitud del poder, en la victoria, supo ver el sufrimiento al que sometían mentira y odio a todos. Allí surgió el hombre de honor que habría de decir verdades que, paradójicamente, hicieron libres a otros pueblos antes que al suyo. Djilas despreciaba tanto a la Serbia nacionalista de Slobodan Milosevic en la que murió en 1995, como a la Yugoslavia corrupta y mentirosa que construyó su compañero de armas, Josip Broz Tito.
La pésima noticia actual es que el nacionalismo que asumió en Serbia la miseria moral y el legado de brutalidad de la ideología comunista sigue viva. El domingo consiguió ser otra vez la fuerza más votada con un 28,7%. Un tercio de los escaños. Tristes datos. Y con su caudillo preso como criminal de guerra en La Haya. Serbia es, sin duda, una peligrosa anomalía. También lo es, que en zonas de Europa occidental mimadas por el bienestar y la democracia algunas opciones criminales, etnicistas e identitarias consigan mayorías o minorías amplias que condicionan la vida política de las democracias. Puede que lo peor no sea que el partido más votado es abiertamente nazi como es el SRS de Seselj. Quizás lo sea que el jefe del Gobierno actual, Vojislav Kostunica -ya saben, «nacionalista moderado»-, es un experto en presentarse como disuasor de las fobias antieuropeas que le benefician y por tanto no dejar de promocionar. Los nacionalistas «moderados» dicen que los radicales han perdido. Resulta un mensaje familiar. En realidad se han repartido el triste mensaje de victimismo que fomenta la gran mentira popular. Serbia no logra pasar página. Quizás Zoran Djindjic hubiera acabado con la plaga de mentiras y mentirosos que atenaza a Serbia a su pasado miserable y culpable. Pero también a él lo mataron.
Si Hitler se nutrió de la leyenda del apuñalamiento (Dolchstosslegende) de Versalles, Milosevic del mito del Campo de los Mirlos y todos los nacionalistas de agravios inflados o imaginarios, la mentira popular serbia aun insiste en ignorar que la destrucción de Yugoslavia -que Milosevic inició- sólo concluirá cuando todos acepten que Kosovo no es Serbia. La guerra lo cambió todo allí como Hitler logró que Pomerania oriental y Königsberg dejaran de ser Alemania.
Quizás algunos entren en razón. Puede que no. Kostunica ya coquetea con la Rusia del Señor de la Lubianka para un chantaje conjunto a la UE. Como los ultras. Europa no tiene fuerza para combatir allí la mentira popular y por eso ayer se columpiaba de nuevo en sus propios engaños optimistas. La última vez que los serbios se lanzaron a matar por dicha mentira el hombre de honor que puso fin a la matanza fue un norteamericano, un tal Bill Clinton. Nadie se alarme por los tristes resultados electorales. No auguran matanzas inmediatas. Pero nadie confíe en un fin próximo de la mentira que envenena a Serbia y paraliza a todos los Balcanes occidentales en un pozo negro.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

JÜNGER EN EL VITOSHA

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 16.01.07

COLUMNA

El Vitosha es una gran montaña que domina Sofía y por cuyas estribaciones orientales sale en invierno un sol que, aun muy bajo, crea unos juegos de reflejo con la nieve que vistos desde la llanura occidental de la capital, se antojan pura magia. La primera vez que presencié este inolvidable amanecer en aquella amplia campiña búlgara bajo la sierra intentaba yo sintonizar la BBC en onda corta y sólo captaba algunas emisoras rusas y árabes y las combinaciones de números que las emisoras de los servicios secretos del este y oeste se lanzaban por las ondas en inglés, alemán y ruso, para coordinar las directivas a los agentes y las informaciones secretas a sus legaciones y embajadas. Eran letanías con ritmo de tales: dva, chetri, piat, dva, yeden; two, two, seven, five, two, zero, four, two; zwei, acht, sechs, sieben, zwei, neun, null, acht, neun, sechs, vier. Sonaban como oraciones lanzadas por unos seres a otros, escondidos y solitarios como uno mismo, que esperaban indicaciones, órdenes, sentido a su existencia allá donde estuvieran. Parecían órdenes del más allá para gentes superiores que disponían de claves inaccesibles para los mortales. He escuchado durante horas, antes y -menos- después de la caída del telón de acero, estos canturreos de claves, en Sofía, en Riga, en Estambul, Berlín, Sibiu, Plovdiv, Cracovia, Burgas o Moscú. Aunque muy pronto supe que quienes emitían y recibían estas órdenes en clave eran unos pobres diablos que cumplían las más tristes y prosaicas de las tareas posibles, nunca han dejado de encandilarme los ritmos y sonsonetes cuasi religiosos que la guerra fría convirtió en rutina en las ondas.
Aquella percepción de los servicios secretos del Este de Europa -desde una posición de práctica impunidad del profesional occidental y por tanto exentas del pánico ante la prisión, tortura y muerte que sin duda generaban en millones de habitantes de los pueblos visitados por el terror del nazismo y el comunismo-, siempre ha sido muy literaria, por frívola que parezca la aseveración. Interés tiene todo aquello que incita curiosidad e inteligencia aunque amenace con demonios. Es magnífico el paralelismo que hace entre Jünger y Goethe el escritor y diplomático Manfred Osten, en una joyita que ha editado en España un antiguo embajador de Alemania en Madrid, Henning Wegener, en la editorial Complutense con el título de Ernst Jünger y los pronósticos del Tercer Milenio (léanlo, es una joya, insisto). Si Jünger evoca a «los bichos, las masas de ratas y ratones que se presienten ocultos bajo el suelo y las bóvedas de los sótanos», Goethe habla de que «nuestros mundos moral y político están minados por pasadizos subterráneos, sótanos y cloacas…». Y lanza un terrible mensaje: «Sólo aquel que posea cierta noticia de ello comprenderá que el suelo se hunda aquí o que de allá surja humo de improviso».
Las cloacas existen y siempre existieron bajo la bella montaña del Vitosha, como en los calabozos de Moabit o la Lubianka y en todas las sentinas en las que hoy se lucha por información e intoxicación, sea constructiva o destructiva, en las ondas hertzianas y aquí detrás de la casa de todos y cada uno de los lectores y junto a todos los obispos polacos, cancilleres alemanes y ministros consejeros de la más humilde embajada. Todo para destruir a individuos y reconfortar y organizar a sicarios. Allí, se impone, ya otra vez en términos de Jünger pero también de Goethe, el espíritu de los tiempos o la oportunidad -o la moda- que es el Zeitgeist frente al espíritu de los principios inquebrantables de la dignidad de la persona y la honestidad intelectual y espiritual, de la trascendencia, que es lo que algunos hemos entendido como el Weltgeist. Al Zeitgeist y al relativismo de la palabra y de la idea lo acompaña esa implacable idea del desprecio por la paciencia y lo acaecido. Goethe hace que Mefistófeles maldiga a la paciencia. Mefisto no es otro que Napoleón y Hitler y Stalin y todos aquellos que creen poder imponer soluciones de felicidad a su especie. Y para ello necesitan tener soldados que les naden por las cloacas de Jünger. Por eso hoy volvemos a tener muy en vanguardia de la defensa de los Estados a quienes defienden el Zeitgeist desde el lodo.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

EL OBISPO Y LA MALA FE

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 09.01.07

COLUMNA

¡Cuántas veces se habrá reído Adam Michnik de los valientes anticomunistas que surgieron por doquier en Polonia cuando el régimen comunista era ya historia! ¡Cuántos individuos prudentes, satisfechos, indiferentes o miedosos, que vivieron sin el menor roce con el régimen comunista durante toda o parte de sus cuarenta años de existencia en Polonia, descubrieron su odio al comunismo cuando éste había dejado de existir! A Michnik esto ya no le hace gracia. Lo que podía haber sido una grotesca y efímera pantomima urdida para pulir y ennoblecer biografías se ha revelado como un perverso instrumento de lucha política que, utilizado desde el poder y las alcantarillas del Estado, envenena el discurso político, crispa el diálogo, rompe el tejido social y amenaza a la convivencia.
El tristísimo espectáculo del domingo ante la Catedral de Varsovia, en el que por poco se evitó una batalla campal entre feligreses partidarios y adversarios de la dimisión recién acaecida del arzobispo Stanislaw Wielgus, es sólo una prueba más de cómo el pasado, exhortado con mala fe, puede retornar para abrir heridas viejas y nuevas y reactivar odios. Nada tiene esto que ver con el conocimiento del pasado, pero sí mucho con la vocación del nuevo revanchismo polaco, liderado por los gemelos Lech y Jaroslaw Kaczyinski e institucionalizado en el Instituto de la Memoria Nacional. Lo que se pretendía en su día fuera un instrumento para historiadores y para ofrecer a las nuevas generaciones información sobre los dos totalitarismos que torturaron durante más de 70 años a Polonia, se ha convertido en una gestora del poder que, con las fichas de la policía política comunista, hace y deshace reputaciones, filtra u oculta según convenga unos documentos por naturaleza mentirosos, parciales y manipulados.
Es evidente que Wielgus quedaba irremisiblemente inhabilitado tras reconocer, dos días antes de su toma de posesión como arzobispo de Varsovia, una colaboración con los chequistas polacos que había negado reiteradamente. Su falta está en la mentira, como en otros casos en el silencio. Nadie que no viviera bajo el régimen puede imaginar las presiones a las cuales podía ser sometido un joven sacerdote que estudiaba filosofía en Lublín en los años sesenta. Y nadie sabe por qué unos se doblegaron y otros tantísimos no lo hicieron ni para salvar sus vidas, como Jerzy Popieluszko. La Iglesia polaca era el máximo poder anticomunista en todo el Pacto de Varsovia, tan fuerte que dirigió la lucha triunfal contra el sistema en los años ochenta. Era objeto preferencial de infiltración. Lo que no logró el régimen es crear en la Iglesia grupos títere como Pacem in Terris, en Checoslovaquia.
Los dos legendarios cardenales de la resistencia al comunismo, el polaco Wiszynski y el húngaro Mindszenty, consiguieron mantener la unidad de su iglesia, pero no evitar su infiltración. Hace un año se supo que el obispo ya jubilado de Esztergom también había sido confidente. Estos denunciantes denunciados llevan consigo la tragedia de su debilidad, su culpa y su vergüenza, como evocaba Peter Esterhazy en su De Caelestis. Quienes juzgan conductas ajenas bajo el totalitarismo desde la comodidad y la libertad de la Europa actual son frívolos o rufianes.
Wielgus ha pagado con su tragedia personal el hecho de mentir. Y ha hecho un gran daño a la Iglesia polaca, que el año pasado redactó un memorando sobre las conexiones del clero con servicios secretos en el que decía que «la mera firma de un compromiso de cooperación, independientemente de motivos o razones, es un pecado». Pero al margen de este drama, preocupa la larga carta del Gobierno polaco al Vaticano denunciando al obispo, y no menos el origen de la filtración de la denuncia contra él. Parece evidente que si los hermanos ultracatólicos Kaczynski son capaces de dirigir la caza de brujas contra el ya nombrado arzobispo de Varsovia, son capaces de cualquier cosa para desacreditar a quienes consideran la anti Polonia, esa mitad de la sociedad polaca que no representan y que se quiere excluir del sistema, despojada de sus derechos por reales o supuestas conexiones, simpatía o simplemente falta suficiente de odio hacia el comunismo. Los Kaczynski tachan a toda la oposición liberal y socialdemócrata de ser herederos del régimen anterior. La sociedad polaca haría bien en ver el tumulto ante la catedral como una señal de alarma. Las grietas en los cimientos de la transición se abren desde las últimas elecciones generales. Polonia no merece que lo que crearon sus mejores estadistas en un siglo, los Adam Michnik, Bronislaw Geremek, Tadeusz Mazowiecki o Alexandr Kwasniewski, lo destruyan unos tan mediocres como los responsables de tragedias pasadas.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

LOS NUEVOS SVEJK Y SUS CUITAS

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 19.12.06

COLUMNA

«El soldado Svejk», figura surgida de un panfleto antivienés de gran literatura, ha sido un símbolo del siglo XX para toda actitud lo suficiente o excesivamente práctica como para ser considerada oportunista, pedestre y sin embargo simpática y aceptable en un juicio generoso -literario- que no mida consecuencias. Como los personajes de la picaresca, con gran genialidad narrativa, Svejk narra tragedias, derrotas y miserias, dolor y mucho absurdo. Él, sin embargo, es feliz. Busca y encuentra consuelo en la broma, la ironía y la generosidad y niega la realidad con la facilidad con que asume indolente, para sí y los demás, las consecuencias. Svejk es tan incapaz de matar por una idea como de morir por nada ni nadie. Propagador de la derrota propia y ajena, ni quiere ni puede defender ideas o gentes. Tenemos un nuevo Svejk.
Muchas alegrías nos granjea Jaume Vallcorba al frente de la editorial El Acantilado con su magnífica inmersión en la literatura de «Mitteleuropa» del último siglo y medio. Nos debía una edición bien traducida de esa obra tan inteligente, rápida, cervantinas y moderna que pronto estará aquí en las librerías: «Los destinos del buen soldado Svejk en la guerra mundial«. Fernando Valenzuela, sobrado sabio de las lenguas de Svejk y Sancho Panza -almas amigas por cierto- ha hecho esta traducción finalmente sosegada, tras las menesterosas trasatlánticas habidas, de una obra que, escrita por el checo vienófobo Hasek, acabó haciéndose universal en lengua alemana. Digería toda miseria imaginable con simpatía. Los principios le parecían lujos de ricos o intransigentes.
Muchos añoramos hoy el humor del soldado checo pero no sabemos emularlo. Es difícil asumirlo cuando las amenazas a nuestra forma de vida se multiplican dentro y fuera de nuestro ámbito político y cultural y el jefe del Gobierno de los españoles no parece dedicado sino a su discurso pseudoinfantil de una tal Alianza de Civilizaciones que no resistir ni el humor de Svejk ni el cinismo de los socios y comparsas apologetas del Holocausto que José Luis Rodríguez Zapatero no parece tener inconveniente en mantener en esta aventura. Parece haber renunciado definitivamente a una política internacional real en defensa de los intereses de España, la UE, la OTAN y a las sociedades libres. Como a Svejk, le gusta que una broma siga a otra y sólo tomar en serio sus propias solemnidades.
Muchos aquí aun no quieren ver que fuera -y no sólo en el PP, en EEUU, Alemania, Israel o Colombia- cunde la resignación ante esta obsesión de Zapatero de creer que engorda electorado y posteridad propia dando argumentos a los enemigos del Estado de Derecho, acá y fuera. Como Svejk nunca dejaba claro quien quería que venciera en la terrible guerra del catorce, Zapatero no ha dicho nunca que quiera que la ganen los chicos de Zarkawi pero tampoco que desea la victoria del Gobierno de Irak, los norteamericanos, británicos y otros países democráticos que luchan allí.
El ambiente creado por este espíritu Svejk dejó hace tiempo de ser una broma en España. Prueba es la entrevista que Juan Cruz le hizo el domingo a Santiago Carrillo nos ofrecía unas claves sobre la matanza de varios miles de españoles -sólo dos mil y pico militares sublevados, dice el implicado; unos miles más de civiles nos dicen otras fuentes- que fue el gran ensayo de las matanzas estalinistas que saltaron a la URSS y a Katyn. Las declaraciones de Carrillo son casi una autoinculpación. Con ese obsceno hastío que muestran a Svejk algunos ante la muerte del enemigo. No le habría pasado hace años cuando aún presumía de su papel en la transición y no de supuestas glorias antifascistas. Como se descuide Carrillo, un traspiés en la piscina jurídica de la «memoria histórica» en que chapotea Zapatero y puede verse, nonagenario, en un lío. No llore por la iglesia reaccionaria o la oposición parafascista y dé gracias a que la transición española fue como fue y nadie le pidiera cuentas por el aciago otoño del 1936. Ya que hace 30 años no se hablara de «justicia universal» ni se declarara al comunismo ideología asesina cuyos crímenes no prescriben como al nazismo. Svejk, en su sabiduría, recomendaría a Zapatero tomarse en serio las inquietudes de España. Y a Carrillo no tomarse en broma su pasado.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

ASIGNATURAS TURCAS

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 12.12.06

COLUMNA

El gran valor inicial del gesto de Ankara de anunciar la apertura de un puerto y un aeropuerto al tráfico con Chipre está ante todo en el reconocimiento de que las condiciones para el ingreso de un nuevo miembro en un club las pone la dirección del mismo, y no el aspirante a pisar moqueta. Y la bola negra, el veto, solo lo puede ejercer un miembro, y nunca el candidato a serlo. En este sentido, el paso dado por el Gobierno del primer ministro Recep Tayyip Erdogan es importante, aunque insuficiente y por tanto inútil si no le siguen otros. Pero mal harían los Veinticinco en escenificar ahora una gran gresca. Postergar dramas allende horizontes electorales, europeos y turco, como parece ser la intención del nuevo paquete de condiciones decidido ayer por los ministros de Exteriores de la UE, no es malo. Pero tampoco suficiente para desactivar lo que puede ser una grave crisis.
Es discutible que Chipre, como parvenu con su política unilateralista y antiturca, tenga crédito como miembro de la UE para condicionar la política de Bruselas respecto a un gran país y una inmensa opción política, económica y geoestratégica como son Turquía y su hipotético ingreso. Pero el mayor elemento de distorsión, y factor clave para el histerismo actual en las relaciones, está en la irrisoria percepción de que las negociaciones tienen visos de ser cortas y que si no se interrumpen pronto el ingreso turco amenaza cual inminente caída de la Espada de Damocles. Este malentendido perjudica a todos. Proyectos de esta magnitud pueden descarrilar y quedar como fracasos en la historia durante generaciones o de forma definitiva. Pero si nadie sensato debe exigir un calendario para el ingreso de Turquía en la próxima década, tampoco puede demandar un rechazo perpetuo.
Tras exponer las condiciones básicas a Turquía, lo que Europa debe hacer es dejar que los turcos asuman el esfuerzo de las asignaturas pendientes, con la esperanza de que las aprueben con la solidez e incluso brillantez con que lo hicieron con anteriores más difíciles si cabe, y que se tiende a olvidar. Bajo el recién enterrado Bülent Ecevit se dieron pasos antes inimaginables en Turquía -con un Ejército menos relajado que hoy- en derechos humanos, garantías jurídicas, libertad económica y de opinión. Si el islamismo en Turquía está crecido es también por la falta de apoyo que reciben las opciones radicales de libertad. No solo allí. Las manifestaciones habidas en Irán durante estos días en contra del fanático presidente islamista Ahmadineyad habrían tenido más apoyos si en Occidente se hubiera respaldado con decisión un llamamiento a acabar con el miedo y el régimen de terror y a favor de una opción plural, democrática y laica allí en vez de organizar fastos de confraternización con supuestas civilizaciones que no son sino fanatismo bárbaro clerical, como hicieron los jefes de Gobierno español y turco en Estambul hace semanas.
Esbozados los retos estratégicos, para nada insuperables a medio plazo, queda por hablar de esa asignatura pendiente turca, difícil para un pueblo que fue imperio: la historia. Ni del mejor embajador que hoy tiene este país de siglos de diplomacia virtuosa y excelsa, que es el escritor Orhan Pamuk, toleran los turcos la dura verdad del pasado. El reto de la modernidad exige honestidad en este gran salto hacia la mirada limpia. Muchos han fracasado. La tragedia rusa del retorno de la Lubianka bajo Vladimir Putin demuestra lo que se juega un pueblo si no reúne en la transición el coraje de enfrentarse a sus sombras. La mirada limpia hacia la propia historia dignifica y fortifica presente y futuro. La mentira y la revancha los emponzoñan. No solo en Turquía falta esa mirada limpia. Los que más celebran la muerte física -claman venganza post mortem- de un dictador asesino y ladrón como Augusto Pinochet, afortunadamente pasado para sus compatriotas desde hace tres lustros, comprenden, apoyan o toleran a un Fidel Castro que en años de dictadura asesina, ejecuciones, desapariciones y obcecación en el crimen ideológico ha superado con creces al chileno. ¡Cómo habrían sido las hagiografías de Castro, cuando muera, si hubiera convocado un referéndum para abandonar el poder 17 años después de conquistarlo a sangre y fuego! Escribía Félix de Azúa en estas páginas de Hitler y Stalin hace unos días. Se pueden recordar miles de fosas comunes, con millones de abuelos, bisabuelos y padres. Y hermanos e hijos en Srebrenica. Pero para Turquía, la asignatura es imponerse la mirada limpia para asumir que el millón y medio de muertos armenios son parte de su historia. Como los centenares de miles de turcos muertos en los Balcanes y Oriente Medio en la caída del imperio. Cuando Pamuk, Premio Nobel, consiga convencer al pueblo turco de que los asesinados en su nombre son tan dignos de ser recordados como los héroes propios, Turquía habrá dado un paso definitivo hacia la paz consigo misma. Puede que ésta sea la asignatura más importante.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

EL RETORNO DEL LARGO BRAZO DE LA CK

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 28.11.06

COLUMNA

Si en el año 2006 el jefe de un Estado inmenso y poderoso, miembro reconocido de la comunidad internacional, fundador de la ONU, siempre más temido que respetado, ha de negar públicamente haber ordenado el envenenamiento de algún conciudadano suyo, es que es ruso. Tiene viejos hábitos de juventud y cuando se descuida piensa en divertidas violaciones de mujeres indefensas como las que atribuía con jovialidad a otro jefe de Estado que las negaba vehementemente. Si además cree ante todo en la amenaza, desprecia la debilidad y las ansias de armonía de las democracias y considera que los adversarios políticos mejoran cuando están presos o muertos, es un viejo chekista, un gladiador más que ideológico, mecánico en la lógica de la imposición. Se llama Vladímir Putin.
Nadie duda de que el régimen comunista chino mata con mucha tranquilidad a sus disidentes internos ni que regímenes como el iraní, el sudanés, el guineano u otros liquidan si no sistemática si expeditivamente a quienes consideran un peligro para su seguridad, poder e intereses.
Pero el retorno a la actualidad mediática de la vieja organización de la sopa de letras que fue primero la célebre CK (checa) del aristócrata bolchevique polaco, Feliks Dshershinski (escudo y espada del partido) y las OGPU, NKVD, KGB hasta llegar a la FSB hoy, con sus métodos tradicionales parece finalmente haber disparado las alarmas hasta de aquellos que querían desesperadamente olvidarse de la catadura de Putín por el bien del negocio, las relaciones y el próximo gasoducto. Estaba claro que iba a ser un problema para las democracias el valorar hasta dónde y cuándo aguantar las malas formas -brutalidad soviética- del nuevo rico que es el régimen de Putin.
Con Chechenia se miró hacia otro lado durante mucho tiempo. Gazprom demandaba discreción ante la política de tierra quemada de Putin en el Cáucaso. Pero como suele suceder, surgió un vínculo que ataba las conciencias entre aquellos crímenes y estos nuevos tan cercanos y ya no anónimos y resultó estar formado por una pareja improbable formada por dos nombres que habrán de grabársenos en la memoria aunque vengan más detrás: Anna Politkósvskaya y Alexander Litvinenko. Ella debería haber huido hace tiempo a Occidente como tantos otros. Sabía que en Moscú la habrían de matar. Alexander ya estaba aquí. Y vinieron a matarlo. No habrá madriguera donde puedan esconderse los enemigos del pueblo, decían siempre Stalin y sus matarifes. Ahora es cuando los ingleses se enfadan. Cada vez más según constatan que el Kremlin ni siquiera se ha esforzado por ocultarse. «If it’s unpolite to get drunk before breakfast it’s even greater unpolitness to kill guests at friends houses». Un anfitrión británico deseoso de quedar bien con el ruso -véase la Reina de Inglaterra- le puede tolerar la borrachera antes del desayuno. Pero no que se dedique a matar a otros invitados.
Asegura Putin que nada tiene que ver con la muerte del exmiembro del KGB, Alexander Litvinenko envenenado por el elemento radioactivo polonio 210. Hace 25 años en Sofía un apparatchik llamado Boian Traikov nos aseguraba que Bulgaria no tenía nada que ver con el intento de matar a Juan Pablo II. Está ya claro que, con buen criterio el KGB quiso matar a quién sería decisivo en acabar con la URSS. Pero la cultura de la CK ha vuelto. Hace días apareció muerto en Sofía Bozhidar Doyzev, jefe del archivo de los servicios búlgaros, que servían, como la Stasi, a Moscú para trabajos sucios. En el atentado al Papa anterior y en el envenenamiento del disidente Georgi Markov con una cápsula que le inyectaron con la punta de un paraguas. Fue también aquello en Londres.
Pero aunque los vínculos de la muerte de Doyzev con las amenazas turcas al nuevo Papa y a este envenenamiento en Londres son casuales lo que es una certeza es que el aviso a todo ruso demócrata y adversario interior o exterior del régimen de Putin sobre la larga, implacable y efectiva mano castigadora del chequista contra sus enemigos tiene de nuevo la vigencia que no tenía desde la más profunda guerra fría.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

LO SOLEMNE Y LO OCURRENTE

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 21.11.06

COLUMNA

La historia reciente de los pueblos europeos se puede intentar, pese a todas sus miserias, sin mucho esfuerzo. Las últimas cinco décadas de la vida de los europeos dicen más que mil tomos sobre lo que la honestidad intelectual, la humildad, la voluntad de superación, la determinación en la autodefensa que surge de la convicción moral, la preparación y la sincera búsqueda del bien común pueden generar. Cierto que Europa ha tenido la suerte para esta gran aventura de construcción política y moral de tener el apoyo definitivo allende el Atlántico. Pero nadie que sepa de la historia de los hombres puede negarle después el halo de milagro. Europa ha sido más trabajadora y próspera, más compasiva y por ello más justa, más estudiosa y cada vez más lúcida, a veces dolorosamente introspectiva y sin embargo más abierta y extrovertida. Más rica, a la postre, en todo lo que supone vida para ciudadanos con memoria que quieren «luz, más luz» -decía Goethe al morir pidiendo vida- en libertad y en dignidad. Si de ellos depende será también en paz, pero no a toda costa, porque esta Europa se hizo precisamente en lucha contra los enemigos de la libertad que siempre han prometido paz a cambio de aquella.
Desde Schiller o Shelley a Heine, Mayakovski o Sajarov, desde Miguel Hernández a Anna Ajmátova, de Sandor Petöfi a Wislawa Szymborska, Europa ha demostrado llegar a estos tiempos con el bagaje de amor y sabiduría para zafarse de tanta tragedia y en solo 50 años emerger -esperemos que sin desmayo- con la virtud de la fuerza para la mirada limpia que convierte en pasado los odios viejos de Verdún y los de Oradour, el rencor de Coventry, de Dresde y de las Fosas Ardeantinas, junto a Roma. Ha ilusionado a generaciones magníficas de nuevos europeos, cada vez más formados y libres, y decididos a integrarse en esa empresa sin precedentes de éxito histórico absoluto, también en los países donde aun son relativamente recientes los traumas del miedo. Sólo la gran épica de la creación de unos Estados Unidos de América con su crisol de culturas bajo un proyecto único de civilización de seres libres puede compararse al de la nueva Europa como milagroso proyecto de convivencia. Construida sobre paisajes de mil guerras, ruinas y las peores infamias cometidas por unos humanos a otros.
Todo se ha hecho en lucha contra fantasmas del recuerdo. El régimen criminal comunista sobrevivió décadas a la gran hecatombe de Varsovia, Stalingrado y Berlín y murió con menor estrépito que el monstruo menos longevo del nazismo. Y sigue entre nosotros el fantasma del Holocausto, de la imposible respuesta al hecho de que casi todos los pueblos europeos aceptaran con pasividad, cuando no complicidad, la destrucción del judaísmo europeo. Mucho ha sido solemne en este paisaje de tragedia. Mucho ridículo. Pero el resultado es serio y los europeos debemos saber lo que nos jugamos. Todo aquel que ingresó en la UE se adhirió a principios que se fundamentan en ideas, miedos y convicciones que surgen del Gran Cataclismo que se consuma en esos 30 años de guerra civil entre 1914 y 1945. Ni un paso atrás ante el enemigo. Sea nazi, comunista, fascista, hoy islamista, siempre enemigo de lo que hemos construido desecando todo un pantano inmenso de sangre desde los Balcanes hasta Noruega, desde Algeciras a Cracovia y más allá. Spiegel, Time y Newsweek coinciden en que las palabras de Benedicto XVI en Ratisbona no eran un gazapo. Claro que no. Era una llamada a esa autodefensa que la libertad europea se debe a sí misma. En Turquía el Papa fuerza con su visita una tensión cultural que sin duda será clarificadora, que la visita se produzca pese a la ausencia de Erdogan demuestra esa voluntad. Va por todos. Polonia no puede reeditar una venganza hacia sus vecinos ni el líder de la oposición húngara puede osar pedir la reinstauración de la pena de muerte. Es feo que el Rey de España compadree con un Vladímir Putin que resucita los tiempos del NKVD y encarcela en Siberia, como Yázov, Yagoda y Beria. Pero lo es más que el presidente Zapatero sea ya un excéntrico personaje cuya última semana de política exterior fue un perfecto espectáculo de cabaré vienés, esa maravillosa ocurrencia. Helmut Qualtinger, aquel inolvidable diseccionador de ridiculeces nos habría resumido todo en una velada inolvidable titulada «Estambul, Obiang, Gerona, el tango del vacío».

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

LA PAZ LUMINOSA Y UN RECUERDO PARA ECEVIT

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 14.11.06

COLUMNA

Pasados ya los primeros grandes entusiasmos ante el evidente fin de la era Bush que se inició con rotundidad el 7 de noviembre, la envidiable maquinaria institucional norteamericana funciona perfectamente, como era previsible incluso ante cualquier situación imprevista, y la resultante de las elecciones es mucho más regla que excepción. A este lado del Atlántico las opiniones públicas hostiles hasta el odio hacia Bush ya han gozado del castigo a esa caricatura del Mal en que se había convertido el presidente norteamericano. Este gozo les durará menos que la frustración sufrida hace dos años cuando fracasó la bondad del patricio Kerry. Leyendo y escuchando a muchos de los enemigos profesionales de Bush acá en Europa, da la impresión de que el Capitolio ha sido tomado por una especie de tripartito, con Noam Chomsky a la cabeza. Si hasta ahora la postura digna hacia el Imperio del Mal era inequívoca, parece que volvemos a la era de los malentendidos. Viva la paz y la realidad pacífica y luminosa.
Cuando aún no había concluido el recuento en Virginia, Bush ya negociaba con los demócratas, con Nancy Pelosi a la cabeza, sobre las cosas de comer. Aquí no hay malentendidos. El presidente sabe que se acabó su forma de gobernar, con un Congreso postrado que tanto error le permitió a él y a Rumsfeld, tanto desafuero a Cheney y a sus círculos empresariales y tanto exceso a su política de seguridad y antiterrorista. Los demócratas saben que, para que esta victoria sea el umbral de una presidencia propia, han de encontrar en colaboración con Bush una salida del letal estancamiento de la situación en Irak, que al menos en Washington todos saben que no es culpa exclusiva del tejano cristiano neonato.
Se verá entonces si tenían razón quienes auguraban -tras Bush- un comportamiento más civilizado de Siria y de Irán de haber un calendario de retirada, o un buen equilibrio en Irak entre la teocracia chií de Teherán y la satrapía de Damasco con población suní, ambas implacables tanto con sus pueblos como con los vecinos. Y aplaudidas como enemigos del Imperio del Mal y de un Israel ayer de nuevo amenazado de muerte por el presidente iraní Ahmadineyad. El terrorismo islamista, chií y suní, la incompetencia de Washington, la dejación cobarde de los países árabes y la culpable de Occidente, lograron crear un infierno en Irak, no ya para EE UU, sino para una población iraquí que se jugó la vida para votar en elecciones y en un referéndum sin precedentes en la región. Eran muchos más que los catalanes que se dignaron a ratificar un estatuto que amenaza principios de igualdad y enaltecen siniestros fetiches identitarios. Veremos cómo buscan salidas republicanos y demócratas en Washington. Y suníes y chiíes en Bagdad. Veremos cómo se discute pronto en una España que ha redescubierto las esquelas y la memoria emponzoñada, fortifica cuencas hidrológicas y bunkeriza archivos. En la que instituciones máximas del Estado se agreden a diario, nadie se alarma si el presidente de la Generalitat ha de entrar en el Liceo por la puerta trasera, acosado cual militante de partido mal visto y se elogia a asesinos múltiples para denigrar a contrincantes parlamentarios. Envidia dan las instituciones de Washington. En paz y en guerra.
Y en Ankara, 100.000 turcos despedían a Bülent Ecevit, el líder socialdemócrata fallecido a los 81 años. Un gigante. Cinco veces primer ministro, el único gran estadista turco sin familia millonaria. El día que caía en coma aún pedía a los turcos resistencia contra el islamismo que veía avanzar, decía, tras la sonrisa de Erdogan. El tándem sonriente del turco y el leonés no debe ser casualidad. En la última entrevista, este gran estadista turco pidió a sus compatriotas, como siempre, coraje y resistencia por la libertad y la dignidad, bienes supremos que excluyen la paz a toda costa. El presidente del Gobierno español debía de saber quién era porque no lo mencionó. No importa. No habría acudido a un mitin como el de Estambul bajo el paraguas agradecido de Kofi Annan. Rodeado de representantes directos o indirectos de regímenes totalitarios y con el responsable de la involución democrática turca, en el que Rodríguez Zapatero habló de paz y paz y mucha paz, pero nunca de libertad. Esa paz la hay en Damasco, en Teherán y en Rabat. Y en Azkoitia. Pero esa paz la despreciaba Ecevit. Como Kreisky y Brandt. Por ser mentira.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

CAMBIOS CLIMÁTICOS

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 07.11.06

CONDENA AL EX DICTADOR IRAQUÍ

La percepción del riesgo es difícil de evaluar. Como la amistad, el amor y la memoria. Algunos recuerdan ahora que hace tres años sabían exactamente lo que pasaría hoy en Irak. Son fantásticos. Han ayudado a que sucediera aquello de lo que se vanaglorian. Afectará también a sus hijos. Quizás ahora mirando atrás haya alguno con el coraje moral de pensar que con una actitud occidental global distinta hoy Irak sería otra cosa. Pero la tragedia de Irak tiene un culpable claro y, por tanto, tampoco preocupa en general, sufra quien sufra. Da la razón.
«El cambio climático ha provocado ya más víctimas que el terrorismo internacional y su potencial de destrucción es también muy superior», dice Zapatero. Manuel Rivas, escritor gallego, se tortura aún más: «¿Cómo escribir poesía después de Auschwitz?», parafrasea a Celan y Adorno, a Arendt y a Amery, para añadir de inmediato, «después del Prestige, ¿cómo mirar el mar y no ver su dolor». Nadie se avergüenza ya ante comparaciones obscenas. Nuestros príncipes de la política y las letras -tan osados- no temen ya por las cuitas de familiares de los muertos de luchas razonables. Temen mareas, calores o sofocos. Son graves las amenazas que las próximas generaciones han de afrontar. Pero es un poco duro que la víctima del terrorista sea equiparada al ahogado en la riada. Y lo es más que el lamento por la pérdida de nécoras y percebes se evoque a un tiempo con el luto infinito por el desfile de un pueblo hacia las cámaras de gas construidas por ideas nacionalistas muy europeas e ideologías de experimentación social muy actuales.
«¿Por qué conmemorar la muerte de 10 millones de soldados entre 1914 y 1918 si en cien años de accidentes de tráfico entre 1898 y 1998 han muerto veinte millones, y más de treinta millones murieron durante la pandemia de gripe de 1918-1919?». Así comienza la introducción del gran libro de David Stevenson Cataclismo, la I Guerra Mundial como tragedia política. Y expone razones de peso. «Generó experiencias terroríficas a los combatientes y una movilización sin precedentes en sus frentes internos» y «obligó a la creación de mecanismos sociales para afrontar la muerte, la mutilación y la aflicción en masa». Pero sobre todo «fue un cataclismo de tipo especial, una catástrofe provocada por el hombre por medio de actos políticos (…)». Esta diferencia entre la I Guerra Mundial y la gripe española no parece entenderla Zapatero cuando minimiza el fenómeno del terrorismo ante el hipotético Armagedón con que amenaza el calentamiento del planeta.
Hoy, aniversario de la Revolución Soviética, hay elecciones en EE UU, donde un Bush tan incapaz como demonizado ha servido a otros para erigirse en supuestos jinetes de la razón frente a una catástrofe que por desgracia auspiciaron desde un principio como máxima conveniencia. Pero el cataclismo continúa. Las víctimas del terrorismo tienen nombres y patria y, también en Irak, son mucho más cuantificables que las del cambio climático. Tienen calidad distinta, como dice Stevenson. La humanidad puede sufrir muchos avatares. Hasta su propia extinción si no tienen consciencia ante las amenazas. Pero quizás algunos piensen que peor aún que esa opción es la que nos quiere confundir a judíos y percebes, a humanos con moluscos. Mejor compañía entonces aquellos que no tuvieran la suerte de elegir. Si no hay defensa ante tan abominable malentendido, preferible la catástrofe climática.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

DE WEIMAR A KUNTSEVO

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 31.10.06

COLUMNA

Una maravillosa edición de las Conversaciones con Goethe, de Johann Peter Eckermann (Brockhaus, Leipzig, 1925), reproduce con cariño unos manuscritos de las más iracundas frases del hombre que allí, en Weimar, ya se sabía a salvo del juicio humano, dudaba mucho del divino y sólo se exponía al propio, tan lúcido como implacable. Goethe en Weimar dictaba. Mandaba tanto como Stalin en su dacha favorita de Kuntsevo, descrita como nunca en el mejor libro sobre el gossip canalla -gran cotilleo con mayúsculas- del mundo estalinista jamás escrito que es el Stalin, de Simon Sebag Montefiore (Vintage, Random House, New York).
Sin embargo, convendrán ustedes en que la ira del poeta alemán nada tiene que ver con los resentimientos del seminarista asesino georgiano. Como nada tiene que ver la indignación de las víctimas del terrorismo en España o los gritos ya quebrados de Anna Politkóvskaya con las irritaciones poéticas del etarra Ignacio de Juana Chaos y la incomprensión del presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, ante la incapacidad de muchos españoles de ver en ese De Juana Chaos y su interlocutor en la calle, Otegui, hombres de bien, de paz y libertad. Por lo mismo que las víctimas de aquel fanático asesino que fue el Che Guevara y del dictador y sátrapa agónico Fidel Castro jamás entenderán que el presidente de un Gobierno democrático e inicialmente civilizado, miembro de la UE y de la OTAN se identifique en plan coqueto con asesinos como De Juana, Guevara, Castro o el caníbal de Rothemburgo.
Los peores irresponsables del populismo derechista, izquierdista, historicista o revanchista en general pegan hoy minas en la línea de flotación del buque de éxito que ha sido la Europa democrática de posguerra. Lo hacen con la osadía del tontiloquismo. El esfuerzo de paz y contención sin experimentos juveniles con la sobriedad y la profundidad de quienes saben lo que es una guerra y no la literaturizan se extendió desde su núcleo inicial franco-alemán hasta los Urales, a los límites de la civilización que conoce por Grecia y Roma que el individuo, el ser humano, es más, mayor y mejor que todo proyecto, experimento o invención que el mismo pueda gestar.
Goethe regañaba a veces a Friedrich Schiller -incluso post mortem- y pontificaba mucho al que lo visitaba con devoción. Al viejo Goethe, que ya había paseado por el infierno, seguía incendiándole el alma la indignidad. A Stalin, por el contrario, le enloquecían quienes osados resistían por dignidad y fe. Goethe cortejaba a toda señora limpia que pisara su casa y la adoraba. Stalin entonaba con sus meretrices sovietiquillas georgianas canciones rurales sobre la penetración violenta en la ebriedad. Como Putin, pero en voz alta. Y disfrutaba al conocer detalles de la depravación de sus camaradas Odzakenikidze, Beria, Yagoda, Yezov y los demás. Cierto es que ante crímenes como los habidos en aquellos increíbles años de pesadilla de William Shirer entre 1930 y 1940 -y antes y después- las miserias actuales se antojan una broma. Pero cuidado, porque también entonces denunciaban y desacreditaban -ejecutaban civilmente- a quienes se perfilaban como catastrofistas.
Allí tuvo muchos años después su habitación favorita con balcón a la plaza principal, aquel pequeño clochard austríaco llamado Adolfo Hitler, que despreciaba los idiomas extranjeros y todos los problemas ajenos que no conociera por cuentos de cocina de los abuelos, del realismo mágico que eran las novelas de Karl May y los intereses inmediatos de aquel mundillo diminuto y práctico en el que, le habían inoculado la sapiencia, sabría ganar hundiendo a todo competidor en el campo de las miserias que por supuesto era en el que más dotado estaba.
Goethe no sabía nada del terror que habrían de llegar a Buchenwald, aquel romántico bosque de hayas donde suenan algunos de esos rugidos capitales de la cultura occidental que son irreversibles. Hace sesenta años los humos y las cenizas innombrables se posaban en campos y hojarasca. No se trata ya de elegir entre el desorden y la injusticia. Ni entre dignidad y oportunidad. Se trata probablemente de aguantar, recordar Weimar, detestar Kuntsevo, y no perder el respeto a uno mismo hasta que todo haya pasado.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

EL RELOJ DEL ZAR

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 24.10.06

COLUMNA

Nada épica ni ejemplar la escenificación ofrecida en la localidad finlandesa de Lahti por los líderes de la Unión Europea cuando se trata de hablar con alguien que se considera muy hombre, de los de antes, de sala de banderas de oficiales chequistas, cuando las medallas al mayor seductor no exigían la voluntariedad de la conquista femenina y aún se nutrían de la gran orgía de violaciones del Ejército rojo en la Alemania ocupada. Las fotografías de Lahti son ciertamente embarazosas: una asamblea de gallinas cluecas sonrientes y algo aturdidas posan en torno a un invitado que no parece otra cosa que el jefe. Vladímir Putin. En algunas imágenes, el zar de los ojos de rodaballo echa su gélida mirada al reloj, como quien pierde la paciencia con una tropa despistada. Le han tratado muchos años como si fuera uno más y él acude a Finlandia a dejarles claro que ha llegado el momento de demostrarles que él es otra cosa. El zar es cortés, pero considera que ya le puede rezumar el desprecio en palabras y gestos.
Atrás han quedado una vez más los tiempos en los que el Kremlin decía querer aprender a civilizarse con costumbres occidentales. Después de hundirse la gran casa del crimen que era la Unión Soviética, se trataba de buscar hábitos democráticos aplicables y un poquito de estado de derecho, por ejemplo, que generaran cierta sintonía con Occidente. No puede descartarse que, en una situación internacional distinta, de mayor cohesión de las democracias y necesidad general de ayuda por parte de Moscú, estos sueños hubieran podido cuajar en algo más que un sarcasmo. Pero no ha sido así, como no lo fue antes. Los zares Pedro y Catalina ya se resignaron ante la certeza de que importar el concepto de ciudadanía era ridículo, caro y peligroso. Putin jamás pensó en ello. Por Mijaíl Gorbachov y Borís Yeltsin sólo muestra desprecio ya sea por diferentes razones. Él siempre ha sabido poner orden, siempre rodeado de sicarios, nunca de socios, independientemente de donde se hallara en el escalafón. Quienes se han resistido en el interior, desde la política o el dinero, están marginados, presos, muertos, exiliados o integrados en su equipo.
Tiene Rusia a sus pies a los países vecinos atemorizados y a los estados europeos en general con tales ansias de ganarse sus favores que todos albergan tentaciones de acuerdos, contratos y amistades por separado. La bilateralidad absoluta entre Moscú y Berlín en su política energética, decidida por el anterior Gobierno alemán, dirigido por el hoy empleado de Putin, el ex canciller Gerhard Schröder, creó una fisura en la política europea de consecuencias incalculables. Desde entonces, el desprecio de Moscú hacía los países compradores, compañías explotadoras, acuerdos, contratos, licencias de explotación y seguridad jurídica en general, es manifiesto. Putin ha hecho saber que hará lo que le dé la gana. Desde luego no firmará un acuerdo general de energía que le comprometa y se reirá de los europeos cada vez que éstos le vengan con monsergas sobre los derechos humanos. En la tradición soviética, cuando le hablen de derechos humanos, él lo hará sobre indios en América, la mafia siciliana, la alcaldesa de Marbella o las violaciones, presuntas pero «envidiables», del presidente de Israel.
«Imagínense al imperio Habsburgo dividido en muchas repúblicas menores y mayores. ¡Qué maravillosa base para una monarquía universal de Rusia!» Estas palabras del gran historiador checo Frantisek Palacky en 1848, son la cita con la que abre también el historiador Tony Judt el capítulo sobre la Guerra Fría de su inmensa Historia de Europa (Postguerra, Taurus 2006). La monarquía rusa ha vuelto. Como entonces, la división de Europa es su objetivo y baza principal. Putin ya goza del prestigio que confiere el éxito. En 1945, con el prestigio de la victoria, Stalin encargó a Eisenstein su película sobre Iván el Terrible para reivindicar la lucha sin piedad por la supremacía rusa. Putin homenajea a Stalin a diario con una política que divide y humilla a los europeos.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

LA VÍCTIMA IRRELEVANTE

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 17.10.06

COLUMNA

La fundamental diferencia entre la periodista Anna Politkóvskaya y su colega Elena Tregubova se reduce a que esta última vive de momento y aun escribe libros como Los mutantes del Kremlin. Cierto que sobrevive por casualidad, porque la bomba que debía matarla en diciembre del 2004 no estalló. Y no es común que los asesinos a sueldo en la Rusia actual fallen. El goteo de muertos es continuo. Uno de los últimos fue el vicegobernador del Banco Central, Andréi Kozlov, y ayer Anatoli Voronin, gerente de la agencia de noticias Itar-Tass. Hace tiempo que estos asesinatos se fueron alejando de la clásica modalidad del atentado mafioso tan fácilmente atribuible a luchas entre bandas rivales. Cada vez se ven más como limpias operaciones quirúrgicas de quienes se saben a salvo de represalias y por encima de la ley. Si en regiones remotas de Rusia y en el Cáucaso, las desapariciones y liquidaciones tienen dimensiones de los clásicos escuadrones de la muerte, en Moscú todo ha de ser un poco más europeo. Pero con la lógica siempre del susto final cuando las advertencias previas y las amenazas de muerte civil o física no han surtido efecto.
Facilita mucho la práctica la convicción ya definitivamente impuesta en la nueva Rusia del zar Vladímir Putin de que aquellos que denuncien abusos del poder, luchen contra su abismal superioridad y desafíen así al más elemental sentido común, han de ser unos excéntricos o unos locos perfectamente marginados. Como las histéricas Politkóvskaya y Tregubova. El país va bien y quien no lo ve se desacredita.
La sociedad ha aceptado otra vez el pragmatismo de la sumisión a un Estado de poderes absolutos incuestionables. Vive otra vez con alma de mushik, lacayo o del funcionario privilegiado que en su nuevo tipo goza las migajas del inmenso pastel de la opulencia del gigante energético. La armonía soviética ha sido plenamente restaurada. Con la firmeza añadida, con la que en ocasiones la URSS no contó. Estos locos que piden dignidad y respeto para las víctimas y una rebelión contra el miedo, ya no son encerrados en clínicas psiquiátricas como en la época de Sajarov, Solzhenitsin y Sharanski. Son ignorados por todos mientras no crucen una invisible raya roja que no se dibuja en tabernas sino en salones. Y sus testimonios y denuncias sobre el desprecio y el abuso de los gobernantes se reciben con tanto desprecio como complaciente acuso de recibo en embajadas -ávidas de contratos y cariños de un Kremlin opulento-, empresas extranjeras -en lucha por lograr alguna licitación- y ONG, dedicadas solo a intentar sobrevivir en Rusia para que fuera de allí paguen la nómina a sus empleados.
Nadie exige ni espera ya un trato digno a una población en la que pocos se atreven ya a exigirlo. Por muchas lágrimas de cocodrilo que caigan por Politkóvskaya, tenía toda la razón Putin cuando decía hace unos días que «la influencia que tenía [la víctima] era irrelevante». Rusia es ya una inmensa corporación que controlan los chequistas -ahora ejecutivos pero firmes en su lema de que un chequista jamás se jubila- y los pistoleros que se avinieron a sus condiciones. Sin ansias de dignidad, honrar a las víctimas es gratuito y peligroso por lo que el consenso ha llegado de la mano del miedoso sentido común. Renta más el aplauso al ganador poderoso, sonriente y rodeado de cómplices en el éxito.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

THOMAS MANN JUNTO A LA TORRE GALATA

Por HERMANN TERTSCH

El País  Viernes, 13.10.06

UN ESCRITOR EN LA ENCRUCIJADA CULTURAL

Se premia también una visión valiente, generosa y compasiva del mundo

Emociona saber que Orhan Pamuk es el nuevo premio Nobel de Literatura. Esto no es un cambalache ni una componenda más o menos excéntrica de la Academia Sueca. Se premia a un gigante de la literatura, a un hombre que no tiene 55 años y ya está en el Canon. Y se premia también una visión valiente, generosa, compasiva y firme del mundo. En la literatura de Pamuk como en pocas otras contemporáneas se vive el drama íntimo del individuo en su pasión y vértigo en el marco colosal de la historia. Emociona el premio como sus novelas –Mi nombre es rojo y Kar (Nieve), supremas-, y todo lo que escribe, lo último ese prodigioso libro que es Estambul, ciudad y recuerdos, un recorrido sentimental del escritor maduro y el niño que fue, que juntos hacen una excursión por espacio y tiempo de la joya del Bósforo en una tierna y sabia metáfora de abrazo a Bizancio y Estambul y así a la creación, a la cultura, al amor y, en definitiva, al bien. Pamuk sabe y escribe sobre el odio, el miedo, la envidia, la violencia, el asco y el desprecio, y sin embargo de sus libros, de su conversación, de su semblante, de una candidez inteligente demoledora y su mirada limpia, no se puede sino concluir que se está ante una especie de sabio precoz y hombre valiente de bien que por lo general sólo suelen darse en ancianos muy longevos.
Pamuk ha tenido que ausentarse muchas veces de Estambul. La verdad y la valentía ofenden a muchos. Pero de todas sus muchísimas declaraciones de amor a esta ciudad -la última esa joya de libro ya citado aún no editado en español- Pamuk siempre tendrá casa allí y será donde lleva 30 años escribiendo, cerca de la casa de su abuela y junto al juzgado de primera instancia donde le querían condenar a prisión hace pocos meses por ser valiente y decente y hablar abiertamente de las víctimas de su propia patria.
En un piso del barrio de Cihangir, no lejos de la Torre Galata, junto al Cuerno de Oro, en el Estambul europeo que mira hacia Asia, escribe, lee y medita este hombre que evoca siempre lo mejor y más noble de los dos continentes, la espiritualidad, la religiosidad y la veneración al ser humano, frente a la grosera agresión de las ideologías y la vileza del espectáculo global mediático y político.
Goza allí de una magnífica terraza, de vistas soberbias sobre el Bósforo y los bastiones orientales del palacio de Topkapi y de los cantos del altavoz del alminar vecino, la única interrupción que soporta en su trabajo. Las paredes están cubiertas de libros y, recorriendo con la vista sus lomos, parece hallarse allí toda la novela europea. Allí se dan cita el Corán y Victor Hugo, el muecín contiguo y el hanseático Thomas Mann, Cervantes y sus captores, cuentistas de Bagdad y Charles Dickens, Dürrenmatt y las madrazas, canciones turcas de amor y tramas sin dios de la literatura moderna europea. Allí, en el corazón de Estambul, es donde Pamuk bucea en el alma turca y donde, con su extraordinaria fuerza narrativa, se ha convertido en el escritor turco más leído y en uno de los grandes de la literatura mundial.
Pamuk es literatura trascendente en el sentido más digno de este tan maltratado término. Se ocupa de las grandes asignaturas pendientes de los seres humanos que parecen haber caído en el olvido de la inmensa mayoría en estos veloces tiempos en los que convicciones, tradiciones y culturas entran en colisión y rompen sin cesar conceptos de vida, códigos en las relaciones humanas y certezas hasta hace poco garantes de estabilidad. Pamuk describe la desesperación de los individuos ante la magnitud de las incertidumbres, la continua descomposición de las certezas. La Ilustración se agota sin haber llegado a los rincones remotos aislados por la nieve y los humanos desesperan en culturas en repliegue, ofensivas de crueldad y violencia, sin dios o con dios asesino. Y, sin embargo, para Pamuk, allá donde está el ser humano, hay siempre amor, belleza y esperanza.

LOS ÚLTIMOS PREMIOS NOBEL
1993 – Toni Morrison (Estados Unidos)
1994 – Kenzaburo Oe (Japón)
1995 – Seamus Heany (Irlanda)
1996 – Wislawa Szymborska (Polonia)
1997 – Dario Fo (Italia)
1998 – José Saramago (Portugal)
1999 – Günter Grass (Alemania)
2000 – Gao Xingjian (China)
2001 – V. S. Naipaul (Reino Unido)
2002 – Imre Kertész (Hungría)
2003 – J. M. Coetzee (Suráfrica)
2004 – Elfriede Jelinek (Austria)
2005 – Harold Pinter (Reino Unido)
2006 – Orhan Pamuk (Turquía)

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

LA BOMBA VUELVE A ASIA

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 10.10.06

COREA DEL NORTE DESAFÍA AL MUNDO

La nueva cultura de la inanidad nos interpreta siempre la realidad con una más que exquisita, puntillosa neutralidad, por improvisada que venga. Nos explica desde ayer que el mayor peligro que nos acecha ahora -ante la terrible noticia de que Corea del Norte ha dejado de marear la perdiz al Consejo de Seguridad de la ONU y realizado su primera explosión nuclear- es que otros en la región respondan con sus propios programas nucleares. Acaba de promocionar su bomba uno de los peores delincuentes del mundo y lo que alarma a algunos es que Japón -u otros- decida disponer de la capacidad de defensa y represalia frente a una amenaza que ya es real e inmediata. No todos los miembros del club de la proliferación son iguales. Aunque haya quien piense que un disgusto a George W. Bush bien vale una bomba nuclear en manos de asesinos en serie. El Consejo de Seguridad está disgustado, dice. Si no se le ocurre algo más en los próximos días para parar los pies al pequeño gran hombre de Pyongyang, nos podemos enfrentar a tiempos más que inquietantes.
Lo cierto es que la proliferación ya generalizada parece la evolución más lógica y previsible, pero no ya la más peligrosa. El escenario peor está abierto. Pyongyang tiene ya la bomba y los misiles para transportarlos. El chantaje a Japón, a Corea del Sur y otros vecinos ya ha comenzado. Este fin de semana se celebró en Singapur la Conferencia sobre Seguridad Asiática de la Fundación Konrad Adenauer en la que dos fantasmas pesaban como losas sobre los debates entre analistas europeos y asiáticos: el desprestigio de la democracia con el retorno del golpismo asiático con el caso de Tailandia como paradigma y las amenazas para una seguridad estratégica en esta región que reúne, gracias a las explosiones de crecimiento de China y la India y el Pacífico como relevo del Atlántico como océano comercial norteamericano, todas las condiciones para hacer del XXI el «siglo asiático». El desprestigio de la democracia tiene diversas causas, pero las principales -hubo unanimidad- son la corrupción y la falta de seguridad. Y significativo fue que, a diferencia de años pasados en Bangkok y Yakarta, las principales amenazas a la seguridad resaltadas no son las procedentes del terrorismo islámico, sino las generadas por nacionalismos y revanchismos. El presidente de Singapur, Lee Hsien Loong, advirtió allí -en la isla de Sentosa en la que en 1941 los británicos rendían Singapur y toda Malasia a los japoneses- que los nacionalismos eran ya de hecho un serio peligro. Aplaudía el gesto del nuevo primer ministro japonés, Shinzo Abe, de acudir en su primer viaje oficial a Pekín y Seúl. Las heridas de la guerra siguen abiertas, dijo. Su padre, el aún todopoderoso Lee Kuan Yew, describe en sus memorias el papel del odio entre las naciones asiáticas que nunca han hecho un proceso de reconciliación como las europeas. Recuerda que el periódico de la ocupación japonesa en Singapur no publicó la noticia de la bomba sobre Hiroshima hasta el día 11 de agosto (fue lanzada el 6). Decía el Signan Shimbun: «Japón protesta por el ataque contra Hiroshima con un nuevo tipo de bomba el pasado lunes». Lee, como la inmensa mayoría de los asiáticos, aún celebra Hiroshima y Nagasaki. Nadie puede descartar que Kim Jong-il además de amenazar a los vecinos decida erigirse en vengador de los crímenes japoneses en Corea.
Sesenta años después, uno de los regímenes más canallas del mundo, con total desprecio al individuo y a la vida humana, pero implacablemente lógico en la instrumentalización del miedo, tiene ya un arma para aterrorizar a los vecinos como hace con su población desde hace medio siglo. El apaciguamiento obsequioso de los coreanos del sur ha servido tan poco como la ya evidentemente falsa pretensión de China de tener un control efectivo sobre Kim Jong-il o la de Rusia de ejercer cierta influencia. Una miserable tiranía cuya población aterrorizada muere de hambre e infecciones sin osar un lamento, tiene ya en jaque a la ONU, ha infligido un terrible revés -uno más- a Bush y puede jugar a pedir para no proliferar ayudando a Irán o a cualquier grupo con dinero y ganas de jugar a la amenaza. Si a Corea del Norte no le pasa nada serio, nadie podrá disuadir ya a Irán de seguir tal camino. Como lo harán los suníes en Egipto y en Arabia Saudí. Si Israel la tiene es porque temía lo que ya es realidad. Pronto, si no hay alguna respuesta hoy difícil de imaginar, ya no se jugará a tener, sino a usar.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

AVENTURAS, QUIMERAS Y QUEBRADURAS

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 03.10.06

COLUMNA

Aunque gracias a una ya célebre clase magistral del Papa Benedicto XVI ante el claustro de la Universidad de Ratisbona haya sido Manuel II, el miembro muy remoto en el tiempo de la milenaria familia Paleologos -o Paleologue en su versión moderna y fundamentalmente francesa- que ha retornado a la fama, las noticias que nos llegan últimamente de casi todas las regiones de Europa deberían hacernos evocar más a un descendiente suyo, mucho más próximo a nosotros y si no tan poderoso si muy célebre y desde luego perspicaz, que fue Monsieur Maurice Paleologue, último embajador de Francia ante la corte de Nicolas II en San Peterburgo. Llegó don Mauricio a Rusia antes del ultimátum de Austria-Hungría a Serbia y la abandonó en plena revolución le habrían resultado tan familiares.
No estamos -salvo improbable alianza triunfal muy chusca entre Lukashenko, Madrazo y Llamazares- ante una nueva revolución de octubre ni tendremos una Gran Guerra como la que se fraguaba en aquel verano de 1914 en que llega este lucidísimo diplomático a la corte Romanov. Pero sí se perciben síntomas de disolución de grandes proyectos de equilibrio, una diversificación general de voluntades y una continua acumulación de síntomas de conflicto en todo el continente como los que Maurice Paleologue describe magistralmente en las memorias de su paso por la corte imperial rusa. Tiempos de zozobra con el oeste siempre indefinido frente a la brutal definición oriental.
En el oeste del continente nos encontramos unas democracias en las que la prosperidad y la seguridad alcanzada y base de su paz social y estabilidad política desde la II Guerra Mundial generan por sí mismas las mayores amenazas para su mantenimiento. Generan en su seno un caudal cada vez mayor de desafección mientras atraen a un flujo interminable de fuerzas externas que muy legítimamente buscan gozar de los beneficios que ofrece pero en gran parte ignoran cuando no desprecian o combaten las bases mismas del contrato social en el que se basa el funcionamiento de la sociedad libre y próspera. Cuando el éxito de la construcción europea exigía el salto hacia la irreversibilidad de la unidad en el continente, retornan miedos pasados, surgen otros y paradójicamente se extiende una indolencia que ignora los problemas y parece pretender darlos en herencia a generaciones futuras.
En el este del continente se fraguan mientras conflictos mucho más puntuales. Allí surgió la tragedia entonces, porque nadie sabe si se habrían dado Verdun o Somme si no hubiera habido magnicidio en Sarajevo ni ultimátum de Viena a Belgrado, ni alianza de Rusia con Serbia. En todo caso, con toda Europa occidental ahora metida en varias intervenciones militares, unas más lejanas que otras, y el tradicional gran aliado norteamericano paralizado por sus deberes y errores en otros tantos escenarios bélicos, se perfilan nuevos altercados en el este del continente.
Serbia no irá a la guerra aunque reclame de nuevo Kosovo. De momento. Pero más seria puede ser pronto la escalada de la tensión entre Rusia y Georgia ante el apetito insaciable de hegemonía del Kremlin de Vladimir Putin en el Cáucaso y la deriva nacionalista georgiana tan alimentada por los oleoductos y gasoductos como a sus mitos y leyendas. Con el ingreso de Rumanía y Bulgaria, la UE ya tiene costa en el Mar negro y dos miembros que aumentarán la inestabilidad interna, la percepción de inseguridad y mayor malestar. En muchos países crujen ya las traviesas del Estado de derecho, con el descalabro de las opciones políticas democráticas y retornos aventureros al experimento social. Mientras los estados paralelos de la delincuencia, las bandas armadas y los guetos étnicos y religiosos surgen en este y oeste, se organizan y arman. Maurice Paleologue nos habría observado con tanto interés nuestra apertura europea del siglo XXI como si del suyo propio se tratara.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

MIEDO E IDENTIDAD, RESPETO Y RECIPROCIDAD

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 26.09.06

COLUMNA

El papa Benedicto XVI proclamó ayer ante diplomáticos y líderes de países islámicos su firme convicción de que la armonía entre religiones, especialmente entre el cristianismo y el islam, es máximo deseo de la Iglesia que dirige y de toda persona de bien, y que ésta ha de basarse en el profundo respecto mutuo. Y en la reciprocidad. Se trata tan sólo de lo que siempre damos por supuesto en las razonables relaciones humanas que no se rigen por los vínculos de sangre o empatía y que no es otra cosa que la reciprocidad. Esta última palabra tiene mucha más carga emocional y semántica que conceptos difusos sobre entendimientos o armonías. Se trata de respeto mutuo pero con más énfasis sobre el mutuo que hasta ahora. Es ahí, aseguran muchos, donde el Papa ha querido poner, con todo respeto, la primera pica para un debate europeo y mundial en el que esa reciprocidad en el entendimiento excluya victimismos y chantajes, tantas veces único medio de expresión y lucha de nacionalismos, religiones y sectas.
La reciprocidad -su insistente y tantas veces obscena ausencia inexistencia- es la clave para explicar la crisis europea. En sus relaciones con fenómenos religiosos, culturales, nacionales y étnicos -nuevos, ajenos u hostiles en el pasado en su imaginario colectivo-. También en el fracaso percibido en el equilibrio interno en unas sociedades modernas -de ritmo vertiginoso, generador de angustias y miedo- en el que cada vez son más ciudadanos los que se consideran perdedores de un gran juego en el que no deciden nada y sus quejas se estigmatizan y desprecian desde instancias que no comparten sus problemas.
El panorama es tan preocupante hoy como poco previsto, después de que Europa triunfara arrancando a muchos países de la dictadura del socialismo real ya fracasada y de los proyectos suicidas y violentos de los nacionalismos que surgieron de los aparatos comunistas para redefinirse y reocupar espacios, poder y legitimidades perdidas. Tras el baño de sangre que los nacionalismos lograron orquestar en ciertas regiones de los Balcanes, es mejor no imaginar las dimensiones de un conflicto semejante extendido por toda Centroeuropa. La transición ha sido historia de éxito sin paliativos en Europa Central y el Báltico. Pero allí, igual que en el seno de los viejos miembros de la UE, la sociedad y los individuos han de comenzar a creer en la reciprocidad en el respeto, en el trato. Quizá si este término hubiera estado vigente en las mentes europeas no estaríamos hoy en un vacío constitucional y con esta vacuidad política europea que produce vértigo.
Reciprocidad. Todos los llegados de dictaduras comunistas, y antes de dictaduras meridionales de Grecia, España y Portugal, prometieron y cumplieron con la reciprocidad posible que los convertía en miembros de un club selecto, próspero y generoso a cambio del respeto -o inicialmente la voluntad y vocación de respeto- a las reglas internas. No hubo bolas negras de los miembros del club a los aspirantes porque todos eran conscientes de lo que éstos sufrían en la intemperie. Y se quiso hacer sitio para los nuevos socios aun en la certeza de que no cabían sin molestar ni en el comedor, en el bar ni en la sala de naipes y billar. Y Rumanía y Bulgaria entrarán aunque las mesas están llenas y Croacia que cumplió, también merece estar dentro, tras entender que el respeto recíproco pasaba por entregar a su criminal de guerra. Serbia ha sido incapaz de hacerlo. Turquía también. Se ha puesto ella misma la bola negra del victimismo y así del veto al ingreso en el club. El nacionalismo y el fundamentalismo son tóxicos. Neutralizarlos en Europa Central fue la mayor victoria de la democracia tras caer el comunismo. La inestabilidad en Centroeuropa y los extremismos occidentales demuestran que hay que dar de nuevo la batalla. El lema será la reciprocidad.
En Castel Gandolfo ante la televisión de todo el mundo, incluido el islámico, cayó ayer de labios del Papa la palabra mágica que tantos añoran y sienten propia desde hace tiempo y pocos se han atrevido a articular. Mezquitas e iglesias acá, allá y acullá, respeto al orden constitucional, al Estado de derecho y al individuo, libertad de expresión y de culto. Reciprocidad como bálsamo para la convivencia.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

UN FAVOR PAPAL

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 19.09.06

EL PAPA Y EL ISLAM

Previsibles y poco conmovedoras son las reacciones de angustia y estupor de intelectuales, políticos y observadores occidentales ante la furia del mundo islámico por un comentario y una cita que el papa Benedicto XVI hizo en referencia a la incuestionablemente arraigada vocación del islam de imponerse por la fuerza. Nadie rebate al Papa, pero todos lo consideran culpable del conflicto. En el mundo islámico tampoco hay mayor sorpresa. El habitual celo de los moderados por dar la razón a los radicales se ve bien combinado con los insultos y maldiciones al Papa y a Occidente por favorecer, supuestamente a los radicales. Ni una voz surge con el coraje de decirles a los suyos que su indignación es gratuita, inducida o hipócrita. De la escuela coránica más fanática en Karachi a las mansiones de los funcionarios de la Organización de la Conferencia Islámica (OCI) con los niños en internados en Suiza, todos dicen saber que la culpa de que el islamismo genere sociedades fracasadas, jamás libres, y sea incapaz de afrontar la modernidad, la tienen los demás, «los cruzados», ahora el Papa.
En su discurso de Ratisbona, el pontífice se refería al rechazo que cualquier adoración a Dios ha de tener a los intentos de sus fieles de forzar su expansión por la violencia. Incluida la fe cristiana, que durante tanto tiempo lo hizo. Había mucho de autocrítica de la Iglesia de Roma cuando así se expresaba el Papa en su patria bávara, bastión de la contrarreforma. Pero estas consideraciones carecen de sentido. Primero porque los ofendidos no conciben la autocrítica. Y sobre todo porque no estamos ante una reacción de genuina ofensa o buena fe traicionada sino ante una nueva operación de la vanguardia radical del islamismo para reafirmar el secuestro de la comunidad religiosa islámica mundial y elevar un grado más la amenaza a las sociedades libres. Pagamos hoy también la muy indigna reacción de la mayor parte del mundo occidental en la crisis de las viñetas de Mahoma, cuando quedaron en evidencia las fisuras y dudas sobre nuestros principios en Occidente. El ejército de caricaturistas, intelectuales y políticos que se prodigan en guasear sobre un Cristo o el Papa se abstuvieron de solidarizarse con los daneses y de paso los tacharon de ultraderechistas. Las comunidades islámicas en Europa saben ya cómo callar bocas.
En todo caso sería ahora conveniente que nos diéramos cuenta de que la reacción habida demuestra brutalmente la profunda verdad que ha expresado el Papa. Y desvela la falacia de la teoría de que un cambio nuestro de conducta puede llevar al islam a adecuarse y a renunciar a un Dios total en la vida diaria y política de los individuos y los pueblos. Ese viejo dilema entre lo de Dios y lo del César. Desde la buena o la mala fe, el islam ha de saber que nuestro César es el Estado de derecho y las libertades, la de expresión la primera, no negociable con Dios alguno.
El islam que se dice moderado debería movilizarse para hacer frente a quienes se atribuyen el monopolio de su fe. Y no podemos ayudarle. Sería muy útil que se revolviera contra la manipulación, sacara a la gente a la calle cada vez que desde televisiones como Al Yazira o Al Manar se utiliza a Alá para llamar al crimen, a mutilar a mujeres, celebrar asesinatos, demandar la reconquista de Andalucía, Sicilia o los Balcanes o aplaudir al presidente iraní cuando promete exterminar a los judíos. En caso contrario, esos ejercicios de moderación de reyes, ulemas, generales o intelectuales se antojan un cálculo cínico o indiferente que compra seguridad al fanático a cambio de manos libres para atacar a Occidente. Los sabios templados del mundo islámico son hoy tan irrelevantes como la leyenda del idílico Al Andalus, ese producto ideológico turístico sevillano. Es el islam el que debe dejar de amenazar, quemar y matar por el hecho de que alguien hable, escriba o dibuje. Muchos creen que el intelectual Benedicto XVI no era consciente de los efectos posibles de su discurso. Puede que sí y pensara que reprimir verdades urgentes sólo favorece a quienes se mecen en la mentira o el miedo. Lamentar los dolores que la verdad produce no significa pedir perdón por expresarla. Ratisbona se perfila ya como el primer gran favor que Benedicto XVI nos hace desde su pontificado a todos, al islam y a Occidente.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

LA RESISTENCIA POSIBLE

Por HERMANN TERTSCH

El País  Miércoles, 13.09.06

NECROLÓGICA

Muere a los 79 años Joachim Fest, el gran analista alemán de la miseria del nazismo

Joachim Fest, el historiador y publicista que se aventuró a territorio ignoto al osar escribir una biografía de Adolfo Hitler en 1973 que supuso el hito rotundo en la historiografía alemana de la posguerra, murió el lunes en su casa en Kronberg, en el estado de Hesse. Ha muerto tan sólo semanas después de anunciarse la publicación de unas memorias, profundamente atípicas para un alemán de su época, en radical contraste con otras, porque con el título de Yo no, hacen un relato conmovedor de la resistencia al nazismo de su familia, no desde posiciones ideológicas sino desde la profunda convicción cristiana y ciudadana de su padre, que asumió la pérdida de privilegios y una intensa precariedad por resistirse -y obligar a su mujer y a sus hijos a otro tanto- a las presiones de unirse al partido nazi y a las estructuras del régimen.
En estas memorias, que saldrán en pocas semanas en Alemania, Fest revela cómo era posible desde la humildad, la firmeza de principios, la cohesión familiar, y en el caso de su familia de la fe religiosa y la dignidad emanente, hacer frente al agobiante acoso de la soldadesca ideológica del régimen. Para Joachim Fest -que hace unos años cosechó un muy considerable éxito en España con un público más amplio que no conocía su biografía de Hitler y fue tras la presentación del libro El hundimiento, después llevado al cine-, la profunda tragedia cultural alemana estuvo en la incapacidad de las élites culturales en hacer frente al nazismo. Con la clase trabajadora movilizada por comunistas y nazis, enfrentados o aliados contra los pocos demócratas, Fest describe cómo esa gran burguesía de la cultura de preguerra, tan bien descrita por Thomas Mann, se encanalla y deprime tras la Gran Guerra que es para muchos el hundimiento total de la cultura estructurada. Así, renunciando al liderazgo social y ético que deja en manos de las dos ideologías redentoras y asesinas, Fest tuvo que sufrir mucho bajo los ataques de quienes le acusaban de trivializar el nazismo por compararlo al comunismo y de ser quien provocó la llamada «lucha de historiadores». Fest tuvo el inmenso coraje de buscar matices en la escenografía de la sociedad del nacionalsocialismo cuando hasta los nazis más agresivos estaban, si era en Alemania Oriental, plenamente integrados en el partido comunista y en la Occidental en todos los estamentos pero siempre con un lema común a ambos lados del telón de acero y era el del mito de que bajo Hitler no había otra forma de existir que seguirle, adorarle o pretender hacerlo. Fest demostró pronto que no era así pero ante todo con sus memorias a punto de salir desmiente a quienes alimentan tal teoría. Durante muchas décadas desafió continuas descalificaciones de lo que se tachaba de aristocratismo tibiamente antinazi desde la izquierda alemana. Por el contrario, siempre fue un buceador en los matices, de esos que ahora tantos piden, por ejemplo los incondicionales de Günter Grass -con más fama éste pero no más carácter que Fest-; Fest siempre buscó, sin éxito, la explicación para el terrible e incontrovertible hecho de que la gran cultura alemana no se rebelara contra la miseria moral y cultural del marcialismo nazi. Cuando quienes aún se creían parte de esas élites, mucho después de Stalingrado, con la guerra ya decidida, quisieron reaccionar allá por el 20 de julio de 1944, era demasiado tarde. La nación alemana, tan dependiente de sus modelos de excelencia, estaba condenada. Aunque su libro de memorias, coincidente casi en el tiempo con el ya celebérrimo de Günter Grass, todavía no está distribuido aún, el crítico del semanario Der Spiegel, Matthias Matussek, ya lo ha calificado como una obra maestra y los pasajes publicados en Frankfurter Allgemeine, del que fue editor durante años, no dejan lugar a dudas.
Probablemente con Sebastian Haffner, Fest haya sido el más sabio y brillante analista del nacionalsocialismo desde una óptica alemana. Un intelectual conservador con la firmeza que su apellido (Fest: firme) delataba. Su libro más controvertido fue la biografía autorizada de Albert Speer, dirigente y arquitecto nazi, al que según sus críticos trató con excesiva benevolencia en los esfuerzos exculpatorios de aquel nazi elegante. Fest era un rigorista moral e intelectual pero quizá también por ello un hombre libérrimo, gran conversador y curioso inabarcable. Quien quiera entender el siglo XX en Alemania y Europa habrá de leerle.

Joachim Fest. EFE

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

LONDRES EN KABUL

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 12.09.06

COLUMNA

Poco edificante para el respeto hacia el sistema democrático efectivo, honesto y funcional -llamémoslo occidental o, sin ir más lejos, británico- resulta asistir a actuaciones políticas como la del muy honorable canciller del Tesoro de su Majestad británica, Gordon Brown. Es posible que para muchos, Tony Blair, ese aliado superviviente del presidente norteamericano George W. Bush, aún primer ministro, merezca muchos desprecios y maldiciones por no haber sido en ningún momento un presidente Chirac aislado por la niebla o no haber dimitido y haberse ido con Gerhard Schröder a bombear y cobrar petróleo de Vladímir Putin. Pero las miserias políticas de Londres de estos días, en tan mal aniversario, pueden quizá revolver los estómagos de militantes laboristas y desde luego de los electores más de lo esperado. No como para generar simpatía hacia Blair, quizá. Pero sí para enterrar las existentes hacia Brown. Quizá entonces se genere un mínimo equilibrio no ya de justicia sino de raciocinio. Pierdan ambos o todos, si hay cambio de guardia en Downing Street. Triste en todo caso que gane el afán de los que huyen siempre hacia el calor.
La supuesta mano derecha del primer ministro Tony Blair -con diestras así nos sobra el «Brutus» del pobre César- parece haber hecho cursos de dignidad política en España. Está por tanto convencido de que acuchillar al agonizante le da prestigio y predicamento y que ladrar en la dirección del viento es escuchar los susurros de la historia. Resulta que los chicos dimisionarios indignados por la trayectoria del primer ministro de las Azores van a merendar a casa de Brown a regalarle juguetes al nieto del gran hombre a punto de quedar en nada.
Sería esto una triste y vulgar trapisonda política si no diera la maldita casualidad de que su intensidad coincide con el quinto aniversario del 11 de septiembre, ayer, y una escalada brutal de los combates y las bajas en combate de la guerra en Afganistán. Lo terrible es que allí todos estos muertos están de más como los que habrán de venir porque se había ganado la guerra. Con algo de coraje y dinero, lo segundo más barato, podría haberse afianzado la paz. Pero ¡ay! Caros son la mezquindad y el miedo. Hoy ya estamos en una guerra abierta en Afganistán y con un enemigo que por primera vez cree poder ganarnos y tan crecido como aquellos grupos menos compactos que en Irak por ejemplo se han beneficiado ven de toda fisura de un frente occidental. Nos lo quieren ocultar incluso en Reino Unido, donde todavía hay memoria de que hay momentos en los que para merecer una vida digna de ser vivida se hace inevitable la pura guerra y pagarla en lo que cuesta. Los precios sólo suben. Aquí aún no se entiende que se pueden ganar guerras desde la razón y la decencia.
Los afganos han tenido tiempo de reflexionar sobre las conclusiones a extraer de las cuitas de Blair y de Bush. Ellos dos pueden ser responsables de muchos errores de lo acontecido en los últimos cinco años. Pero nadie dé la vuelta a la historia y los culpe de lo sucedido hace un lustro. El modesto productor de adormidera -digamos tres cuartos de hectárea- de excelente esencia de opio en el norte de Afganistán habría sido convencido con algo de dinero y de coacción armada, a no añorar explotaciones mixtas con los talibanes. Cada vez son más numerosas y lógicas las mutaciones de lealtades y el pánico que se apodera de unos afganos leales al presidente Karzai que -como tantos iraquíes- sólo están esperando el momento en el que se les traicione y se les deje en manos de quienes con el fanatismo de la religión, la brutalidad del vencedor se abalance contra nuestros aliados. Salvar la situación hoy es más caro porque es más tarde. La OTAN está en guerra, no en misión de paz, en Afganistán. Está sumida en una guerra que puede ser la primera que libre abiertamente y pierda cuando la tenía prácticamente ganada. A las guerras sólo se puede ir con voluntad de ganarlas. Y peor que la indecisión en el frente es la deslealtad en la retaguardia. Puede adquirir mil formas.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

“MI VERGÜENZA CRECIÓ AL CONOCER LOS CRÍMENES DE LAS WAFFEN-SS”

Por HERMANN TERTSCH

El País,  Isla de Mon, 10.09.06

ENTREVISTA: GÜNTER GRASS | ESCRITOR | GRASS HABLA DE SU PASADO EN LAS SS

«Han sido días muy difíciles. Se ha querido liquidarme como persona y callarme para siempre»

«Entro capa a capa en la persona que crece encerrada en aquel sistema ideológico, en la era nazi»

«La memoria tiende a embellecer y simplificar cuestiones complejas para poder hacerlas narrables»

«Veía a las Waffen-SS como unas unidades de élite, mejor equipadas y que sufrían más bajas que el resto»

«Si hubiera nacido tres o cuatro años antes me habría visto envuelto con seguridad en estos crímenes»

«Nunca he querido ser una institución. Siempre he querido defender mi posición de ciudadano»

«Mi madre fue violada repetidas veces por soldados del Ejército Rojo. Me enteré después de su muerte»

«No podía hacerlo público en una confesión. Debía ser narrado en su contexto, y eso pasa en el libro»

«Joseph era un prisionero de mi edad en Bad Eilbling, bávaro, fanático de forma tímida, católica»

«Era joven, quería irme de casa y, en el fondo estaba de acuerdo». El escritor alemán Günter Grass, premio Nobel de Literatura y durante décadas referente moral indiscutible en su país, explica así a EL PAÍS por qué ingresó a los 17 años en las Waffen-SS, la organización nazi responsable de incontables atrocidades en la época hitleriana. Grass sostiene, sin embargo, que no fue consciente de esos crímenes hasta después de la guerra, algo que hizo crecer en su interior «un sentimiento de vergüenza». «Y ahora que esto está en el libro [Pelando la cebolla], tampoco crea que se acaba la vergüenza», afirma.
Llegar a este lugar en la última curva de un camino de arena bajo un arco de hayas, abedules, fresnos y robles centenarios, en un bosque tupido ya casi otoñal en esta reserva natural del patrimonio nacional danés, en la isla de Mon, es imposible sin la complicidad de los anfitriones de la casita de tejado de junco y ventanas azules con vistas al mar Báltico, mirando hacia el este hanseático, hacia las costas de la antigua Alemania Oriental, en Greisfswald y Stralsund, y, más allá, la vieja Danzig, otrora prusiana y hoy polaca patria de Oskar Matzerath, aquel niño repelente y demoledor que tocaba El tambor de hojalata.
Günter Grass, Nobel de Literatura, Príncipe de Asturias, con cientos de premios internacionales, la mayor gloria viva de la literatura alemana, no ha venido a este rincón a esconderse de la conmoción mundial, de los ataques, reproches, de la indignación pero también solidaridad que ha generado con la revelación en su autobiografía Pelando la cebolla de que, en los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial, sirvió en la división Frundsberg de las Waffen-SS, organización que cometió crímenes atroces. Durante 60 años, ha explicado Grass, reprimió sus impulsos de sincerarse «por pudor y voluntad de dar forma a la explicación».
Mientras, ascendía hacia la gloria literaria y se erigía en autoridad moral de la izquierda. Él sabe que la ocultación les parece imperdonable a sus enemigos, deseosos de liquidarle como polemista, pero también a amigos como el director de cine Volker Schlöndorff, que llevó al cine El tambor de hojalata, o al escritor Erich Loest. Se debaten entre admiración y afecto, por un lado, y decepción. Grass se refugia en esta isla desde hace tres décadas, cuando se la descubrió su mujer, Ute, que iba allí a observar las playas de la república comunista de la que había huido. «Ahora los veranos son más secos, es el cambio climático». Aquí escribe y dibuja, su otra gran pasión.
EL PAÍS le visita cuando acaba de regresar de las primeras lecturas públicas de su libro, en esa gran casa de las letras alemanas que es el Berliner Ensemble y en la Nueva Ópera de Francfort. Allí tuvo un público incondicional que acudía a escuchar la brillantísima prosa de Pelando la cebolla, leída con virtuosismo inigualable. Pero también a defenderle de cualquier ataque y a perdonarle todo.
En una larga conversación al aire libre con un periodista al que conoce desde hace muchos años, Grass deja traslucir que, acostumbrado a ser jaleado y querido, acusó el golpe de la crítica y la incomprensión en un principio, pero que ya vuelve a ser casi el mismo.
Pregunta. Todos sus libros son autobiográficos, pero en ésta su autobiografía de aquellos años habla de lo que nunca dijo. No acaba de estar claro si está usted sorprendido o no por el eco de sus revelaciones. ¿Qué reacción preveía?
Respuesta. Yo he tenido siempre grandes reservas a escribir algo autobiográfico porque era muy escéptico hacia la forma. El autor tiene que trabajar con sus recuerdos, con su memoria. Y sabemos que la memoria tiende a embellecer situaciones, a presentar cuestiones muy complejas de una forma lo suficientemente simple como para hacerlas narrables. De ahí la desconfianza hacia la propia capacidad de memoria y hacia mis recuerdos. Quería escribir a un tiempo, tenía que ser una narración rota. Y con el tiempo le fui cogiendo gusto a esta forma de narrar porque fui quitando estas pieles de la cebolla, fui despegando capas y leyendo cosas entre ellas. Pero además se hacía posible algo nada fácil, que era coger a aquel niño del año 1939, una persona tan lejana ya de mí, y entrar en conversación con ella. En principio, ella se niega a ser interrogada y tiene sus secretos, pero se va logrando y, poco a poco, voy entrando en ella, capa a capa, en la persona que crece encerrada en aquel sistema ideológico, en la era nacionalsocialista.
Ahí se ve ese ritmo: con 15 años ya estoy de uniforme en las juventudes hitlerianas; después, con el uniforme de los ayudantes antiaéreos con las baterías; después, en el Reichs-Arbeitsdienst (Frente Juvenil de Trabajo Nacionalsocialista); con 16, con 17, en mi estupidez, yo me había presentado voluntario a los submarinos, y éstos ya no aceptaban a nadie y, cuando llamaron a filas a mi quinta de 1927, me convocaron y, cuando llegué a Dresde, al campamento de instrucción de tropas, pude comprobar que estaba en un campo de entrenamiento de las Waffen-SS.
Yo entonces, por lo que sabía, consideraba a las Waffen-SS como unas unidades de élite, que estaban mejor equipadas que las demás, pero también que tenían siempre más bajas que las demás. Eso se sabía. Pero yo era joven, quería irme de casa. Y en el fondo estaba de acuerdo. Lo que después se puso en relación con las Waffen-SS, todos sus crímenes, de todo eso no fui consciente hasta después de la guerra. Eso tuvo mucha influencia en que este hecho único, este episodio de mi vida, me lo guardara para mí. Está relacionado con un sentimiento de vergüenza…
P. ¿Y aumentó con el tiempo?
R. Sí, este sentimiento de vergüenza fue creciendo según iba viendo y sabiendo todos los crímenes de los que eran responsables las Waffen-SS y lo que era la culpa general de todo aquel sistema alemán que recaía sobre nosotros. Al dar mis datos biográficos, también cuando me manifestaba públicamente y en mis conferencias o artículos, nunca he ocultado que hasta el final de la guerra yo creía en la victoria final [del nazismo]. Y en esta cautividad ideológica no me parecía aquello una ocultación de algo grave, sino de algo que yo tenía que solucionar conmigo mismo. Y ahora que esto está en el libro, tampoco creo que se acaba la vergüenza de haber estado en una unidad como ésta, aunque no me viera envuelto en ningún crimen de guerra, gracias a Dios.
Sólo estuve poco tiempo en el frente y la división en la que me encuadraba ya sólo existía en rudimentos, estaba ya fraccionada; estuve en diversos grupos de gentes unidas casi por azar, entre los que había Wehrmacht [Ejército], Waffen-SS, Volkssturm [Defensa Popular] y hasta miembros de las fuerzas aéreas.
P. Muchos se preguntan cómo es posible que, con lo que estaba sucediendo en esos meses en aquella zona en la que usted se hallaba, con ejecuciones de prisioneros soviéticos, con los soldados alemanes desertores o sospechosos de desertar colgados en las alamedas o en las farolas de los pueblos como usted describe en el libro…..
R. Sí, sí, eso lo cuento, allí estaban…
P. ¿Pero cómo, cómo es posible que estando dentro de la división nunca oyera a compañeros de las Waffen-SS hablando de hechos semejantes ni tuviera noticia directa sobre los mismos?
R. Para mí todo aquello, hasta aquellos momentos, no me era patente, no era consciente de ello. Soy crítico conmigo en mi propio entorno. Que es lo que es, en sí, el contenido del libro. Y esto ya comienza al principio de la guerra, con mi tío.
P. Cuando ejecutan a su tío.
R. Sí, a mi tío, que estaba en el servicio de correos polaco, lo matan, acusado de un acto de resistencia. Con la muerte de mi tío desaparece también de nuestra vida la totalidad de su familia. Los hijos de mi tío tenían mi edad y eran mis compañeros de juegos, y después de esto ya no se volvió a hablar de ninguno de ellos. Mis padres, de forma oportunista, impusieron el silencio sobre la suerte de todos ellos, y yo no hice preguntas. Éstos son los reproches que me tengo que hacer realmente. O cómo desapareció un compañero mío de colegio. Después de la guerra me lo encontré y supe que su padre había sido deportado a un campo de concentración, y conocí la suerte de su familia. Tampoco entonces me pregunté nada. Ni cuando detuvieron al profesor de Latín, un sacerdote católico que desapareció también durante un tiempo en el campo de concentración de Sutthof y volvió y no dijo nada. Y yo no pregunté. Eso siempre me ha perseguido. O con aquel que en el Arbeitsdienst se negaba a tocar un arma.
P. Eso lo cuenta en el libro, el chico que dice que no y resiste tanto a los mandos como a la presión y al desprecio de todos los camaradas hasta que también desaparece.
R. Sí, era un testigo de Jehová. Lo admiramos y odiamos al tiempo porque sufríamos las consecuencias de su resistencia. Ésas son las omisiones culpables que intento investigar en el libro. Y para mí resultan más graves que las pocas semanas en las SS, en las que me vi envuelto sin voluntariedad.
P. Dentro de la conmoción que han provocado sus revelaciones en Pelando la cebolla se pueden distinguir los ataques lógicos de sus adversarios políticos y enemigos de siempre, que ven llegada la ocasión ideal de zanjar cuentas, pero también se distinguen claramente voces de amigos, Schlöndorff o Loest por ejemplo, que se quejan con mayor o menor amargura de que usted no ha sido franco con ellos. Schlöndorff dice que sigue admirándole y queriéndole, pero que no le verá ya nunca más en el pedestal.
R. Se me puede criticar, y desde luego yo voy a aceptarlo. Pero también reclamo para mí el derecho de reservarme mis cuestiones hasta que encuentre fórmulas de expresarlas. Por ejemplo, he tardado mucho tiempo en escribir Krebsgang (A paso de cangrejo), en el que me ocupo de la suerte de los expulsados alemanes [de los territorios orientales]. Eso tenía mucho que ver con el destino de mis padres. Durante la ocupación soviética de la ciudad de Danzig [actual Gdansk, en Polonia], mi madre fue violada repetidas veces por soldados del Ejército Rojo. Para evitar que violaran a mi hermana, ella se ponía una y otra vez delante, y para que la niña de 14 años no fuera violada, ella lo fue de forma continua. Mi madre jamás habló sobre ello, y sólo lo supe después de su muerte. Únicamente pude hablar de ello al escribir ese libro. Ésa es la complejidad de este proceso literario que se hace así en el paso (hacia atrás) del cangrejo. Creo de verdad que es mi derecho.
No he dicho ninguna falsedad. Lo que he hecho ha sido guardarme un hecho para mí mismo a la espera de encontrar una forma de explicarlo, de articularlo literariamente. Esto no podía hacerlo público con una confesión, sino que tenía que ser narrado en el marco del entorno en el que crecí entonces.
Además, el Frankfurter Allgemeine Zeitung (FAZ) -el diario que publicó la primera información al respecto- ha presentado todo esto de forma errónea, porque no fue una confesión que yo les hice a ellos. Al contrario, el libro ya lo tenían, como todas las redacciones desde semanas antes, en ejemplares adelantados de prepublicación. La oleada de indignación llegó porque Schirrmacher (un editor de FAZ) publicó esa parte concreta. Acepto la crítica; también respeto las expectativas decepcionadas. Pero nadie puede impedirme que yo me guarde algo hasta articularlo como crea necesario.
P. Hay quien dice que usted ahora se bajará del pedestal y de dar porrazos morales a los demás.
R. Lo que pasa es que algunos han querido utilizar esta ocasión para intentar liquidarme como ciudadano político y dicen que me tengo que callar la boca. Eso, por supuesto, es una estupidez.
P. Dicen que usted se ha arrogado una autoridad, Schlöndorff lo dice, que le será difícil mantener.
R. Yo jamás me he entronizado. Ni lo he querido. Nunca he pedido esto. Ya se hizo esto con Heinrich Böll, lo de presentarle como la conciencia de la nación. Y ambos nos negamos a ello. ¿Qué conciencia voy a descargar yo y por qué?
P. Lo que pasa es que, como un texto que tengo aquí delante, en una intervención con Juan Goytisolo en Madrid, usted condena los silencios sobre el pasado nacionalsocialista alemán con vehemencia.
R. Y es que siempre he hecho lo contrario. En mis libros y en mis discursos políticos siempre se habla de ello. Y también he hablado siempre de mi implicación como hombre joven en el sistema. Nunca hice de ello un secreto. Y me he preguntado a mí mismo, porque si hubiera nacido tres o cuatro años antes me habría visto envuelto con toda seguridad en estos crímenes. Esto les pasó a muchos. Por eso, lo mío [no haberlo hecho] no es ningún mérito. Pero es mi derecho también el manifestarme en contra de que antiguos nacionalsocialistas de relieve llegaran a puestos dirigentes y que un nazi importante como Hans Georg Kissinger llegara a canciller federal. O que el Gabinete de Konrad Adenauer tuviera muchos miembros que habían sido del partido nazi y en puestos destacados. Es mi derecho, y lo mantengo hoy.
P. Ni Thomas Mann, ni Heinrich Böll, ambos Premio Nobel también, ni Gottfried Benn, tres montruos de la literatura alemana del siglo XX, han llegado a tener la repercusión, la presencia social que ha tenido usted. ¿La siente peligrar tras este libro y los ecos que ha tenido?
R. Yo no puedo valorarlo. Yo nunca he querido ser una institución, yo siempre he sido celoso de defender mi posición como ciudadano que ha entendido las lecciones del tiempo que le ha tocado vivir, que ha entendido que esta democracia nos ha sido regalada y que había que aprovecharla. Porque la democracia de Weimar se fue al traste por la lucha política, por las luchas del poder, y así se convirtió en botín de los nacionalsocialistas. Yo lo sé y lo digo en el libro, y perdone que vuelva al libro, pero está la escena del trabajo en la mina en la que se produce una pelea y los comunistas y los nazis forman una alianza contra los socialdemócratas. Y es ahí donde veo la escenificación del fin de la democracia de Weimar. Aquello eran lecciones, aunque tardara después en convertirme en hombre político.
P. Muchos miembros de su generación literaria, el Grupo 47, en la posguerra, por edad, venían del frente. Acabo de leer unas declaraciones de Marcel Reich-Ranicki en las que se plantea el antisemitismo de parte del grupo.
R. Eso es un perfecto disparate. En primer lugar, había en el grupo toda una serie de judíos. Gracias a Dios no había filosemitismo. Pero nos tratábamos como compañeros todos. Lo que pasa es que había muchos que habían sido soldados y tenían sus experiencias, y se estaba en un proceso de aprendizaje que había que hacer. Lo que en todo caso se rechazaba en el Grupo 47 eran textos ideológicos. Allí no habría tenido oportunidad alguna ningún neonazi ni tampoco un comunista dogmático.
P. El quiebro hacia la izquierda totalitaria, y en muchos casos después a la decepción con la misma, forma parte de su generación intelectual europea. Usted nunca tuvo veleidades comunistas. Su amigo Erich Loest, del que hablamos antes, pasó directamente a los comunistas desde la juventud nazi. Usted, sin embargo, siempre estuvo con Camus frente a Sartre.
R. Loest estuvo en la Werwolf [organización nazi formada para acciones de insurgencia terrorista contra los aliados tras la derrota en 1945], se hizo comunista y después pasó en Bautzen (cárcel de la RDA) más de siete años. Alemania tenía una singularidad, especialmente respecto a Francia, por la ocupación soviética de la RDA; los comunistas en el Oeste jamás tuvieron la mínima oportunidad. También en el contacto con los escritores del Este, aun con los simpatizantes con el régimen, se notaban las dificultades que tenían con la censura. Y lo que sufría [la poetisa] Christa Wolf, por ejemplo.
P. La tragedia está en que los archivos han demostrado que Christa Wolf fue informante de la Stasi [policía política de la RDA].
R. Sí que lo fue, pero sólo al principio y sin comprometer realmente a nadie. El trato con estas fichas de la Stasi de repente puso bajo sospecha a todo un pueblo. Fue un disparate. Yo siempre supe que fui espiado por la Stasi. Vivía en Berlín y pasaba mucho al Este. Me he negado a ver las fichas. No quiero saber quién lo hacía porque no me considero dañado. Los informantes no tenían nada que ver con la prohibición de mis libros. Ahora, periódicos del grupo Springer dicen que yo he revelado mi paso por las Waffen-SS por temor a que lo hicieran otros a partir de los archivos de la Stasi. Un auténtico disparate. Allí han salido ahora 500 páginas sobre mí que revelan que siempre me vigilaron.
P. Han surgido voces exigiendo que se le retiraran premios. Ni con el Nobel ni con el Príncipe de Asturias han tenido eco, y en Polonia ha recibido una gran satisfacción con el apoyo del alcalde de Gdansk y de muchas personalidades de la transición polaca, que recuerdan la labor a favor del entendimiento de quien nació en una ciudad alemana hoy polaca.
R. En efecto, el alcalde Abramowicz ha tenido un gesto que yo agradezco. En Polonia hay ahora un Gobierno populista de derechas que busca, como los comunistas antes, esa propaganda con la imagen del enemigo en Alemania.
P. El enemigo exterior y el enemigo interior. El pasado como instrumento político. En Polonia y en España se utiliza contra las transiciones a la democracia.
R. Hablar del pasado no puede suponer saldar cuentas presentes. Eso es el abuso del pasado sacado de contexto. Es una demagogia que también tuvimos aquí en Alemania. El canciller Adenauer difamaba a Willy Brandt llamándole «hijo de madre soltera», lo que entonces aún funcionaba. Y jugaba con la ignorancia de la gente aludiendo a contactos de Brandt con el POUM en la Guerra Civil para sugerir contactos con los comunistas soviéticos, cuando el POUM fue víctima de Stalin.
P. Joachim Fest, biógrafo de Hitler, publica también sus memorias. Dice que no se fía ya de usted.
R. Sí, dice Fest que no me compraría un coche usado. Yo jamás he hablado de él, pero creo que es el último que puede decir algo después de escribir un libro dando por bueno todo lo que le decía Albert Speer [ministro y arquitecto del nazismo], al que presenta como un nazi caballeroso. Ahora sabemos que Speer estaba informado de la Conferencia de Wannsee [donde en 1942 se decidió la solución final del Holocausto] y que estaba implicado en la expropiación de bienes judíos. Fest es el último que puede hablar críticamente de esto.
P. Ha dicho que los ataques le habían llegado a suponer una «amenaza existencial» y que lo ha superado gracias a los apoyos de los amigos. ¿Este libro le ha cambiado más que los otros?
R. Sí, los primeros días han sido muy difíciles. Se me ha querido liquidar como persona y callarme para siempre. Pero después me ha llegado comprensión y muestras de apoyo de escritores y de gente que ni conocía. Ahora, con el libro publicado, me llega el aliento de los lectores. Y es cierto que este libro me ha cambiado más porque a través de la escritura sí me he acercado más a mi padre y a mi madre. A mi padre siempre le tuve mucha distancia, y ahora me es más cercano, pero además he tenido que escuchar como no había hecho antes a ese egocentrismo del joven.
P. Para terminar, hablemos de otro joven que se topó en el campo de prisioneros. Está seguro de que ese Joseph era el actual papa Benedicto XVI.
R. Ha sido una cosa curiosa que me ha sucedido durante el proceso de escritura. Yo estaba recordando a un joven, también de 17 años, con el que en Bad Elbling, un campo con más de 100.000 prisioneros, había escarbado una covacha y habíamos tensado por encima una tela que él tenía y nos protegía de la lluvia. Ambos teníamos hambre, yo había conseguido unas migas y nos juntamos y pasábamos el tiempo hablando de todo. Él era rigurosamente católico, en sí un chico cariñoso, pero muy fanático, fanático de una forma tímida católica.
P. Pero si en aquella época el fanático era usted.
R. No, qué va, yo ya no creía. Aunque llegara de una educación católica.
P. Me refiero a la ideología.
R. No, es que no hablábamos de ideología, sino de cuestiones de fe, de la Inmaculada Concepción y esas cosas. En todo caso, cuando fue nombrado, viendo su biografía, que había estado en baterías antiaéreas y fue prisionero de guerra en Bad Eilbling como yo… Y me acordé de Joseph. Era bávaro. Por eso pudo salir en libertad, porque tenía un domicilio que dejar registrado. Yo no tenía porque mi casa quedaba allí lejos. En Gdansk.

Günter Grass y su esposa, Ute, en la casa que poseen en la isla de Mon, en Dinamarca. BERNARDO PÉREZ
Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

“ERA JOVEN, Y EN EL FONDO ESTABA DE ACUERDO”

Por HERMANN TERTSCH

El País,  Isla de Mon, 10.09.06

GRASS HABLA SOBRE SU PASO POR LAS SS

«Era joven, quería irme de casa, y en el fondo estaba de acuerdo». El premio Nobel de Literatura Günter Grass explica así en una larga entrevista con EL PAÍS por qué ingresó a los 17 años en las Waffen-SS, el temible cuerpo de élite hitleriano responsable de innumerables atrocidades. Grass sostiene, sin embargo, que no fue consciente de esos crímenes hasta después de la guerra, algo que hizo crecer en su interior «un sentimiento de vergüenza». «Eso, sin duda, ha tenido mucha influencia en que este episodio me lo guardara para mí», afirma.

Günter Grass, durante la entrevista con EL PAÍS en la isla danesa de Mon.  BERNARDO PÉREZ
Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

REVANCHAS DE MEMORIA

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 05.09.06

COLUMNA

Suave otoño berlinés en la avenida Unter den Linden, junto a la ópera, donde una escultura de libros recuerda el horror de las hogueras de las decenas de miles de volúmenes quemados en las primeras limpias de la biblioteca de la Universidad de Humboldt por los camisas pardas. No lejos de allí se celebraba ayer en el Berliner Ensemble la primera lectura pública del libro de memorias de un Günter Grass al que se demandan más y mejores explicaciones de su selección de recuerdos desde el final de la guerra. Era en la plaza dedicada a Bertolt Brecht, gloria literaria como pocas en lengua alemana del veinte pero muerto sin dar explicaciones sobre su relación con el dolor ajeno como creador comunista. Frente al resurrecto Deutsches Historisches Museum, honesto y con su genuino esfuerzo por buscar pluralidad, comprensión, compasión y justicia en el recorrido por la trágica historia alemana en un edificio profanado por igual por nazis y comunistas en el siglo pasado, se celebra una más bien modesta exposición sobre uno de los episodios del referido drama alemán que fue la deportación y huida de millones de su población asentada en el este de Europa después de la Segunda Guerra Mundial. También sobre otras deportaciones.
La capital de Alemania está relajada y serena y mira al pasado con introspección, respeto y la reflexión que siempre va cargada de luto cuando la memoria es limpia. Eso quiso manifestar el sábado el presidente de la república, Horst Köhler, en su discurso de inauguración de la exposición sobre ese terrible destino de la deportación de millones de seres humanos en Europa y fuera de ella. Lo logró Von Weizsäcker, lo ha logrado Horst Köhler, por supuesto Vaclav Havel y todos aquellos que con su honestidad política e histórica generan un discurso de humildad limpia que anula la osada superioridad moral que algunos andan blandiendo para juzgar al prójimo por el pasado y generar beneficio en el presente.
En Varsovia llueve tristemente. Parece que los nuevos mandatarios polacos, los gemelos Lech y Jaroslaw Kaczynski, han ordenado a las embajadas en el exterior que insulten a los críticos nacionales y extranjeros como hacían sus legaciones diplomáticas comunistas en los años ochenta. Hasta los más empeñados en ello sabían que era contraproducente y lo dijeron en cuanto dejaron de temer las consecuencias. Hoy vuelven a callar. Puede ser que este ominoso silencio tenga mucho que ver con el terrible hecho de que uno de los hombres más importantes para Europa en los últimos treinta años lloraba el domingo de rabia en un cementerio en Varsovia bajo la lluvia. Adam Michnik no lloraba solo. Allí estaban primeros ministros, ministros de exteriores, intelectuales, sabios y obreros. Allí estaban nada menos que Tadeusz Mazowiecki, Alexandr Kwasniewski y Zbigniew Bujak, Leszek Balcerowicz, Prof. Bartoszewski y Andrzej Wajda. Allí formaban en acto de desagravio al gran Kuron. Estaba con lo mejor de Polonia que se revuelve contra el revanchismo insensato de los mediocres que hoy calumnian a quienes resistían a la dictadura cuando ellos estaban ilocalizables. Los anticomunistas del nuevo Gobierno polaco son como los celebérrimos antifranquistas que ejercen de resistentes ahora abofeteando estatuas. El Gobierno polaco intenta desacreditar a los artífices de la transición como traidores a la patria. Como tantos que dicen o piensan en España que la transición fue una traición al antifranquismo por temor a las «bayonetas», los Kaczynski intentan condenar la transición polaca como pacto bajo «mesa redonda» con los comunistas. Con él estaba -ante la tumba de aquel Jacek Kuron más valiente y dispuesto a la lucha por la verdad, la dignidad y la libertad en las peores circunstancias de la más desesperada guerra fría, que toda la sarta de revanchistas acomplejados que se agrupan en torno a los Kaczynski- lo mejor de la Polonia viva. Kuron encendería un cigarrillo más y se reiría, una vez más, de la miseria humana. Con cariño. Es cuestión de actitudes. Köhler, Michnik, Havel y Kuron sabrían de qué hablan. El revanchismo mediocre no.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

ALEMANES Y POLACOS

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 29.08.06

COLUMNA

Lo mejor que ha hecho Günther Grass en este para él muy desgraciado mes de agosto ha sido pensar y escribir una bella carta a Pawel Adamowicz, el alcalde de la que fue la ciudad natal del escritor, la hanseática Danzig, convertida después en gran faro europeo de la dignidad en los años ochenta, la muy polaca, obrera y naviera Gdansk. Allí nació Grass, allí se desató, en las vecinas rocas de la Westerplatte el 1 de septiembre de 1939, la II Guerra Mundial. Allí comenzó en 1980 el final de las trágicas consecuencias de la misma cuando naufragó el otro régimen, el comunista, que sustituyó a los nazis en media Europa. En la catarsis pendiente que Grass ha desencadenado con su memoria torturada, secuestrada y resurrecta, Polonia había de ser protagonista. Entre tanto ruido justificado, sincero o impostado, de admiradores defraudados, amigos estupefactos o enemigos triunfantes, Polonia, ha reaccionado con la grandeza con la que esta nación entiende en momentos claves el pulso contra ventajistas, oportunistas, impostores y lacayos.
Adamowicz le ha dicho a Grass que Polonia le entiende la carta. Esa respuesta sí vale una vida: el respeto de Polonia, la que conoce el dolor y la derrota y por ello la recuperación, el levantamiento, la sublimación y la gloria. En disparates napoleónicos en Somosierra y en gestas como Montecasino, en la insurrección de Varsovia como en las huelgas de Gdansk, generosa con los perdedores, incluso con los propios. De Grass y de la conmoción que su prodigioso libro despierta en quienes lo han leído, hablaremos. No caben aquí las mil sensaciones de empatía y enojo, indignación y gratitud, satisfacción, gozo y rabia, amistad, complicidad y emoción literaria profunda que este libro, casi habría que decir que como compensación postrera al engaño, produce.
Volvamos a las dos grandes naciones centroeuropeas a caballo de las cuales se crió Grass. Se han guerreado y temido tanto como pocas otras. Los polacos -peor que los rusos- son esos eslavos que desprecia Schiller cuando dice que los eslavos se limitan a tener alma y los franceses a tener carácter y que sólo los alemanes gozan de ese privilegio divino de poseer profundidad y formato, alma y carácter, a un tiempo. Terribles son frases pronunciadas ahora de nuevo como esa que sugiere que «todos los nacionalistas polacos están satisfechos porque queda demostrado que es imposible que haya un alemán bueno».
Son sobrecogedores los paralelismos entre España y Polonia en los últimos 30 años. Las mejores cabezas de Solidaridad, desde los obreros como Lech Walesa a los admirados intelectuales Adam Michnik o Bronislaw Geremek y aquellos grandiosos europeos polacos Mazowiecki y Bartoczewski, siempre tenían una solución en mano: la transición española, la reconciliación. Lo hicieron. Pese a sus vecinos. Analistas polacos como Adam Pieczynski o Maciek Stasinski siempre hablaban de la envidia a las tres P’s de los vecinos de España: Pirineos, portugueses y peces, mejor que rusos y alemanes. La reconciliación era labor interna pero también externa. Pero con políticos como los citados y Vaclav Havel y Gyula Horn, y tantos otros en la hora estelar europea y Helmut Kohl y Mijail Gorbachov, podía soñarse y hacerse. Con infinito orgullo.
Hoy tienen en Varsovia a los gemelos Kazcynski, Jaroslaw y Lech. El primero es presidente de la República; el segundo primer ministro. Ambos son tan poco pulidos como sectarios, inmersos en esa subcultura provinciana o suburbana angustiada, sin otro idioma que el de sus intrigas, otra literatura que su propaganda y otra emoción que la del zafio triunfo ventajista, expertos en la trampa, gozosos en el humillar al adversario y vengativos a través de las generaciones. El poder no consuela como para aplacar el mito de la revancha justiciera. Son tan anticomunistas que han provocado incidentes serios diplomáticos con Alemania, por defender la criminal limpieza étnica de los comunistas contra los alemanes en 1945. Necesitan enemigos internos o externos, para hacerse perdonar a diario su impotencia. Llenan los comederos ideológicos y detrás de ellos no hay ni la más prosaica solución ni por supuesto noble idea.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

CONSUMO INTERNO Y REALIDAD ETÉREA

Por HERMANN TERTSCH

El País  Jueves, 24.08.06

TRIBUNA

Uno de los fenómenos más curiosos de la deriva general del concepto de realidad en las sociedades antes abiertas y hoy cautivas está en el hecho de que nadie desmiente nada. Por pereza, fatalismo o convicción. Hablamos de ese sentido tradicional y lógico, tan anacrónico él, del desmentido como demostración palmaria de que una afirmación pretendidamente veraz es mentira. Hubo tiempos en los que se presuponía un acuerdo general entre gentes decentes por el que aquel que mintiera o difundiera datos falsos perjudiciales para otros sin poderlo demostrar podría quizás salir impune de un pleito pero nunca con el honor intacto. Hoy nadie recurre no ya a aquel solemne duelo de restauración de la dignidad mancillada. Por una mentira más, sobre la honorabilidad propia o conyugal, la profesional o la política, no acude ya a un kadi nadie que no busque publicidad o indemnización pecuniaria. Y quien calumnia sabe que expone una versión tan digna como la realidad misma.
Si hace unas semanas decenas de fotos del Líbano falsificadas, trucadas y perfumadas -emulando los coquetos maquillajes fotográficos de Beria- fueron distribuidas por la agencia de noticias de mayor prestigio del mundo, el escándalo fue muy menor. Lo que antes habría obligado a un humillante Canossa o, al menos, a decapitar a la cúpula de la agencia, sólo mereció la tibia disculpa y la cabeza de un fotógrafo local tramposo. Y si la muerte de 65 ancianos, mujeres y niños en un edificio bajo las bombas de aviones israelíes conmovió e indignó al mundo y multiplicó el clamor de aquellos que piden un escarmiento definitivo a Israel, cuando se supo que habían sido menos de la mitad los muertos, pocos lo recordaron.
Viene aquello a ser como la disputa sobre los manifestantes por metro cuadrado de las víctimas del terrorismo, la fuerza del viento al caerse el helicóptero español en Afganistán o el número de atentados contra cajeros automáticos en el País Vasco, los empresarios vascos y navarros que han pasado por caja de ETA durante el proceso, la cifra de encuentros y de meses de negociaciones entre socialistas y terroristas previos a las elecciones de marzo del 2004 o las hectáreas ardidas en Galicia. Allí hace unos días hubo gente que decía saber quiénes queman bosques y ahora se dicen acosados porque se les piden pruebas. Y no crean ustedes que están libres de sospecha quienes se declaran amedrentados o extorsionados por el terrorismo porque en ellos anida la inquina contra el proceso de la paz y la armonía. Nadie sabe si es más triste la cachaza sectaria de algunos para los que los hechos no son sino emociones intercambiables con todas las opciones no habidas pero preferibles por útiles o convenientes o la impotencia de otros para recuperar los criterios de la realidad. Abolidos los hechos, triunfa la opinión más pertinaz por grotesca que sea como en una partida de póquer de campeones del bluff.
No se trata a estas alturas de recurrir a obviedades como el lamento y la denuncia por esa gran víctima que es la verdad y no sólo de la guerra abierta en Oriente Próximo sino también de tiempos de paz nerviosa y temeraria. Se asegura por canales diplomáticos al Gobierno de Ehud Olmert que los insultos del PSOE a Israel son «para consumo interno». Se dice que los comunicados de ETA son para consumo interno, amenazas incluidas. Se da por seguro que los llamamientos del presidente de Irán para concluir la labor de Hitler son «para consumo interno». No hay mala conciencia a la hora de barajar verdades.
Los gobiernos con tanta manía de reinterpretar las manifestaciones de otros pueden caer en gestos tan conmovedores y, sin embargo, catastróficos como lanzar mensajes dedicados, éstos sí, al consumo interno que el resto del mundo se toma al pie de la letra. Véase la larga retahíla de mensajes reconfortantes y tranquilizadores lanzados por el Gobierno español sobre la inmigración y lo bien que lo hace. Las mafias y los gobiernos africanos -nadie sospeche connivencias- las han aceptado literalmente. Como todos los africanos, balcánicos y asiáticos que quieren poner pie en Europa. No reinterpretan. Ellos -en cayuco, aeroplano o autobús- creen realmente al Gobierno español cuando dice que la inmigración está controlada.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

LAS ÚLTIMAS LECCIONES DE GRAMOZ PASHKO

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 01.08.06

COLUMNA

Aún no hay rastro del helicóptero que se supone posado en las profundidades marinas del estrecho de Otranto. Pero todos los que le conocieron, amigos y enemigos, saben ya de la redoblada tragedia que ha costado la vida a Gramoz Pashko, el que fuera viceprimer ministro albanés, a su hijo Ruben y a la tripulación que lo llevaba a un hospital en Italia después de caer en coma a causa de una caída mientras se bañaba en las rocas de la costa albanesa, cerca del estuario de Vlora. Desapareció en una turbulenta noche sobre el Adriático. Como habría dicho él entre carcajadas, tuvo que caerse dos veces al mar para matarse del todo este brillante personaje con sólida fama de ser uno de los seres más optimistas que han poblado los Balcanes. Era Pashko uno de esos individuos improbables a los que el estalinismo más oscuro e infecto de Enver Hoxha no logró mutilar intelectual y anímicamente. Miembro de la minoría cristiana ortodoxa, fue de los primeros que alzó la voz en favor de seguir el camino de las revoluciones democráticas habidas en Europa Central y fundó con el ex presidente y actual primer ministro, Sali Berisha, el Partido Democrático. Acabaron siendo grandes y solemnes enemigos. Tanto que seguro que Berisha le echará de menos.
Pero su principal virtud, más allá de su inteligencia y conversación virtuosista, era ese optimismo que le hacía ver oportunidades en situaciones en las que otros estaban tentados de cortarse las venas. En las peores situaciones de miseria, violencia y caos de los años noventa en Albania, cuando muchos creían que aquélla era una sociedad de esclavos -no liberados sino descontrolados y enajenados por falta de dueño- y abocada a convertirse en un pozo negro en Europa, Pashko explicaba brillantemente los mecanismos que, según él, encauzarían a sus compatriotas hacia conductas homologables a las de los países bienaventurados que jamás conocieron un infierno remotamente comparable al del pasado albanés. Hablaba del optimismo obligado al ser única alternativa al horror. Pashko tuvo razón. Albania salió de aquel pozo.
En estos últimos días, el optimismo de Pashko -lo recordaba también su gran amigo el gran conocedor de la Europa Oriental, balcanólogo, periodista y escritor Misha Glenny- nos habría venido bien a todos los que lo disfrutamos en el pasado. Porque el estado anímico en los foros políticos internacionales se halla en las cotas albanesas depresivas de los peores momentos. Angustia y alarma crecen sin cesar. El grito de espanto es generalizado. Con toda razón. La estrategia del silencio y la ocultación de la violencia y el desafuero son una ofensa a las víctimas y propios de regímenes como el vivido por Pashko, los existentes en Irán y Siria o el que se ha ido formando en el sur de Líbano en estos años ante la impotencia de Beirut. El grito de espanto ante los niños muertos de Qana nos debe hacer reaccionar a todos. Por intolerables. Y por evitables antes de esta guerra que comenzó porque los enemigos de las libertades y la sociedad abierta se sienten fuertes. La tragedia se ha instalado exactamente según los planes de quienes dedican vida y muerte a verter sangre, «los nuevos nihilistas», dice André Glucksmann.
En Irak, entre suníes y chiíes, en Líbano en Hezbolá, en Gaza y ya en gran medida en Cisjordania en todo su cuerpo social enloquecido por la miseria, la humillación y el culto a la muerte. Cabezas más frías -o no- en Damasco o Teherán, ven con satisfacción cómo Israel gana enemigos al mismo ritmo que EE UU pierde aliados. Crece el estado de ánimo que clama venganza a corta distancia, y la convicción de que Israel mata a propósito a civiles. Si no logra adivinar un imposible beneficio lo atribuye al instinto. Alegrará a muchos el hecho de que Israel va perdiendo esta guerra. Pero los que se alegran y viven en libertad tendrán suerte por el hecho de que Israel no puede perder sin perderse a sí mismo. Y habrá una paz impuesta a quienes creen poder medrar en guerra. Porque, como decía Pashko, la alternativa es el horror.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

CRISTALES ROTOS

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 25.07.06

COLUMNA

La canciller alemana Angela Merkel no va a contestar a una carta que ha recibido del presidente iraní Mahmud Ahmadineyad. La cancillería ha hecho saber que, una vez traducida y valorada, concluye que el esfuerzo epistolar de 10 folios no merece respuesta más allá de la expresión de repugnancia y rechazo. Tan detestable es el contenido que Berlín no lo hará público. Sí se ha hecho saber, sin embargo, que es absolutamente obscena por estar llena de acusaciones e insinuaciones antijudías y antiisraelíes y llega hasta el extremo de pedir la cooperación entre los iraníes y los alemanes para lograr juntos la liquidación de Israel y del judaísmo al que acusa de todos los males mundiales. Es alarmante, y especialmente para un líder político alemán, recibir desde Teherán la carta de un jefe de Estado electo, que propone una alianza muy poco civilizada para aniquilar al Estado de Israel al que tacha de enemigo de la humanidad. Pero al fin y al cabo se explica por el hecho de que Ahmadineyad, por electo que sea, es un líder fanático de un movimiento totalitario que considera a Israel su enemigo mortal y habla para una población que odia al judío por educación y por decreto y lo considera capaz de las peores atrocidades imaginables por ser el mal absoluto.
A miles de kilómetros de Teherán, en Madrid, se pudo escuchar ayer una frase que ya habrá sido mil veces grabada, reproducida y traducida. No se sabe aún si tendrá respuesta del Gobierno de Israel o éste optará, como Angela Merkel, por reaccionar con un significativo silencio en un momento de guerra en Oriente Próximo muy serio. El secretario de organización del Partido Socialista Obrero Español, del partido del Gobierno, José Blanco, acusó a Israel de asesinar premeditadamente a la población civil de Líbano. No se puede entender de otra forma su frase: «No se ataca a Hezbolá sino a todo un país y a sus habitantes», advirtió. «En esta crisis, los muertos civiles no son daños colaterales, sino un objetivo buscado». Es decir, el Ejército israelí se ha lanzado sobre Líbano para aniquilar a la población civil y matar niños a propósito.
Hay que escuchar o leer dos o tres veces la frase para creerse que es cierta y que ha sido pronunciada en Madrid. Y hay que ver las imágenes y escuchar esa voz tan familiar ya en las ondas españolas para creerse que la ha pronunciado un líder del partido del Gobierno de España y no el portavoz de Ahmadineyad. Supongo que estará meridianamente claro que ningún dirigente democrático en el resto de Europa sobreviviría políticamente su defensa de esta nueva versión del cuento antisemita de los pozos envenenados, muy habitual recurso para desatar los pogromos de la Edad Media. La falta de sensibilidad, de preparación o de cultura no pueden ser disculpa para tamaña agresión verbal tanto a Israel como al mero sentido común. Porque mientras sí se puede decir con mucha razón que Hezbolá y Hamás buscan siempre y fundamentalmente la muerte de civiles judíos con todos los medios a su alcance, es evidente que con los medios a disposición de Israel, si su objetivo fuera el que le atribuye el señor Blanco, podría haber matado a más de 390 personas en 10 días. Si el objetivo de Israel es matar civiles, tal como dice Blanco, no sólo tacha de asesino al Estado supuestamente amigo sino también de incapaz a las Fuerzas Armadas israelíes.
Así las cosas, mientras Ahmadineyad escribe una carta a Merkel para ofrecerle un buen holocausto conjunto, en Madrid, el secretario de organización del PSOE llama asesino al Estado de Israel. No está mal para crear ambiente. Nadie se extrañe después de que en las nuevas manifestaciones que Blanco ya anuncia se tache de asesinos a «nazis, yanquis y judíos» y se pida a gritos como el pasado viernes que arda la Embajada «judía». Y de paso quizás la sinagoga. Cuidado con los cristales rotos.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

RECETAS INSULTANTES

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 18.07.06

ESCALADA MILITAR EN ORIENTE PRÓXIMO

Resulta extraodinaria la rapidez y contundencia con la que la inmensa mayoría de los medios y de la opinión pública europea han llegado a la conclusión de que la actual escalada bélica en Oriente Próximo es fundamental cuando no exclusivamente culpa de Israel. Es extraordinaria porque rara vez en la historia del conflicto ha sido tan evidente el detonante de la crisis. Hace tres semanas el partido del Gobierno palestino, la organización terrorista Hamás, hizo un túnel desde Gaza, atacó una base militar en suelo israelí, mató a unos soldados y se llevó secuestrado a otro. Dos semanas después, otro grupo terrorista, Hezbolá, también integrado en un Gobierno, el libanés, atacó otro puesto militar israelí, mató a unos soldados y secuestró a dos. Si las cosas fueron así -nadie lo discute-, tiene poco sentido, como dice el escritor Henryk Broder, que los diarios titulen «Israel ataca en dos frentes» y no «Israel responde a ataques en dos frentes». Pues no. Es culpable. Si unos se limitan a la titulación torticera, otros lanzan obscenidades antisemitas hasta sugerir o afirmar que las «judiadas» actuales revelan que siempre hubo razones para expulsar o exterminar a este incordio de pueblo. Sí, créanlo, cosas así se han publicado estos días.
Y en pleno salto cualitativo de la guerra islamista, algunos Gobiernos europeos, el español entre ellos, pretendían ayer una rotunda desautorización de la respuesta de Israel a la agresión. Si la cumbre de los G 8 en San Petersburgo ha recordado la obviedad del derecho de autodefensa de Israel, a otros se les ha olvidado. Recetan paz, diálogo y desarme. Al agredido. Apelan a la buena fe y a la armonía pero se apresuran a tachar a Israel de responsable. Han olvidado todo y solo ven muertos en Beirut. Hay alguna perversión de origen. Toda iniciativa de Israel para cambiar el status quo, incluida la retirada del Líbano hace seis años y la de Gaza, es celebrada no como un intento de buscar soluciones sino como síntoma de debilidad. En el mundo árabe y en Europa. El islamismo, convencido de estar en una fase decisiva de su guerra santa, se nutre de esta interpretación para aumentar la presión terrorista, a sabiendas que cualquier respuesta israelí será objeto de condena. Si ha sabido presentar como éxito propio la inhibición europea en la lucha contra el terrorismo en Irak, también confía en que la discordia de la comunidad internacional impida medidas de represalias serias contra los adalides de esta nueva escalada que son Teherán y Damasco.
Ante la agresión de Hamás y Hezbolá, Israel solo tenía malas opciones y una necesidad inaplazable de reaccionar. Resulta evidente que, en esta nueva constelación con creciente protagonismo de Irán, Israel no se puede permitir que la mitad meridional de su vecino esté controlada por una franquicia iraní cada vez más y mejor armada. Ni tener en Gaza una lanzadera de cohetes permanente. El pueblo palestino ha de concluir que su Gobierno islamista los quiere convertir en colectivo suicida. Utilizar a los niños como bombas o escudos y mostrarlos a las cámaras granjea simpatías y fomenta el odio a Israel. Pero solo hunde más al pueblo palestino en el culto a la muerte, multiplica la tragedia y profundiza la miseria.
Beirut no puede aspirar a la paz mientras su territorio ocupado por Hezbolá es una cabeza de puente de un Irán cuya razón de Estado proclamada es la liquidación de Israel, que podrá equivocarse pero nunca permitirse el perder una guerra, porque siempre le va la existencia en ella y por ello no reinterpreta a sus enemigos. Europa debe dejar de intentar convertir a Hamás y a Hezbolá en interlocutores. Tratar con tanta despreocupación y negligencia la seguridad existencial de Israel como hacen algunos europeos raya en acto inamistoso. La cultura del apaciguamiento y el desistimiento ante la amenaza pasa hoy por flexibilidad coqueta en Europa. Pero es un insulto recetársela a Israel en Oriente Próximo. Ofensa inútil además. Porque los gobernantes israelíes lo hacer mejor o peor. Pero jamás delegarán la seguridad de la nación. Son niños quemados por la historia. En sentido estricto y literal.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

AÑORANDO A BUSH

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 11.07.06

COLUMNA

En otoño le quedarán a George W. Bush por cumplir esos dos últimos años de la segunda legislatura en los que los presidentes norteamericanos son tachados de lame ducks, patos cojos, por su escasa cuando no nula capacidad de iniciar nuevos procesos políticos. Pasada la renovación parcial del Congreso en noviembre comienzan los ajustes a nuevas mayorías, a la correlación de fuerzas y cambios de prioridades. Con la carrera hacia la Casa Blanca de los candidatos a la presidencia, el aún inquilino entra en eclipse definitivo. Lo cierto es que Bush entró en fase de esclerosis mucho antes. Sus índices de popularidad interior, bajo mínimos, pueden variar pero ya serán irrelevantes para lo que queda de mandato. Y en el exterior, la demonización del personaje ha alcanzado un nivel -muchos dirán que merecido pero en todo caso irracional- que ya cualquier esfuerzo por contrarrestarla sería perder tiempo y dinero.
El hecho de que la responsabilidad de este desastroso balance de las relaciones públicas de la Administración de Bush sea en inmensa medida propia no puede hacer olvidar que supone un revés objetivo para la seguridad común de las democracias. Y, como se ha visto en los últimos dos años, también un gran acicate para sus enemigos. No para sus críticos, tan preocupados con las derivas insensatas del presidente como con el rearme general de los enemigos reales. Para éstos, tan apasionados y obsesivos en el islamismo radical como en la paleoizquierda europea y muy especialmente en este nuestro triunfante pensamiento new age carpetovetónico, el haber encontrado una imagen tan plausible del mal absoluto como el tejano ha supuesto un inmenso salto cualitativo en su capacidad de convocatoria y conjura. Según las encuestas los españoles están entre los más convencidos de que Bush es peor y más peligroso que todo, de la misma forma que Santiago Carrillo considera que el Partido Popular tiene más vocación asesina que ETA porque a ésta se le ha pasado. El fanatismo religioso antioccidental y la nueva izquierda mágica comparten a un Belcebú que les ha venido literalmente «de miedo» en estos últimos años para la movilización de la bondad en contra de los enemigos de la paz.
Pero George W. Bush se nos jubila. Forzosamente. En la práctica hace mutis ya y sus enemigos se enfrentan a tiempos de confusión y zozobra. Porque los problemas, algunos de ellos con cierto peligro, continúan. Véase Afganistán, donde España ya tenía militares muertos de diverso rango, dependiendo si viajaban en avión o helicóptero, en una legislatura u otra. Y vuelve a haber ataques a españoles, difícilmente achacables a denostadas políticas belicistas pasadas. Hay muertos de la OTAN porque hay allí soldados defendiendo a un régimen que intenta implantar unas normas parecidas, sólo parecidas, a las que rigen en los países democráticos y lo hacen sin suficientes tropas y medios.
Durante un lustro quienes propusieron y designaron tal objetivo han tenido miedo a sus propias decisiones. Han dejado que los talibanes, entonces derrotados, dispersos y en fuga, se hayan reorganizado y exploten ahora todas las divisiones y la falta de tenacidad y voluntad de los occidentales que la población afgana percibe perfectamente. El fracaso por absoluta inacción y falta de dinero para acometer la lucha contra la producción del opio es a la vez sintomático y decisivo en el cambio de ambiente. La situación en Afganistán por lo demás cada vez se parece más a la de Irak. La incapacidad política de hacer unas ocupaciones militares reales, como en Alemania o Japón, ha llevado a atajos con errores masivos, arrogancia e incompetencias inconcebibles y a la continua lucha entre el parche militar y el desistimiento. Cuando los Gobiernos europeos y el pacifismo totalizador se queden sin Bush será todo más difícil de explicar, desde los vuelos secretos de prisioneros hasta los muertos propios. Todos echarán de menos a Belcebú.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

MALAS COMPAÑÍAS

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 04.07.06

COLUMNA

Pocos de los que hoy aun saben quien era Franz von Papen, aquel hombre que habría de pasar los últimos veinte años de su vida disculpándose por algo que negaba haber hecho, discreparán de que su perdición le llegó por las malas compañías. Podía haber vivido bien y dignamente como un destacado mediocre de la clase alta alemana, pero la ambición lo llevó a unirse al rufianismo político en auge en Alemania, para hacer en común una gran singladura por la historia de la que se pretendía capitán. Cuando se produjo el naufragio apenas era ya grumete.
Vidkun Quisling, o Phillipe Petain, fueron vilipendiados y sus apellidos se convirtieron en sinónimos de colaboracionismo con una ocupación extranjera. El de Von Papen se convirtió en equivalente de colaboracionista y cómplice necesario de un régimen criminal interno. Von Papen simboliza como nadie a quienes en Alemania infravaloraron a los nazis y creyeron poder utilizarlos para sus fines. Para ello no dudaron en trivializar y ocultar sus desmanes y difamar a las víctimas de sus nuevos aliados. Cuando se quisieron dar cuenta de cual era la catadura de aquellos a quienes habían aupado desde las peleas callejeras de puños y pistolas a los salones de Gobierno, los nuevos okupas nazis ya no se les ponían al teléfono, y pronto les habían quitado los palcos en la ópera, las amantes, las colecciones de arte y las lealtades hasta de los más antiguos mayordomos.
Pero trivialicemos un poco y retornemos a nuestros tiempos modernos y livianos, sin que nadie caiga en suspicacias de paralelismos tan profundamente desacreditados. Las malas compañías son una amenaza constante, sobre todo en la adolescencia, cuando los principios aún están tiernos y apenas sugeridos por los mayores y el carácter es poco más que un humor. Hace menos de una década que en Europa rugió la santa indignación por una mala compañía elegida por el Partido Popular Austriaco (ÖVP), al aliarse al Partido Liberal (FPÖ) de Jorg Haider, un demagogo ultraderechista. Austria fue objeto de sanciones con desplantes, como si del Estado del apartheid se tratara. No había allí mamarrachada alguna, por nimia que fuera, que no recibiera amplia cobertura en los medios europeos, como prueba del peligro nazi en Austria y de la buena conciencia de quienes así castigaban al «peligro pardo».
No perdamos el tiempo en preguntarnos por qué la UE no sancionó a Italia cuando Berlusconi formó aquel Gobierno de bizarría, con post y prefascistas de la Padania o el interior. Lamentémonos que la crisis europea produzca monstruos a diestro y siniestro y que se multiplican las compañías y los socios que hace poco habrían causado estupor. En Polonia, el Partido Paz y Justicia de los hermanos Kaczynski no siguió los pasos de una gran coalición para afrontar una situación extrema, tal como hizo Alemania, con resultados muy halagüeños por cierto. Por el contrario, se ha aliado con dos partidos extremistas, Autodefensa y la Liga de las Familias, que son xenófobos, homófobos y fascistoides. La polarización en el país crece desde entonces día a día. La coalición gobierna abiertamente contra la mitad liberal de la sociedad polaca, agita el revanchismo primario y descalifica como comunista a cualquiera que ose criticarlo. Sus miembros más radicales intentan criminalizar a la oposición. Esto sucede en Polonia, un país de tamaño similar al nuestro, con una transición política hecha a imagen y semejanza de la nuestra, y ahora objeto del cuestionamiento de las fuerzas del Gobierno. Eso sí, no tiene organizaciones incluidas en la lista de bandas terroristas de la UE que, orgullosas de su pasado, negocian el futuro político con el partido del Gobierno. Porque eso sí supondría la consumación del fenómeno que evoca por lógica a Von Papen.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

AMARTYA SEN, AUDEN, SARTORI Y TXAPOTE

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 27.06.06

COLUMNA

El premio Nobel en Economía Amartya Sen ha publicado un libro llamado Identity and Violence: The Illusion of Destiny (W. W. Norton. Nueva York). Estudia y lamenta lo que cree la peor depravación cultural y mayor amenaza para las libertades individuales y las sociedades abiertas, esa que tantas veces triunfó frente a los totalitarismos, la última vez con la victoria en la Guerra Fría y que, sin embargo, muchos consideran hoy más amenazada que nunca. Es la hegemonía de lo que Amartya Sen llama el proceso de «miniaturización» de los individuos y colectivos que supone su reducción cultural a una única dimensión y su voluntad, acción y vocación a partir de esa identidad unidimensional.
Esta deriva que debiera ser exclusiva de los fanáticos, según Sen, la agravan aquellos que, desde las sociedades occidentales bienaventuradas y biempensantes, apoyan con su defensa del multiculturalismo y el relativismo total de valores entre sistemas y culturas, una supuesta homogeneidad y capacidad de representación de los individuos por parte de dichas «civilizaciones» o, peor, sus autoproclamados representantes. Está el laureado bengalí de acuerdo con el premio Príncipe de Asturias Giovanni Sartori en que el multiculturalismo es una bomba de relojería para la democracia y los derechos. Pone por ejemplo al Reino Unido donde el «monoculturalismo plural» condena de por vida. Los habrá en todas las urbes del globo, en los que eres musulmán, ñeta, hindú o chino. Todos esos conflictos, de tribu en tribu, de banda en banda y de secta en secta, nos servirán como necesarios cuando no históricos y en todos se buscará un mínimo denominador común que nunca podrá estar a la ya inalcanzable altura de la ley y la justicia sino en las sentinas del acuerdo de conveniencias.
Sen describe ese reduccionismo identitario como el siniestro nicho del alma que lleva a los individuos a odiar, matar y morir. Las causas de esta trágica deriva son muchas. Yo creo intuirlas pero es imposible describirlas con mayor belleza que la desplegada por estas palabras del gran poeta anglo-americano W. H. Auden, un brigadista que por cristiano quizás se menciona poco en los recuerdos de esta Guerra Civil tan de moda. Alguien ha querido compensar los ruidos y los gestos de Txapote -el hombre en tregua- y ha difundido esta joya que yo desconocía de mi poeta inglés muerto en Viena. La encontré en el blog de otro díscolo de las identidades sectarias, Arcadi Espada. Pronostica el poeta:
«La Razón se verá suplantada por la Revelación. El saber degenerará en un caos de visiones subjetivas (…). Se crearán cosmogonías enteras a partir de cualquier olvidado resentimiento personal, se escribirán dramas épicos en lenguajes de ámbito doméstico y los esbozos de los párvulos se impondrán a las grandes obras de arte.
El Idealismo cederá al Materialismo… Alejada de su habitual salida en torno al patriotismo o al orgullo cívico y familiar, la necesidad de masas de un ídolo accesible en el que confiar las llevará a elegir caminos irreconciliables en los que la educación no tendrá nada que hacer. Depresiones superficiales del terreno, animales domésticos, molinos destrozados o tumores malignos serán tratados con rango de divinidades.
La Justicia será reemplazada por la Piedad como virtud humana cardinal, y el miedo al castigo desaparecerá. Cualquier mozalbete se felicitará a sí mismo: «Soy tan pecador, que Dios en persona ha venido a salvarme». Cualquier mangante argumentará: «Me gusta cometer crímenes. A Dios le gusta perdonarlos. Realmente, el mundo está perfectamente organizado. La Nueva Aristocracia se nutrirá exclusivamente de ermitaños, vagabundos e inválidos permanentes. El Diamante en Bruto, la Puta Escrofulosa, el bandido al que su madre adora y la chica epiléptica que se lleva bien con los animales serán los héroes de la Nueva Tragedia, mientras el general, el estadista, y el filósofo se habrán convertido en el objeto de la rechifla de toda farsa y toda sátira». (For the Time Being: A Christmas Oratorio W. H. Auden.)

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

KOHL EN YUSTE

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 20.06.06

COLUMNA

El ex canciller alemán Helmut Kohl fue lo que se llama un político de raza que viene a ser lo que los adversarios consideran un rival de fiereza implacable en las pugnas de poder, poco compasivo también con los perdedores. Pero este profundo demócrata y cristiano es además, lo saben todos los alemanes, un sentimental. Por eso cuando hoy reciba de manos de los Reyes de España el Premio Carlos V en el Monasterio de Yuste, para él probablemente un recinto tan simbólico como sagrado, tendrá dificultades para soslayar las emociones. La Academia de Yuste ha concedido este aún joven pero ya magnífico galardón a un político que, de forma aparentemente paradójica pero muy significativamente, parece absolutamente olvidado por los alemanes y los europeos en general. Los unos y los otros debieran saber que sus vidas serían hoy muy distintas y nadie piense que mejores, si este renano tan poco brillante en retórica y pensamiento político no hubiera hecho en cada momento de su vida política lo que su intuición alimentada por profundos y sólidos principios le dictaban.
Si en el futuro no se cumplen las peores pesadillas -siempre verosímiles ellas- y los niños tienen acceso a libros de texto que explican la historia auténtica de Europa y del mundo, Kohl sabe muy bien que está, con Mijail Gorbachov (ya galardonado en Yuste), Juan Pablo II y con Ronald Reagan, en un cuarteto al que se describirá como el cuarteto que en inverosímil constelación logró cambiar el mundo en el último cuarto del siglo XX. Fueron ellos los únicos estadistas que, antes del cambio de milenio, lograron una redención al menos parcial del siglo feroz que había devorado decenas de millones de víctimas en suelo europeo con ideas criminales gestadas en Europa. Gorbachov no podrá estar hoy en el retiro del emperador en Extremadura en la ceremonia en honor del alemán al que dio la llave de la reunificación de su patria. El citado cuarteto abrió la oportunidad histórica a Europa de lograr su unidad y cohesión en unos valores comunes nutridos por la memoria común, que tan bien simboliza aquel emperador que desembarcó de niño en «tierra ignota» en Laredo para gobernar el mundo, guerrear por toda Europa y morir al pie de la sierra de Gredos. Kohl y Gorbachov, dos premios de la Academia de Yuste, fueron los artífices de aquella conquista para la libertad que enterraba otros acuerdos como Yalta y Potsdam, que daba seguridad a unos a cambio de miseria infinita para los demás.
Ayer, en una reunión previa a la concesión del Premio Carlos V por parte de los Reyes, se celebró en el monasterio un debate sobre Europa. Habían llegado ya los nuevos miembros que hoy serán investidos como la sin par pianista Maria João Pires, el cardiólogo Valentín Fuster, el pensador francés Edgar Morin, el historiador Paul Preston y el escritor italiano Antonio Tabucchi. Y allí estaba también Felipe González, que hoy pronunciará la laudatio de Kohl. La magnífica relación que han cultivado estos dos hombres tan distintos los honra a ambos desde que sus caminos se toparon al llegar al Gobierno en el mismo año. Ambos son conscientes de las grandes oportunidades del proyecto europeo al que tanto han servido, pero también de las inmensas amenazas que pueden surgir de la insensatez, la ignorancia y el desprecio a los temores de los adversarios en un continente en el que todo el que sepa algo de historia sabe que si la confianza es fruto del esfuerzo de generaciones, el revanchismo ilimitado y el odio sectario son fácil cosecha de la agitación irreflexiva. Son muchos los puntos de Europa donde el sectarismo y la revancha parecen apoderarse del Zeitgeist y parecen querer reactivar la pesadilla que intentaron enterrar para siempre Helmut Kohl, aun testigo de la guerra, Felipe González, figura capital de la transición en España y Mijaíl Gorbachov, el liquidador del imperio criminal soviético, estos tres hombres de Yuste.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

LA NOBLE CONCIENCIA HISTÓRICA

Por HERMANN TERTSCH

El País  Miércoles, 14.06.06

NECROLÓGICA: EN MEMORIA DEL PERIODISTA HUBERTUS CZERNIN

A principios de este año, la prensa de todo el mundo informaba de que el Museo del Palacio de Belvedere de Viena perdía cinco de sus cuadros del pintor Gustav Klimt, parte de su mejor tesoro. El Estado austriaco devolvía dichos maravillosos cuadros a Maria Altmann, la sobrina de Ferdinand Bloch-Bauer, el propietario judío al que los habían incautado los nazis. Lo que no sabíamos ni quienes le conocíamos y admirábamos es que esta histórica decisión era la última gesta victoriosa de Hubertus Czernin, ese gran periodista y excepcional persona que falleció el sábado en Viena, con tan solo 50 años, a causa de una rarísima enfermedad celular degenerativa a la que ha resistido durante más de un lustro.
Como nadie de su generación, Czernin ha llevado al Estado y a la sociedad de Austria a afrontar su oscuro pasado bajo el nazismo y sin duda forma parte ya, con nombres como Simon Wiesenthal o Friedrich Torberg, de las autoridades morales sin las cuales es imposible explicar la Austria moderna.
Nació Hubertus en el seno de una de las grandes familias de la alta aristocracia del Imperio Austro-húngaro, con palacios, honores y cargos por toda Centroeuropa durante siglos. Y lo hizo en 1956, un año después del renacimiento de la República austriaca, tras una década de ocupación aliada, de los escombros del Tercer Reich, proclamada Estado neutral entre los dos grandes bloques, precisamente en el Palacio Belvedere.
Sus intereses estaban muy lejos de los círculos cerrados de las grandes familias. Estudió Historia, Arte y Ciencias Políticas. Y no tenía aún 30 años cuando se convirtió en el periodista más buscado, celebrado y odiado de Austria. Fue en 1986, cuando lanzó su primera gran bomba sobre la conciencia austriaca al revelar la presencia de Kurt Waldheim, hasta entonces prestigioso ex secretario general de la ONU y candidato conservador a la presidencia de la República, en unas unidades de las SS conocidas por sus matanzas en los Balcanes.
En aquella época nos veíamos mucho y era difícil andar por Viena con él. Los insultos le llovían. Unos le llamaban traidor, otros «enemigo de Austria», nada menos que a un Czernin.
Desveló las andanzas de Waldheim y ante todo sus mentiras y sus disculpas. Como ya había hecho antes denunciando las complicidades del partido liberal (FPÖ) con criminales de guerra como Walter Reder pero también con miembros del propio partido irredentos veteranos de las SS como Friedrich, a los que por desgracia y cálculos políticos había encubierto y defendido el propio Bruno Kreisky, leyenda socialista austriaca hasta entonces intocable.
Fue quien hizo ver al mundo la verdadera cara de Jörg Haider, un supuesto yuppy liberal que en realidad alimentaba los peores instintos del nazismo y las complicidades con sus viejos depositarios. Ascendió a director del semanario Profil hasta que su irreverencia hacia el poder, en este caso hacia la gran coalición le supuso el cese por parte de la empresa. Aquello le inmutó muy poco. Inició entonces su carrera como editor de libros, primero con Fritz Molden, leyenda viva también, después por su cuenta, ya enfermo, siempre impecable con su toque de distinción y jamás demostrando un mínimo gesto de dolor ni la sugerencia de una queja por su suerte.
Hostil a la melancolía, de agudeza de bisturí y lucidez rompedora, con su acento de vienés de intramuros, Czernin no dudó en desvelar también miserias de la propia familia como la obsequiosidad hacia los nazis de un tío suyo que le regaló el Jan Vermeer El artista en su estudio al propio Hitler. Hubertus se lanzó hace 10 años sobre el vergonzoso capítulo del saqueo nazi del arte. Su labor investigadora y divulgativa en este campo será siempre ejemplo y escuela.
Su despacho en la Stallburggasse, junto a las caballerizas de los Habsburgo, encima del Café Bräunerhof, estancia cotidiana de otro austriaco polémico, Thomas Bernhardt, era un laboratorio de información y memoria y, como otra oficina a unos centenares de metros más allá del Graben -el despacho de Wiesenthal-, una forja de dignidad y conciencia histórica.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

CIUDAD DE CULTO Y VÉRTIGO

Por HERMANN TERTSCH

El País  Miércoles, 14.06.06

ALEMANIA 2006

Goethe la llamaba su «pequeño París» y situó en una bodega local una escena del «Fausto», Johann Sebastian Bach se pasó media vida en ella y Richard Wagner, Felix Mendelsohn-Bartholdy y Robert Schumann se sintieron tan vinculados a esta ciudad como los escritores, profesores, filósofos y científicos que la convirtieron en la lógica capital de la edición de libros de toda Centroeuropa, junto a la Universidad más antigua de Alemania. Berlín era un poblacho inmundo cuando Leipzig y Dresde eran ya grandes capitales de la cultura, el ingenio y la vida social.
Lo que nadie podía imaginar en los siglos de esplendor de esta ciudad que se enriqueció gracias a los yacimientos de sal y plata de las montañas cercanas y a su pujante foro comercial y cultural, es que Leipzig sería el centro más sofisticado de represión sobre suelo alemán después del hundimiento del nazismo. En Leipzig, el comunismo alemán tuvo su mayor cuartel de la policía política, su más moderno y desarrollado búnquer para concentrar a los mandos supremos de la Stasi para casos de estados de excepción y de guerra, así como su principal centro de ejecuciones judiciales o extrajudiciales de prisioneros políticos.
También fue en Leipzig donde el pueblo alemán del Este se rebeló contra la dictadura comunista siguiendo el ejemplo de los polacos y los húngaros. Fue allí donde en el verano de 1989, cuando decenas de miles de ciudadanos de toda la República Democrática Alemana (RDA) ya se hallaban en Hungría y Checoslovaquia esperando la apertura de fronteras hacia Occidente y se negaban a volver a la patria de Erich Honecker, los ciudadanos de Leipzig comenzaron a salir todos los lunes en manifestación pidiendo derechos y libertades y gritando «wir sind ein Volk» (somos un pueblo). Hundieron así a gritos, los ciudadanos de Leipzig, teoría y práctica de las dos Alemanias, desfilando con regularidad, coraje y obstinación ante el siniestro cuartel general de la Stasi (policía política) en la Runde Ecke (la esquina redonda), hoy museo.
Había razones para que Leipzig fuera pionera. Ciudad ferial desde el medievo, no dejó de serlo bajo el régimen comunista que organizaba allí sus ferias industriales. Eran el orgullo de la RDA pero también un peligro por el contacto que generaban entre ciudadanos de ambos lados del Telón de Acero. Por eso Leipzig era la ciudad con más policía política de Europa durante muchas semanas al año. Estaban en todas partes, bares, restaurantes, cabarets, teatros, estaciones y jardines. Intentaban, inútil y angustiosamente, controlar a todos los extranjeros que por allí se encontraban y fotografiar, seguir y escuchar a los alemanes orientales en contacto con ellos. Como no había suficientes hoteles para tanto extranjero, eran muchas las casas privadas que se ofrecían para albergarlos y ganar unas muy bienvenidas divisas pero así se hacían sospechosos unos mientras otros ofrecían sus servicios a la Stasi para cubrirse las espaldas y mostrar lealtad al régimen. Se creaban situaciones fantásticas con mezcla explosiva de huéspedes de países comunistas y capitalistas compartiendo incluso habitaciones. Eran constelaciones pintorescas, rocambolescos episodios de la Guerra Fría en los que Leipzig era marco de leyenda.
Si con la unidad del imperio alemán, lograda por Bismarck en 1871, Leipzig y Dresde no podían permitirse despreciar a Berlín, con Hitler las cosas no mejoraron para los nostálgicos de la grandeza de la ciudad de la cultura impresa, con una feria del libro que se remonta al siglo XV. Y sin embargo, el que hoy la visita en una Europa libre no puede imaginarse todo lo determinante que allí ha sucedido para que el mundo tomara los derroteros habidos y para que, aunque pueda parecer una broma, hoy tengamos compitiendo en el Mundial de Alemania 2006 a los países que allí están y no otros muy diferentes, No lejos del centro está el espectacular monumento a la Völkerschlacht (la batalla de los pueblos) erigida para conmemorar la derrota de Napoleón en 1813, que decidió el destino de Europa. En 1989, el muro de Berlín se dinamitó en Leipzig. Una victoria de España hoy no se nos debiera antojar gesta tan improbable como aquellas allí habidas.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

TRIBUNO, POPULISTA, TIMONEL O CHARLATÁN

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 13.06.06

COLUMNA

«Al contrario que la mayoría de los demás populistas, Ahmadineyad (presidente de la República Islámica de Irán) no es un demagogo. Él está convencido de lo que dice y eso lo hace muchísimo más peligroso que otros populistas. Está subyugado por una ideología que no admite contradicción. En contraste con Rafsanyani o incluso Jomeini, que pese a su orientación ideológica fundamentalista siempre estaban dispuestos a algún compromiso, a Ahmadineyad le falta la disposición a percibir la realidad y actuar consecuentemente».
Estas palabras del escritor iraní Bahman Nirumand, exiliado en Berlín, dicen mucho de la sobriedad de un fanatismo simple y por ello liberado de todo compromiso con la realidad, con el entorno y con las consecuencias de las acciones. Sentencia Nirumand que a Ahmadineyad «le falta la disposición a percibir la realidad». Pero también dice que el presidente iraní ha sido lo suficientemente hábil como para movilizar, para llegar al poder, a millones de desharrapados a los que, sin propuestas, preparación ni otra motivación que no fueran las obsesiones propias, convenció de optar por la más irracional de las alternativas. Ahmadineyad carece de cinismo en sus fines, lo que a nadie debe llevar a la conclusión de que no lo despliegue con generosidad en sus métodos.
A los medios occidentales les ha cogido la medida y cuanto mayor sea su obscenidad o chulería, mayor es la atención que se le presta. Él, vanidoso pero consciente de su falta de preparación, sabiéndose de cierta forma un usurpador en la tradición de la autoridad religiosa chií adquirida por medio del esfuerzo, el estudio y la reflexión, se mantiene en la huida hacia delante del que se sabe beneficiado por la impostura e incapaz para la tarea que, por suerte o por engaño, logró le fuera encomendada. Ignorante como es, todo problema se le antoja simple.
Se dice el presidente -y pocos dudan de que lo cree realmente- llamado por el Mahdi, por el imán chiíta que, dicen leyendas y escrituras, volverá cual Mesías. Asegura haberlo sentido en septiembre pasado en la Asamblea General de la ONU. Proclama a los cuatro vientos su buen encuentro con el cielo, su suerte y buena estrella. Es supersticioso. Y cree que el Mahdi tiene una especie de empeño personal por él. Lo dice públicamente y no hay quien en el Parlamento iraní diga dudarlo. Pero nadie se cree en serio que todos le crean. Y en otras cuestiones algo más baladíes sí se han atrevido muchos a poner en duda su autoridad.
Occidente está alarmado ante un personaje que desprecia los hábitos. Declarar malditos a EE UU es ya casi cuestión de cortesía en ciertos círculos, pero considerar que los judíos han de ser exterminados por cuestiones de ética y estética resulta controvertido. E intentar apropiarse de esta idea tan poco original negándole a Hitler sus intenciones es una afrenta seria a Occidente, que suele tratar a los populistas, demagogos y rufianes diversos como excéntricos que acaban destruyéndose. Son tribunos o charlatanes estos genocidas hasta que se lanzan a matar. Ahora, el problema está en que pueden globalizar la muerte.
En Teherán existe menos respeto hacia este personaje que en Occidente. Cuatro ministros de Petróleo le ha rechazado el Parlamento al gran líder. Y otros nombramientos. Con el sha no se habría atrevido. Cierto que Ahmadineyad se ha cargado a casi todos los altos funcionarios y ha puesto a niñatos sectarios -uno de 26 años de jefe de la Bolsa de Teherán- o a iletrados camaradas de tragedias en sus puestos. Pero los efectos han sido inmediatos. La población los nota y concluye que estaba mejor bajo la banda de apandadores de los clérigos corruptos ahora postergados.
Irán es un país con una historia milenaria, un orgullo nacional profundo y una cultura sabia y madura, asaltada. La selección negativa que se impone tras el acceso al poder de gentes de ideologías o creencias sectarias y cultura y relaciones sociales primarias es un drama. En este sentido, Ahmadineyad sólo es consecuencia lógica de la revolución islámica. Puede ser una pesadilla aún mayor de lo que se augura. Pero también una más pasajera. Para Irán y para el mundo. Siempre que no tenga la bomba.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

HOMENAJE A RAUL HILBERG

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 06.06.06

COLUMNA

Hace unos días, el 2 de junio, ha cumplido años -y parece mentira que tan sólo 80- un hombre que ya había hecho historia a los 35, cuando publicó -Yale, 1961- su ópera magna, La destrucción de los judíos de Europa. Después de decenas de miles de libros sobre la cuestión, es aún el libro de referencia con el que se puede polemizar en algún aspecto pero poco más. En los años de la posguerra, vistas ya las escenas del horror de la liberación de los campos de concentración y de exterminio, se dejó de hablar del Holocausto, pero no sólo en las patrias de los verdugos, en Alemania o en Austria, donde la mayoría aseguraba no haber sabido nunca nada. Tampoco en las comunidades judías de Estados Unidos ni en Israel estaba bien visto hablar de ello, ya fuera en unos por mecanismos de supervivencia y necesidad de olvido, ya fuera por la vergüenza que generaba por ejemplo entre los segmentos más ideologizados del sionismo la idea de la pasividad de las víctimas judías ante su exterminio. Aquella obra de Raul Hilberg cayó como una bomba en ese silencio que, en realidad, comenzaría a quebrarse entonces también con el juicio a Adolf Eichmann, los escritos resultantes de Hannah Ahrendt y los grandes juicios a los comandantes de los campos de exterminio a finales de esa década.
Con los años, Hilberg fue reforzando cada vez más su teoría de que la voluntad asesina no parte de un marco definido, sino que adquiere algo así como una fuerza de succión a la que se van incorporando elementos de la sociedad en absoluto predeterminados. Se trata de una postura llamada «funcionalista» radicalmente enfrentada a la de los intencionalistas, cuyo elemento más extremo podría ser hoy Goldhagen. Existe una intención genocida inicial que llega a tener su fuerza, su lógica y su inevitabilidad por medio de un proceso social en el que juega un papel fundamental por supuesto el lenguaje de los verdugos con el salto cualitativo capital cuando la sociedad en general (los espectadores) y las víctimas lo asumen como propio. Otro de los grandes libros de Hilberg es, precisamente, Perpetrators, victims, bystanders, de 1992 (Verdugos, víctimas y espectadores). El proceso de succión que dinamiza la expansión de la voluntad criminal requiere que los verdugos tengan unos orígenes legitimados, una firme voluntad de éxito y enfrentamiento y así una capacidad de intimidación para vencer no ya la lógica resistencia de las víctimas ya definidas, sino también a quienes entre los «espectadores» podrían tener una primera reacción de empatía o solidaridad con la víctima. Hay que inducir al «espectador» a marginar a la víctima y considerarla como un obstáculo para el bien general. De considerarse neutrales en un conflicto en el que no participaban por interés propio alguno, los espectadores comienzan a percibir posibles perjuicios generales en el caso de que la víctima se resista a su sino en aras de la armonía general de la sociedad de espectadores. A un tiempo ven que se les ofrecen ventajas evidentes si el distanciamiento de las víctimas cristaliza en identificación con los verdugos.
Hilberg dedica mucho tiempo y espacio, por ejemplo, al papel de los «consejos judíos», en los que hubo miembros que ayudaron hasta la muerte o la locura a las víctimas, especialmente ya en los guetos. Pero muchos intentaron salvarse ellos o a sus familias intentando convencer a sus correligionarios de que los crímenes ya cometidos por los nazis tenían cierta explicación y que podría llegarse a una convivencia razonable si los judíos comenzaban a asumir como naturales y aceptables las condiciones de vida.
Con buena o con mala intención fueron muchos los que en aquellas circunstancias indujeron a las víctimas a «racionalizar» la voluntad, los instintos y las ambiciones de los verdugos. Así, ayudaron a los nazis a evitar en Salónica, en Cracovia y otras ciudades unas revueltas de los judíos que, como demostró el levantamiento del gueto de Varsovia en 1943, podían ser militarmente inviables, pero, en años previos, habrían sido de incalculable valor ejemplificador. Quizás hubieran llevado a mucho indiferente en toda Europa a levantarse contra los verdugos y luchar por la dignidad de las víctimas, que es siempre la propia.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

LIBROS Y NOMBRES, ANGUSTIAS Y RECUERDOS

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 30.05.06

COLUMNA

Resulta conmovedor ver cómo nos surgen todos los días, acá, allá y acullá, pagina par, doble página, análisis previo a la publicidad, entrevista a ser posible en el Gara, no de unos, sino de casi todos, comentario mitinero de cualquier paladín de la armonía, gallego o no, andaluz, catalán, «or both ways», gentes todas que nos invitan a pagar precios -ridículos dicen- perfectamente aceptables por algo que ninguno hemos pedido que yo sepa, salvo por supuesto, quienes se aprestan a cobrar. En sinopsis, se constata que quienes quieren cobrar son tan entusiastas valedores «del proceso» como quienes quieren pagar con bien ajeno. Gloriosa y desenfadada es la legión de intérpretes, reintérpretes, peritos, valoradores, verificadores y demás gente sensible y sensata que nos advierte de que en este mundo -con Hamás o Ahmadineyad, con Castro o con Chávez, con los Hermanos Musulmanes o con los peores delincuentes del movimiento patriota de Otegui u otros secuestradores frustrados o consumados- se pueden desactivar las amenazas a base de entender a quienes las pronuncian y acatar sus razones. Son los que se enfadan con quien recuerda que los paganos sólo querían justicia y seguridad y en ningún caso tienen la impresión generalizada de deber nada a los secuestradores de Ortega Lara. Ni nada que podamos ceder amablemente al gobierno para que juegue a la brisca con quienes aún no se han quitado siquiera la capucha.
Treinta líneas ya y sólo hemos expuesto obviedades. Tristes obviedades, que diría Peter Handke, por cierto, premiado con uno de los principales galardones de Alemania, el Heine-Preis -nada menos que el Heinrich Heine Preis- y muchos se preguntarán por qué y todos podrán recurrir a la obviedad de la grandeza de la obra de Heine, pero todos sospecharán que quienes se lo daban como quienes quieren quitárselo obran inducidos por aquellos que querían representar al apologeta del crimen miloseviciano en París en el Odeon y aquellos que no querían ver en el Odeón a quien ya escribe más por molestar que por arrullarse a sí mismo, motivo de su mejor prosa. No puede excluirse que Handke se cargue el prestigioso Premio Heine. El poeta al menos está a salvo.
Volviendo a la vida real, no dejen de leer el último número de la revista de Letras Libres que Enrique Krauze nos publica en Madrid de la mano de Ricardo Cayuela. Magnífico número para desmontar esas infinitas letanías mentirosas de los experimentadores sociales en híbrido con los redentores nacionales. Vocación de laboratorio social y angustia identitaria suman producto del que arrepentirse, según cuenta la historia y recuerda Benedicto XVI en el campo II de Oswieczim. Ratzinger habló bien, con alguna frase peligrosa. Un hombre tan reflexivo no puede exonerar tanto. Corre el riesgo de ser malentendido.
Florencio Domínguez ha terminado un libro sobre Josu Ternera -ese hombre tan similar a los que Berlín mandaba al sur de Polonia a labores de despoblación-, en el que demuestra que sabe mucho más de nuestros auténticos enemigos que el presidente del Gobierno ya lanzado por una senda del aforismo que tanta vergüenza nos haría pasar si alguien creyera que después del «la cintura es la esencia de la democracia», pudiera superarse. Lo presentó ayer en Madrid la socialista Rosa Díez que, a su vez, tiene un libro ya en la Feria del Libro, Porque tengo hijos (Adhara). Y el entrañable y lúcido Carlos Franqui trae también libro; Cuba la revolución: Mito o realidad. Aunque el título es como para decapitar al editor imaginativo, nadie debiera dejar de aprender de los recuerdos de este valiente «castrista degenerado». Vaclav Havel dirige en Bruselas un acto de repudio a Castro y de solidaridad con los presos cubanos en Bruselas, gran ocasión para tantos de acordarse del antifascismo y anticomunismo -los mismos de la misma calidad-. Nuestro Ahmadineyad avisa desde una impresionante entrevista en el Spiegel. Sinopsis: «Si existió el Holocausto, que no creo, estupendo. Si no, hay que remachar. ¿Lo hacemos juntos o nosotros solos?». Léanlo, pongan cara de israelí y tiéntense a ver si les entran ganas de lanzarse generosos al «proceso» de Josu Teherán.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

EL ATLAS DE EUROPA SIEMPRE SE QUEDA VIEJO

Por HERMANN TERTSCH

El País  Domingo, 28.05.06

REPORTAJE

La desaparición de la URSS y la división de Yugoslavia han producido una constelación de nuevos Estados en los últimos 17 años

Los atlas que los niños estudiaban en 1989 son hoy tan viejos como los de la Paz de Westfalia

Los efectos criminales del nacionalismo no han disuadido a sus emuladores

El atlas o el mapa de Europa que millones de padres en todo el mundo compraron el pasado año a sus hijos contiene desde la pasada semana un error que añadir a los muchos que traerá de imprenta. Allá por encima de la ciudad albanesa de Shkodra, otrora célebre puerto otomano, y por debajo de la no menos legendaria ciudad-fortaleza veneciana de Dubrovnik, se asoma al Adriático, en el Estrecho de Otranto y por el estuario de Kotor, un Estado renacido a la independencia, Montenegro (Crno Gora), que hace aún más colorido a la mirada ingenua del escolar un mapa europeo que no deja de cambiar desde que donde había dos Alemanias de repente sólo quedó una. Hace poco más de tres lustros de aquello, pero los mapas que estudiaban los niños en 1989 son hoy tan obsoletos como la cartografía utilizada en el Tratado de Paz de Westfalia o en el Congreso de Viena.
Si la reunificación alemana emocionó al mundo y especialmente a una Europa que superaba la división impuesta por la guerra fría, otros cambios de fronteras y la creación de nuevos Estados fueron asumidos con sentimientos mucho más encontrados y algunos anegaron la vecindad en sangre. En junio de 1991, Eslovenia y Croacia, decididas a seguir en la senda hacia la democracia con todos los países ya ex comunistas centroeuropeos, proclamaron su independencia de un régimen yugoslavo secuestrado por el ultranacionalismo hegemonista de Slobodan Milosevic. En Montenegro ahora se cierra el penúltimo capítulo de la agonía de un Estado inventado en 1918 sobre la falla cultural europea. Este año, Kosovo recibirá la confirmación, de una forma u otra, de su independencia.
Estos quince años que concluyen en los Balcanes con la existencia de siete Estados -no ocho porque la demografía en la Voivodina la inclina a una resignada existencia en Serbia- donde antes había uno, Yugoslavia, han estado jalonados de pesadillas y tragedias para todas las sociedades implicadas. Algunas siguen sumidas en ellas. Otras temen que, de no dar muy pronto el ansiado salto hacia la modernidad, vuelvan a precipitarse en el conflicto del odio, de las guerras de paranoias identitarias y ambiciones territoriales. Las consecuencias devastadoras y criminales de las aventuras nacionalistas no han tenido efecto disuasorio sobre los caudillos del redentorismo identitario allá donde ha prendido en Europa esa «peste», como la califica Václav Havel.
El inolvidable Czeslaw Milosz, poeta y Nobel polaco, hablaba de Europa como «el gran área este-oeste», algo así como un gran paisaje en la idea y en la civilización en el que toda frontera tiene algo de obsceno, de ofensivo. Cuando Stefan Zweig y Joseph Roth hablaban en la primera mitad del siglo XX de su Europa, que veían perdida ante la brutal ofensiva de los nacionalismos y totalitarismos en general, ambos cantaban a un mundo centroeuropeo de espacios abiertos, «la Europa de los horizontes», en contraste para nada conflictivo con la «Europa de las fronteras», que era la occidental de los grandes Estados nacionales consagrados una vez incorporados Alemania e Italia a los de arraigo antiguo, que eran Francia, España e Inglaterra.
Tras invernar durante medio siglo en la guerra fría, todo saltó por los aires cuando se hundió la idea redentora del comunismo y con ella la URSS. Los Estados ocupados tras la Segunda Guerra Mundial por Stalin y su Ejército Rojo recuperaron su libertad en 1989, cuando Mijaíl Gorbachov se negó a ahogar en sangre las revueltas democráticas, tal como le pedían algunos. Checoslovaquia, como Yugoslavia un Estado artificial y absurdo producto del buenismo protestante del presidente Woodrow Wilson después de la Primera Guerra Mundial, se rompió de forma no ya civilizada sino casi elegante. Los eslovacos, henchidos de orgullo nacional, exigieron la independencia a Praga y se encontraron con unos checos que no deseaban otra cosa.
En Versalles, Trianon y Saint Germain en 1919, los aliados con Wilson y el vengativo Clemenceau a la cabeza habían echado mano de los mapas y enredado tanto con los colores que acabaron por no entender aquellos tornasolados frutos de la historia. Más de una vez se adjudicaron islas en el Egeo a Turquía o Grecia basándose en una demografía que creían haber leído en un mapa topográfico.
Cuando la URSS se quedó sin satélites, comenzó en su seno la inmediata rebelión de satélites fagocitados por los bolcheviques. Con Finlandia no habían podido, pero sí con los tres bálticos, Estonia, Letonia y Lituania. Nada más implosionar la URSS, estos tres Estados renacidos como independientes establecieron sus vínculos comerciales y culturales tradicionales con Escandinavia y Europa central y hoy son miembros de la UE y de la OTAN con muy buena salud. Se crean fronteras, unas por lógica histórica, otras por oscuras maniobras, unas defendibles, otras grotescas. Y a un tiempo se generan mecánicas para que prosiga la globalización y surgen lo que el historiador Karl Schlögel llama las «sendas del hormigueo», imperceptibles mientras no alcanzan masa crítica, en las líneas de autobuses que transportan millones de europeos a través de fronteras, fontaneros polacos a París, gitanos rumanos a Madrid, transportes de todo a todas partes: del tráfico de mujeres, fuerza laboral o coches robados igual que comercio legal, trasvase de estudiantes o intercambio de servicios.
Los Bálticos lograron salir muy bien de su trágico siglo veinte, los ucranios tienen esperanzas en poder dejar atrás el miedo y la miseria y los bielorrusos sin embargo siguen como en los peores tiempos. Y en algún otro Estado recién nacido, como Moldavia, la antigua capital imperial se encargó de crear otro Estado dentro del recién nacido. La república del Transdniestr, como caballo de Troya de Moscú, cumple la función de agitar desde el separatismo independentista, como hace en Georgia, en Azerbayán y allá donde quiere recomponer hegemonía.
El presidente Putin ha sabido usar sus cartas para que los cambios de frontera dejaran de perjudicar siempre a los intereses de Rusia. Las repúblicas de Asia central tienen fronteras propias, pero viven bajo control de Moscú o de satrapías que convertirían cualquier invasión en consuelo.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

NADIE BUSQUE ÉPICA

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 23.05.06

REFERÉNDUM EN LOS BALCANES

Es menos difícil de entender de lo que dicen algunos, esto que ha pasado en Montenegro. Hace 130 años era un Estado independiente muy digno. No entra en los augurios más razonables que lo sea ahora al menos pronto. Triste consuelo es que con la actual Serbia no lo habría sido nunca. Estados existentes en 1914, surgidos de pueblos aliados durante siglos contra turcos y austriacos, unidos por imposición de los más fuertes en una federación que sólo supo mantenerse bajo dictaduras, antes y después de la II Guerra Mundial, la alianza serbio-montenegrina sólo era un triste remanente de una Yugoslavia que el nacionalismo panserbio había liquidado y mantenido para quedarse con los despojos patrimoniales de la federación desaparecida. Convertida esa facción europea del peor Bizancio balcánico poscomunista que era la Yugoslavia serbio-montenegrina en una balsa pauperizada a la deriva, expoliada por capitanes rufianes, repleta de grumetes encanallados y sin escrúpulos y cada vez más huérfana de la gran dignidad, cultura y decencia de sus mejores hijos que desde hace quince años huyen hacia otras costas europeas o americanas, el sálvese quien pueda es una mera expresión del instinto de supervivencia. La historia en la región es ya triste y mentirosa.
Nadie busque épica en esta historia tan pedestre, triste y tan escaso recorrido. Nadie caiga en un ridículo aún mayor que el habido, tomando parte por un presidente Milo Djukanovic que en cualquier país europeo llevaría años en una cárcel de máxima seguridad debido a sus negocios. O por Bulatovic, un cómplice de las peores barbaridades que desde Montenegro se perpetraron contra la población bosnia, o por Kostunica que ya simboliza la obstinación serbia en el error culpable, o Draskovic, ese ministro tan inteligente al que sólo se puede creer sabiéndose uno muy idiota. La subsistencia o desaparición de esta alianza que no existía más que para los negocios ilícitos de muchos no merece media lágrima de nadie.
No reporta triunfos ni beneficios a nadie en la región salvo a aquellos electores montenegrinos que realmente crean que habiéndose liberado de la mafia de Belgrado son libres ya también de la de Podgorica, propietaria de todas las lanzaderas de tabaco, inmigrantes, droga y demás servicios en el Adriático. Y probablemente a tanto personaje por aquí que quiere seguir insultando a los españoles con paralelismos grotescos y olvida que fue el socialismo nacionalista serbio el que hizo de la ya fenecida Yugoslavia un infierno. La votación del domingo es un explicable intento de reaccionar frente al lodo que todo lo penetra con la corrupción, la culpa por los crímenes de guerra, la falta de autoestima compensada con un orgullo grotesco, la miseria, la falta de información e incentivos, la vida triste, embrutecida y roma. En Serbia y en Montenegro. Ahora, la mayoría de los montenegrinos han resucitado a los verdes al movimiento nacional enfrentado al panserbismo blanco. Como en 1878 durante el Congreso de Berlín. Esto se llama progreso.
El nacionalismo de Serbia no ha sabido enfrentarse a los tiempos modernos de la forma en la que lo han hecho los centroeuropeos que rápidamente -hasta los más militantes como el croata o el húngaro- se han asimilado en capitalismo, europeísmo, competencia y globalidad. En Serbia el aparato comunista del Estado ha sobrevivido a Slobodan Milosevic y en los años posteriores a la muerte de Zoran Djindjic, el presidente del Gobierno que quizá podía haber evitado esta nueva tragedia a los serbios, se ha instalado con la suficiente comodidad como para hacer del presidente Vojislav Kostunica un ser agradecido y del general y criminal de guerra Ratko Mladic un héroe en la recámara. El resultado del domingo es tan solo la penúltima estación de la catástrofe serbia. Pronto Belgrado tendrá que explicar a su población que también ha perdido para siempre Kosovo y que en la Voivodina, centroeuropea ella, pocos quieren seguir agonizando con nacionalsocialismo en vena.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

INTERPRETAR AL ENEMIGO

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 16.05.06

COLUMNA

El secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, ha pedido, como primer paso para buscar soluciones a la crisis generada por el plan nuclear de Irán, que «todas las partes bajen su nivel de retórica». En su mesurada recomendación, el gran jefe de la ONU advirtió de que «todos tienen que mostrarse abiertos, incluido Irán, y volver a la mesa y encontrar una solución». Resulta extremadamente alentador que haya incluido explícitamente a Teherán entre los que hacen gala últimamente de una retórica que se le antoja excesiva. Pero no deja de haber gente a la que casi irrita más la retórica balsámica del señor Kofi Annan que los discursos rotundos, animados y sin complejos del presidente iraní Ahmadineyad.
El líder iraní lleva ya más de un año regalando al mundo sentencias y admoniciones sobre el carácter maldito y efímero del Estado de Israel, el deber histórico de los hombres de la fe en el dios único de rematar aquella tarea emprendida por Adolfo Hitler -entorpecida a última hora por infieles de diverso pelaje- y lo muy dispuesto que está él mismo a ser venerado hasta el fin de los tiempos por haber sabido encauzar y encabezar esta solución final.
Tiene razón Kofi Annan: desde que todo el mundo (la mafia clerical que lo llevó al poder, sus seguidores del islamismo radical entusiasmados por el héroe retador y también sus enemigos y víctimas potenciales) tiene claro que Ahmadineyad quiere la bomba, algunos han subido el tono de sus advertencias. Pues no es sensato hacerlo, nos dicen, porque sube «el nivel de retórica». Quien se proclama dispuesto no sólo a ejercer represalias tras una tropelía, sino también a impedirla, se pone, dicen, al mismo nivel que quien la proyecta y la promueve, un día sí y otro también, como una solución desinfectante del panorama internacional, como esas latas del gas Zyklon B con etiquetas de la Deutsche Gesellschaft für Schädlingsbekämpfung(sociedad alemana de lucha antiparasitaria) que ayer estuve observando atentamente durante el inenarrable recorrido que hice por el nuevo Yad Vashem.
El antiguo museo era aún un intento azorado de Israel por entender su propia historia; el nuevo es una perfecta conmoción. Tiene poco más de un año y parece arraigado como el Muro de las Lamentaciones o Al Aqsa. Aquí en Jerusalén, Annan no se irritaría con la retórica porque el tono es extremadamente pausado al hablar de Irán. Se diría que es tan suave la retórica y tan lacónico el discurso al respecto, que nadie quisiera que en un hipotético debate el fragor llevara a alguien a formular algo que hubiera de cumplirse. La ventaja de hablar de amenazas, de guerra y miedo en Jerusalén es que, al contrario que en Europa, EE UU, Rusia o países árabes, es casi imposible encontrar bocazas y frívolos o descifradores en este terreno tan íntimo.
El fanático de Teherán parece retomar también la idea original de su colega austriaco basada en que Israel, como en los años treinta y cuarenta eran los judíos, es la única causa de los conflictos que mantiene con las democracias. Eran muchos los occidentales que coincidían entonces, en derecha e izquierda. Y hoy, no hace falta más que abrir los periódicos europeos para ver cómo destilan el reproche de que Israel es culpable por tener la bomba y que, si renuncia a ella, Teherán haría lo mismo y todos felices. En este argumento sí que hay perfidia y matonismo. Deja la bomba, que te defenderemos de mil millones de enemigos con resoluciones de Kofi Annan. Como entonces. Ya saben, ese puntito de complicidad entre los realmente grandes de este mundo.
Para que aquí nadie se confunda está Yad Vashem. Que en Israel exista una ya madura cultura de no frivolizar con las amenazas tiene su razón profunda en que durante años, y por escrito -ediciones de gala de Mein Kampf-, a los judíos en Europa se les estuvo advirtiendo lo que se haría con ellos. Se atiende. No hay necesidad de reinterpretar al enemigo como hacen los europeos. Ese «quiere decir lo que no ha dicho». Los españoles ya tenemos exégetas que nos interpretan las claras palabras, castellanas, de los terroristas y piden a los demás que bajen la retórica.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

HANDKE Y SERBIA, POETAS Y LACAYOS

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 09.05.06

COLUMNA

Hace ya muchos años que se dedica a insultar a dios y al diablo, a Europa, a los «yanquis» y a otros. El diario Frankfurter Allgemeine temió -hace lustros, en la Fundación Carlos de Amberes de Madrid- que aquel niño eterno, ya no tan niño, el sexagenario infantil de las letras austriacas, el buen poeta y mejor enfadado, Peter Handke, se abalanzara con algo más que violencia verbal contra sus interlocutores. «Knapp an den Handgreiflichkeiten vorbei«, rezaba el título de la crónica sobre el acto de la calle de Claudio Coello en el diario Frankfurter Allgemeine. Fue en un debate sobre los Balcanes en el que Handke ya dejó claro que la política de tierra quemada del régimen serbio de Milosevic era su opción moral en la crisis y que la apoyaba entonces por mucho que se pareciera a las ofensivas genocidas nazis por el este de Europa a principios de la II Guerra Mundial. Hacía muchos años, desde los cantos a Stalin de Neruda quizás, que un escritor apreciado no se alineaba con los criminales, dictadores y genocidas de una forma tan directa y rotunda. Handke es posiblemente un personaje más trágico que el propio Slobodan Milosevic, hijo desgraciado de suicidas, amante sumiso, camarada cobarde y dócil con sus jefes e implacable jefecillo sobre todo subordinado, ya en la Neogradska Banka o en la cúpula del Estado yugoslavo.
Ahora Handke se ha vuelto a enfadar porque en París le han dicho que no puede estrenar su nueva obra en la Comédie-Française y precisamente porque París no puede otorgar ese escenario artístico, literario y moral único a alguien que, como Céline, se regocija en la glorificación de la inmundicia fascista y criminal para mayor honra del autor. Es cierto que El juego de las preguntas de Handke nada tiene que ver ni con Serbia ni con la triste complicidad retórica e implicación profunda personal del escritor austriaco en los crímenes de Milosevic en Croacia, Serbia o Kosovo. Ni con los asesinatos de serbios ordenados por este criminal tan admirado por Handke en la propia Serbia. Ni con el miedo cerval que domina a esta nación y que impide que se haya unido a tantos otros vecinos en el camino de la democracia y la libertad. Pero nadie dude de que Handke, como perfecto argumento exterior, es una ayuda moral magnífica para aquellos que siguen aterrorizando a los serbios y a sus vecinos. Los grandes calefactores del terror, hijos del Milosevic admirado por Handke, son quienes mantienen secuestrado al país.
La decisión del director de la Comédie-Française, Marcel Bozonnets, de retirar del programa la obra de Handke es muy controvertida y con mucha razón. Si Handke carece de interés en su nueva obra no puede ser por haber vuelto a mostrar su desprecio a las víctimas de Milosevic acudiendo al entierro del asesino a rendirle honores como si de Gandhi se tratara. La nueva obra, la muy erróneamente vetada en París, nada tiene que ver con aquello que ha hecho del autor austriaco alguien más patético que polémico. No niega Handke crímenes reales en esta obra y en otras tan sólo los ignoraba con esa pequeña vileza irritada de un autor que parecía destinado a ser un gigante de la lengua alemana y será recordado como poco más que un polemista y senderista por España.
Handke ya es ante todo el apologeta de un criminal. Triste sino. Se le conoce más por negar unos crímenes y aplaudir otros que por sus grandes obras escritas lustros ha. Pero su responsabilidad es grande. Es un cómplice contento. Hay asesinos en Serbia que no se entregan al Tribunal de La Haya con argumentos alimentados por Handke y compañía. Proliferan allí lacayos, indolentes y cobardes. Y los apologetas del exterior. Tan útiles. Handke aquí, Ramonet allí, Céline en Vichy y tantos otros colaboradores de los regímenes fascistas, nacionalsocialistas y comunistas. Serbia triste sigue cautiva, secuestrado su futuro por los genocidas, aupada por un Handke elegante que veranea por Soria, da conferencias para mayor gloria y «justicia para Serbia» y llora porque no se le mima. Él, que es el poeta y bardo del criminal, el que canta y llora por quienes mataban a otros por escribir y por hablar.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

TURISTAS DEL IDEAL

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 02.05.06

COLUMNA

«Fidel Castro, Hugo Chávez y Evo Morales están lanzados, su ofensiva revolucionaria en América Latina es total. Según los presidentes de Cuba, Venezuela y Bolivia, éstos no son momentos de achicarse frente a Washington sino de ‘ataque’ y de alianzas para frenar los intentos de Estados Unidos de extender la ‘maldición del capitalismo’ en la región. El sábado, los tres mandatarios firmaron diversos acuerdos económicos y políticos para ‘consolidar’ la revolución en Bolivia e impulsar en Latinoamérica un modelo de integración de izquierdas». Se podrá discrepar de la épica de la crónica. Pero nadie dude de que refleja el ambiente festivo en la cumbre del ensamblaje perfecto del trío de la bencina. Ayer, Evo Morales anunció la nacionalización de los hidrocarburos, lo que en sí no es ni bueno ni malo ni regular hasta que se expliquen sus consecuencias. Pero el entusiasmo ante tales medidas es incontestable también allende los mares. «Los tres líderes protagonizaron un maratón de discursos, todos ellos muy revolucionarios», reza la crónica. Según Morales, se reunieron «tres pueblos y tres generaciones de una misma revolución latinoamericana». Se le olvidó a otro presente, un líder que combina las dos vertientes de un pasado siniestro, sórdido y fracasado con un futuro igual de prometedor, aunque quizás el bueno de Daniel Ortega tenga más dinero en efectivo esta vez como presidente de Nicaragua para pagar silencios, comprar lealtades y asustar a quienes no ofrecen lo uno ni venden lo otro.
EE UU es, no cabe duda, muy culpable de este grotesco espectáculo de La Habana, en el que un dictador senil es celebrado por un golpista fracasado y caudillo bufón cargado de petrodólares y un presidente boliviano, sindicalista cocalero, que recaba dinero del criollo caraqueño y policía política del gallego cubano para enfrentarse al previsible despertar de sus propios electores. Washington ha ignorado trágicamente a América Latina. Ha desairado a sus aliados, otorgado triunfos gratuitos a sus detractores y mostrado un desinterés demoledor. Ha puesto a la defensiva a quienes abogan, conservadores o socialdemócratas, por el libre comercio y las libertades democráticas. Mientras, la demagogia militarista y antioccidental, con su palabrería izquierdista y heredera del peor populismo castrense latinoamericano triunfa. Sus caudillos compran armas, municipios, votos y voluntades con el dinero con el que Chávez avasalla a la región y se inmiscuyen de forma masiva y zafia ahora en Perú como hicieron en Bolivia antes. Cuentan, y esto es lo grotesco, con el aplauso de cierta izquierda europea salida de las páginas de Turistas del ideal, esa gran crónica de una lacerante inmundicia intelectual omnipresente de Ignacio Vidal-Folch. En Madrid se ha celebrado un acto de menos enjundia pero similar calaña con la presentación de una hagiografía de Castro de uno de los más transparentes santones de la manipulación izquierdista del siglo pasado, otro Ignacio, éste Ramonet. Los asesinos Videla, Pinochet y Stroessner nunca tuvieron en Madrid bardo y corte semejantes.
Así las cosas, ¿Por qué iba a llamar el embajador de España en Cuba para interesarse por su situación a Marta Beatriz Roque, una septuagenaria a la que acaban de apalear los sicarios de Castro, por cierto una señora, como tantos de los opositores perseguidos y encarcelados por el comandante, mucho peor tratada que la compañía Repsol en La Paz. El trío de la bencina, todos ellos aplaudidos por nuestros profesionales turistas del ideal, parecen reaccionar ante las buenas palabras como nuestros chicos de la gasolina. Cuando se premia a la dictadura y a la acción de fuerza se prima y fomenta lo que siempre se dio en llamar rufianismo. Y si el mejor ejemplo vivo de rufianismo político que hoy existe en España es don Arnaldo Otegui, la banda de La Habana, desengáñense, no tiene otros hábitos de conducta. Tampoco sus víctimas. Marta Beatriz Roque, un ejemplo de dignidad, espera la misma llamada, por cierto, que el concejal de UPN de Barañain. De solidaridad y vocación de defensa frente a ese rufianismo. Al final va a ser que tienen mucho que ver los aplausos al izquierdismo bayonetero e incendiario, el relativismo jurídico y político con que te pierdan el respeto y te quiten la cartera en el subsuelo del altiplano y por muchos otros callejones.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

“QUEREMOS TRABAJAR CON EE UU EN ORIENTE PRÓXIMO”

Por HERMANN TERTSCH

El País,  Madrid, 26.04.06

ENTREVISTA: AMER MUSA | SECRETARIO GENERAL DE LA LIGA ÁRABE

«La situación es grave en Palestina, pero hay que buscar salidas y no pasan por acorralar a Hamás»

«Con crisis como la de las caricaturas, cobra sentido la idea de la alianza de civilizaciones»

El secretario general de la Liga Árabe, el veterano diplomático egipcio Amer Musa, participó el lunes en el acto de presentación de la memoria del primer encuentro sobre diálogo entre civilizaciones que, organizado por la Fundación Atman en octubre pasado, reunió a centenares de personalidades de todo el mundo. En Madrid, antes del acto de presentación, Amer Musa habló con EL PAIS sobre las inmensas dificultades de este diálogo entre culturas, religiones y civilizaciones que tanto lastra las relaciones internacionales.

Pregunta. Entre octubre, cuando fue el encuentro de la Fundación Atman, y la publicación ahora de las conclusiones parece realmente que todo ha ido mal para este diálogo de las civilizaciones, y especialmente entre las democracias europeas y el islam. Caricaturas, manifestaciones, asaltos, las relaciones parecen peor que nunca. Hace unos días decenas de miles de belgas se manifestaron en protesta porque un joven había asesinado a otro para arrebatarle un reproductor de música. Aquella reacción sólo es pensable por el hecho de que el agresor era magrebí. Estaremos de acuerdo en que esta relación se ha envenenado mucho de un año a esta parte. ¿Cómo hemos llegado tan lejos?
Respuesta. Mire, es ésta una cuestión complicadísima. Hay 1.000 razones de las que depende. Y la escalada es grave. Por un lado tenemos unas diferencias políticas objetivas muy grandes entre países occidentales y países árabes. También están las diferencias religiosas. Existe, es un hecho, ese choque de civilizaciones en gran medida, hay mucho de cierto en todo ello. Pero sobre todo lo que hay es una inmensa frustración, en ambas partes. Uno encuentra hoy muchos incidentes como el referido por usted en Bélgica. ¿Cuántas personas son agredidas por su aspecto árabe en ciudades europeas? Son tantos los inocentes que sufren agresiones en nuestros países, aquí y allí. Tiene razón en que hay veneno. Todos somos responsables. En una situación así, enferma como dice, no hay un culpable y un inocente. Cuando hay esas agresiones, estas víctimas por ambas partes, tenemos que afrontar juntos la epidemia que nos afecta a ambos.
P. La crisis de las caricaturas ha sido un hito en esta escalada. Tuvimos esos dibujos y una extrema escalada de las reacciones. Asaltos a las embajadas y demonizaciones. Ninguna organización, ni la Liga ni la UE, ni la ONU, fueron capaces de reaccionar ante la situación.
R. Creo que ante este tipo de situaciones cobra sentido la idea de la alianza o el diálogo de civilizaciones, de Zapatero o de Erdogan [primer ministro turco]. Se trata de buscar una alianza contra los extremistas en general. Si me pregunta si existe hoy el choque de civilizaciones tengo que decirle que se está produciendo, pero entre las alas más extremas de nuestras civilizaciones. Todas nuestras civilizaciones y sociedades tienen alas extremas con intereses muy concretos de provocar esta confrontación.
P. Pero la sociedad occidental condena y se moviliza contra las agresiones de sus propios extremistas, mientras en el islam no vemos reacción de los moderados contra los excesos de los radicales. ¿Por qué tenemos siempre la impresión de que en el islam son los radicales quienes siempre se imponen?
R. La sociedad civil en los países árabes se halla en un estado incipiente, pero comienza a jugar un papel cada vez mayor. La reacción en las democracias contra sus radicales tendrá su equivalente en nuestros países en unos años. A ustedes en pleno siglo XX les costó mucho movilizarse contra el nazismo cuando éste se hizo con Europa. Nosotros seremos más rápidos.
P. Otra de las cuestiones lacerantes es la reciprocidad. En Europa muchos se preguntan por qué se acepta que los saudíes no toleren una iglesia en su país y el islamismo presione, y acosa, a cristianos en sitios que van desde Indonesia a Palestina, y en Europa los saudíes construyen mezquitas sin parar. Sería muy efectivo que la parte islámica reconociera esta diferencia de trato que se da.
R. Tiene razón. Se dan estas situaciones, pero en Egipto, Líbano y Jordania, hay muchas iglesias.
P. Desde hace siglos, señor Musa. En continuo retroceso.
R. No creo que sea así. Y desde luego no en Egipto. Pero en todo caso, si existe un conflicto de este tipo, tenemos que plantearnos en diálogo los agravios. No se trata de una iglesia o una mezquita. Es cuestión del trato.
P. ¿Han fracasado las organizaciones internacionales?
R. Mire, las organizaciones internacionales no estábamos preparadas para estos cometidos. Pero después de la caída del muro, del fin de la Guerra Fría, hubo quienes necesitaban un enemigo al que disparar. Así comenzó la cosa, y después llegó el 11 de septiembre. ¿Quién disparó primero? Aquí se separan las opiniones. Podemos remontarnos en los agravios indefinidamente. No sirve de nada.
P. Irán quiere ser potencia nuclear y su presidente tiene la retórica de Bin Laden.
R. El problema no es un Irán nuclear sino la situación nuclear en todo el Oriente Próximo, incluido Irán, Israel y todo aquel que lo pretenda.
P. Señor Musa, sólo hay un jefe de Estado que ha asegurado su voluntad de querer exterminar a otro Estado, y es el presidente de Irán. Esto cambia las cosas.
R. Tiene razón. Pero recordemos que en 1973, en guerra, se abrió cierto arsenal nuclear. Ahora no hay evidencia de que Irán quiera tenerlo.
P. Si lo dicen a diario.
R. No es cierto. Dicen que quieren la energía nuclear y la tecnología. Irán tiene ese derecho. Nosotros [la Liga Árabe] estamos hablando con los iraníes y con los norteamericanos. Y desde luego no creo en una acción militar. No podemos demonizar a Irán, pero también decimos claramente a Irán que no puede ir más allá de ciertos límites.
P. En Palestina todo apunta a que puede haber una guerra civil.
R. La situación es muy grave. Pero hay que buscar salidas y no pasan por acorralar hoy a Hamás. Todo Gobierno merece siempre los cien días. Al Gobierno de Israel se le darán.
P. Mala cosa si Hamás llama cómplice de Israel a su presidente, Mahmud Abbas.
R. Deploro comentarios de ese tipo. Todo esto sólo obstaculiza soluciones necesarias. Pero la cooperación debe ser de todos. La situación es grave. Necesitamos la cooperación de los europeos. Pero necesitamos a Estados Unidos. Nuestros cauces de diálogo con ellos son ahora más fluidos, pero además, y en esto quiero insistir ahora una vez más, EE UU no es nuestro enemigo. Tenemos diferencias políticas. Somos muy críticos con su política en Palestina, pero queremos que quede claro que nosotros queremos trabajar con los norteamericanos por el bien de la región.
P. Y en Irak?
R. También en Irak. Creo que se han hecho avances. Pero no hay que quitar sólo el dolor de cabeza sino curar la gripe.

Amer Musa, en un momento de la entrevista. BERNARDO PÉREZ

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

KEMP, MACLEAN Y EL ‘ZÜRCHER ZEITUNG’

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 25.04.06

COLUMNA

Perdí de pista al pequeño de los Ramadami, mi querido Agim, hace ya casi diez años y me cuentan que ha de vivir hoy en Nueva York hecho un millonario, si no lo han matado antiguos amigos y por supuesto compatriotas. Siempre fue compañero incondicional, tierno, buen hijo y luchador como exige la sangre a algunos clanes albaneses y en todo caso a ellos, a la inmensa tribu de tosks de Agim que hoy pululan tanto por el Bronx, como en Nueva Jersey, zonas de Tirana, inhóspitas o fieramente sofisticadas, en las montañas malditas que vuelcan al Kosovo, al campo de los Mirlos de Pec y Prizren en el norte y a la gran sierra oriental hacia la Macedonia de Tetovo. Ayer, un diario que los Ramadami jamás leerán, el Neue Zürcher Zeitung, describía toda una ceremonia de dignidad en Rumanía por las víctimas del comunismo. Ese serenamente maravilloso diario hacía un gran homenaje a las víctimas de una ideología que aún defienden obscenamente quienes condenan a sus clones nazis.
Los Ramadami cumplen al pie de la letra aquella sentencia máxima del legendario Peter Kemp que le pude escuchar cuando, ya octogenario, caminábamos juntos sobre cascotes ardientes en la ciudad de Shkodra. Los niños hacían palanca desesperadamente para romper una pared que seguía más o menos entera. «Los albaneses»-dijo aquel mi gran Kemp con la causticidad británica necesaria- «tienen la suficiente vocación y tradición destructora como para aniquilar a cualquier amigo o enemigo. Pero con el mensaje comunista todo resulta aparatosamente perfecto». Kemp, el jefe de operaciones especiales del Gobierno británico y enlace ante los partisanos durante la segunda Guerra Mundial, se había dedicado muchos años con máxima efectividad a generar cascotes masivamente por todo el país. Había volado puentes, casas y túneles, acribillado a balazos a decenas de alemanes y dirigido operaciones de represalia contra civiles que colaboraban con italianos o nazis. Después ya, al contrario que su compañero de armas Fitz-Roy Maclean, enlace de Churchill tan emocionado con Tito, Kemp se montó la guerra por su cuenta contra Enver Hoxha, pese a las órdenes del Estado Mayor británico. Por supuesto se convirtió también en enemigo de Tito y del ejército de asesores soviéticos que Stalin había enviado a la región.
Fitz-Roy Maclean era un genio británico de la palabra de ese siglo de decadencia que es el mejor que jamás tuvo el Imperio. Vino, como Kemp, antes de morir a los Balcanes de sus glorias, de su juventud y de su increíble vocación de hombre libre que sigue conmoviendo a quienes los conocieron y hoy leen. Maclean escribía mejor y desde luego era más petulante que Kemp. Y la petulancia iba pareja con el compromiso con las más estupendas soluciones para hacer casar los intereses de Churchill con los de Tito. Kemp supo que el Partido Comunista Albanés y las bandas con seudónimos estaban secuestrados por una ideología ya entonces tan criminal como aquella que combatían, la nazi, que había hecho proyecto industrial de la liquidación del individuo y el exterminio de las culturas. Kemp no quiso estar jamás en la foto de comunistas y nazis juntos repartiéndose Europa. Sabía que habría guerra entre los miserables. Pero no era para él la fotografía de Ribbentrop y Molotov la apuesta del futuro. Esa imagen habría de perseguir a Europa, a quienes aplaudieron y a quienes callaron por miedo o conveniencia. Como harán otras. Los nazis tienen, gracias a la victoria de 1945, garantizada la condena de toda la civilización. Que aún algunos se presenten a unas elecciones con un nombre de película de miedo como Refundación Comunista debiera avergonzar a un continente que aún no se ha liberado de sus fantasmas… En la sierra albanesa los comunistas solían hacer grandes hogueras y echar a los prisioneros en viejos barriles de combustible llenos de agua hirviendo hasta sacar los huesos blanquecinos y limpios de carne, atados por el cuello. Los Ramadami se acuerdan y llorarían de emoción ante el acto de dignidad de un periódico suizo recordando la tragedia de media Europa y recordando las miserias de tanta memoria selectiva.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

EL DILEMA ABIERTO

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 18.04.06

COLUMNA

Estamos en ello señores. Tiempos interesantes como si de la mejor maldición china se tratara. Lo diga el admirado Seymour Hersh en el New Yorker o nuestro inolvidable Félix Bayón en su adiós por Marbella. Estamos ante un muy soberano conflicto que cada vez tiene menos visos de poderse arreglar con buenas palabras y maneras y que afecta a la seguridad de todos hasta el punto en que, si todo fuera realmente mal, nadie tendría por qué volver a preocuparse de nada. La proliferación del arma nuclear hace de este aparato un arma convencional, y liquidada la mutua destrucción asegurada (MAD) que era la promesa cariñosa de lealtad entre Estados Unidos y la Unión Soviética durante la guerra fría, nadie puede estar seguro de qué hace quién con qué en la cocina del uranio. El Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA), junto al Danubio, comienza a recordar la decadencia de su otrora lujoso y omnipotente economato.
El ambiente internacional tiende al menos esta vez a no ocultar la irritación. Algunos tienen el valor de mostrar su miedo. Muchos están dispuestos a cada vez más. La evidencia de que es así resulta rotunda y ante declaraciones como las que se suceden de Teherán y Washington, de Jerusalén y París, es difícil considerarlas disparates improvisados. Habrá quien la niegue. Si la paz de Westfalia se dinamita en apetito de terreno, la paz -ya fenecida- que nos ha deparado esta época de bienestar -tras la hecatombe de dos guerras mundiales- siempre a los más favorecidos, se disuelve ante la energía que ya no está siquiera en los más de 70 dólares del litro de sangre de civilización sino en el átomo. Dicen que hasta los socialistas europeos tienen ya meridianamente claro que habrán de defender la energía nuclear para fines pacíficos. Y que aún no se atreven a hacerlo.
Lo que aún nadie sabe es cuánto tiempo habrá de pasar para que los ciudadanos, partidos y gobiernos de las grandes democracias europeas se tengan que enfrentar con la posibilidad, ya no abstracta, de utilizar la energía nuclear con fines militares, y no como amenaza, sino como arma ya definitivamente convencional y para mantener, sabemos que suena terrible, el orden en un planeta en el que cada vez más fuerzas políticas, ideológicas y religiosas huyen hacia la nada. La alternativa al uso convencional del arma atómica está en un tratado de represalia masiva hacia el Estado o poder que haga el primer uso. Esto comienza a ser cada vez menos probable porque son más los Estados que consideran el arma nuclear como su primera opción de seguridad y la represalia nuclear. Las armas atómicas fueron un invento que pudo parecer a muchos diabólico pero que nos impuso décadas de ese gran proceso obligatorio de reflexión que impide probablemente la mayoría de los sufrimientos. Herramientas de dos para darse miedo y no tocarse. Hoy son armas en poder de cada vez más amigos y enemigos de los viejos propietarios y que comienzan a ridiculizar en su proliferación al modelo T de Ford que nos trajo la universalización del automóvil. Es improbable que, emprendido este camino, pasen muchos años antes de que alguna circunstancia haga estallar una nueva bomba atómica y que no sea como fueron Hiroshima y Nagasaki, privilegios de gran potencia en situación irrepetible. Es absurdo pretender que aquellos países que luchan por sobrevivir, por no hundirse definitivamente ante el mundo y sus gentes en la terrible carrera de la prosperidad, renuncien al mejor mecanismo de lograr prestigio, poder y cierta imbatibilidad para sus acciones laterales.
Hay lo que viene a llamarse una escuela de pensamiento occidental, en Europa, ante todo, y en los barrios más confortables y liberales del resto de las democracias del mundo, muy dadas a deliciosas disquisiciones compasivas, que aseguran que mil veces será maldito aquel que levante la mano contra criaturas acosadas como el presidente de la República Islámica del Irán, Mahmud Ahmadineyad o el primer ministro del Gobierno palestino, el líder de Hamás Ismail Haniya. Pero es posible también que el juego haya cambiado sin que lo noten estos elegantes señores y los enemigos citados obliguen a respuestas y no muy lejanas. Contundentes y por parte de esa otra escuela de pensamiento que cree que si alguien tiene que utilizar el arma atómica habrá de ser quién no la quiere para exterminar al adversario. Y el dilema ya esta abierto.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

FÉLIX BAYÓN, EL HOMBRE QUE RIO MIL VECES

Por HERMANN TERTSCH

El País  Lunes, 17.04.06

NECROLÓGICA

Periodista y escritor, fue corresponsal diplomático de EL PAÍS y obtuvo notable éxito con sus novelas, una de ellas llevada al cine

Félix Bayón fue primero periodista y ejerció en diversos medios. Luego, novelista de éxito. Con Adosados fue finalista del Premio Nadal, la llevó al cine Mario Camus, y su guión, del que fue coautor, fue premiado en los festivales de Chicago y Montreal. Después, con Un hombre de provecho, logró el Premio Ateneo de Sevilla, y hace un mes presentó su último libro, De un mal golpe, una historia policiaca ambientada precisamente en Marbella.
Hace apenas diez días su risotada -toda una masiva batería de risa buena, limpia y amplia- sobresaltaba literalmente a los transeúntes en la esquina de las calles de Serrano y de General Oraa. Sentado en una mesa de la recién abierta terraza del Hevia de Madrid, en un mediodía luminoso, Félix Bayón casi asustaba a los clientes y peatones desconocidos con su risa rotunda y su entusiasmo tan genuino y contagioso. Tenía motivos este hombre de suerte para ser especialista en ésta una de las principales expresiones de felicidad humana. Que Félix Bayón muriera el sábado en Marbella, a la edad de 54 años -que tan temprana ya se nos antoja- y haya dejado un vacío infinito a Sagrario, su mujer, y a su hijo, Pablo, y también una definitiva ausencia a quienes le conocimos, quisimos y gozamos como amigo, no debiera hacer olvidar a nadie que este hombre ha vivido más y mejor que la mayoría, también de los longevos. Porque la ciencia le regaló en 1992, con un trasplante -«con un corazón de un maravilloso vasco fuerte y jovencito», como solía decir con pudorosa emoción- 13 años, 13 regalos maravillosos cultivados día a día con infinita gratitud, inteligencia y emoción, en los que este amigo creció hasta cotas de humanidad que le hacían un ser tan completo en la lúcida y plácida degustación de la vida y sus más genuinos bienes y virtudes como perfectamente inasequible a los ataques del desaliento y el miedo y por supuesto a la agresión externa de la mezquindad.
Si Félix hubiera muerto cuando le falló su primer gran corazón, se habría ido ya como algo más que lo que nuestro común y siempre recordado amigo y maestro Francisco Eguiagaray llamaba con sorna una «estupenda promesa»: «Magníficos inicios con derroche de talento, sin tiempo para defraudar y la culpa achacable a la muerte». Como Eguiagaray y otro amigo de Moscú, Hernán Rodríguez Molina, también muerto hace poco, tenía Félix un concepto cuasirreligioso de la amistad como también un sentido de la ecuanimidad que lo hacía inasequible a compromisos más o menos aviesos con la realidad y desde luego perfectamente incapacitado para el baile del sectarismo. Todo ello lo convertía en esencialmente incompatible con algunos de los usos y costumbres más habituales de la profesión hoy en día.
Pero fue después de aquella muerte abortada en julio de 1992 cuando Félix resurge a la vida con un as del que carece la inmensa mayoría de quienes en su generación y en las posteriores, entraron en el periodismo como en un campo de caza sin veda alguna y hoy son menos libres que las colecciones de presas que tienen en casa disecadas. Félix pasó los últimos 14 años de su vida pletórico de lucidez, generosidad, humor, inteligencia y libertad. Por eso se podía reír tanto y tan bien hasta un minuto antes de morir. Le ha dado tiempo a mucho más que a conocer mundo, hacerse un nombre como periodista, cosechar unos éxitos en la novela -la última esa profecía marbellí que es De un mal golpe– que iban a más y de los que hablaba con tanto interés como inteligente desapego. Su primera novela, Adosados, fue finalista del Premio Nadal de novela en 1995, fue llevada al cine por Mario Camus, y su guión, del que fue coautor, fue premiado en los festivales de Chicago y Montreal. Con otra de sus novelas, Un hombre de provecho, consiguió en 1998 el Premio Ateneo de Sevilla, y hacía un mes había presentado su último libro, De un mal golpe, una historia policiaca ambientada en Marbella.
Supo muy pronto que le interesaba a este gaditano nacido en el año 1952 aún en plena era de plomo. Se fue a Madrid a estudiar Ciencias Políticas y Periodismo que aún cogió en las postrimerías de la Escuela Oficial. Trabajó en el Diario de Cádiz, en Informaciones y en Le Monde, antes de unirse a nuevos proyectos, como muchos otros de aquellos jóvenes periodistas pletóricos de ansias de libertad de información y de expresión en todos los campos, pero también de honestidad, de transparencia y de decencia para sacar a España de su postración y subdesarrollo y a la sociedad de su miedo y su ignorancia. El principal de estos proyectos fue sin duda EL PAÍS y Félix Bayón estuvo en el mismo desde un principio con una capacidad profesional, un entusiasmo y una cultura que lo convirtieron en enviado especial en mil conflictos desde el conflicto del Sáhara a la caída del Sha en Teherán. Después se convirtió en el corresponsal de EL PAÍS en Moscú, corresponsal diplomático y jefe de cultura.
En la referida comida en Hevia hablaba emocionado del buen alemán que habla su hijo Pablo que apenas tenía dos años cuando tenía previsto morir por primera vez. Su casa en Marbella parecía una mansión romana en la que Félix y Sagrario habían creado un microcosmos de equilibrio, inteligencia, humor y calidad culta en el que Pablo ha gozado de un lujo que lógicamente no puede ni intuir. Sin solemnidades hablaba Félix de su suerte que sin duda tuvo siempre y le habríamos deseado más larga porque más completa era imposible.
Tantas veces rió durante el mencionado almuerzo en su breve estancia en Madrid que es imposible saber si lo hizo con más fuerza al despotricar sobre el pozo negro de lujo de Marbella, al recordar a colegas hoy triunfantes, más o menos respetables, al comentar piruetas grotescas de la política nacional o rememorando escenas gloriosas con amigos muertos. Nuestro Peter Ustinov gaditano, nuestro sabio y generoso Félix Bayón tenía siempre mil motivos por los que reír.

FÉLIX BAYÓN
Félix Bayón (Cádiz, 1952) estudió Ciencias Políticas en la Universidad Complutense y Periodismo en la Escuela Oficial de Madrid. Tras ejercer en Diario de Cádiz, Informaciones y Le Monde, se incorporó a
EL PAÍS con el lanzamiento del periódico hace 30 años. Fue corresponsal en Moscú, corresponsal diplomático y jefe de la sección de Cultura. Colaborador de la cadena SER, en la actualidad pertenecía al consejo editorial de Grupo Joly. Falleció de un infarto de miocardio el pasado sábado en Marbella.
Félix Bayón. JUAN CARLOS CAZALLA
Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

LA ANOMALÍA COMO NORMA

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 11.04.06

ELECCIONES EN ITALIA

La derrota de Silvio Berlusconi en las elecciones italianas comenzó a ser plausible cuando se equipararon el miedo a un Gobierno caótico de una coalición izquierdista variopinta y el pánico ante otra legislatura bajo la dirección de un hombre que siempre fue muy especial, pero que ya es mucho más que excéntrico. Los resultados provisionales demuestran que los miedos son casi parejos, dividen en dos mitades prácticamente iguales a los italianos y auguran inestabilidad o parálisis.
La democracia italiana ha soportado épocas de poder y encumbramiento de mafiosos de sacristía, cleptómanos socialistas, logias multicolor y organizaciones de saqueo en autoservicio. Pero la anomalía como norma, que esa sociedad tan profundamente civilizada que es la italiana podía soportar sin mayores traumas ni dramatismo, puede causar daños irreparables al sistema bajo el mando de un propietario. Si no se puede querer a dos mujeres a la vez y no estar loco, más difícil aún es mantener la cordura cuando hay que luchar a diario por saber si se está en sesión del consejo de ministros o de administración. Si el deterioro de la calidad democrática debido a la concentración de poder político, económico y mediático en sus manos ha sido evidente, cinco años más en el cargo pueden convertir a Berlusconi en una amenaza para la esencia misma de la democracia. Resulta metafísicamente imposible que un ser humano en sus circunstancias no haga trampas en defensa de lo que considera sus intereses vitales. Este argumento ha sido el principal de la Unión.
El desmoronamiento del mapa político de la posguerra hizo posible la llegada a la política y al poder de un Berlusconi que dio una opción al electorado de centro derecha, que había quedado huérfano. Pero la reordenación de ese mapa está lejos de haberse realizado. Il Cavaliere ya fue derrotado en su día por Il Professore, y volvió años después de que Romano Prodi cayera víctima de diferencias dentro de una coalición tan variopinta como la actual, cuyo único denominador común real es la fobia a Berlusconi. Tras una campaña a cara de perro, las elecciones pueden no haber resuelto nada. Habrá que ver si esta vez, de tener mayoría en ambas cámaras, una hipotética coalición bajo Prodi es capaz de aguantar una legislatura votando unida en el Parlamento, o si algunos grupos se lanzarán al secuestro del Gobierno para políticas cheguevaristas en la economía o la política exterior que rompan la mayoría a corto o medio plazo.
En cuanto a Berlusconi, no ha cosechado este resultado, tras una legislatura en gran medida fracasada, por el entusiasmo que produce, cada vez más histrión y caricatura de sí mismo, sino porque es la única opción para evitar una alianza que genera temores que no consiguen paliar el prestigio y la bonhomía de Prodi. Han votado al primer jefe de Gobierno de su historia que ha aguantado una legislatura completa y que se niega tanto a la experimentación social como al inmovilismo. Italia está antigua. Pero no corre hacia atrás, como le pasa a Francia.
La anomalía como norma comienza a ser un lujo que solo los europeos parecen poder permitirse. Se suceden los reveses. Ayer, la fatalidad acabó con una de las mejores promesas políticas de Europa, el nuevo líder del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), Matthias Platzeck, que deja cargos y actividad por un problema coronario. Ayer también se consumó la enésima derrota de la República Francesa en su lucha contra la realidad. Más patéticos que el derrotado Berlusconi se antojan los vencidos Chirac y Villepin. Y no menos esos sindicatos y estudiantes que creen haber ganado algo. A algún rincón de Europa solo le faltan ya los ritos indigenistas para hacer parque temático. Berlusconi es sin duda un espectáculo, pero está muy claro que no es el único.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

LA CANCILLER, EN MAGNITOGORSK

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 04.04.06

COLUMNA

Angela Merkel, canciller de una gran Alemania democrática, nacida en el este de la nación, es producto de un Estado y un régimen fenecidos que adoraban la energía, abominaban del comercio y veneraban la electrificación -ese flujo de la fuerza y el poder-, encumbraban el determinismo ideológico, en el que el movimiento del peso -energía y acero- eran prestigio y honor y fomentaban, alimentada por la fuerza del carbón, del acero y la policía, la intimidación y el control de la sociedad. Gerhardt Schröder, su antecesor, es un producto algo mayor, de una especie, la posguerra marca, en la que todo valía para salir de la postración. Recuerdan estos dos alemanes con sus cuitas energéticas lo que parecen anécdotas literarias, luchas sin piedad que se desarrollaron antes de que nacieran ambos, en la primera mitad del siglo XX. Eran aquellas pugnas ideológicas por controlar esas energías unos conflictos que muchos ya no recuerdan pero que vuelven ahora a mover el mundo en las guerras por el petróleo, por el gas y cada vez más, por el agua y el espacio y por la voluntad de domeñarlos.
Angela Merkel convocó ayer la primera cumbre energética celebrada en Alemania en un cuarto de siglo -la primera en toda la nación desde las hechas en guerra por el nazismo- para buscar nuevos conceptos generales para canalizar el flujo sanguíneo de la sociedad moderna en un país que como pocos cada vez se siente más expuesto en sus suministros. No hay tabúes, no hay tema intocable, es la divisa, dicen quienes buscan en Alemania un gesto que rompa con la parálisis de toda iniciativa energética real en la Europa de los últimos treinta años. No vale ya la triste soflama del ahorro porque es intimidatoria y porque es mentira. Para que Europa y Alemania como su principal garante sean libres han de tener fuerza para poner condiciones a sus suministradores de petróleo y gas pero también para producir ellos mismos. En fuentes alternativas y en la nuclear, aunque en la reunión ahora convocada aún se hable en voz baja sobre ella. La decisión de replantear el desarrollo de una energía nuclear en Alemania no va a poder paralizarse mucho más tiempo por izquierdismos milenaristas, vocaciones antitecnológicas o movimientos agropecuarios propios de los años ochenta.
Merkel quiere afrontar este reto sin orejeras, ni los miedos existenciales que han angustiado a la política de energía de Alemania desde que el más lúcido y libre de los líderes políticos en este terreno, Helmut Schmidt, se resignó a que los alemanes se hundieran en sus miedos. El viejo ex canciller -le ha sucedido casi siempre- iba por delante de sus tiempos. Pero la canciller sabe, al menos desde principios de año, que no puede dejarse extorsionar por Rusia, porque las amistades de Schröder pueden ser, además de terriblemente obscenas y humillantes, letales para la intendencia de las democracias europeas. Los centroeuropeos se alarmaron con razón ante el compadreo de Schröder y Putin, porque si Ucrania, Hungría, Chequia o los bálticos no influyen en los pactos energéticos de los dos gigantes. Surge el fantasma de Brest-Litosvk y todos debemos temer que los grandes nos atropellen.
Si resulta peligroso someterse a los caprichos de una teocracia fundamentalista, no lo es menos creer que un chekista ambicioso va a ayudarte en un momento de angustia o apagón. Las amenazas en los países productores de petróleo en el mundo islámico se disparan. Pero ya está meridianamente claro que la vulnerabilidad de Europa, especialmente de aquellos países que sufrieron bajo el régimen soviético, es enorme con cualquier capricho de una Rusia dominada por el creciente poder autoritario y expansionista de Vladímir Putin. La principal potencia democrática del continente ha de tomar decisiones probablemente al margen de la angustiosa introspección francesa, pero consciente de que garantizar las fuentes de energía de nuestra sociedad libre en el futuro determinan nuestro bienestar, nuestra libertad y que el futuro de nuestras futuras generaciones nunca tengan que recordar monstruos como Magnitorgosk.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

LA SECURITATE AÚN MANDA EN RUMANÍA

Por HERMANN TERTSCH

El País  Domingo, 02.04.06

REPORTAJE

La policía política de Nicolae Ceaucescu, disuelta oficialmente en 1990, es un gran ‘lobby’ de gestión política y de empresas

Acaba de fracasar el enésimo intento de abrir los archivos de la dictadura

Una vez más llorando. Una vez más indignado. El pasado martes, en la sede del Parlamento rumano, hubo un instante en el que al septuagenario Ticu Dumitrescu se le puso la misma cara que cuando escuchaba las sentencias que le condenaban a años de cárcel y deportación que sufrió bajo el régimen de Nicolae Ceaucescu. Sobrevivió en mazmorras en las que muchos morían y entre hombres que habían perdido toda condición y sentimiento humanos en su abismal encanallamiento inducido por el sistema penitenciario comunista. Pero dicen que el del martes fue de los peores disgustos de su vida. Revivió todas las pesadillas, con sus fantasmas y agujeros, con la misma impotencia pero muchísima más rabia que la que sentía en aquellos años -décadas terribles de plomo-, en los que entraba en prisión con la convicción de no volver a salir vivo.
Dumitrescu, el hombre que sobrevivió con coraje, dignidad y osadía más de 17 años en las cárceles de Ceaucescu es, después de esta semana, un hombre aun más frágil. A su edad y a su trágica biografía se suma ahora la creciente certeza de que ya no verá como salen a la luz los archivos de sus perseguidores y carceleros. Acaba de fracasar el enésimo y quizás último esfuerzo de Ticu Dumitrescu por abrir a la luz pública y la investigación los archivos de la Securitate. Todos saben que no se trata sólo de hacer justicia a víctimas y verdugos. También de quitarles a éstos un instrumento de poder inmenso que mantienen intacto.
En la cara de desolación de Ticu que dominaba el miércoles la portada de los diarios rumanos se reflejaba la derrota de este anciano ante la Securitate y la terrible actualidad del pasado, 16 años después de la caída y muerte de Nicolae Ceaucescu. «Ticu, vencido por los securistas», rezaba el titular de Romania Libera. Había un acuerdo de la coalición de Gobierno para que él presidiera el Consejo Nacional para el Estudio de los Archivos de la Securitate (CNSAS) y por fin se afrontara con honestidad y decisión este terrible lastre del pasado. Pero hubo traición por parte de algunos miembros de la comisión. La Securitate había vuelto a coger el teléfono. Por seis votos a cinco ganó por sorpresa el candidato del Partido Democrático, Corneliu Turianu, todo indica que más cómodo para que todo siga igual.
El primer ministro, Calin Popescu Tariceanu, ha pedido a Dumitrescu que no dimita como miembro del CNSAS. «Es un símbolo en la lucha contra el comunismo. La sociedad quiere que se sepa la verdad», decía en un desesperado esfuerzo por evitar el desmoronamiento total de los esfuerzos por lograr algo de transparencia y salubridad democrática. Pero parece ya claro que el presidente Balsescu está fracasando en esta lucha como ya le sucedió al bueno de Emil Constantinescu, bajo cuya presidencia se formó el CNSAS a imagen de la llamada Oficina Gauck que en Alemania hace un trabajo impecable de investigación y apertura de los archivos de la Stasi que todos saben imprescindible.
En Bucarest, a ocho meses de la fecha prevista para el ingreso de Rumania en la Unión Europea, volvía a manifestarse con rotundidad que la Securitate fue demasiado poderosa con el régimen que la creó y que su legado y vigencia va mucho más allá de los centenares de kilómetros de estanterías repletas de documentos, informes y grabaciones, producidos por la red de espionaje interior más densa jamás habida en un régimen comunista. La Securitate está viva, subdividida o no, ha sobrevivido presidentes y reformas y funciona hoy como una inmensa compañía que gestiona presiones, favores, influencias y chantajes a partir de la materia prima de que dispone, información. No son sólo datos de su antigua época. Gracias a su omnipresencia en el aparato y a la década de dirección ex comunista de la transición, su red nunca fue desmantelada. Su reforma en los Servicios Rumanos de Información (SRI) fue, para muchos, una simple mascarada ya que los responsables siguieron siendo los mismos, formados en la falta de escrúpulos de la que, en la década de los ochenta, acabó siendo la peor dictadura comunista de Europa. Si bajo las siglas del SRI se presenta una organización que se dice homologable con los servicios de información occidentales e integrado en los de la OTAN, los responsables del SRI no niegan la inmensa industria que ha generado la Securitate de forma paralela y que resulta decisiva en la lucha entre los partidos, en la lucha dentro de las estructuras de estos partidos, en los nombramientos políticos, en la toma de decisiones en la Administración, en la brutal competencia en la economía legal y por supuesto en la despiadada que se libra en la ilegal y sumergida.
Mientras Ticu Dumitrescu, conmocionado, tachaba de sinvergüenzas a los miembros del Partido Demócrata, del Socialdemócrata y de Romanía Mare que le habrían impedido acceder al puesto, no lejos del Parlamento, una joven morena atractiva y elegante explicaba frente a un café en un restaurante de la calle Plantelor que «sin duda las redes existentes se han utilizado y se utilizan en la lucha política y en la económica. A quienes hemos entrado en la organización para cambiarla desde dentro nos preocupa mucho. Sin la ayuda de estas redes es prácticamente imposible acceder a cargos relevantes en la Administración. Por eso estamos tan interesados en buscar siempre la explicación a un nombramiento o a un cambio de funciones». Adelina Papade es la cara amable de la Securitate, la única visible. Esta ingeniera química, con estudios en EE UU, fue captada por el SRI como «jefa de relaciones con las autoridades y las ONG». Su abuelo pasó siete años de trabajos forzosos en la construcción del Canal del Mar Negro, un proyecto de Ceaucescu que costó decenas de miles de vidas. Cuando la madre de Adelina se enteró de su nuevo trabajo dejó de hablarla durante meses. Su principal trabajo es intentar convencer a la opinión pública de que sus servicios secretos son como los de cualquier otro país. Con poco éxito. «Todos están convencidos de que sus teléfonos siguen controlados. Pero es cierto que nadie puede descartarlo».
En la cercana sede del Nuevo Colegio Europeo, que dirige el filósofo y ex ministro Adrian Plesu, se hacía muy patente la frustración por lo que se considera una nueva demostración de fuerza de una supraestructura implacable. Stejarel Olaru, director del Instituto de investigación de los crímenes del comunismo o Marius Oprea, asesor del primer ministro, constatan que las leyes de 16 años no han servido de nada. Los archivos no se abren. Han seguido bajo el control de quienes los hicieron, que los utilizan y amplían, modifican, cambian y venden, para mayor gloria y poder propios, de la Securitate.

DEL TERROR TOTAL A LA GRAN EMPRESA

El «experimento Pitesti» fue la primera gran operación de la Securitate cuando concluyó la fase inicial de represión que supuso muerte, prisión o huida al exilio para intelectuales, popes, militares, políticos burgueses y propietarios. En la cárcel de esta ciudad de Valaquia se organizó un proyecto piloto para la reeducación en la que jóvenes sospechosos, intelectuales o meramente inconformistas, habían de competir en torturar física y psicológicamente a los compañeros para hacer méritos que acortaran la propia condena.
Era una frenética competición entre los presos de abusos y malos tratos, de la humillación a la mutilación para quebrar toda empatía humana. El experimento concluyó en 1954 con la ejecución de presos de la Guardia de Hierro a los que se culpó de todo.
Desde entonces ha cambiado mucho la empresa que tan bien describió su máximo jefe, Ion Mihai Pacepa, en su libro Horizontes rojos, publicado en 1987, el espía de más alta graduación del Pacto de Varsovia jamás huido a Occidente. Pero todo el mundo sonríe en Rumania cuando se recuerda que en 1990 se decretó la disolución de esta «empresa» con 50.000 agentes fijos y 700.000 informantes, fichas de casi todos los rumanos adultos, contactos e ilimitado poder de coacción en la política, la Administración, el capitalismo de despacho o los bajos fondos.
Las clases política y empresarial saben que la Securitate está omnipresente y es omnipotente al impedir hasta hoy que las fuerzas democráticas accedan a su ingente base de información y desactiven así el inmenso poder que ejerce en la sombra con el tráfico de influencias, dinero y miedo.

El antiguo opositor Ticu Dumitrescu, seguido por jóvenes con una bandera del régimen de Ceaucescu, el pasado jueves en Bucarest. REUTERS

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

LA NOVIA DE MIRCEA ELIADE

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 28.03.06

COLUMNA

Mircea Eliade y Mihail Sebastian se pelearon hace una eternidad por una novia por las calles de Bucarest, ahora magníficamente primaverales en su único mosaico de joyas e inmundicias arquitectónicas que es el Bucarest que legó el hooliganismo del sátrapa comunista más agrario, aquel Nicolae Ceausescu, mecenas que aún recuerdan con cariño algunos comunistas españoles, siempre todos en la vanguardia de la historia. La pequeña París balcánica muestra con discreto orgullo toda la riqueza que, increíblemente, logró sobrevivir al fanatismo, la ideología, el resentimiento, la incultura, la desidia y la miseria resultante, y en algunas esquinas y plazas, como junto a la Facultad de Arquitectura o la Plaza Real, marca con orgullo aún algo estupefacto los lugares donde fueron asesinados estudiantes rumanos en aquellos días de diciembre de 1989.
Por allí en los años treinta, entre paseos con perros elegantes, lecturas muchas, conspiraciones en las redacciones y en los cuarteles y juergas hasta el amanecer, el joven Eliade se llevó al huerto a la señorita, humilló a un Sebastian enfermizo, pronto se alejó del colega cuando los amigos judíos no venían al caso entre camaradas de la Guardia de Hierro, publicó mucho y bien, emigró cuando las cosas se torcieron y publicó más y mejor, llegó a octogenario, norteamericano, rico, filósofo y erudito venerado. Sebastian estaba asustado y se lo había dicho a Eliade. Éste le consoló mucho tiempo, le amonestó por catastrofista y agorero. Y aseguró que todo iba bien. Sebastian se quedó sin novia, sobrevivió viviendo como un perro y milagrosamente al nazismo rumano y cuando éste cayó y lleno de ilusión iba a poder publicar su obra y abrirse al mundo con un alma limpia, y no como Eliade cómplice de los mataderos, murió atropellado en una calle en pleno Bucarest por un camión del Ejército rojo. El resultado es conocido: a Eliade, al matón con novia, el mundo lo venera con razón por su ciencia sobre el tantra, mientras los diarios de Mihail Sebastian, sobrecogedores y cuajados de sabiduría y amor, en España han vendido unos cientos de ejemplares. Tampoco es ilógico que Pericles Martinescu, amigo de juventud de ambos, muerto nonagenario hace poco, no interese con sus relatos escalofriantes Siete años como setenta de los diarios de 1948 a 1955, en los que, sudando de miedo, escribía para no volverse loco y después enterrar los folios en el jardín. Si en años anteriores la horda fascista rumana convirtió mataderos, estaciones y fábricas en infiernos en los que, de haber podido, los judíos habrían suplicado ir a Mauthausen, pronto la idea de progreso había cambiado de bandera y eran, salvo algunos dirigentes, los mismos los que mataban, violaban y robaban. Humanos todos, caro Primo Levi.
En una de las bellas callejas por las que a Sebastian no gustaba encontrar a Eliade con su novia, en Planterul 21, dirige el New Europe Collage un hombre tan inverosímil como los anteriores. Es Adrian Plesu. Ha hecho política en Rumania sin perder el alma ni la dignidad. Para muchos es el Vaclav Havel rumano, para otros un puro milagro. Pero el caso es que él ha conseguido, con esta institución, con el Instituto Cervantes, el Instituto Goethe y otras organizaciones, en el marco del Pacto de Estabilidad de Europa Suroriental, formar plataformas para debatir en Rumania sobre política, futuro, moralidad y víctimas. Nada menos. Decía ayer el gran Ivan Zvonimir Cicak, agitador contra los asesinos y sus socios, que sociedades que crecen en la obediencia nacionalista, en la humillación y el miedo no se recuperan si no perciben un acto de justicia, de inflexión correctora, que las vuelva a encajar la vida. Estarán enfermas siempre y, si no siempre abocadas a la guerra abierta, sí condenadas al miedo y al despecho. Si la vida nos reproduce la pugna de la novia de Eliade, es mejor morir solo. Porque triunfará el totalitarismo por colorida que sea su bandera.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

DE LENIN A GORKI

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 21.03.06

COLUMNA

Aleksandr Lukashenko, el presidente de Bielorrusia, fronteriza con la Unión Europea -aquí cerca- ha dicho que «arrancará la cabeza como a gallináceas» a los observadores internacionales que intenten poner en duda que las elecciones han sido una grotesca estafa. Tampoco quiere que nadie indague en fenómenos ahora usuales como la aparición inexplicada de adeptos a su persona y la desaparición física, por arte del birlibirloque, de los más valientes, insensatos u osados de sus adversarios. Reivindica nuestro criminal de Minsk el método científico de modificación de conductas que Lenin, Trotski y sus amigos idearon en los cafés de Zúrich y Viena mientras jugaban al ajedrez y que después hizo escuela en tantos regímenes a diestra y siniestra por todos los rincones del globo. El terror consecuente siempre ha sido efectivo a largo plazo. No para quienes se precipitaron que sólo generan pánico, un subproducto perecedero. Slobodan Milosevic tenía demasiada prisa. Sería el vértigo de su historia personal, el abuso de drogas y alcohol o la fatalidad de tener que exponer cartas en un interludio. No domeñó Slobo los tiempos. Lukashenko aguanta. Pasaron los años de plomo, como para Castro. Y ya tienen en Chávez, en Morales y pronto en algún caudillo peruano y ecuatoriano, un buen alumnado de quienes consideran que el estado de derecho y la seguridad jurídica son barricadas del enemigo, de los explotadores y la globalización, tan antipática y abolible ella.
Hoy vuelven a reivindicar -con eco y apoyo no sólo de nostálgicos comunistas, desesperados, descerebrados y marginales- la legitimidad, racionalidad y economía de esta forma de gobernar tan contundente. Quienes protesten contra las formas de persuasión que vuelven a imponerse -el poder creador, purificador y clarificador de la unidad de criterio, de la purga, la intimidación y el miedo- son al final figuras patéticas, perdedoras, como aquel Maxim Gorki que se atrevió a escribir a Lenin para interceder por unos kadets encarcelados y recibió la respuesta contundente de un Vladímir Illich que sabía que para hacer grandes tortillas hay que romper muchos huevos y para salvar al mundo, a la sociedad y a los individuos de sus propios pecados, costumbres y debilidades, hay que romper resistencias, voluntades, dignidades e incluso existencias. Relean la carta. Ahí tienen, con pulso literario, la lógica de Lukashenko, de su mentor Vladímir Putin, de Castro y Chávez, pero también de otros diseñadores como los que surgen osados de la nada en la izquierda autodefinida como posmaterialista. Resuena el timbre de la vocación depuradora. Lenin ridiculiza a Gorki. Le dice que los derechos de la patulea de intelectuales encarcelados -después ejecutados- que defiende el escritor no valen la tinta que usa y los desprecia frente a la suerte de los proletarios y campesinos que después él y su sucesor Stalin pero ante todo su vocación de poder y experimentación social asesinarían por millones.
«Castro vuelve a gozar de un inmenso prestigio en Latinoamérica», decía ayer con poco disimulado entusiasmo un vocero de radio en España, uniéndose al coro de los que hacen diariamente zapatetas virtuales porque han sabido de otro gran líder izquierdista, indigenista, nacionalista, militarista o costumbrista pero siempre antinorteamericano, antiliberal y nada corrompido por el cosmopolitismo. En Cuba, alegarán ofendidos nuestros renovados defensores de la obcecación estalinista caribeña, ya no hay desaparecidos. Aparecen en las mazmorras al cabo de un tiempo y cuando Castro fusila a un Ochoa, nos lo cuenta. Viva el crimen con taquígrafos. A Bujarin le dejaron decir hasta adiós. Lukashenko aún no guarda esas formas.
Los aquí expuestos son paralelismos inexcusables. Nada tienen que ver los desastres de la ingeniería social del pasado con las aventuras del nuevo experimentalismo izquierdista, dicen. Ni esos desprecios tan similares hacia sensibilidades, creencias y convicciones del enemigo. Quienes tachen éstas de mamarrachadas no son conscientes de su gravedad ni de las inmensas consecuencias que habrán de tener sobre próximas generaciones. Y quienes se opongan a ellas merecen el castigo de la denuncia, la picota, el ostracismo temporal y, en casos osados, seamos resolutos, la muerte civil.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

LA CONSTELACIÓN MALDITA

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 14.03.06

MUERTE DEL EX DICTADOR SERBIO

La causa de la muerte del prisionero enfermo que era Slobodan Milosevic en estos últimos casi cinco años de su vida carece de importancia. Salvo para los ilusos que aún crean que el suicidio podría haber supuesto para este individuo algún último amago de emoción residual. O su envenenamiento algo épico que reflejar en su triste legado. ¡Quiá! Ni suicidio, ni crimen sofisticado a todas luces fuera de lugar para la deplorable situación en la que se hallaba el asesino cautivo. Rudolf Hess, otro nazi, eso sí un enajenado más excelso, se suicidó a los 93 años, después de 45 como prisionero. Su muerte voluntaria a esa edad en la después demolida cárcel de Spandau tenía una innegable épica. Milosevic muere cual criminal rufián, vulgar en vida y muerte, sin misterio.
Como comentaba Bora Cosic, escritor y serbio con alma, lo terrorífico es tener ahora la certeza de que Milosevic, siguiendo los pasos de sus padres, comenzó a suicidarse muy pronto y de que apuntaba maneras de quererse llevar consigo a los demás. El genocida era previsible. Primero convirtió al tímido que era su hijo en un delincuente brutal y sin escrúpulos; a su hija cariñosa y apegada, en una neurótica que todo lo quería de inmediato; a tiros y humillando al prójimo. Para entonces dice Cosic, Milosevic era ya Macbeth porque Lady Macbeth, la novia de la infancia, su única mujer, su peor idea, Mira Markovic, lo había decidido. Según Cosic, antes de causar la muerte, torturas y destrucción a millones de personas de toda la región, Slobo se había ejercitado en el crimen en casa, en la calle Ucicka de Belgrado. «Su actuación recuerda a la de esos locos que rompen la vajilla en casa, desgarran los álbumes de fotos y los libros y al final echan gasolina por toda la casa y la prenden fuego».
Cosic, escritor, huyó asqueado en plena era triunfal del incendiario. Bajo Milosevic, su familia, su ejército, su policía, su país y su región, todos enloquecieron y fueron capaces de cosas que no se quieren o pueden recordar, porque avergüenzan y generan aún más odio a quien no las quiere olvidar. Hacen muy difícil mirar al futuro, verlo sin odio, sin asco, con un poco de esperanza. Pero hace tiempo que estalló en mil pedazos la constelación maldita que llevó al poder a este hombre sin escrúpulos y enfermo de poder, vulgar jugador que siempre apostaba más alto porque no sabía salir del juego. En realidad era un triste esclavo de las ambiciones y delirios de poder, propios y de Mira. Tierna ironía que cuando algunos quieren llorar a este monstruo surjan recuerdos tan bellos como las conmovedoras páginas del libro Dobri ljudi… («Buena gente en malos tiempos». Edit. Kailas) que ahora ven la luz y en las que Svetlana Broz, nieta de Tito, recoge las joyas de la emoción del drama creado por este mutilado de emociones. Alguien lamenta que Milosevic haya muerto y escapado así de la justicia. ¿Cuánto tenía que haber vivido y sufrido Milosevic para pagar todo el mal que sin necesidad hizo?
Tito mató y con gratuidad en lo que entonces se llamaba la recarga de terror, que era una inversión de miedo para la estabilidad futura. Milosevic mataba de otra forma, como si aquel proyecto de estabilidad por el terror de los antiguos comunistas le resultara una mezquindad casi burguesa. Él fue experto en humillar a personajes y personajillos que hacían cola ante su despacho para pedirle que matara menos o que «abriera un proceso de paz». La constelación maldita la crearon un pueblo victimista y nacionalista, un caudillo iluminado, lacayos por doquier, un entorno nacional e internacional de políticos débiles y divididos, una prensa cobarde y cómoda, unas elites emigrantes. Todos recuerden que si la constelación se ha roto es porque se derrotó -no convenció- a la voluntad del crimen. Y también que se entierra a uno, sólo uno, de los factores de tan abismal desgracia. Los demás permanecen.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

CAUDILLO IMPOSTOR EN LA GUERRA TRIBAL

Por HERMANN TERTSCH

El País  Domingo, 12.03.06

MUERE EL EX DICTADOR SERBIO

Prometió un pueblo unido en la religión y en la lengua, puro, no contaminado

Fue el principal responsable de que la sangre anegara toda la región

Líder precoz, mesías nacionalista, adalid del crimen étnico, genocida consecuente y asesino casi familiar. Además, cadáver casi joven. Slobodan Milosevic ha logrado la excepcionalidad pese a la demoledora vulgaridad de su persona. No se le puede negar una cierta épica a su facilidad con el crimen. Desde Hitler y Stalin, nadie había dispuesto de la vida y de la muerte con esta opulencia discrecional y actitud casi desenfadada. Fue un dios para el movimiento nacionalista serbio que emergió del naufragio del comunismo yugoslavista de Josip Broz, Tito. Y fue un monstruo -también dios- para sus víctimas en una región tan prolífica en monstruos.
Lo han hallado muerto en la cárcel en la que ingresó, en La Haya, un 28 de junio, en 2001, día de San Vito, Vidovdan, día de saga y leyenda. Su encarcelamiento no fue épico ni lo ha sido su muerte, aunque algunos lo pretendan. Ni siquiera se ha suicidado. Ha muerto de vulgar avería este hombre que hizo de su vida enferma la peste para su pueblo y los Balcanes. El día de San Vito sabe a tragedia serbia. Un 28 de junio, en 1389, el Ejército otomano aniquiló a las tropas del zar Lazar en Kosovo. En el Vidovdan de 1914, el serbio Gavrilo Princip mataba al archiduque austrohúngaro Francisco Fernando y se convertía en la chispa del gran incendio histórico que fue la Primera Guerra Mundial. Llegaron horror, comunismo, fascismo y holocausto.
Un 28 de junio, en 1989, en el 600º aniversario de la batalla de Kosovo Polje, Milosevic, vengaba al Zar Lazar y anunciaba la era en la que el serbio sería el amo y el albanés kosovar, el musulmán traidor y amigo del turco, el esclavo. Y su pueblo le creyó y siguió con entusiasmo. Era más que caudillo, era un mesías nacional. Para entonces los serbios habían sustituido la obligada foto de Tito por la del rostro aniñado. Se había consumado, en sacramento, la transformación del funcionario comunista en santo ortodoxo redentor. Ante un millón de serbios llegados de todos los rincones de lo que aún era Yugoslavia, Milosevic anunció poder, orgullo y hegemonía nacional. Dejó claro que los serbios ganaban en guerra y perdían en paz y que, por tanto, necesitaban la guerra redentora. Prometió un pueblo unido en la religión y la lengua, puro, no contaminado por influencias exteriores y dueño total de su tierra sagrada, aun emponzoñada por la presencia de seres inferiores y enemigos irreconciliables. La nación serbia bajo su mando volvería a sus glorias pasadas y a su armonía interna, a su arcadia en la que el espíritu de la nación, su memoria y su fuerza la harían invencibles frente a las amenazas de contaminación y los peligros de la modernidad y el cosmopolitismo. Este mensaje nazi pasó a ser la ideología del aparato izquierdista. Las masas querían luchar, morir y sufrir con él y por él. Lo han hecho. Nihilismo, odio, ambos. ¿Quien sabe? Él nunca se creyó su mensaje nacionalista. Como impostor acumuló dinero en el exterior y poder en el interior para aplastar a sus suyos.
Quienes conocieron a Slobo aseguran nunca haber conocido a nadie que mintiera con tanto aplomo, que despreciara tanto la vida ajena y las relaciones humanas en general. Su frialdad es ya legendaria como su capacidad de banalización de todo, lo grave, lo trágico, lo sagrado. En todo caso ha sido uno de los fenómenos más estremecedores de la segunda mitad del siglo XX. Algunos advirtieron que el problema era más psicopatológico que político. Milosevic es un caso paradigmático de cómo una cuestión de estructura enfermiza de personalidad de un individuo puede convertirse en tragedia colectiva, cuando logra tocar la fibra emocional de una sociedad frustrada, herida, victimista, ventajista, nacionalista, los sentimientos de la tribu enferma. Slobodan nació con mala estrella el 20 de agosto de 1941, en plena ocupación nazi, en la triste Pozarevac. Su padre era profesor de Teología; su madre, una maestra comunista. El padre se suicidó cuando Slobo era niño. Diez años después se quitaba la vida ella.
Slobo conoció en Pozarevac a una jovencita, Mira Markovic, que habría de ser su destino. Ayer, ella le lloraba en Moscú como víctima del Tribunal Internacional Penal. Ella que encargó matar hasta a Ivan Stambolic, el hombre que protegió todo pasó de la carrera de Milosevic el aparatchik titoísta. Aunque la madre de Mira había sido ejecutada por colaborar con los nazis, la familia Markovic formaba parte ya en los cincuenta de esa aristocracia comunista que una década después retrataría magníficamente Milovan Djilas en La nueva clase. Cuando los cimientos ideológicos comenzaron a quebrarse, muchos comunistas en Europa oriental buscaron refugio y coartada en el nacionalismo, tan propicio al totalitarismo, al abuso y a la violencia como el bolchevismo. La pareja Milosevic logró formar un tándem perfecto en la nueva ideología roji- parda, comunista y nacional-socialista a un tiempo. Ella, su única amiga le auguraba que sería «más que Tito».
Milosevic ha muerto sin ser condenado por genocidio, crímenes de guerra y contra la humanidad. Pero no en impunidad, que era lo capital. Fue el principal responsable de que la sangre anegara toda la región al lanzar el proyecto de supremacía étnica y nacional serbia. Milosevic entra en la nutrida galería de los grandes criminales modernos. Habrá que estudiarlo a él, a sus cómplices y a las masas enfervorecidas. Pero también a aquellos que le ayudaron, a quienes tanto gustó negociar con él y negaban fuera un peligro. Al principio eran muy pocos los que vieron la amenaza de este hombre y de su tribu. Y no era el primero.
Una bosnia musulmana llora junto a la tumba de un familiar en Memici en noviembre de 1999. AP

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

DE KOSTAJNICA A WILTON PARK

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 07.03.06

COLUMNA

El domingo por la tarde fue hallado muerto en su celda en la cárcel holandesa de Scheveningen un asesino. Milan Babic se ha suicidado. Ayer tenía que haber declarado en el juicio del Tribunal Penal Internacional de La Haya contra un cómplice suyo, otro asesino, Milan Martic. Compartían prisión acusados de planear y dirigir algunas de las principales matanzas en la primera fase de la guerra balcánica de la década de los noventa. Gracias a ellos tengo en la retina las primeras imágenes de un sinfín de cuerpos flotando sobre el río Una en el otoño de 1991, durante los asaltos a las ciudades de Kostajnica y Dvor na Una. Un año después los cadáveres en aguas del Drina, ejecutados en los puentes de Foca y otras localidades bosnias, serían ya multitud. Martic era inicialmente un mero policía encanallado encargado por la mafia del aparato comunista de Belgrado, ya bajo órdenes de Slobodan Milosevic, de preparar el levantamiento de los serbios en la Krajina croata tras el colapso de la federación y la proclamación de independencia de Eslovenia y Croacia. Pero en 1991, su policía, los marticevci, eran ya una tropa de asesinos ultranacionalistas, bien armados por el Ejército yugoslavo, que habían realizado su primera operación militar compleja en Glina. Mataron a toda la dotación de la comisaría y a aquellos que acudieron en su ayuda. Fue allí, junto a la tristemente célebre iglesia pravoslavie en la que medio siglo antes los ustachas, los fascistas croatas, habían quemado a dos centenares de ortodoxos encerrados en la iglesia, donde en 1991 se lanzó el mensaje de que se reabría la guerra que se creía acabada hacía cuatro generaciones. Allí comenzaron a ser omnipresentes los cuerpos calcinados y mutilados, los charcos de sangre, los casquillos, las ruinas humeantes. En Glina se vio que aquello en Croacia no quedaría en un par de decenas de muertos como en Eslovenia. Babic era dentista, médico como su cómplice pero no amigo, el serbio bosnio Radovan Karadzic, aún libre.
Son curiosas las cabriolas gamberras de la memoria. Hace pocas semanas recordaba a los dos Milanes, Babic y Martic, rufianes que no me volvieron a inquietar ni ocupar lo más mínimo tras la guerra y su desaparición, primero en la irrelevancia, después en la cárcel. Surgieron en conversación sobre el periodista y escritor Misha Glenny, eterno viajero entre Londres, Brighton y la Balcania profunda, competidor en sobresaltos con los dos asesinos entonces residentes en Knin. Wilton Park es una institución británica legendaria -escuela antaño forzosa después voluntaria de pensamiento libre y liberal-, surgida de una idea de Winston Churchill cuando ya se sabía derrotada a la Alemania nazi. En varios puntos del sur de Inglaterra, entre otros en la actual sede de Wiston House, no lejos de Brighton, se abrieron centros de detención para prisioneros de guerra nazis a reeducar en democracia. Jóvenes intelectuales y cuadros superiores alemanes que no habían conocido por edad sino el indoctrinamiento nazi recibían cursos de libertad de pensamiento, filosofía y debate y eran después destinados a cargos de responsabilidad en la zona de ocupación británica en Alemania.
La terca realidad nos demuestra, 11 años después de Dayton, que por desgracia Serbia no se desnazifica sola ni hay Wilton Parks en el mundo democrático capaces de hacerlo. Diez años después de la guerra, con Milosevic preso y repetidas elecciones, Serbia se pudre en el aislamiento y la tristeza. Babic ha muerto en Scheveningen pero Ratko Mladic y Radovan Karadzic siguen libres y lo están porque los gobernantes de Serbia tienen más miedo, comprensión o simpatía hacia quienes protegen a los asesinos que hacia quienes los persiguen. En Wilton Park, los asesinos y sus cómplices se sabían vencidos. En Serbia nadie quiere reconocer ni una ni otra condición. Por lo que la tragedia continúa y la resistencia popular a la extradición de los criminales expresa con toda crudeza la depravación moral que el nacionalismo inocula a las sociedades de las que se apodera.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

DE LAS GOLOSINAS AL OPIO

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 28.02.06

COLUMNA

Dos cárceles en Afganistán son noticia. En Bagram, las condiciones de vida son aun más duras que las de los reclusos en el tristemente célebre Guantánamo porque a las terribles medidas disciplinarias, malos tratos y torturas se suma la miseria e insalubridad de sus instalaciones. En la cárcel de Kabul, talibanes y miembros de Al Qaeda se han amotinado en contra de la imposición de un uniforme carcelario que dificulte las frecuentes fugas. La mera existencia de una prisión como la de Bagram -o Guantánamo- hace un gravísimo daño a la guerra contra el terrorismo. No porque irrite al ejército de hipócritas que critican Guantánamo y aplauden las mazmorras de La Habana o denuncian Bagram y jalean al terrorismo o proponen planes de convivencia con el mismo. Sino porque, al permitir elevar a categoría lo que, por frecuente que sea, es anécdota, presta un terrible servicio al enemigo en su lucha contra la superioridad moral que de hecho ostentan las democracias que combaten al terrorismo en sus diversas formas.
Pero además del obvio daño que provoca la violación de los derechos humanos a una campaña para defenderlos, Afganistán nos revela otros factores paradigmáticos de una nefasta actitud en la autodefensa de las sociedades democráticas contra su peor enemigo desde el hundimiento del nazismo y el comunismo. Son la falta de autoridad y de medios, la mezquindad en objetivos y recursos, la impotencia para el sacrificio. Si Bagram parece una prisión medieval es porque no llega el dinero que los líderes de las democracias ofrecen ante las cámaras en las conferencias de donantes y niegan después en los despachos. Si los presos de Kabul pueden amotinarse es porque no hay medios para mantener el orden en una prisión donde están muchos de los peores enemigos del Estado. Las dos cárceles son síntomas de la situación general en Afganistán, donde el papel vergonzante de los europeos y el lento pero imparable agotamiento de los norteamericanos en sus varios frentes amenazan con sepultar el impulso esperanzador de la derrota de los talibanes y de los innegables avances en la construcción de estructuras de un Estado si no de Derecho, sí reglado.
No hay dinero para combatir al terrorismo y desecar su caldo de cultivo por el mismo motivo que no hay tropas suficientes para llevar a cabo esta misión que requeriría una actitud mucho más decidida y ofensiva contra los enemigos del Estado que son los señores del opio con su liderazgo social, económico y político. No hay medios materiales y humanos porque no hay voluntad política. Hace tiempo que el mundo sabe que la máxima aspiración de los ejércitos de la OTAN en Afganistán es salir de allí ilesos. Así las cosas, todas sus misiones son simbólicas. Muchos destacan últimamente a las tropas españolas como las más disciplinadas en acatar la orden de «ni un lío, ni una acción, ni un herido». Pero la actitud es general. Excluido el uso de las armas para cambiar la realidad, salvo para defensa propia, la máxima es pasar inadvertidos hasta que se pueda estar ausentes. Salvo en el caso de los americanos y los británicos, que incrementan ahora su contingente. La ilusión de los europeos de evitar a toda costa conflictos para granjearse un trato de favor del enemigo es el auténtico cáncer de la credibilidad y convierte las iniciativas de seguridad occidentales en triste sarcasmo. Asistimos, aquí también, a una poco edificante carrera de ansiosos de una paz por separado. Y el enemigo ya nos conoce.
Nadie parece ya dispuesto a intervenir, según los planes iniciales, para liberar al país de la tiranía del opio. Haría falta dinero, tropas y la voluntad de utilizarlas en algo más que dirigir el tráfico o repartir golosinas. No hay. En la Europa continental parece haberse impuesto definitivamente la convicción de que no existe nada en absoluto por lo que merezca ni remotamente la pena luchar. La percepción de la amenaza no existe. Es por ello previsible que, si todo sigue igual, las tropas se retiren en los próximos años, pretendiendo haber cumplido. Los norteamericanos darán por perdido el país para concentrarse en amenazas más urgentes. Los talibanes elegirán buen lugar donde instalar la pica con la cabeza del presidente Karzai. Y allí servirá de escarmiento y advertencia a todos aquellos que puedan tener algún día la tentación de colaborar con Occidente en la lucha por sus principios y la libertad.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

FANÁTICOS, ASUSTADOS Y GRANDES MERCADERES

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 21.02.06

COLUMNA

La organización terrorista Hamás ya ha asumido el poder en la Autoridad Nacional Palestina (ANP) por mucho que el pobre presidente Mahmud Abbas evoque encarecidamente y a un tiempo a los fantasmas del proceso de Oslo y al de su propia presidencia. Y lentamente parece que hasta los más irredentos optimistas comienzan a percibir que los resultados de las elecciones han sido mucho más que el producto de un gesto de condena a la corrupción o de voluntad de cambio de estilo. Hamás ha advertido que se equivocan quienes creen que las realidades municipales, con los baches en los caminos, escapes de agua y miserias fiscales, les harán apearse de una forma u otra de su magnífico e impoluto corcel de la guerra santa. No van a reconocer a la entidad sionista, que ha de ser destruida, y si ésta, es decir Israel, decide aislar a la ANP, ya se ocupará el mundo islámico de dar de comer a los palestinos mientras llega la liberación. Es posible que cambien algo el tono y las ínfulas de los líderes de Hamás cuando vean que el islamismo y, ante todo, la solidaridad árabe dan para financiar actividades terroristas y también una campaña electoral «a la americana», pero no para sacar al pueblo palestino de la miserable situación en que se halla.
Pero en todo caso sería conveniente que la comunidad internacional se haga a la idea de que en todo el mundo islámico ha germinado esa percepción de la «gran oportunidad» de humillar y vencer a Israel y al mundo occidental en general. No es la primera vez que sucede, pero ahora las fuerzas radicales islamistas tienen mucha más información sobre su enemigo. De momento, Hamás ya ha roto el bloqueo internacional con el que se iba a intentar que aceptara un cierto compromiso con la realidad de la existencia de Israel. Rusia se desmarcó de inmediato en su muy arriesgada apuesta por jugar su partida propia en la doble crisis de Hamás y de Irán y su bomba. Que Rusia rompa un frente al que nunca perteneció es comprensible. Que lo haga Turquía es preocupante. Que lo haga Francia es ya solo triste. En realidad, es una sola crisis que responde a la aceleración de la historia desde la percepción islamista de que su presente fracasado invita a la aventura, para los religiosos nada temeraria. Enfrente tiene a unos muy asustados, algunos dignos y bastantes mercaderes.
Los enfrentamientos internos de la comunidad de sociedades democráticas es desde luego el factor clave para explicar ese estado de ánimo del islamismo radical, cuyo liderazgo intenta desesperadamente asumir el presidente iraní Ahmadineyad. Que un país de la historia de Irán sea gobernado ahora por un personaje de esa catadura demuestra una vez más la terrible lógica de la selección negativa de los totalitarismos, de los fanatismos y las sectas. La política de la Administración norteamericana bajo George Bush, profundamente errónea desde su prepotencia e improvisación, derivó hacia la catástrofe potencial en combinación con las diversas políticas más o menos mezquinas, cortoplacistas y asustadas de las democracias europeas. Hoy ya, hasta el alumno más imbécil de la última madraza de Afganistán sabe que puede meter el miedo suficiente a la sociedad europea para que ésta acabe renegando de uno de sus miembros, aislando a la democracia danesa y difamando a su prensa como ultraderechista. Del mismo modo que hasta el más zote de los matones de Otegui sabe que los partidarios de «la paz» acabarán culpando al Partido Popular de las bombas que pone ETA.
Si las democracias logran realmente volver a tener una coordinación de sus políticas y estrategias para defender unos intereses que en sus fundamentos son por naturaleza comunes, es posible que después de un eventual fracaso de esta ofensiva ideológica-religiosa -en unos años, lustros, o décadas- el mundo islámico logre romper sus códigos medievales. Si para entonces las sociedades islámicas se han deshecho y han proscrito a sus fanáticos y se han liberado de la cultura del victimismo y del agravio, a nadie se le ocurrirá identificar islam con terrorismo. Nos ahorraremos viñetas danesas de muy mal gusto y otras, mucho más miserables, que hemos tenido que ir viendo después.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

EL CASTILLO DE VISEGRAD

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 14.02.06

COLUMNA

El castillo de Visegrad, en la legendaria «rodilla del Danubio» fue construido por el rey húngaro Bela IV como fortaleza capital en la línea defensiva contra las incursiones de los mongoles. Merecen una excursión sus ruinas y el maravilloso paisaje que por encima del imponente caudal danubiano se abre hacia oriente. Su historia era gloriosa ya antes de que se convirtiera en uno de los palacios favoritos del gran rey renacentista Mathias Corvino. En 1335 se habían reunido allí tres reyes, el de Bohemia, Juan de Luxemburgo, el de Hungría, Carlos Roberto y el de Polonia, Casimiro III para acordar la cooperación entre vecinos -tan poco común en aquellos tiempos- para combatir con mayor efectividad y contundencia las amenazas comunes contra sus territorios.
Seis siglos y medio después -mañana se cumplirán 15 años de ello- se reunían en el castillo sobre el Danubio tres grandes líderes del momento para emular a los reyes en sus buenas razones. Eran Vaclav Havel, presidente de Checoslovaquia, Lech Walesa, presidente de Polonia, y el anfitrión, el primer ministro húngaro Jozsef Antall. Por entonces apenas hacía un año que sus pueblos se habían liberado de la última gran invasión oriental y el ejército invasor y ocupante durante casi cinco décadas se hallaba en plena retirada. Aquel 15 de febrero de 1991 tres líderes de pueblos libres que habían desafiado y finalmente vencido a la dictadura soviética proclamaban su voluntad de luchar juntos por la construcción de la democracia y el culto a la libertad tanto tiempo secuestrada, contra las reminiscencias totalitarias, contra las animadversiones históricas en Centroeuropa y en favor de la plena integración de sus países en la Europa libre.
Visegrad ha triunfado. Incluso ha superado la división de uno de sus fundadores -Checoslovaquia- en dos Estados que han continuado integrados en su seno. Los cuatro han hecho frente a intentos de involución, a agitaciones populistas y tensiones étnicas, a las durísimas condiciones de la transición económica y problemas sociales.
Pero su gran éxito -y seña de identidad- es la cohesión que han demostrado Polonia, la República Checa, Eslovaquia y Hungría en su firmeza democrática, en la defensa de la dignidad y de la jerarquía de valores cuando otras democracias europeas parecen haber convertido la claudicación y el escapismo en razón de Estado. Los cuatro de Visegrad han defendido con firmeza a Dinamarca ante los ataques del islamismo y las advertencias mezquinas de supuestos aliados. También ha denunciado la política europea de complicidad objetiva con la dictadura cubana y con otros nuevos caudillismos. Pero Visegrad ha sido ante todo la conciencia democrática europea frente al resurgir bajo Vladímir Putin de una dictadura rusa cada vez más agresiva. Gracias a Visegrad, el jefe de la PESC Javier Solana fue capaz de llevar a cabo la intervención exterior de mayor éxito de la UE en su historia al impedir un golpe de Estado de Putin en Ucrania. Visegrad denunció al canciller Gerhard Schröder por su vergonzosa política de compadreo con Putin que culminó con la cesión de la presidencia alemana del G-8 a Rusia y un nombramiento tan suculento como obsceno de Schröder como empleado de la compañía rusa Gazprom. En Praga o Varsovia, Putin no habría insultado -sin inmediata respuesta de sus anfitriones- a Israel y a la UE anunciando una invitación al Kremlin para unos terroristas de Hamás que, inmediatamente envalentonados, han reforzado sus llamamientos a la destrucción de la «entidad sionista» y a la liberación de toda la «Palestina islámica». Con el relevo de Schröder por Merkel, Visegrad cuenta con una aliada más y un enemigo de menos. Y con muchos simpatizantes en países europeos en los que las libertades se antojan tan baratas que los líderes políticos no dejan de jugar, frivolizar y traficar con ellas.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

ABRUPTO FINAL DE UNA PELIGROSA QUIMERA

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 07.02.06

LAS CARICATURAS DE LA DISCORDIA

El grupo terrorista Hamás arrasa en las elecciones palestinas, Irán dice querer la energía nuclear para fines pacíficos compatibles con el exterminio del sionismo, en Irak los dirigentes chiíes deshojan margaritas sobre sus lealtades y los terroristas se preparan para sazonar de muerte la campaña electoral al Congreso norteamericano y fortalecer a quienes quieren dejar en la estacada a la mayoría de los iraquíes comprometidos con el proceso democrático. En Afganistán, los talibanes reflexionan sobre donde exponer la cabeza del presidente Karzai y creen que, aunque en Holanda esta vez no pudo ser, pronto tendrán maduritos a los parlamentos europeos para que retiren sus tropas. En Siria, donde sin permiso del régimen no se mueven ni los grajos, manifestaciones masivas queman embajadas y los mulás corruptos y cómplices del régimen criminal de Assad hijo, exigen a Europa que les pida perdón. En Beirut se ha abierto la veda del cristiano. Y mientras, nuestra gran compañía del mundo libre, Google, se convierte en el mejor abanderado y símbolo del Zeitgeist cuando, -ofendido, públicamente y entre aplausos-, niega toda cooperación al Gobierno democrático norteamericano en la lucha antiterrorista y -discreta pero diligente y servicialmente- acepta trabajar para el régimen dictatorial chino en la censura y control de contenidos y abonados. Son apenas unos retazos de actualidad para el segundo lustro del milenio. Comienza entretenido.
Y sin embargo, quizás haya indicios de que podemos haber entrado en un proceso de clarificación imprescindible y urgente. Aun con tantas probabilidades de agotarse y fracasar, tiene algún viso de poderse articular y llevarnos a conclusiones y reacciones mas allá de vergonzantes condenas a las caricaturas o ridículas exhortaciones a la nada. La crisis desatada -que no generada- por los dibujos del Jyllands-Posten podría suponer el principio del fin de una gran quimera y de la hegemonía de un pensamiento tan vago como débil. Puede que por fin se genere la movilización intelectual de las sociedades democráticas contra ese Kulturpessimismus que intentan imponernos la equiparación general de los valores y su devaluación a opiniones, como base argumental del pacto con enemigos insaciables, el trueque de principios y dignidad por hipotéticas armonías y promesas de paz.
No debiera descartarse que la historia haga referencia a la intervención del domingo en Munich de la canciller alemana Angela Merkel. Habrá en nuestro espacio cultural muchos con problemas para digerir esta escena del «choque de civilizaciones» en estado puro: una mujer, la más poderosa de Europa, advierte al representante de una mafia de clérigos medievales de que «han cruzado la línea roja». Una mujer portavoz de la sociedad abierta; una mujer libre, que vivió la dictadura comunista y con la conciencia histórica alemana, que sabe que el nazismo triunfó por pasividad y complicidad de los demócratas; nadie más apropiado para decir a los mulás que sus desafíos tienen respuesta y que si las mujeres, los demócratas y la libertad son pisoteados por ellos en Irán, nunca lo serán aquí. Aunque ardan embajadas, no pasa nada grave que no sucediera antes de las caricaturas. Es posible que la situación clarifique los frentes que ya existían, identifique a aliados y enemigos reales, racionalice intereses y haga ver a muchos la inutilidad de disculparse por ser libres o por existir. Puede que este proceso despeje muchos malentendidos por el bien de todos, las sociedades islámicas y las occidentales y sus relaciones. Las occidentales no han de mendigar cariños para defender los principios que las convirtieron en prósperas y libres. Han de hacerse respetar para no depender de la merced de quienes desde el victimismo y el resentimiento creen poder movilizar en su favor la amenaza de un odio generado por su propio fracaso y sus muchas miserias. Merkel ha recordado que el nazismo triunfó cuando la sociedad libre se traicionó a sí misma. El nazismo y el comunismo sucumbieron cuando fue mayor la determinación de hacerles frente que la tentación de acomodarse a sus pretensiones. El islamismo ha expuesto esta semana sus pretensiones con una claridad meridiana. Por un lado la amenaza de la bomba, y por el otro la exigencia de nuestra rendición a sus exigencias. Merkel ha respondido poniendo coraje y principios en el corazón del discurso político de la Europa continental. Falta hace.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

LAS DOS ESCUELAS

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 31.01.06

EL CONFLICTO DE ORIENTE PRÓXIMO

Tres días después de conmocionar al mundo con su arrolladora victoria electoral en los territorios ocupados palestinos, y tras su larga loa a Alá por humillar a los corruptos y a los infieles, Hamás habló ayer a la comunidad internacional (el llamado Cuarteto de Oriente Medio, integrado por la UE, EE UU, la ONU y Rusia) y especialmente a la Unión Europea, el mecenas de una Autoridad Palestina que, de no haber más y mayores sobresaltos, pasará bajo su control en las próximas semanas. Lo ha hecho por boca de su líder en Gaza, Ismail Haniya, para demandar a la UE «neutralidad» y «apoyo financiero», dos conceptos muy poco frecuentes en los discursos de este grupo en las mezquitas o fuera de ellas. «Pedimos que entiendan las prioridades de nuestro pueblo en estos momentos y mantengan su ayuda financiera y espiritual para impulsar la región hacia la estabilidad y no hacia la presión y la tensión».
Es triste saber que nadie en la UE llamará la atención al gran líder Haniya por la ofensa que supone demandar a las democracias europeas «neutralidad» en «la guerra sin cuartel contra el diablo sionista» que «ha de ser destruido», según conceptos sí omnipresentes en los discursos electorales que le han dado la mayoría absoluta. Como onmipresentes estarán en el discurso europeo las voces que asegurarán que los palestinos votaron a Hamás con la confianza de que no ganara, que Hamás en realidad no piensa lo que dice o que cuando lo piensa es por culpa de Israel, Sharon, el colonialismo, el imperialismo y Bush.
En el análisis europeo vuelven a quedar claras las dos escuelas -muy bien descritas por Ulrich Speck- a la hora de enjuiciar el fenómeno del islamismo. La primera escuela, la que manda por ejemplo en España, nos describe el islamismo como movimiento reactivo a la agresión y el agravio occidentales. El mundo islámico es una víctima del oprobioso pasado y presente de Occidente, y sus actos, por abominables que sean, siempre son «contextualizables», comprensibles, cuando no justificables. La otra escuela considera que el islamismo es un movimiento autónomo con unos actores que, aunque se nutran de agravios ciertos o percibidos, están firmemente decididos a combatir hasta la muerte a todo lo que sea un obstáculo para la creación del Estado islamista y la aplicación implacable de la sharia, de los conceptos medievales de un Corán sin apenas margen de interpretación y de la lucha sin cuartel contra todos los valores occidentales, desde la democracia a la igualdad de sexos y los derechos humanos. Está claro que a Hamás le conviene que el mundo actúe hacia ellos con el espíritu de la primera escuela. Le encantaría que Europa se olvidara de la segunda. Pero ésta es terca y se nutre de hechos, mientras la primera deglute y deposita ideología. El dilema es viejo y se repite allí donde hay fuerzas que, con buenas o malas intenciones, abogan por la conciliación con el enemigo de nuestro sistema de valores por medio de la aceptación, al menos parcial, de sus motivos y métodos. Unos creen que la integración los convencería de la bondad del sistema de libertades. Otros piensan que supondría la destrucción del mismo. Israel está firmemente adscrita a la segunda escuela por buenas razones: nunca habría sobrevivido a una hegemonía de pensamiento de la primera. El triunfo de Hamás es un paso más de un pulso largo, de final abierto e infinitamente peligroso, que se extiende desde Marrakech a Mindanao, pero que tiene una partida capital ahora junto al Jordán y otra pronto en Irán. Después probablemente haya que revisarlo todo cuando la bomba nuclear haga su andadura convencional.
Hamás debe saber que será tratado como una fuerza política normal cuando lo sea. Para ello ha de reconocer a Israel y abjurar de su doctrina de destrucción. No será fácil. Son sus señas de identidad. Por eso nos hallamos en un momento clave en el que cualquier paso atrás sería fatal. Mientras, solo cabe advertir a Hamás que no debe insultar con demandas de neutralidad y financiación. La grotesca coletilla sobre las «prioridades» solo sugiere que el dinero no sería utilizado -de momento- para matar judíos. La enésima tragedia palestina que supone la victoria de Hamás no se debe a la retirada unilateral de Gaza, en contra de lo dicho por el oportunista impenitente de Bibi Netanyahu. Al contrario, supone la confirmación de su política de unilateralidad, ahora ya la única posible para Israel y Occidente. Mientras Hamás sea Hamás.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

DE BUCHENWALD, PEROUTKA Y LA PALABRA

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 24.01.06

COLUMNA

Este año la efeméride no tiene fecha redonda, pero resulta igual de imprescindible recordar que tal día como ayer, hace 61 años, fue liberado el campo de exterminio de Auschwitz. Con tal motivo se presentó ayer en el Instituto Francés y el Círculo de Bellas Artes de Madrid un librito que puede tener más importancia para la calidad moral de nuestras nuevas generaciones que cientos de seminarios, investigaciones eruditas y grandes compendios sobre el crimen más especial jamás ideado. El historiador francés Georges Bensoussan, autor de la exhaustiva y excepcional Historia intelectual y política del sionismo (1860-1940), ha escrito una brevísima Historia de la Shoah que convendría hacer lectura obligada en nuestras escuelas. Es sabido que no hay nada más pedagógico que la información sobre los mecanismos del odio y el desprecio hacia el crimen absoluto, cierto, hecho, consumado, habido e incontestable.
No por capricho es delito en muchas democracias occidentales cuestionar el Holocausto, como tampoco es casual que fanatismos y totalitarismos de todo tipo lo hagan, como ahora el presidente iraní, un tal Ahmadineyad, que asegura querer concluir el genocidio nazi borrando a Israel del mapa al tiempo que acusa a los judíos de haberse inventado el Holocausto. Bien decía Hanna Ahrendt, en un comentario de su Viaje a Alemania citado aquí por Patxo Unzueta, que «el aspecto probablemente más destacado, y también más terrible, de la huida de los alemanes ante la realidad sea la actitud de tratar los hechos como si fueran meras opiniones. (…) La conversión de los hechos en opiniones no se limita únicamente a la cuestión de la guerra; se da en todos los ámbitos con el pretexto de que todo el mundo tiene derecho a tener su propia opinión (…) De hecho, este es un problema serio, no sólo porque de él se derive que las discusiones sean a menudo tan desesperanzadas sino, sobre todo, por que el alemán corriente cree con toda seriedad que esta competición general, este relativismo nihilista frente a los hechos, es la esencia de la democracia. De hecho se trata, naturalmente, de una herencia del régimen nazi».
Aquí, en España, lo lógico es deducir que el «relativismo nihilista» lo heredamos del franquismo, pero resulta curioso que las primeras generaciones de demócratas en el poder eran en gran medida inmunes a esta ponzoña intelectual. No éstas. Desde que aquella gran mujer que fue Violeta Friedman calló al criminal de León Degrelle, ya nadie puede pretender públicamente que el Holocausto no existió. Pero todo lo demás parecen ser opiniones y palabras tan moldeables como los intereses de los prestidigitadores requieran. El relativismo de valores deviene indigencia moral, como vemos. Aplicado a la palabra es violencia, porque es mentira y, por ello, agresión totalitaria.
Ferdinand Peroutka, el maestro máximo del periodismo checoslovaco, escribió sus primeros artículos aún bajo el emperador Francisco José, fue el gran amigo y aliado -aunque no acrítico- del presidente Thomas Garrigue Masaryk, preso seis años en Pankrac, Dachau y Buchenwald y, como buen antinazi, pronto una víctima de la represión comunista en Checoslovaquia, y después el más ilustre exiliado y más odiado enemigo del régimen estalinista de Praga. Peroutka había dirigido los diarios Protomnost, con la Milena Jesenska adorada de Kafka, y Lidove Noviny. Fue en el exilio el alma de Radio Free Europe en checo, la radio que infundía esperanzas en un futuro en libertad, dignidad y democracia. Su cuartel fue la verdad y su arma la palabra. Murió en 1978 en Nueva York antes de que un discípulo suyo, Vaclav Havel, hiciera realidad su sueño.
Pero dejó su gran Manifiesto democrático, tortura del régimen comunista al saberlo escuchado en los hogares de Praga, un canto al humanismo. «La lucha de la democracia por devolver a las palabras su significado decente, de darle de nuevo su clara definición a los términos, es más que una lucha política. Es una lucha en defensa de la gran herencia de pasadas generaciones que unen a la gente con las palabras que corresponden a la realidad». Hora es de leer a Ferdinand Peroutka.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

EL FIN DE UN EJE

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 17.01.06

COLUMNA

No hubo ni familiaridades ni el sentimentalismo tan propio de los encuentros de las almas rusa y alemana. Angela Merkel viajó ayer a Moscú, estuvo seis horas allí, repasó una larga agenda de puntos de interés común con el presidente Vladímir Putin, habló con una oposición que su antecesor siempre despreció y se volvió a Berlín, sin hacer noche. No hubo gran cena, ni vodka, ni abrazos ni balalaica, ni la retórica de camaradería que tanto cultivaba Gerhard Schröder. Todo estuvo marcado por lo que son los rasgos habitualmente deseados en la hija de un pastor protestante que se perfilan como los de la mujer más poderosa de Europa: la sobriedad, considerable franqueza y pragmatismo.
Si los inmensos retos que tiene en casa Angela Merkel los afronta con la decisión y el ánimo con que ha cumplido sus primeras apuestas diplomáticas, puede que la recién estrenada legislatura de la gran coalición en Alemania convenza a los viejos europeos de que hay formas menos sectarias, ideológicas y oportunistas de hacer política. Cierto que movilizar a la sociedad alemana, autocompasiva y miedosa como pocas, es una tarea ingente, pero no debe de haber mejor forma de afrontarla que como lo hacen la canciller y su vicecanciller, Müntefering.
En su política exterior, Angela Merkel tan sólo ha necesitado cinco días para desmantelar, sin un mal gesto y con más de un elogio a su antecesor, la creación más excéntrica de la política exterior del anterior canciller alemán, que fue el eje hostil a Washington formado durante la crisis sobre Irak en la ONU que precedió a la guerra. Aquel eje París- Berlín-Moscú-Pekín fue decisivo a la hora de dinamitar el diálogo entre EE UU y la Europa continental en momentos clave, dio la razón a los halcones de la Administración de Bush, que sólo veían sabotaje y hostilidad en Europa, y fortaleció a quienes interesa la destrucción del eje atlántico y a quienes apoyaban al régimen de Sadam Husein, primero, y al terrorismo contra la creación de un Estado democrático en Irak, después. Hay muchas razones para olvidar aquel desastre y muchos los problemas acuciantes de seguridad común. Merkel parece haber restaurado la confianza mutua y la relación privilegiada. «Hemos abierto un capítulo nuevo en nuestras relaciones», dijo. «Se basan en valores comunes». No han desaparecido las diferencias. Es imposible justificar en Europa el limbo jurídico de Guantánamo. Pero no debiera resultar difícil explicar que a todos atañe que un país como Irán que desea destruir otros y considera el terrorismo una extensión de su política exterior se haga con armas nucleares.
Merkel ha dejado muchas cosas claras en pocos días. Una es que el eje transatlántico es para ella la base de la seguridad occidental. Adiós a las veleidades neutralistas tan disfrutadas por el Kremlin y tantos otros. Otra que, nacida y crecida bajo un régimen comunista, no añora como Putin ni la URSS ni una Rusia émula que utilice el poder energético como si fuera un nuevo Ejército Rojo. Adiós al antiamericanismo como elemento de cohesión de la vieja Europa. Le preocupa la estabilidad de Ucrania y la satrapía de Bielorrusia. Respeta los miedos históricos a pactos entre Berlín y Moscú. Y le preocupa el desprecio a los derechos humanos, y por eso se interesó por Chechenia y por una oposición y unas ONG rusas que ya viven de nuevo como disidencia las arbitrariedades del régimen. Merkel, llegada de allende el telón de acero, sí sabe en qué hemisferio vive y qué valores defiende. Ayudará a Putin a acercarse a ellos, no a socavarlos. Disipando brumas de Brest-Litovsk y otros pactos siniestros, la hija del pastor protestante ha traído de golpe mucha claridad al debate sobre la seguridad internacional. Hacía falta en la vieja Europa. Sea bienvenida.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

AGCA POR SOFÍA O EL VALOR DE UNA BALA

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 10.01.06

COLUMNA

El hotel Moskva en las afueras de Sofía, enfrente de la embajada soviética con dimensiones más propias de un ministerio que de una legación diplomática, tuvo a mediados de los ochenta fama internacional. No por la arquitectura pretenciosa occidentalizante de la desestalinización que jamás pudo competir con la estética magnífica estalinista y brutal del Hotel Balkan cerca del mausoleo de Georgi Dimitrov. También era obvio que no podía deberse a sus ni siquiera viejas pero ya decrépitas instalaciones, saqueadas por los huéspedes, en general delegaciones de países hermanos, las más temidas las de las repúblicas soviéticas transcaucásicas que se llevaban hasta los grifos como recuerdo. Como tampoco a su servicio, de cósmica indolencia. Aquel hotel remoto se hizo famoso porque fue el escenario donde la segunda potencia mundial de entonces creyó necesario desplegar pruebas de que no había querido matar al Papa de Roma. Y nadie la creyó. Alí Agca, un joven turco, le había pegado un tiro a Juan Pablo II en San Pedro en Roma en 1981. Había estado antes mucho por Sofía. Ahora, cuarto de siglo después, sale de prisión. Él todavía no ha dicho quien le encargó disparar. Ya son pocos e interesados quienes dudan de que fueron los servicios secretos búlgaros por encargo soviético. Y nadie puede hoy dudar de que el KGB actuaba con buen criterio cuando dio aquella orden. Mucho habría sido distinto de haber muerto aquel día el Papa. Agca falló y desde ese día al Kremlin le falló prácticamente todo.
Allí, en las faldas del monte Vítosha, encima de un fétido club nocturno de paredes rojas aterciopeladas, espectáculo de malabarismo y contorsionistas gitanas de medias rotas y uñas negras y rubias con carné de putas expedido por la policía política, se centró en aquellos años el último esfuerzo propagandístico desesperado de la URSS antes de sucumbir. Acababa de fracasar en su intento de intimidar a Occidente para forzar a la OTAN a que no respondiera al despliegue masivo de misiles de medio alcance soviéticos en Europa oriental. La OTAN, con el último gran servicio a la democracia del canciller alemán socialdemócrata Helmut Schmidt, había aprobado la Doble Decisión de respuesta al rearme soviético.
En el Moskva se abrió públicamente el comienzo del capítulo final de la agonía de la ideología comunista. Pese a volcar a todo su aparato en el empeño, la URSS había sido incapaz de lograr manipular a las opiniones públicas occidentales para impedir que el rearme soviético tuviera respuesta. En el Moskva, el portavoz del Gobierno, Boyan Traikov, sudaba en ejercicios retóricos vanos para convencer al mundo que no eran ellos quienes estaban tras el intento de matar al polaco que había revolucionado Polonia inoculando a sus compatriotas un agente contra el miedo. Agca, que ha cumplido 20 años de cárcel en Italia y cinco en Turquía, era un joven producto de su tiempo, miembro de los Lobos Grises, un grupo fascista manipulado por el KGB como tantas bandas terroristas de izquierdas eran utilizadas por los servicios secretos turcos o soviéticos. Agca es pivote en la historia, tan protagonista al fallar como lo habría sido acertando. Si Wojtyla muere, aquella década habría sido otra y nuestro mundo no sería éste.
Hoy serían más los que nos hablarían de los éxitos del «socialismo real» y la «democracia avanzada». Serían más los que difamarían a los demócratas y liberales anticomunistas como fascistas, cuando los que han pactado siempre con los nazis, los han emulado, acompañado y superado en el crimen son ellos, los que lamentan que Agca errara y creen de vuelta la hora del laboratorio social, de la coacción redentora, en Cataluña o Bolivia. Los comunistas tendrían las cuentas saneadas. Ceaucescu le regalaría más relojes a Carrillo. No escandalizaría la indecencia de este anciano al despreciar a decenas de miles de rumanos torturados y asesinados por su «amigo íntimo», según él un amable gobernante al que los rumanos hoy elegirían en las urnas. En fin, si Agca no falla, serían aun mayor legión quienes pretenden con Carrillo haber tenido razón con ideas que sembraron de millones de muertos Europa y el mundo entero.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

VIENA Y EL ZAR

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 03.01.06

LA GUERRA DEL GAS

El magnífico concierto de Año Nuevo dirigido por el letón Maniss Jansson en el Musikverein, en presencia de Angela Merkel y su anfitrión Wolfgang Schüssel, abrió el domingo la presidencia semestral austriaca de la UE. Si Merkel acudió a Viena para dar un claro apoyo a una presidencia concertada, Mozart, invitado en la fiesta de la familia Strauss, anunciaba omnipresencia durante su 250 cumpleaños. Pero se cumple otro aniversario que no debiera quedar eclipsado por el del genio de Salzburgo. Hace 150 años nacía Sigmund Freud, otro vienés de adopción aunque mucho más polémico. Parece oportuno que la presidencia de la UE recaiga en la ciudad natal del psicoanálisis. Sus líderes tendrán ocasión en este semestre de pasarse por la Berggasse 19, la consulta del Dr. Freud, y reflexionar sobre los sistemas de represión de la realidad y los fantasmas que produce.
Una realidad que muchos pensaron poder olvidar está en los efectos de la nueva dictadura en Rusia, cada vez más implacable con la disidencia y más agresiva hacia sus vecinos. El problema surge ya con la llegada al poder de Vladímir Putin. Pero sólo parece preocupar a los vecinos de Rusia. Los demás pretenden que Putin es uno más entre los honorables jefes de Estado, en un autoengaño que resulta incomprensible, salvo en Gerhard Schröder. Éste ha hecho historia al pasar en días de líder de una gran democracia a asalariado de un déspota. La deriva rusa hacia el sovietismo con zar tenía que acabar siendo una amenaza para la seguridad e intereses europeos.
El domingo, esta evidencia alcanzó nueva calidad cuando los paneles de controles del flujo de gas procedente de Rusia en Austria y Hungría dieron la alarma. Rusia había cumplido su amenaza de cortar el suministro de gas a Ucrania. En un golpe de mano, el Kremlin había anunciado que ese día dejaría de suministrar gas a Kiev si no pagaba el precio de mercado, cinco veces el vigente, acordado con el régimen corrupto del anterior presidente Leonid Kuchma, el aliado de Putin. El fracaso del fraude en las presidenciales ucranianas fue el mayor revés en la irresistible ascensión de Putin. El triunfo de la revolución naranja y la esperanza de una democracia real en Ucrania demostrarían a los rusos que los sueños habidos bajo Gorbachov y Yeltsin no eran una peligrosa occidentalización contraria a las esencias rusas. Cuando Putin quiso estafar a los ucranianos se produjo un pulso serio entre Rusia y la UE. En un alarde insólito de agilidad y firmeza -y un papel decisivo de Solana-, la UE se enfrentó al Kremlin y triunfó. Ahora éste quiere dinamitar la alianza entre Kiev y Bruselas y desestabilizar Ucrania. La retórica es virulenta. Acusa a Kiev de robar el gas que envía a Europa, ha cerrado su frontera a la carne ucraniana y baraja más represalias. Nadie pretende que Rusia mantenga a Kiev privilegios como los de Bielorrusia, la peor dictadura en suelo europeo. Kiev ofrece una política de adaptación de precios en tres años. Habrá que negociar. Pero la UE ha de ser consciente del momento y saber qué proyecto apoya. «Hace tiempo que la globalización ha dejado de ser una empresa exportadora de democracia y es un eufemismo para la nueva fórmula de éxito de divorcio de democracia y capitalismo», señala el filósofo alemán Peter Sloterdijk en el semanario vienés Profil. El régimen ruso ha apostado ya por concurrir con formas asiáticas y no europeas a la carrera de la globalización. Europa no puede evitarlo pero sí debe actuar en consecuencia. Ante esta «marcha triunfal del capitalismo autoritario», Occidente no puede perder aliados ni en Ucrania ni en Turquía e impedir que las amenazas quiebren voluntades. Poco si no salvará Europa de sus conceptos de la libertad y la dignidad del individuo. Viena ha de hacer frente al zar.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

DE MOZART Y DARWIN

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 27.12.05

COLUMNA

La prensa europea se ha volcado durante estas Navidades en la exaltación de dos de los genios más ilustres de su historia, ambos con una aportación definitiva e imperecedera a la civilización universal como son Wolfgang Amadeus Mozart y Charles Darwin. Desde el editorial de The Economist a los semanarios Der Spiegel o Le Nouvel Observateur analizan y celebran la obra del músico austriaco y el científico británico, dos de los individuos de mayor aportación al concepto que el ser humano occidental tiene de sí mismo. Resulta muy razonable y sano que de vez en cuando Europa se celebre a sí misma con algo más que acuerdos financieros muy necesarios y loables pero siempre poco elegantes, fotografías de líderes políticos más o menos desahuciados o ceremonias de autoflagelación ante otras culturas y credos. Estas últimas forman parte de esa permanente y muy perfeccionada operación de minar los recursos y resistencias del sistema de valores y equilibrios que ha hecho posible -durante un periodo de tiempo razonable, en ningún sitio está escrito que sea para siempre- un capitalismo sin esclavos, un orden social de respeto y permeabilidad entre las clases y una libertad de pensamiento, acción y opinión que hicieron al ciudadano propietario irreductible de su razón y derecho.
Esto ha sucedido a pesar de las dificultades de convivencia de posiciones extremas de quienes creen en un Dios hacedor, incluidos los ultrarreligiosos que niegan a Darwin y apuestan por la literalidad de la Biblia y aquellos que creen beneficioso para la sociedad extinguir todo sentimiento religioso o sentido trascendental en el individuo. La lucha por la libertad en Occidente siempre ha ido dirigida contra estas fuerzas extremas, aquella que adquirió y articuló su poder por la Iglesia católica y su Inquisición durante siglos y la que, bajo nombres distintos como nazismo, fascismo o comunismo, hizo de la Europa de Mozart y Darwin un campo de exterminio con muy pocos refugios durante largos periodos del siglo XX.
Si consideramos que el término Occidente aun es denominador común para Europa y Norteamérica es evidente que la grieta cultural crece. Cuenta Der Spiegel que mientras en Alemania sólo un 16% cree que Dios hizo al hombre tal como se describe en la Biblia, en EE UU es un 53% el que no le cree nada a Darwin. Y si en América sólo el 12% rechaza toda intervención de un ser divino en la existencia del mundo y la evolución del ser humano, en Alemania es el 46%. Lo cierto es que en la sociedad americana existe una actitud de negación a la ciencia, a Darwin, que causaría estragos al país y a sus intereses, si no conviviera con unas élites cuya visión del mundo es idéntica a la mayoritaria en Europa y cuyas decisiones se imponen desde la II Guerra Mundial en la investigación y la política internacional. Esperemos que siga siendo así.
La paradoja está en que esas élites se pueden apoyar en convicciones que no comparten para la movilización y la cohesión nacional en momentos de crisis. Mientras, en Europa se evidencia una falta de referencias y convicciones que impide a los líderes políticos reaccionar a las amenazas con medidas que puedan exigir sacrificios porque éstas traen consigo el rechazo popular y la muerte electoral. Adopta así la sociedad europea una actitud negacionista casi tan acientífica como el creacionismo. Niega los problemas que la acosan, sea inmigración, terrorismo o amenazas a la libertad, como el resurgir imparable de una dictadura rusa, amenazante, corrupta y corruptora. En Irán han prohibido a Mozart. A Darwin lo quemarían hoy en cualquier suburbio francés. Está bien que celebremos a ambos. También merece un homenaje un alemán, su ex canciller Helmut Schmidt, que cumplió el viernes 87 años. Él tuvo que enfrentarse a la oleada de terrorismo más brutal habida en Europa, «el otoño alemán de la RAF», a la amenaza de una guerra nuclear no improbable ante el rearme soviético y la «doble decisión» de la OTAN. Nunca quiso ser simpático, pero cuando perdió el poder había salvado a la República de sus peores amenazas desde la caída del nazismo. Un hombre de tiempos pasados.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

‘TIEMPOS NUEVOS’

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 20.12.05

COLUMNA

Evoca ciertas emociones este término de Tiempos nuevos, Nove Vremie o Neue Zeit a las generaciones que tuvimos la experiencia de vivir como adultos en un mundo en el que existía una ideología comunista que se consideraba ley absoluta de la historia, se sabía con poder y se creía con futuro. Se hablaba de tiempos «nuevos», rotundos -no «modernos», concepto que lo enreda todo, propio de un judío descreído y cosmopolita a lo Chaplin-, de ruptura y nuevo amanecer. Tiempos nuevos fue cabecera de revista, diario o noticiario hasta en el más remoto rincón del globo, mil veces en suajili. Curiosamente sólo fracasó como lema político en inglés, idioma en el que siempre se identificó con publicidad de electrodomésticos u otros mecanismos de bienestar inmediato y nunca como promesa o utopía tan cargada de razones como de muertos. Alguna pulsión debió existir en las profundidades de un alma anglosajona nunca traidora a su propia tradición que hizo de esta cultura la partisana de la democracia y la libertad y la enemiga irreconciliable de todas las aventuras que rompían los anclajes con la historia acumulada de equilibrios de emociones, de sabiduría crecida y reposada sobre experiencias contrastadas y sentimientos vividos, recordados y transmitidos, esos divinos vínculos de humanos.
Hacía décadas ya que se había celebrado el maravilloso encuentro entre Anna Ajmátova e Isaiah Berlin que tan bellamente evocaba Mario Vargas Llosa el domingo en estas páginas. Todos sabían lo que habían hecho Stalin e Hitler, los dos grandes ángeles anunciadores de tiempos nuevos, redentores. Hacía millones de vidas -cada una tragedia, con cada una un crimen- que la esperanza de los tiempos nuevos se había convertido en una terrible peste que no hacía sino destruir culturas y países, que devoraba insaciablemente cuerpos y almas. Pero aún había decenas de Estados en los que los niños eran educados y los Ejércitos arengados en el mito de los tiempos nuevos y en el resto del mundo, una legión de voluntarios, más o menos fanáticos, más o menos remunerados, difundían la buena noticia de la llegada de la nueva era que acabaría con las lacras de la pobreza, la opresión, la enfermedad y la tristeza. Eran los que enarbolaban la pancarta de «Disarm or perish«. Sólo a primera vista resulta una advertencia bienintencionada. Quienes la hacían en 1938 eran los mismos que en 1949. Es lo que siempre se les ha advertido a los desafectos de la rendición. Solía llamarse amenaza.
Ahora que existe de repente otra vez tanta gente -en los debates sobre perversiones o venturas de la mundialización, sobre las novedades con Fidel (tiene guasa), Chávez y Morales, o sobre el súbito pudor a matar de ETA- que piensa que debemos lanzarnos, con coraje y entusiasmo, a tiempos nuevos, no se trata de anunciar que no somos optimistas. Somos conscientes del desprestigio social y político que esto trae consigo. Sí se podría romper una lanza a favor de la tradición y el sentido común más anglosajón posible. Los tiempos nuevos de sumisión o complicidad con la amenaza son tiempos viejos por conocidos. Cierto, aunque todo salga mal no corremos el peligro de que nuestros hijos sean gaseados por un forofo de las óperas de Wagner. Ni un seminarista georgiano exterminará a la familia. Pero quienes entienden tan bien a ETA y a Al Qaeda como para creerse capaces de convencer a los asesinos de que les irá mucho mejor si reman juntos con ellos en el mismo bote, debieran comprender que generan inquietud considerable en quienes han tenido tiempo de enterarse de que el siglo XX europeo existió.
Alain Finkielkraut cita a Benjamín en este periódico para decir que la revolución ya no es la locomotora que arrastra el tren de la historia sino la mano que tira de la señal de alarma porque va en mala dirección. «Creo en la necesidad de frenar, de ralentizar ciertos procesos, de conservar cosas que garanticen que pueda surgir algo nuevo, que permitan salvar el mundo y la belleza». Por preservar algo de seguridad y belleza para nuestros hijos puede que el más tolerante y pacífico haya de matar o sopesar terribles dilemas sobre sus principios como indica Michael Ignatieff en su libro El mal menor sobre la tortura. Estados Unidos está pagando un precio terrible de prestigio y autoestima en ello. Europa con su abismal hipocresía corre peligro de sumar a esta miseria la certeza de la cobardía y romper anclajes con sus principios y, en alianzas que nos niegan, buscar nuevos tiempos que siempre serán peores.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

HUMBOLDT EN MADRID

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 13.12.05

COLUMNA

Dos grandes alemanes irán hoy por la mañana a pasear por el Museo de Ciencias Naturales de Madrid en homenaje a un grandísimo alemán que simboliza como solo él y el emperador Carlos V pueden, los vínculos históricos, culturales y afectivos entre España y Alemania. Horst Köhler, el presidente de la República Federal de Alemania y ese polifacético monstruo de la cultura que es Hans Magnus Enzensberger acudirán a la exposición sobre Alexander Von Humboldt, un prusiano que se presentó muy joven en 1799 en la Corte en Aranjuez, pidió un pasaporte para las colonias españolas de ultramar y volvió años después, recorridos territorios de Venezuela, México, Colombia, Cuba y Norteamérica, cargado con un saco sin fondo de información privilegiada y única. Se convirtió en uno de los grandes promotores de la curiosidad y la investigación como motores del progreso y el bienestar, del riesgo y el amor al conocimiento y en uno de los nombres simbólicos de la ilustración, del espíritu emprendedor y la fe en la superación.
Fue un ser fuera de lo común y lo habría sido hoy. Desde luego no un producto imaginable de la universidad alemana o española de nuestros tiempos. Había estudiado Friedrich Von Humboldt filosofía, física, matemáticas, idiomas, dibujo y grabado y después también botánica y minería y astronomía y metafísica pero, en vez de quejarse y meterse en líos como el Fausto de Goethe, derrochó tanta energía y entusiasmo en la difusión de sus conocimientos que ha quedado para la posteridad como el adalid de una disposición de ánimo que moviliza lo mejor del ser humano, valentía, generosidad y sabiduría.
Ayer, el espíritu de Von Humboldt invadió el palacete de la Castellana de la Fundación Rafael del Pino, anfitriona del Tercer Foro Hispano-Alemán para intentar contrarrestar la estrechez de miras, la falta de emoción emprendedora y competidora, el pánico al riesgo y en cierta medida, todo el miedo a la plena articulación y el desarrollo de la libertad que caracteriza a las sociedades europeas.
Las fundaciones del Pino y Bertelsmann convocaron a ilustres oradores y participantes a este principal foro de la sociedad civil hispano-alemana, pero el protagonista acabó siendo ese Von Humboldt cuyo ejemplo banqueros y empresarios, catedráticos e investigadores querrían fuera actual en sociedades como la alemana, temerosa y hostil a los cambios.
El diagnóstico sobre la universidad española no podía ser más benévolo que el dictado sobre la alemana. Se coincidió en que en materia educativa son muchos los errores que España ha copiado a Alemania, entre ellos esa militancia contra la excelencia y la competitividad. Se insistió en que, siendo la igualdad de oportunidades irrenunciable, hay que desafiar a la tiranía de la mediocridad que hunde resultados y expectativas a un mínimo denominador común calamitoso.
Cuando inauguraron el Foro el rey Juan Carlos y el presidente Köhler, el centenar y medio de personalidades de la empresa, las finanzas y la cultura ya había alzado la voz de alarma ante el déficit de competitividad con Estados Unidos y las potencias emergentes, el culto al igualitarismo, a los derechos adquiridos y a la mediocridad. Felipe González lamentó que cinco años después de la agenda de Lisboa, Europa no gana sino pierde terreno frente a Estados Unidos.
Jutta Limbach, Cristóbal Hallfter o Hans Dieter Lehman clamaron por la defensa de la cultura como plusvalía en una competencia en la que todos dieron la deslocalización por hecho irrevocable, justo y solo compensable con investigación, desarrollo e innovación (I+D+I). Estaba en la Castellana el espíritu de la excelencia, el Rey, Köhler y algunos de los más brillantes emprendedores de este país. Ausentes, muchos espantados por el espíritu de Humboldt.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

REFLEXIONES DE MANN Y ADORNO

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 06.12.05

COLUMNA

En una bellísima carta, Theodor W. Adorno, a sus 42 años recién cumplidos, felicitaba a Thomas Mann por su 70 cumpleaños -3 de junio de 1945, no hacía un mes que había concluido la Segunda Guerra Mundial y ambos continúan en su exilio californiano, Los Ángeles y Pacific Palisades-. En ella, el joven filósofo le rogaba encarecidamente al gran padre de la literatura alemana que no se dejara arrebatar la alegría creadora «por la abominable situación del mundo». Desde hacía meses, las imágenes tomadas por los vencedores de la guerra en los campos de exterminio nazi generaban un horror estupefacto que aún tardaría en cristalizar en reflexión filosófica, metafísica, del propio Adorno, de Ahrendt y otros. El espanto era tal que la cordura sólo estaba a salvo de espaldas al mundo.
Un lustro después, el 3 de junio de 1950, Adorno escribe a Mann para felicitarle, pero con el mensaje opuesto. Desde Francfort junto al Meno, le pide al viejo escritor, que se ha instalado cerca pero fuera de Alemania, en el Gran Hotel Dolder de Zúrich, que revise su decisión de no pisar tierra germana. Adorno le dice que ha de romper el maleficio en la relación de Thomas Mann con su patria desde el comienzo del exilio cuando se dirigió a los alemanes para pedir, inútilmente, dignidad, piedad, cordura y valentía. «Lo principal, junto a la salud, es que sufra lo menos posible con el trauma alemán». Adorno pensaba que el reencuentro con la realidad sería bueno también para Alemania. No es convincente. Según explica, un fenómeno le preocupa «más que el nacionalismo, el neofascismo y el antisemitismo». Lo define como la regresión -«es la falta de articulación de la convicción política, la disposición a encuadrarse en todo asumiendo cualquier situación resultante». Lo califica Adorno como una infantilización en la que valores culturales y principios que eran pilares de la sociedad son juguetes indistintos. Mann le responde: «Ni 10 caballos me arrastrarían a Alemania».
Resulta chocante que el diagnóstico que hace Adorno de la actitud política de una sociedad que acaba de sufrir millones de muertos, sobrevive entre ratas y excrementos en ciudades convertidas en laberintos de escombros y es responsable del mayor crimen habido en la historia, se parezca tanto al que se puede hacer de las sociedades más ricas de la Europa actual que nunca vivieron la guerra, con un bienestar insultante comparado con el resto del mundo y tantos bienes materiales e inmateriales que defender. Algo se ha hecho muy mal para que 60 años de paz, libertad y prosperidad material sin pausa no hayan supuesto un incremento en la autoestima y el apego consciente del europeo a su patrimonio -aquí inmaterial sobre todo- luego a su disposición a defenderlo.
Con el siglo XX han muerto los últimos testigos adultos en la última guerra, los depositarios del legado histórico que suponía la consciencia de que la gran guerra civil europea de 1914 a 1945 no había acabado con el mundo por la misma casualidad que no había hecho del ser humano un nuevo hombre de las cavernas como pronosticaba Spengler, agorero al que Adorno detestaba, pero que casi atina. El arraigo milenario de unas ideas de compromiso y piedad hizo que surgieran de las cenizas de Europa -tras el horror inimaginable- unos grandes hombres comprometidos con la idea de la trascendencia del individuo, que fueron los artífices de la política de esfuerzo y solidaridad en Europa y de defensa con nuestros socios allende el Atlántico. Mann y Adorno gozaban las bondades de los lazos de ese mar.
«La regresión es la falta de articulación de la convicción política, la disposición a encuadrarse en todo asumiendo cualquier situación resultante». Así denominaba Adorno el célebre «como sea». Es la regresión que nos lleva a aplaudir a Putin según convierte Rusia en una nueva cárcel, a besar a los miserables de los petrojeques, a armar al petrocaudillo de Caracas, a considerar a un rufián como Castro un igual, a convertirnos en primos cuando no hermanos de un sátrapa vecino, a pedir perdón a quienes nos queman el coche y a suplicar alianzas con quienes han matado a nuestros hijos. Algo ha fallado cuando la excelencia huye de la política. Hoy ni Mann ni Adorno sabrían explicarlo.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

LAS RAZONES DE LA ABUELA

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 29.11.05

CUMBRE EUROMEDITERRÁNEA

«¿Qué quedará de la (Cumbre) Euromediterránea? Poco. Más o menos lo mismo que de la llamada Alianza de Civilizaciones. Mientras esté ZP (José Luis Rodríguez Zapatero) en La Moncloa se hablará de estas cosas. Cuando se vaya, apenas quedará el recuerdo de un esfuerzo cargado de buenas intenciones, pero que, como todo esfuerzo inútil, a la postre acabará en brazos de la melancolía». Así se expresaba ayer el periodista y analista español Fermín Bocos, preso él ya al parecer de la melancolía que augura como único efecto de las iniciativas internacionales del presidente del Gobierno. Si este periodista siempre comprensivo -cuando no simpatizante- con las iniciativas de Zapatero esbozaba un pronóstico tristón, una analista mordaz de la actualidad política y entusiasta seguidora de nuestro gran líder socialista, la directora de la Biblioteca Nacional, Rosa Regàs, aventuraba una explicación para el caso de que los tristes augurios se cumplieran. Regàs se refería al modesto perfil de muchas delegaciones llegadas a Barcelona y sentenciaba incisiva ante un micrófono de Punto Radio que «tras la incomparecencia de líderes árabes puede estar la mano negra de Condoleeza Rice».
Era ayer un día en el que tantos se habían cargado de razones que hasta la abuela Regàs sumaba alguna. Es evidente que la mano de Condoleeza Rice es negra, la derecha tanto como la izquierda. Y está perfectamente claro que si Rice, con sus intenciones siempre tan negras como sus manos, hubiera decidido estar en Barcelona, muchos de los líderes árabes habrían tenido la misma idea. No habría sido casualidad. Ninguno de los jefes de Estado árabes habría perdido el tiempo en intentar que Rice aceptara una resolución en la que se diera carta blanca al terrorismo allá donde alguien asegurara sentirse «ocupado» por sus víctimas. Para eso tienen a sus ministros de Exteriores y da la impresión de que no se salieron con la suya porque allí estaban «los israelíes, que están intratables», y Tony Blair, muy cómodo con quienes, como él, saben lo suficiente de terrorismo como para no hacer juegos de palabras con el asunto. A Israel y al Reino Unido, pero también al Estado de Irak y de Jordania, les matan regularmente a sus hijos uniformados o no unos terroristas que apelan al «derecho a la resistencia» que se quería incluir de matute en un documento final sobre terrorismo. Son muchos los políticos de nuevo cuño que no tienen problemas en hacer piruetas con la semántica. Pero los sigue habiendo -y desde luego en el judaísmo y de la política británica- que son hijos de la palabra.
La cumbre no ha sido un hito como pretende Zapatero, pero tampoco una desgracia de la que tengamos que arrepentirnos. Los inmensos riesgos de la improvisación y del como sea en política exterior no la hacían del todo imposible. Bocos tiene razón: si Zapatero pasa a la posteridad no será allende nuestras fronteras. Y Regàs también la tiene en que tenemos la negra con Condoleeza. Dicen que se porta mejor con quienes no la insultan desde un coro venezolano. El Mediterráneo sigue donde estaba y quienes quieran algo de relevancia política allí siguen necesitando claridad de ideas, firmeza para defender los intereses propios y no ser avasallados y fuerza y cohesión interna para merecer respeto ahí fuera, en este mar cálido pero muy duro.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

‘GROSSE KOALITION’

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 22.11.05

COLUMNA

Angela Merkel encabeza desde hoy en Alemania un Gobierno formado por la alianza entre los dos grandes partidos populares y por definición antagónicos en el escenario político desde la fundación de la República en 1949. Desde que se constató el éxito de las negociaciones para la grosse koalition, no cesan los elogios y los ataques a este gran acuerdo nacional, única fórmula realista de evitar nuevas elecciones tras los resultados habidos en las generales de septiembre. Han sido por supuesto conmovedores los ataques y lamentos de los partidos minoritarios. Con una mayoría de 448 escaños sobre los 615 de que consta el Bundestag, el Gobierno de la primera canciller de la historia alemana no va a verse obligado, en tiempos de emergencia, a imponer a la mayoría las exigencias de minorías particularistas. Los miedos generales a una gran coalición se deben habitualmente a que se interpreta como una suspensión transitoria del juego habitual de alternancia en el que la oposición siempre aspira a sustituir a la mayoría gobernante en el poder. Esto puede generar tanto una frustración del electorado que nutra a fuerzas antidemocráticas como un rodillo de la alianza mayoritaria que anule el papel de control de la oposición. Son dos riesgos menores comparados con la grave amenaza que para la estabilidad de Alemania y de Europa supondría el hundimiento generalizado del país en una parálisis que amenaza ya tanto a la fibra anímica de la sociedad como a la evolución y las estructuras administrativas, económicas y legales.
En una muy clara pero también entrañable entrevista en el semanario Die Zeit, aún editado por el último gran sabio vivo de la política alemana, el ex canciller socialdemócrata Helmut Schmidt, Angela Merkel dice que «nunca había pensado que fuera posible» este acuerdo entre dos grandes partidos cuya gran vocación, muchas veces por encima del propio programa, está en la descalificación del otro. Coincidiendo con la elección de Merkel, se despide de la vida política su antecesor Gerhardt Schröder. Lo hará votando a favor de su rival en un último gesto que lo reconcilia con los nuevos tiempos de la política alemana. Él ya pertenece definitivamente al pasado. No es extraño que Merkel y tantos otros creyeran imposible que estos dos partidos antagónicos, que identificaban su victoria con la destrucción política del otro, pudieran sentarse a pergeñar un discurso y un programa común y al final lo lograran. La democracia, la libertad y la prosperidad de los alemanes exigían el compromiso de los máximos responsables. Han estado a la altura exigida. Hoy comienza por tanto una andadura en Alemania que puede ser ejemplar para muchos. Habrá quienes quieran dinamitar la coalición, los obstáculos son inmensos, los puntos de fricción sin cuento. Pero un hecho innegable cambia la calidad misma de las negociaciones y del acuerdo y es que su motivación suprema no haya sido el reparto del poder sino el patriotismo. Sí, el mejor patriotismo alemán.
En Jerusalén acaba de concluir el ciclo de vida de una gran coalición del Likud y del Partido Laborista y aunque todos se preparan ya para unas elecciones que pueden cambiar por completo el escenario político de Israel, nadie debe olvidar que esta grosse koalition dirigida por Ariel Sharon ha llevado a buen puerto una gesta histórica, la retirada de la franja de Gaza. En nada desmerece al valor desplegado en su conquista. La gran coalición de los dos partidos aguantó con firmeza los embates de ultrarreligiosos y nacionalistas e impuso a las minorías el deseo de la mayoría de los israelíes. Es difícil no sentir envidia en España ante estas reafirmaciones de la voluntad mayoritaria y patriótica de pueblos soberanos. Triste es que el patriotismo de la mayoría esté tan desacreditado en España en favor de alianzas con minorías oscurantistas e identitarias que desprecian el bien común. Sin la dejación y los complejos de los grandes partidos nunca habrían gozado del obsceno veto sobre una voluntad mayoritaria. Si la actual situación en España no logra despertar el patriotismo de la mayoría para una gran coalición, el secuestro del Estado de derecho por minorías caciquiles puede ser irreversible.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

CHINOS EN CARTAGO

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 15.11.05

COLUMNA

El jueves comienza en Túnez, no lejos de las ruinas de la legendaria Cartago, la Cumbre Mundial de las Naciones Unidas sobre la Sociedad de la Información. Miles de delegados hablarán allí sobre el flujo de información, sus oportunidades y sus riesgos, sus cauces y sus barreras y, por qué no, también sobre sus límites deseables o no. No es una contradicción, ni siquiera paradoja, que esta cumbre sobre la información se celebre en un país en el que el Estado controla todos los flujos existentes y reprime los que considera incómodos o peligrosos. Lo hace con cierta mala conciencia. Aludiendo a los peligros del régimen laico ante la amenaza islamista. Igual que la censura, dosifica al mínimo la represión violenta y recuerda permanentemente a la población que en concordia con el Estado se vive razonablemente bien pero, eso sí, en conflicto con el mismo, endemoniadamente mal. No exige mayores demostraciones de lealtad, pero no tolera las de desafecto. E insiste en que su deseo es homologarse con las democracias en la ribera norte del Mediterráneo. Lo cierto es que Túnez es un país seguro, con más mujeres que hombres en la universidad, modestamente próspero, con una clase media en expansión, turístico y abierto al exterior, en el que probablemente habría mayor pluralidad política y libertad si no existiera la certeza de que los principales cuando no únicos beneficiarios serían unos islamistas decididos a acabar con todo ello. El presidente tunecino Zine Ben Alí asegura: «Defendemos el libre intercambio de información y el flujo de ideas y conocimiento. Sin embargo, nuestra lucha por estos objetivos no debe servir de pretexto para dar vía libre a partidos, ideas y teorías contrarias a esa orientación; de ahí la reemergencia de la idea de que la libertad sin límites lleva al caos y mina las libertades».
Esta frase podría ser perfectamente del presidente chino Hu Jintao, nuestro huésped de estos días. Aunque por motivos algo distintos, porque en China nadie quiere liquidar la dictadura para implantar otra peor y desde luego Túnez, con un enemigo interior y exterior tan implacable como el fanatismo islamista, es un ejemplo de Gobierno humanista si se compara con una dictadura feroz y gratuitamente cruel como es la de Hu Jintao. Pero con vistas a la Cumbre de la ONU sobre Información que ahora comienza hay una diferencia curiosa y muy significativa entre los controles tunecinos y chinos al libre tráfico de Internet y está en que en China el trabajo sucio de la censura de lo que no place a Ju Jintao y sus camaradas se lo hacen los servidores occidentales. El régimen de Pekín llegará a Cartago el jueves a dejar claro que el que se quiera llevar bien con ellos y medrar en el reparto del inmenso pastel de contratos, concursos y proyectos, tendrá que hacerse cómplice o al menos encubridor del crimen sistemático en el que basa su legitimidad, sus negocios y su pervivencia el régimen de nuestro honorable invitado. Su poder persuasivo e intimidatorio es infinito. Y seguirá creciendo. Esto lo transmite bien Hu Jintao. Lo entendió bien Gerhard Schröder, el saliente canciller alemán, cuyas genuflexiones ante la dictadura china sólo han sido comparables en vehemencia a los abrazos dados a Vladímir Putin, otro verdugo de la información y la libertad con estupendo cartel en Europa. Puede que el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, realmente se crea como dice que «China avanza hacia un Estado de derecho». La realidad es que si bien para que exista la libertad tiene que existir el capitalismo, éste existe perfectamente sin libertad. China es el ejemplo. Está hoy tan cerca de las libertades como recién concluida la Larga Marcha. Y mucho más lejos que en 1989. Rusia ya no será un Estado de derecho mientras nosotros y nuestros hijos vivan. La marcha común hacia la democracia hace años que ha terminado en desbandada. Mayores ya para creer en determinismos históricos, cabe preguntarse si no estaremos considerando ya razonables unas restricciones a las libertades que otrora nos repugnaban.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

CONSTELACIÓN MALDITA

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 08.11.05

COLUMNA

Se habría anunciado como «un choque desigual» este que ya está en marcha entre masas de jóvenes aburridos y sin miedo y unas clases políticas paralizadas por el pánico. En un lado están esos jóvenes magrebíes llenos de ira gratuita que sólo sonríen cuando la policía logra detenerlos y esposarlos y siempre que haya una cámara delante para documentar su desprecio al Estado. Enfrente están un presidente Jacques Chirac que ya debiera dar lástima hasta al más despiadado de sus enemigos, y un Gobierno en el que, al principio, algunos casi se ponen a aplaudir los disturbios como bienvenido instrumento de lucha en el Gabinete.
Pero ¡ay!, ya no se ríe nadie y aunque tanto en Francia como en el resto de Europa, y por supuesto aquí en España, hay suficiente sencillez de espíritu como para que algunos hayan identificado ya al gran culpable en Nicolas Sarkozy, parece ganar terreno la tesis de que los culpables están en muchos puntos, tanto en el espacio como en el tiempo.
Y, sin embargo, se cae una y otra vez en el mismo error conceptual que ha llevado a las sociedades europeas a ser rehenes de los humores, las pasiones y las consignas de comunidades minoritarias, nacidas o no en su seno. Cuando en la mayor parte de las grandes ciudades francesas nadie está a salvo de los nuevos vándalos, el primer ministro, Dominique de Villepin, anunciaba ayer como remedio milagroso «medidas para la igualdad de oportunidades en los barrios deprimidos». Cuando en los barrios deprimidos, los propietarios de automóvil, comercio o vivienda ansían desesperadamente orden y temen despertar desposeídos de todo lo que tienen, al responsable de la seguridad de su vida y hacienda le da por su lado poeta. Y después se sorprenden por el auge del racismo en los barrios obreros. ¿Cuánto hay que quemar?
Ante esta lógica perversa tan asumida por el poder ante las bandas que aterrorizan Francia como ante los huelguistas autopatronos en España, por cierto, el descrédito del Estado y de su ya olvidado monopolio de la violencia es tal que lo extraño es que aún no compitan otros grupos con los ya activos. Porque este problema será realmente grave cuando la ciudadanía hasta ahora pasiva llegue a la misma conclusión que los violentos (que se ha producido la abdicación del Estado) y organice sus somatenes y represalias. Entonces la pesadilla estará en marcha y Villepin se quedará solo con sus poemas sobre el multiculturalismo de fogata de campamento. Las piras serán otras y no las harán sólo unos.
En 10 días, el incendio social iniciado en un suburbio de París se ha extendido a toda Francia y aunque, increíblemente, no haya causado más que un muerto, los daños económicos, políticos y morales son ya incalculables. Nos ha llegado algo antes de lo que pensaban los más pesimistas, pero no de otra forma que la augurada hace tiempo ya por nuestro premio Príncipe de Asturias Giovanni Sartori, y no sólo por él. Los mitos del inmigrante bueno por naturaleza o del nacionalista progresista oprimido, y de la felonía que supondría la aspiración de parte de la sociedad a vivir con los valores, las formas y la tradición de sus mayores, han quebrado la relación de los gobernantes con los ciudadanos más comprometidos con el Estado y más ignorados por él.
El desprecio de las minorías hacia ese Estado que las prima se ha convertido en la principal amenaza para la libertad y la seguridad de los ciudadanos europeos y de su sociedad abierta. Que este fenómeno haya entrado en una fase de máxima expresión -con la violencia ocasional, la amenaza sistemática- se debe en parte a esta trágica concatenación de constelaciones políticas nefastas que se ha producido en toda Europa desde hace casi un lustro -el grotesco dilema francés entre Le Pen y Chirac fue quizás el principio-. Con recorrer mentalmente las capitales europeas se hace evidente que el proyecto europeo está en fase preagónica. Pero también que sólo la fatalidad podía hacer coincidir tamaños retos con semejante insolvencia.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

AMENAZA DE CATÁSTROFE

Por HERMANN TERTSCH

El País  Miércoles, 02.11.05

COLUMNA

¿Qué pasa en Alemania? ¿Cómo es posible que un proyecto común de Gobierno de los dos principales partidos de la mayor potencia de Europa, del que depende la estabilidad política y las esperanzas de futuro de 80 millones de ciudadanos, sucumba como una frívola apuesta entre aventureros? Porque no de otra forma puede interpretarse esta catarata de acontecimientos nefastos en los que rencillas, ambiciones personales cuasi pueriles y vanidades frustradas han puesto al borde del fracaso a una gran coalición celebrada, con razón, como la mayor esperanza de sacar a Alemania de su depresión económica, política y anímica.
Todo parece un disparatado festival de malentendidos y celos, pero amenaza con convertirse en una catástrofe política que acabe con los últimos vestigios de credibilidad de los partidos tradicionales, la Unión Cristianodemócrata (CDU-CSU) y el Partido Socialdemócrata (SPD). Nadie puede predecir con qué consecuencias.
De todo se ha podido acusar a los políticos alemanes desde la II Guerra Mundial menos de falta de responsabilidad a la hora de defender la estabilidad, credibilidad y el carácter previsible de la República y sus Gobiernos. Por eso supuso un trauma la deserción de Oskar Lafontaine, que abandonó el Gobierno de Gerhard Schröder y la presidencia del SPD meses después de llegar al poder. Aquel acto, calificado entonces de imperdonable por todos, ha creado escuela. El lunes, después de que su candidato a la secretaría general perdiera la votación ante la joven izquierdista Andrea Nahles, el presidente del SPD, Franz Müntefering, máximo responsable de mantener la estabilidad y respetabilidad del partido y de formar Gobierno con los democristianos, anunció su dimisión. Ayer fue Edmund Stoiber, el presidente de la CSU, el aliado bávaro de la CDU de Angela Merkel, el que anunciaba, ante la estupefacción general, que no participará en la gran coalición que se estaba ensamblando. Con las decisiones de Müntefering y Stoiber, los dos pesos pesados de la coalición CDU-SPD de Merkel, Alemania vuelve al limbo político.
Si la dimisión de Müntefering se antoja exagerada, la renuncia de Stoiber es a todas luces una huida a su cómoda jefatura del Gobierno de Baviera, que ayer el semanario Die Zeit calificaba de cobarde. La Grosse Koalition que surja de estas circunstancias será crónicamente débil. No hay agenda posible de reformas para tal alianza y su fracaso parece predeterminado. O cambian de inmediato las actitudes de los dirigentes políticos, o el sueño de la gran cooperación nacional habrá muerto ya, ante la avalancha de sectarismos y mezquinos cálculos personales. Habría que plantearse unas nuevas elecciones. Se celebrarían bajo el signo del fracaso y el agravamiento de la profunda crisis nacional, como nueva pesadilla para la sociedad alemana y los vecinos europeos.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

DE DRESDE A TEHERÁN

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 01.11.05

ACOSO DIPLOMÁTICO A SIRIA

No hay que haber conocido aquellas colinas de escombros sobre las que crecían árboles y arbustos, rodeadas durante más de cinco décadas por vallas oxidadas y advertencias inamistosas del socialismo real sobre las consecuencias de entrar en las ruinas, no hay que poder recordar aquel terrorífico gran escenario de la desolación y símbolo de la transitoriedad humana, para sentir una sobrecogedora emoción al ver las imágenes del -en todos los sentidos- inmenso y glorioso interior de la Frauenkirche de Dresde, la gran iglesia barroca que el domingo culminó con su consagración una resurrección que merece llenar del mejor orgullo a la joya junto al Elba, a Alemania y a Europa. Faltan palabras para describir la serena grandeza de esta obra sacra junto al Zwinger y a la ópera de Semper y las mejores son probablemente las pronunciadas por el presidente de la república Horst Köhler, durante la ceremonia del domingo: «Esta iglesia cuya consagración hoy celebramos es de lo mejor de lo que son capaces ciudadanos libres. Representa a lo bueno que nos une». Las ruinas de Dresde han sido durante más de medio siglo un monumento en memoria de la muerte y destrucción de la guerra. Ahora sobre las mismas se ha erigido de nuevo el templo que honra la superación del hombre en das Gute, das Wahre und das Schöne (lo bueno, lo verdadero y lo bello). La ceremonia del domingo es probablemente el acto más conmovedor habido en Alemania desde la caída del muro. Entre los relacionados con el sesenta aniversario del fin de la guerra sólo ha sido superado en fuerza simbólica por el desgarrador encuentro de la pasada primavera en Auschwitz.
Mientras en Dresde culminaba en un acto religioso de respeto universal al ser humano el esfuerzo de superación, introspección, luto y compasión que simboliza la reconstrucción de la Frauenkirche, en Teherán decenas de miles de iraníes pedían la destrucción de Israel y castigo al infiel que, en sentido estricto, somos todos salvo ellos. Niños iraníes con armas de juguete ensayaban su saña hacia los símbolos del enemigo y su odio a Israel, que según aseguran sus dirigentes, no merece existir y cuyos ciudadanos no tienen derecho a vivir. En diversas ciudades europeas, hubo ciudadanos que reaccionaron a esta ostentación masiva de odio con concentraciones en solidaridad con Israel ante sus embajadas. La cultura del odio en la que se especializaron los países árabes -y después también el Irán islamista- ya hace muchas décadas para intentar ocultar el fracaso de sus dirigentes y regímenes, la corrupción y depravación de sus élites y la miseria, la indigencia y la ignorancia como resultado directo de todo ello, sigue siendo la única respuesta para la mayoría.
El día de Jerusalén, celebrado el último viernes del Ramadán, es la ocasión ideal para atizar las únicas pasiones que los regímenes pueden hacer compartir a sus súbditos. Pero incluso en esta estrategia tan manida y común a sátrapas batistas y jeques de teocracias, el fracaso comienza a hacer mella. Bahrein, Qatar, Dubai e incluso Kuwait han establecido contactos con Israel de una forma u otra, unos cerrando sus oficinas de boicot al sionismo, los otros con intercambios de delegaciones más o menos oficiales. Grandes incógnitas se abren para Irán y Siria, dos regímenes cuya vocación criminal ya no pueden poner en duda ni sus más interesados defensores en la comunidad internacional. Y en su día, no lejano, será Arabia Saudí quien tendrá que pagar un precio no subsanable en petrodólares por su obsceno desafío a la modernidad y a la humanidad. El mundo político islámico sabe que sólo puede contrarrestar su continuo fracaso rompiendo la voluntad de autodefensa del pluralismo y la vocación democrática occidental. Han fracasado en su intento de hacerlo en su cabeza de puente en Oriente Medio que es Israel. Frente a su odio fracasado se erige la fortaleza del éxito de la resurrección de la iglesia de las mujeres, todo un símbolo.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

RESTAURACIÓN BIPARTIDISTA

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 25.10.05

COLUMNA

Los taxistas -fuente de información tan razonable como inútilmente vedada en este y otros periódicos- suelen ejercer en todo el mundo de comentaristas políticos muy cínicos. Mucho más antes de elecciones. Cuentan que los taxistas de Varsovia han hecho campaña entre sus clientes en favor de la abstención en las elecciones presidenciales del domingo. Si es así no les salió mal a la vista de que el 49% de los electores no votó. Resultaba ridículo, decían, acudir a estas alturas a las urnas a dilucidar entre un «amigo de los millonarios» o «un comunista». Se podía deducir que el «amigo de los millonarios» tenía que ser Donald Tusk, candidato de la Plataforma Cívica, un liberal, europeísta y cosmopolita ilustrado, favorito de los polacos urbanos, viajados y leídos. Pero muchos no podían entender la osadía de calificar de «comunista» al piadoso católico, patriota tradicionalista y feroz anticomunista que es Lech Kaczynski, ya flamante vencedor y próximo presidente de la República con un 54% de los votos. En Polonia, el término comunista se utiliza como insulto por motivos obvios, pero también se ajusta para definir a cualquiera que pretenda entrometerse en la vida de los demás para bien y para mal. Los polacos han elegido al que asegura que protegerá mejor a los taxistas frente a los atracadores pero perseguirá a los taxistas por hacer carreras a los prostíbulos.
El nuevo presidente Lech Kaczynski es un personaje muy peculiar, entre otros motivos porque tiene un hermano gemelo idéntico, Jaroslaw, que mandará aún más en la nueva legislatura polaca, como jefe del Partido Ley y Justicia que presiden juntos. Lech y Jaroslaw son dos gemelos muy famosos en Polonia como protagonistas de películas infantiles de televisión en el posestalinismo. Sus espectaculares triunfos políticos vienen a ser lo que habrían sido las Kessler como presidenta federal y jefa de la CDU o a las inolvidables Pili y Mili en La Moncloa y en Ferraz. Jaroslaw renunció a encabezar el próximo Gobierno para no convertirse en obstáculo para el nuevo presidente. Un presidente y un primer ministro con rostros idénticos habrían planteado una situación en exceso rocambolesca incluso para Polonia.
El electorado polaco ha optado por la opción nacional-conservadora, euroescéptica, proteccionista y tradicional dirigida por los Kaczynski bajo el nombre nada ambiguo de Ley y Justicia (PiS). Ha sabido captar el voto de los ultranacionalistas de Autodefensa de Andrzej Lepper sin asustar a parte del centro. Es de esperar que su retórica montaraz se apacigüe bajo la responsabilidad de gobierno. Ya ha ofrecido al derrotado Donald Tusk la presidencia del Sejm (Parlamento) para escenificar la voluntad de cooperación de los dos grandes partidos que comparten su origen en el movimiento Solidaridad. Pero el fenómeno más espectacular y profundo que hubo en Polonia no es sino la desaparición de la izquierda del mapa político. En Polonia se ha producido la radical restauración del escenario político que existía en las democracias europeas -y que prevaleció en Estados Unidos- antes del surgimiento de los partidos obreros de corte marxista. Las dos grandes opciones -una liberal y la otra nacional-conservadora (el millonario y el comunista)- se erigen como únicas fuerzas relevantes, con diferencias de énfasis pero sin el menor resabio redentorista. La corrupción ha dado el golpe de gracia a unos socialistas ex comunistas que se habían deshecho con más facilidad de la ideología que de los hábitos. La vida sigue siendo dura para muchos polacos, los miedos a la globalización existen, las tensiones no son pocas. Pero el dinamismo social es tan evidente como el incremento del bienestar. Y aunque oyendo a sus políticos parezca increíble, el 73% de los polacos se declara optimista respecto a su situación personal. Dinamismo, esperanza, consenso básico, concordia nacional y fronteras seguras. Los Kaczynski pueden ser un horror estético como cuando hacían cine. Pero no malgastarán este capital del que tan orgullosa puede estar Polonia tras siglos de dictaduras, invasiones y zozobras.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

DE CASTRO A KRAUZE

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 18.10.05

COLUMNA

Unos hablan con entusiasmo de una nueva era de la paz y la fraternidad que irrumpe de repente, como si la humanidad los hubiera estado esperando a ellos para abrazar sus soluciones imaginativas a problemas antiguos, cuando no eternos. Otros ven llegar en masa los peligros de la mano de ese activismo del nuevo optimismo histórico. En todo caso, cada vez hay más gente convencida -encantada o aterrada- de que estamos en pleno cambio de época, en España, en Iberoamérica y en el mundo en general.
En España es evidente que existe una constelación política favorable a aquellos que quieren dar por concluida la etapa histórica que se inició con la firma de la Constitución de 1978 y los estatutos de autonomía. Y aunque estamos aún lejos de poder siquiera intuir en qué tipo de orden o sistema concluirá el proceso emprendido, lo que ya parece difícilmente cuestionable es que éste no es reversible. No hay que ser muy agorero para predecir que, igual que nunca volverá a haber un Estatuto catalán con el voto de todos los diputados al Congreso de los Diputados salvo uno, no volverá a haber, en un futuro previsible, la concordia política basada en la coincidencia última sobre los fines del Estado que se mantuvo durante un cuarto de siglo.
La profunda tristeza que produce observar este enconamiento de los conflictos en España aumenta, si cabe, al ver que en Iberoamérica asistimos a ciertos procesos que se parecen tanto a esta descomposición del consenso básico político en España como su reciente pasado democratizador semejaba a la transición española. Si, como recuerda el liberal Enrique Krauze en el último número de Letras Libres, durante dos décadas la transición española fue el ejemplo a seguir para toda América Latina -como también lo sería después para el Este de Europa-, ahora el creciente desprestigio de aquel proceso político es paralelo al cuestionamiento general del pacto reformista político y social como única fórmula aceptable de la transformación hacia sociedades más justas y prósperas.
Es difícil establecer cuáles son los factores que más han contribuido a que las sociedades latinoamericanas, con escasas excepciones, vuelvan a prestar oídos a las arengas izquierdistas y populistas y, en algunos casos, incluso guerrillero-terroristas que tanto dolor, miseria y sangre han causado en el continente durante el siglo XX. Cierto es que el discurso antinorteamericano, que ha sido muy fácil con George W. Bush en Washington, resulta atronador y se ha convertido en una continua arenga antioccidental y antiliberal alimentada desde Europa, y España en especial, y bien difundida por el petrodólar venezolano. También es cierto que la corrupción ha demostrado ser el peor enemigo de la democracia y que las clases políticas corruptas e incapaces han minado las posibilidades de que las reformas políticas tuvieran su reflejo en una mayor cohesión social y un mayor bienestar para los amplios sectores estancados en la pobreza. Castro gana popularidad, Krauze la pierde. Latinoamérica ha sido la región del mundo en la que más fácilmente se ha podido extender un curioso mensaje totalizador que criminaliza a un tiempo la globalización como fenómeno, el liberalismo económico como método y el político como actitud política o ideología.
El enemigo es Washington y la globalización, pero también el enemigo interior. Con una buena dosis de sectarismo, todo intento de transición pactada salta así por los aires. EE UU no ha sabido contrarrestar este discurso, lo que se nota en momentos como la Cumbre de Salamanca. España, la anfitriona, la que exportó la idea de la transición a América y pavimentó así reformas pacíficas sin cuento, parece ya el gran adalid del nuevo mensaje antiliberal. Olvidó esta vez demandar la libertad de los presos políticos en Cuba. El enemigo interior. Prefirió defender a la dictadura maltratada por un bloqueo que no existe. Pero el destino no siempre es cruel; mañana en Madrid se reúne lo mejor del pensamiento político latinoamericano para celebrar un homenaje a la revista Letras Libres, cuya edición española cumple cuatro años. Aquí está el mejor pensamiento político libre de España, de México y toda América Latina, con Enrique Krauze y Mario Vargas Llosa como sus principales garantes, frente al vendaval antiliberal tan de moda. Parece mentira que aún haya que insistir en que es mejor Krauze que Castro.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

BUEN FIN DE FARSA

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 11.10.05

CAMBIO EN ALEMANIA

Angela Merkel va a ser la primera mujer en la historia que asume la cancillería de Alemania. Lo decidido ayer es lógico porque Angela Merkel ganó las elecciones y Gerhardt Schröder las perdió. Se acabaron los malentendidos y las farsas al respecto. Que hayan sido necesarias tres semanas largas para que todos entendieran y reconocieran lo obvio es, sin duda, un hecho preocupante pero más vale tarde que nunca. Fue sorprendente que en las elecciones del 18 de septiembre la ventaja de la democristiana sobre el socialdemócrata fuera tan sólo de cuatro escaños y no de 80. Pero más debió serlo para muchos demócratas alemanes la resistencia de Schröder a aceptar la derrota y sus intentos tramposos de hacer olvidar no ya los resultados, sino todo el pasado reciente con sus lloriqueos sobre su incapacidad de gobernar. Era demasiado incluso para tan probado carisma. Pero no dejó Schröder de intentar embaucar a Merkel, a la que con razón intuía conmocionada por sus expectativas frustradas y su magra victoria y debilitada en su partido. Pero Merkel no ha quebrado y Schröder ha salvado muy bien la cara al arañar ocho ministerios para el SPD.
Angela Merkel será durante cuatro años al menos la muy inverosímil titular del cargo que en su día se creó para el canciller Otto von Bismarck y que hoy es la jefatura del Gobierno de la primera potencia europea, la República Federal de Alemania. Ahí es nada. No tiene mucho sentido especular sobre los ministerios, ya que lo único decidido es que Edmund Stoiber será ministro de Economía y que Exteriores y Hacienda recaerán en socialdemócratas. En algunos sectores del SPD la resistencia a este acuerdo con la CDU es grande y se movilizará en las próximas semanas. Pero la falta de alternativas es tan obvia que resistir es resignar.
Sí se notarán pronto los nuevos tiempos de Berlín en una política internacional en la que se acabará esa improvisación tan propia de Schröder como también, sea quien sea el ministro de Exteriores del SPD, las alianzas antiamericanas con París, Madrid, Moscú o Pekín. Las claves son: recuperación del lazo especial con Washington, tranquilidad en Europa a la espera de que en Francia pase algo -por favor, sin Chirac-, reafirmación de los intereses nacionales en la línea ya esbozada por Schröder y Joschka Fischer, más sobriedad y menos tuteo con Vladímir Putin para mayor tranquilidad de Europa central y nada de flirteos tercermundistas. Si se cumple el pronóstico que ponen al actual ministro de Interior, Otto Schily, como titular de Exteriores, veríamos además un claro endurecimiento en materia de seguridad e inmigración.
La falta de alternativa razonable ha generado ya virtud en la negociación entre los dos grandes partidos nacionales. El SPD ha rechazado los cantos de sirena del izquierdismo populista de Oskar Lafontaine para marginar a la CDU. Los dos grandes partidos han decidido compartir la responsabilidad y el riesgo en una aventura política cuyo éxito es de vital importancia para la democracia alemana y el futuro de Europa. De repente los dos perdedores son, de hecho y por merecimiento propio, ganadores y ejemplo. La prioridad máxima de la gran coalición y su jefa ha de ser generar energía e ilusión en una sociedad abatida y temerosa. Lograr hacer creer a los alemanes en sus propias posibilidades sería su logro histórico. Merkel sólo ha cometido hasta ahora un grave error en su fulgurante carrera, que fue decirle una verdad tan cruda al electorado que parte de él huyó el 18 de septiembre. Si al cabo de la legislatura los alemanes no huyen de la verdad, Merkel habrá sido la gran canciller de hierro que necesitan y los dos grandes partidos habrán estado a la altura que su tradición democrática les demanda.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

LAS ESENCIAS

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 04.10.05

EL FUTURO DE EUROPA

Ha sido Austria ahora la preocupada por las esencias europeas, que ve en peligro por el mero comienzo de unas negociaciones entre la Unión Europea y Turquía que nadie espera tengan consecuencias reales antes del año 2020 o 2025. Si acaso. El texto para la adhesión ya va minado de salvedades para el caso de que algunos miembros de la Unión Europea, o quizás el propio candidato, lleguen a la conclusión de que el objetivo es un imposible o sencillamente no vale la pena. Hasta los más fervientes adversarios de Turquía se daban por satisfechos con los recursos existentes para paralizar o liquidar el proceso. Salvo el Gobierno de Viena, que tiene este mes un par de elecciones regionales y al que viene bien una buena cabeza de turco. Como en 1683.
De paso, el Gobierno hace un favor a la próxima cancillera de Alemania, Angela Merkel. Por eso de ir haciendo buenas migas. La pobre Merkel sigue, pese a haber ganado en Dresde por más de cuatro puntos, dedicada a convencer a Gerhard Schröder de que es cierto que las esencias de Europa han cambiado mucho y lo que antes era sencillamente rufianesco e intolerable hoy pasa por ser simplemente osado, como por ejemplo pretender haber ganado unas elecciones cuando se ha logrado medio millón de votos menos que el contrario.
Pase lo que pase con las negociaciones, lo cierto es que ya no serán lo que se esperaba ni lograrán lo que pretendían: un amplio espacio de intereses y valores comunes. Ya han ganado los guardianes de las esencias que han capitalizado políticamente el miedo a Turquía y al islam para torpedear un proceso al final del cual estaría una integración que, como pronto, habría de producirse cuando la generación que ahora nace sea adulta. Han impuesto ya tanto en Europa como en Turquía la falsa impresión de que esta integración es un gravísimo peligro inminente y no una inmensa oportunidad futura. En Turquía, islamistas y nacionalistas han recibido tanta ayuda con las sucesivas humillaciones de que se siente objeto la población turca, que los europeístas están ya a la defensiva y sus argumentos para imponer las reformas democráticas se disuelven como azucarillos ante una reacción agraviada y fortalecida. Sólo así se pueden entender los disparates de la política exterior de Ankara del último año, que hacen olvidar los inmensos avances logrados en más de un lustro de gestación y aplicación brillante de reformas democráticas. Contentos han de estar los enemigos de Orhan Pamuk, ese genial escritor y gran hombre político -probable primer premio Nobel para la literatura turca-, al que oscurantismo islamista y nacionalista por igual quieren amordazar como símbolo de la Turquía moderna y libre. Después de una labor ingente de reformas legales en la mejor dirección, Ankara tropieza y embarranca con los símbolos -con Chipre y la matanza de los armenios de 1915-. Vuelve a ser la hora estelar de los guardianes de las esencias y de los derechos históricos.
«El derecho de los ciudadanos debe corresponderse con la afirmación nacional de los derechos históricos». Así resume Arcadi Espada parte de la ampulosa retórica patriótica del proyecto de Estatuto para Cataluña. Como en Turquía los derechos de Pamuk, al que se quiere juzgar ahora por «ofensas al Estado turco». Hemos tenido 15 años de éxitos en la desactivación de nacionalismos en Centroeuropa, asolada durante siglos por fanatismos identitarios. Ahora parece que, después de la tragedia de los Balcanes, son los nacionalismos meridionales los que nos amenazan con las esencias. Esperemos que Pamuk se imponga al oscurantismo nacionalista allí y que aquí vuelva la mayoría sensata en Cataluña y fuera de ella a identificarse con las sensatas palabras de Javier Pradera: «El Estado de las Autonomías es la mejor vacuna contra el virus de los nacionalismos identitarios que se oponen a la pluralidad social, lingüística y cultural de las poblaciones incluidas dentro de las fronteras de un marco jurídico-político soberano. (…) La Constitución de 1978 garantizó las libertades individuales de los ciudadanos y los derechos colectivos de los pueblos: a la vista del drama yugoslavo, cualquier intento de deslegitimar al Estado de las Autonomías en nombre de un nacionalismo étnico, soberanista e irredentista sería en España una aventura criminal, estúpida y suicida». Palabras perfectamente aplicables a Turquía.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

VIENTOS DEL HRADSHIN

Por HERMANN TERTSCH

El País  Miércoles, 28.09.05

COLUMNA

Hace ya bastantes años -regía en el Hradshin (castillo) de Praga aún la pujanza intelectual inquieta, ilustrada y generosa de unos ideales hoy de nuevo defenestrados a los fosos de la marginalidad-, el entonces presidente checo, Vaclav Havel, convocó en los esplendorosos salones góticos junto a la Catedral de San Vito y sobre el río Vltava a varias decenas de escritores, filósofos, artistas, científicos, religiosos y analistas. Havel quería hacer opinar a todos sobre nuevos conceptos culturales y políticos que pudieran generar esperanza e ilusión para sacar a Europa de una frustración ya entonces perceptible pero aun lejos de ser la revuelta de ira y desprecio contra la clase política a la que asistimos en los últimos años.
Allí se juntaron, si se suman las experiencias de los asistentes, muchos años de cautiverio y persecución política y largas vidas de estudio de hombres y mujeres con sabiduría, humildad y emoción por la honestidad. En común tenían todos ellos «las grandes ideas humanas» a las que se refiere Mario Vargas Llosa en su prólogo de un delicioso librito de Siruela con una conferencia de George Steiner titulada «La idea de Europa«. Recuerda Vargas Llosa que fue Goethe en su Poesía y verdad el que fechaba el humanismo europeo el 25 de octubre de 1518, cuando Ulrico von Hutten escribía una carta a un amigo en la que rechazaba sus privilegios de noble cuna. «La nobleza por nacimiento es puramente accidental y carece de sentido para mí. Busco el manantial de la nobleza en otro lugar». Allí en el Hradshin medieval, Havel logró convocar una gran ceremonia de una orden de caballería en defensa de la libertad, la tolerancia y el respeto. Allí había vocación de excelencia y de la defensa incondicional de la dignidad. Sonaban allí la llamada de Rilke: «Du sollst dein Leben ändern» (cambia tu vida) y la sentencia de Spinoza sobre la dureza de la lucha por la excelencia que cita Vargas Llosa. Es evidente que Havel fracasó en su intento de que este gotha del ideario europeo como empresa de permanente superación inspirado en el esfuerzo personal por la excelencia movilizara a las opiniones públicas, siquiera a las clases políticas. Nunca estas han sido más arrogantes, vanidosas y obcecadas. Como le decía el editor húngaro, judío, alemán, Sammy Fischer a Tomas Mann respecto a un amigo común, «no es europeo. No sabe nada de grandes ideas humanas». No hay europeos en este sentido con mando en Europa.
Este concepto de la identidad y vocación europeas, culto a la libertad del individuo, está tan irreconciliablemente enfrentado al nacionalismo y las ideologías redentoras del siglo pasado, comunismo y fascismo, como al obsceno mercadeo con los principios y mecanismos de la democracia representativa. El viejo Simon Wiesenthal, que murió la pasada semana en Viena, solía echar pestes contra los «jovencitos judíos fanáticos y justicieros de la costa este» (de EE UU), con sus juicios fáciles sobre los europeos desde una superioridad moral basada en la pretensión y la ignorancia. Como tantos otros grandes europeos, pese a llevar el terrible siglo XX marcado con fuego, se murió creyendo en la capacidad de regeneración más que cultural espiritual de Europa. Sin ánimo de ser catastrofista porque hoy hay que ser optimista hasta en el cadalso, sí se puede sospechar que la regeneración moral pública que en su día quería poner en marcha Havel habrá de esperar a próximas generaciones que puedan llegar a responsabilidad de gobierno con experiencias que las actuales no han tenido. Y que el llamamiento a la regeneración europea en la dignidad será un ejercicio individual que se quedará en aquellos cenáculos intelectuales que menos lo necesitan. Espectáculos como los ofrecidos por Jacques Chirac antes y después del referéndum, Gerhard Schröder durante toda su legislatura y tras los comicios del 18 de septiembre, Silvio Berlusconi siempre y nuestros políticos patrios durante el grotesco sainete estatutario, son todos ellos antieuropeos en el sentido de que la búsqueda de la excelencia de la que Steiner habla demanda como requisito previo algo menos de autoestima y algo más de respeto a sí mismo por parte de aquellos dispuestos a emprenderla.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

SIMON WIESENTHAL, EL INFATIGABLE ‘CAZANAZIS’

Por HERMANN TERTSCH

El País  Miércoles, 21.09.05

NECROLÓGICA

En 1945 unos oficiales norteamericanos que le habían ayudado a salir -apenas podía andar- del recién liberado campo de Mauthausen le recomendaron que se volviera «a su casa» en la remota Buczacz en Galicia (hoy Ucrania) y que intentara rehacer su vida y olvidar la pesadilla de los cuatro años de agónico viaje de un campo de exterminio nazi a otro. Se negó. Toda su familia había sido exterminada, como lo había sido el mundo en el que había nacido allá en 1908 en el centro de la geografía cultural del judaísmo europeo oriental definitivamente convertido en humo.
Simon Wiesenthal, un joven arquitecto que había estudiado en Praga y Lemberg (la ucraniana Lvov), sabía que allá no le «quedaba ni un cementerio para llorar», como recordaría en sus memorias décadas más tarde. Y se quedó muy cerca de Mauthausen, primero en Linz y después en Viena, rodeado de una población que había sido fervorosamente nazi y que intentaba imponer una ley del silencio que garantizara impunidad a los criminales y evitara la mala conciencia a todos.
Nadie en aquellos duros años de las décadas de 1950 y 1960, ya en plena guerra fría y con el telón de acero en el patio trasero, toleraba bien por allí el recuerdo. Él convirtió la memoria en el lema de su vida y su lucha contra la impunidad del crimen nazi en una de las grandes gestas individuales de la segunda mitad del siglo XX.
Ya convertido en una leyenda como cazanazis, después de haber localizado a centenares de verdugos, grandes o medianos, carniceros como el jefe de Treblinka Franz Stangl o asesinos de despacho como Eichmann -después secuestrado por agentes israelíes en Argentina, juzgado y ejecutado en Israel-, Wiesenthal siguió insistiendo siempre en que no se veía como un vengador y se resistió con vehemencia a todo intento de culpabilización colectiva de alemanes o austriacos.
En una vieja casa de lo que fue el antiguo barrio judío vienés, frente al canal del Danubio y a un tiro de piedra del solar donde se alzó hasta 1945 el cuartel general de la Gestapo que dirigió el terrible Alois Kaltenbrunner, Wiesenthal recibía en un pequeño despacho repleto de ordenadores y ficheros que sólo él entendía y encontraba.
En su trabajo era inmensamente meticuloso, consciente del revés que suponía cada inexactitud o error porque sabía que tenía enfrente a toda una batería de medios de comunicación dispuestos a difamarle, a grupos revisionistas decididos a descalificarle y destruir su credibilidad y a una sociedad siempre tendente a verle no como un defensor de la dignidad humana sino como un agitador rencoroso y un ser vengativo insaciable.
Detestaba tanto a quienes intentaban ocultar crímenes y culpas como a quienes desde el fanatismo o la superioridad moral de la ignorancia vertían culpas colectivas o hacían acusaciones graves sin pruebas.
Volvió a demostrar su independencia cuando defendió al ex secretario general de la ONU y candidato presidencial austriaco Kurt Waldheim de las acusaciones de ser un criminal de guerra. Wiesenthal rechazó las acusaciones vertidas por el Congreso Mundial Judío y dijo que había que distinguir entre un oportunista ambicioso más o menos inmoral y despreciable y un criminal de guerra. Los enemigos de los matices no le perdonaron aquella intervención.
Si ya en Mauthausen había decidido apuntar y memorizar nombres de verdugos, víctimas y circunstancias, en estos 60 años y a través del centro que lleva su nombre y tiene hoy sedes en todo el mundo, Wiesenthal logró recopilar y ordenar millones de datos en su permanente combate contra el olvido. Nadie como él logró movilizar conciencias, voluntades y recursos para esta ingente tarea y nunca dudó en entrar en polémica, decidido como siempre estaba a que todas las infames campañas de desprestigio y difamación de las que fue objeto tuvieran respuesta.
Fue muy doloroso para él su célebre enfrentamiento con el gran socialdemócrata Bruno Kreisky, de origen judío también, pero por aritmética política muy interesado durante años en acallar a quienes denunciaban sus vergonzantes alianzas con antiguos nazis acomodados en el Partido Liberal (FPÖ). Los insultos a Wiesenthal constituyeron probablemente una de las páginas más tristes de la brillante biografía de aquel otro judío centroeuropeo tantos años canciller austriaco.
Nunca se dejó intimidar por aquel ambiente tan hostil como la Viena de la guerra fría. Nada más salir del campo de Mauthausen, ingresó en la Unidad de Crímenes de Guerra creada por las fuerzas de ocupación norteamericanas.
Pero el enfrentamiento entre los antiguos aliados antinazis -Moscú y Washington- hizo que pronto americanos y soviéticos se dedicaran más al pulso entre ellos en la Europa dividida que a la persecución de criminales nazis. Fue entonces cuando se independizó Wiesenthal y comenzó la empresa personal titánica que lo convirtió en leyenda y en una de las grandes personalidades de la segunda mitad del trágico siglo XX.
Wiesenthal ha muerto el martes en Viena y será enterrado en Israel. Se va a reposar con los suyos porque en Europa se quedó ya entonces sin camposanto. Ha sobrevivido a casi todos los verdugos que llenaban sus archivos y de los que hablaba, inclinado sobre sus ficheros, con una familiaridad cuasi científica. Su labor había concluido. Su vida ha sido un monumento a la dignidad del pueblo judío y de Europa. Nada menos.

Simon Wiesenthal en junio de 1990. BERNARDO PÉREZ

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

LOS MIEDOS ALEMANES

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 20.09.05

ELECCIONES EN ALEMANIA | REACCIONES EN EUROPA

Es más que lógica la tentación de muchos de someter a un psicoanálisis a la sociedad alemana e intentar elaborar teorías sobre los refinados mecanismos de autocastigo a los que parece recurrir cuando se siente desafiada por la realidad. Eugenio Xammar, inteligente corresponsal catalán en la Alemania de entreguerras, achacaba entonces las cuitas alemanas a la falta de preparación política. Ochenta años más tarde la bisoñez no parece explicación suficiente para lo que desde fuera podría parecer un esfuerzo inmenso por parte del electorado alemán para complicarse aún más su problemático presente y su para nada prometedor futuro. Es difícil de imaginar un resultado más nefasto para las ambiciones de los partidos de sacar a la primera potencia europea de su depresión. La tarea de formar Gobierno se convierte ahora en empresa más que improbable. Por no hablar de gobernar después. El miedo de los alemanes al futuro (Zukunftsangst) está generando una situación en la que el futuro da realmente miedo.
Alemania se sume en mayor zozobra si cabe y en Europa se diluyen las esperanzas de recuperar una potencia rectora con un Gobierno dispuesto a tomar decisiones. Nadie cuenta ya con la iniciativa de Francia y Alemania para sacar a la UE de su parálisis. Alemania sólo se va a ocupar de sí misma y nada indica que con especial éxito. Ningún Gobierno tomará las decisiones necesarias para la reforma. Hay mandato expreso del electorado para no hacerlo. Las razones para esta catástrofe europea que supone la prolongación indefinida de la agonía alemana son muchas. Búsquense explicaciones en el virtuosismo embaucador de Gerhard Schröder, en la torpeza de Angela Merkel, en el izquierdismo forzado y populista del canciller, arrastrado por la candidatura del fatuo ex compañero Oskar Lafontaine, en los votos de castigo contra Schröder que los ex comunistas han arrebatado a los cristianodemócratas. Lo único cierto es que los alemanes han demostrado una vez más que el miedo (Angst) es el dueño máximo de la conducta social y que el canciller reformista ha convencido a gran parte del electorado de que finalmente él se ha convencido a su vez de que las reformas no son tan necesarias como él pretendía. Y se ha erigido en campeón para combatirlas. Enarbolando la bandera del miedo. Es todo un monumental sarcasmo. Un canciller que acorta en un año la legislatura tras convencer a todos de que es incapaz de gobernar, se presenta de nuevo para hacer lo mismo y con el fracaso como bandera, iguala en votos a la oposición. Parece evidente que Schröder se dio cuenta a tiempo de que el fracaso de las reformas es la opción que goza de la mayoría social. Dicha mayoría social miedosa y autocomplaciente busca ignorar a toda costa los problemas y quien se los recuerda paga. Merkel pidió el voto y sacrificios para el cambio -como Schröder durante años- y de repente amaneció en la campaña con un estigma de ultraderechista y neoliberal que le pueden costar su futuro. Los liberales consiguieron arañar unos puntos en un electorado que cree en la urgencia de los cambios y teme una gran coalición maniatada por concesiones al populismo, los Verdes se defendieron dignamente con Joschka Fischer de gran timonel y Lafontaine y su conglomerado rojipardo ha acabado dañando más a Merkel que a Schröder.
Contaba hace tiempo el gran analista Robert Leicht que Schröder era consciente ya en 1998 de que la coalición rojiverde nacía cuando socialmente estaba ya superada y de que hubiera preferido ya entonces una Grosse Koalition con la CDU para llevar a cabo las reformas estructurales necesarias para impedir que el proceso de desertización industrial y pauperización sea irreversible. Si es así, Alemania ha perdido siete preciosos años. Schröder y Merkel como posibles jefes de una gran coalición son hoy ya dos opciones igual de patéticas, cuestionados dentro y fuera de sus partidos. Lo trágico del resultado es que no existe alternativa democrática. Los resultados no podían ser peores pero la situación puede serlo pronto, de no producirse un alarde de responsabilidad.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

TRAGEDIA Y POLÍTICA

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 06.09.05

COLUMNA

Los que hemos nacido y vivido en estas sociedades desarrolladas, nunca tan sofisticadas como pretendemos pero insólitamente prósperas y crecientemente estructuradas, con acceso al legado de valores, informaciones, costumbres y emociones -plasmados todos en cultura- que nos convierten en miembros más o menos conscientes de la vanguardia de la civilización -gracias, una vez más, a Fernando Savater por su último artículo-, tenemos muy graves problemas para asimilar una secuencia tan larga de tragedias como la que pasa ahora por el aterrador episodio del naufragio de Nueva Orleans y la cuenca del Misisipí. Otras culturas parecen tener menos dificultades para asumir la pérdida, soportar el dolor desgarrador y el luto y retomar la quebrada sinfonía de la supervivencia individual y colectiva sin hundirse en la duda existencial ni planear cual buitres a la busca de explicaciones convenientes. Recuerdan mejor que la desgracia existe y es parte sustancial de la batalla inteligente en la vida del ser humano y sus colectivos y no caen en pataletas pueriles que claman contra lo «incomprensible» o, en juicio aún más infantil, lo «injusto».
Algo debe tener que ver con nuestras expectativas y con ese optimismo histórico básico que impregna toda nuestra cultura y que otra vez demuestra ser un arma de doble filo. Ha sido este arma -que implica la exploración del bien como conocimiento útil para el prójimo y generaciones futuras- determinante para forjar los principios, códigos y criterios del modelo de convivencia más eficaz, más justo y más compasivo jamás habido en la historia de la humanidad. Que los pasos dados en esta dirección, incluidas las grandes revoluciones políticas y sociales de la libertad -entre las que destacan la francesa, la americana y la de la emancipación de la mujer- tengan su detonante en el concepto del ser humano como reflejo del Dios cristiano, en el valor absoluto de la persona y de la vida, es algo tan evidente que no importa nada que sea ya moda muy antigua y arraigada el negarlo y que tanta vigencia tenga el absolutismo de lo relativo.
Las miserias, las crueldades, los defectos, corrupciones y traiciones que salpican y corroen nuestros actos humanos y, por supuesto, nuestras organizaciones sociales no pueden eclipsar el hecho de que la sociedad democrática y libre con el Estado de derecho como buque insignia son triunfos de la buena voluntad, de la inteligencia y la generosidad frente al egoísmo, la miseria moral, el oscurantismo y la reacción. Todos nos vemos obligados a actos de disciplina intelectual cotidianos para que no nos paralice la vida el desprecio a nuestros semejantes que la convivencia hace, más que lógicos, inevitables. El concepto de la persona como sujeto máximo de culto de fe, religiosa o no -siempre trascendente-, que elimina y descalifica por igual castas, clases, abolengos, etnias y naciones como fuentes de privilegio, beneficio o distinción, ha sido la piedra angular de la cultura democrática por la que tantos en los últimos siglos han luchado y muerto. Esta cultura ha tenido que pagar siempre el peaje de los miserables que medran de la vulnerabilidad que genera la voluntad ajena de dignidad. Es una grandeza más de «nuestra civilización» con su premisa de que nadie es lacayo ni objeto de capricho de un Dios de la ira, sino individuo hecho a la imagen y semejanza del creador, con ese «rayo divino» que en cada época tuvo su definición y en cuya existencia, pese a la Primera Guerra Mundial y Auschwitz, los dos grandes funerales por nuestra civilización, creen incluso quienes no lo saben.
Pero también es cierto que esta convicción cultural que tan lejos nos ha llevado en nuestro poder de llorar y proteger al prójimo nos hace extremadamente quebradizos ante la adversidad como los narcisos entre los seres vivos, tan dispuestos siempre a llorarnos a nosotros mismos. Como también lo es que la vileza cotidiana por la que se expresa el instinto de supervivencia y poder -el mismo- intenta reconvertir la tragedia en un arma más de imposición, al impostar el luto para buscar beneficios en las consecuencias del dolor ajeno. Sin duda, los responsables de proteger a la población por sus cargos y autoridad, cuando hacen dejación de su poder de intervención a favor de las víctimas de una tragedia, se hunden en la ignominia. Han vuelto a hacerlo. No menos, sin embargo, aquellos que sólo ven en la tragedia una ocasión bienvenida para incorporar a la lista de víctimas a quienes siempre desearon un drama semejante para mayor gloria propia.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

METÁFORA DEL MUNDO

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 30.08.05

COLUMNA

Su Excelencia Susilo Bambang Yudhoyono, muy sobrio general del Ejército antes que presidente de la República de Indonesia, es una apuesta del sureste asiático -mirando desde Europa- y por eso se presupone que «sabe dar órdenes» y puede evitarnos muchos lutos, no sólo a su país y a su región, sino al mundo entero. Lo dice él, suave de maneras, presidente educado e improbable del país más improbable y accidental, que tiene el mandato constitucional de defender la unidad de un Estado de 10.000 islas (dos grandes, unas medianas y las demás tal como son), 200 etnias, casi 200 millones de habitantes, una mayoría del 87% de musulmanes, unos pueblos dispares que gritan y una mayoría que, cuando tiene algún dilema con el destino, no recurre a los sindicatos ni a los partidos, sino, cada vez con más insistencia, a Dios. El país islámico más poblado del mundo intenta ser democrático sin ofender a su mayoría, que cree en un Dios que, se supone, no respeta mayorías.
Ayer, en el Hotel Dharmawangansa, una joya nueva de maderas tropicales en el centro de Yakarta, este ex general con talante de comprensión inmensa, nadie sabe aún si genuino o esforzado, rodeado de nada misteriosos indonesios vestidos con mono negro y armados con ametralladoras que sólo se hicieron visibles cuando terminó de hablar ante un grupo de periodistas y analistas de política internacional, dejaba claro que sabe «ahora que aún no nos han golpeado, pero que trabajan, se coordinan y reclutan para ello». Indonesia «los perseguirá». «Contamos con la inmensa mayoría de un pueblo que es ejemplo de tolerancia y libertad de religión». Nadie sabe aún si lo de este presidente, que quiere luchar al mismo tiempo contra el fanatismo, la más prosaica pero omnipotente corrupción y los enemigos secesionistas y totalitarios, va a salir bien del empeño cuando sólo lleva en el cargo diez meses. Pero desde luego lo esperan todos quienes quieren creer que desde aquí se puede exportar estabilidad y combatir al fanatismo.
Hace unos días, Bambang Yudhoyono -perdonarán la treta fonética- reunió a los responsables de su Gobierno, el Ejército y la policía para anunciarles que se elevaba el nivel de seguridad en toda la nación. Desde Europa llega información de que los atentados son inminentes. Las acciones terroristas masivas del islamismo fanático han dejado de ser posibles y son muy probables. En realidad nunca dejaron de serlo. No parece sólo cuestión de fechas. En la idílica isla de Bali en 2002, en el Hotel Marriot en 2003 y en la Embajada de Australia en 2004, en pleno centro de Yakarta, las bombas del terrorismo islamista estallaron ahora. Cientos de muertos. La obsesión por la seguridad, la voluntad de seguir vivo, los ciudadanos, convierten el sureste asiático en agrupación de sociedades en las que el Estado legítimo democrático busca fórmulas de autodefensa contra un islamismo que quiere imponerse, no ya a otras religiones, sino a la versión ciudadana de la propia. Son metáfora del mundo. Este Estado lucha por ser democrático como en sus inicios de la descolonización, en los que la dura realidad en la guerra fría lo hacía imposible porque dos bandos, comunistas y anticomunistas -las sutilezas eran inútiles- planteaban matar o morir. Hay quienes quieren que vuelvan a verse obligados a que la opción no exista.
Hoy, Asia del Sur, rodeada de potencias emergentes no siempre bienintencionadas -la China cuasi reina, la gran India, del Pakistán también potencia nuclear, de la miserable y sin embargo presente Corea del Norte, un Japón populista nacionalista, los rivales comerciales, las madrazas de Pakistán-, busca con ansiedad aliados tanto internos como externos. La clave está en encontrar un compromiso entre la realidad, sus miedos y su certeza. Si lo consiguiera el general, podría conseguirlo el resto del mundo.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

EL ALEMÁN BENEDICTO

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 23.08.05

COLUMNA

El nuevo Papa de Roma, el alemán Benedicto XVI, acaba de reunir en Colonia a un millón de jóvenes entusiasmados con su mensaje antirrelativista cuando la revista Der Spiegel, adelantado y preclaro símbolo del relativismo alemán de posguerra, nos trae a la portada esta semana un retrato cariñoso de Karl Marx y nos anuncia la resurrección del pensador renano sin que se perciba ánimo de burla ni al lector ni al santo laico barbudo.
Son contrastes sólo aparentes en una Alemania angustiada y necesitada de referencias, en la que, paradójicamente, parecen ser los adolescentes cristianos los únicos no sumidos en la cuasi proverbial crisis existencial de la nación. Si, tras el nombramiento del cardenal Ratzinger como sucesor del papa Juan Pablo II, los alemanes hicieron considerables esfuerzos por reprimir todo lo posible su muy legítima alegría -no los fueran a acusar de quién sabe qué-, el Foro Mundial de la Juventud ha dado rienda suelta al entusiasmo de unas multitudes jóvenes sin complejos y en búsqueda no de verdades ni dogmas religiosos, políticos o sociales, sino de autenticidad.
Quienes mucho se rieron de Wojtyla y los polacos «meapilas» harán otro tanto con el «inquisidor» Ratzinger y las «masas cantoras» de Colonia. Pero si no quieren volver a tragarse sus chistes fáciles, como antaño, quizás debieran tomarse un poco más en serio lo sucedido estos días en Alemania y, desde luego, no tomarnos el pelo con un revival de las cualidades redentoras de las doctrinas del pensador moroso.
El papado de Karol Wojtyla fue lo peor que les pudo pasar a quienes apostaban por el cinismo y la resignación para perpetuar la dictadura comunista y defender los dogmas chatos del determinismo histórico. Todo indica que el de Benedicto XVI -por lógica, más breve- puede movilizar las conciencias individuales con consecuencias imprevisibles. Si con el primer viaje a su país natal, Polonia, Juan Pablo II desató el movimiento que habría de devolver la libertad y la dignidad a las naciones y los individuos oprimidos por una ideología corrupta, criminal y mentirosa, el nuevo Papa, mucho más intelectual que su antecesor, ha realizado la primera visita a su país natal y levantado una inaudita oleada de entusiasmo con su llamada a la activación de la valentía y la fuerza del individuo. Si el primero llamó a la insumisión contra la opresión, éste llama a la activación del sentido trascendente del individuo -también del no religioso- en la libertad y la confianza frente a la docilidad que impone el reduccionismo no laico, sino antirreligioso. Por ello pone énfasis no ya en el diálogo intereclesial, sino en lo que cabría llamar comunión transreligiosa.
Alemania era en principio un campo de prueba especialmente difícil para este propósito. Desarticulada la sociedad y desprestigiados los conceptos de autoridad, valores y referencias éticas después de la gran pesadilla nazi y la implicación de todas sus elites con aquel movimiento criminal, en ningún país europeo ha estado la Iglesia católica tan tentada de ganarse aceptación por la renuncia a sus principios y códigos. Ninguna iglesia como la católica alemana ha tenido un movimiento seglar e intelectual tan activo y jaleado para imponer unas reformas a gusto del «consumidor» y una modernización que concluyera en la demolición de sus estructuras jerárquicas y su denostada organización, que han permitido a la Iglesia católica mantener su unidad y no confundir modernidad con modas.
Como representantes de la línea que impidió que el Concilio Vaticano II acabara convirtiendo, como tantos querían, a la Iglesia en un movimiento sesentayochista con sus diversas teologías más o menos convenientes para profesores universitarios o guerrilleros de jungla, Juan Pablo II, Ratzinger y otros han sido calificados de energúmenos inquisitoriales y otras lindezas. El respeto mundial demostrado a Juan Pablo II y la recepción a Ratzinger en Alemania sugieren que los tiempos peores para la Iglesia católica pueden haber pasado, y que su claridad y firmeza la agradecen también muchos ajenos a la misma fe, incluso, no creyentes.
Si todo el mundo sufre hoy la incertidumbre, en Alemania, donde, tras el desastre del nazismo y la guerra, la identidad y la confianza se fundaron exclusivamente en la prosperidad material, la crisis económica ha causado estragos anímicos. El Papa no va a sacar a Alemania de su crisis. Pero muchos creen ya que este Papa puede ayudar tanto a su patria como Juan Pablo II a la suya. Desde luego, mucho más que el santo laico de Tréveris, que hace bien en no salir de su tumba en el cementerio londinense de Highgate. No nos lo vayan a malinterpretar de nuevo.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

LA GESTA DE GAZA

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 16.08.05

LA RETIRADA DE GAZA

La retirada total de Israel de la franja de Gaza ha comenzado ya sin más incidentes que las previstas y muy comprensibles protestas de los muchos ciudadanos israelíes y judíos de todo el mundo que, por motivos religiosos, políticos o de mera seguridad, consideran un error, cuando no una traición, el abandono de este territorio ocupado en 1967. Sin entrar en el peso real de sus razones, lo cierto es que estos adversarios de la retirada de Gaza son una minoría en la sociedad israelí, en su representación parlamentaria en el Knesset y también y muy claramente entre la diáspora judía. Esto se percibe de especial manera en Nueva York, donde la muy numerosa, potente y plural comunidad judía, que ha nutrido durante décadas con colonos ortodoxos y dinero a los asentamientos en Gaza y Cisjordania, apoya abiertamente la política de Sharon. La oposición en la comunidad neoyorquina no ha pasado de los insultos a Sharon en las sinagogas ortodoxas.
Se puede especular sobre los motivos que han llevado a Sharon a una decisión histórica que rompe con todo el gran proyecto religioso y filosófico que llamaba a los judíos a dominar, colonizar y crear prosperidad y vida piadosa judía en unos territorios que según la ortodoxia Dios le había asignado a su pueblo. Es evidente que el gesto tiene mucho más calado que el hecho de la evacuación de unos cuantos miles de colonos de unos asentamientos rodeados por casi millón y medio de palestinos hacinados en un minúsculo y mísero erial con la mayor densidad de población del mundo. Y está claro que lo que según todos los indicios Sharon ya ha conseguido en Gaza -la retirada total sin una fractura social irreversible- no lo lograría ningún primer ministro israelí en una Cisjordania con asentamientos que ya son ciudades prósperas en práctica vecindad con Jerusalén. En este sentido, la retirada de Gaza es sólo una cesión a medias porque consolida asentamientos cisjordanos -véase Ariel- como territorios israelíes innegociables. Así visto, puede verse como un precedente de este hecho histórico la evacuación de colonos judíos de la península del Sinaí en 1982, aunque allí el territorio se cediera a un Estado, el egipcio, que acababa de firmar la paz con Israel y no a un débil organismo palestino incapaz de imponer su ley a su propia población.
Pero no deja de ser una cesión el hecho de que Israel renuncie a su presencia en un territorio en el que más de un millón de palestinos viven y mueren para destruir el Estado judío, en el que toda política de moderación fracasa y el terrorismo islamista tiene uno de sus caldos de cultivo más fértiles. El islamismo radical ya intenta presentar como victoria la retirada israelí de Gaza, como ya hizo en su día, con notable éxito, con la salida de Líbano. El capital político que especialmente Hezbolá logró sacar de aquella muy sensata decisión de Israel explica sin duda gran parte de los sentimientos encontrados de muchos israelíes partidarios de la retirada de Gaza, pero conscientes de estar optando por la decisión menos mala pero no exenta de peligros.
Pero independientemente de causas y efectos, la retirada de Gaza, su debate en el seno de la sociedad y del Parlamento de Israel demuestran, de forma nada paradójica, la grandeza de los ideales de este Estado en el momento de renunciar a lo que para muchos de sus ciudadanos era uno de sus principales valores. Todos los intentos de socavar el Estado y la democracia invocando «derechos históricos o bíblicos» han fracasado ante la firmeza de los defensores del sistema parlamentario. Y todo ello en el marco de una creciente efervescencia en todo el mundo islámico en el que el fanatismo antijudío y antioccidental intenta movilizar a las sociedades fracasadas contra las democráticas, libres y prósperas. Las sociedades europeas comienzan a ser conscientes de que tienen, como Israel, un enemigo mortal en su entorno y en su seno que no tiene otra reivindicación que negarles el derecho a la existencia en libertad y seguridad. Quizás ahora les sea más fácil valorar temores y esperanzas de un Estado que vive así desde su fundación. Y aplauda la gesta democrática que es, no ya la retirada en sí, sino el alarde de firmeza del Estado de derecho que la ha precedido.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

CON VARSOVIA FRENTE A MINSK

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 02.08.05

COLUMNA

Es un país pequeño acaudillado por un dictador sin escrúpulos y fanático de sí mismo en el que el miedo es la piedra angular de la doctrina de Estado, y quienes revelan no albergar el suficiente temor patriota son sometidos a tratamientos preceptivos para la corrección de tan peligrosa carencia. Periodistas impertinentes desaparecen tras recibir en sus domicilios visitas nocturnas de desconocidos, intelectuales insumisos son apaleados ante sus casas o en camino al trabajo, las organizaciones de defensa de los derechos humanos sufren constante acoso e intimidación y los periódicos oficiales, ya todos, coinciden en la loa hiperbólica y entusiasta del jefe del Estado, ese gran timonel infalible.
No, no se trata de la Rumania bajo Nicolae Ceaucescu ni de la Cuba actual, aunque las similitudes entre la isla caribeña y la inmensa prisión instaurada por un mafioso político en el noreste del Viejo Continente, en la misma frontera de la Unión Europea, son más que evidentes. Porque Aleksandr Lukashenko, el delincuente que se hizo con las riendas de Bielorrusia durante la disolución de la URSS persigue y encarcela a la disidencia con la misma saña que el anciano galaico-antillano y ha logrado con similar éxito cerrar sus fronteras a toda influencia subversiva del pensamiento democrático. Satrapías tenemos aún varias en repúblicas ex soviéticas, pero en Asia Central. En Europa sólo sobrevive ya Lukashenko, a la cabeza de la fusión de fuerzas de mafia, aparato industrial y administrativo y cuerpos represivos. El hundimiento del régimen similar de Leonid Kuchma ante la revolución naranja de la Ucrania europea ha reforzado la convicción del líder bielorruso -nada errónea por cierto- de que sólo podrá mantener su régimen confiriendo masiva credibilidad a los métodos represivos. Está en ello.
Era por tanto consecuente Lukashenko cuando el pasado mes lanzó a su policía, a sus jueces y a su Administración contra la mayor asociación independiente en el país que es la Unión de Polacos de Bielorrusia. Si Polonia fue la vanguardia de los pueblos de Europa central y oriental en la lucha contra la dictadura comunista, los polacos de Bielorrusia, aunque no lleguen al medio millón y al 5% de la población, son una constante irritación para la dictadura. Bien informados por la radio y la televisión de Polonia, más estructurados que la población bielorrusa y católicos como las fuerzas que se levantaron contra Kuchma en Ucrania occidental, los polacos de Bielorrusia son ya el principal objetivo de la represión del régimen. En una clásica operación bolchevique, su directiva electa fue detenida, desposeída de su mandato y sustituida por agentes polacos del régimen. Su periódico ya no publica sino lo mismo que el resto de la prensa.
Así las cosas, Varsovia retiró la pasada semana a su embajador en Minsk en el último episodio de una escalada de tensión que había llevado a las expulsiones de diplomáticos y otros gestos hostiles. Polonia vuelve a demostrar la consecuencia de una política exterior que recuerda muy bien pasados tiempos propios. Con la República Checa y Hungría como firmes aliados en ello, la política de solidaridad democrática de Polonia es ya una de las facetas más dignas de la política exterior de Europa. Quienes se sientan incómodos con ella deberían avergonzarse. Las razones son obvias. Varsovia recuerda tan bien cuando el apoyo occidental a la disidencia polaca abría espacios de libertad como cuando los intentos de conciliación con el régimen comunista inducían a ignorar a la oposición democrática y ésta caía en un pozo negro de represión. Lukashenko está envalentonado por una vecina Rusia que ya le emula en la represión y por la actitud de la UE, que parece no querer saber lo que pasa en su frontera oriental. Cabe esperar que después del espantoso ridículo en su política hacia Cuba, la UE no abunde en el error. Debe expresar su firme apoyo a la política de Varsovia hacia Minsk. Lukashenko ha de saber que la brutalidad de su régimen tiene un precio.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

DE IDENTIDADES Y PARTICULARISMOS

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 26.07.05

COLUMNA

«Revolucionarios airados que responden espontáneamente a las provocaciones enemigas» -según fuentes oficiales cubanas- se concentraron el sábado en La Habana ante las viviendas de diversos disidentes cubanos para acusarlos de «mercenarios» y «vendepatrias» y amenazarlos con palos y barras de hierro. Considerando la diferencia horaria, este acto heroico de reafirmación patriótica casi coincide en el tiempo con uno similar frente a la casa de la concejal socialista de Azpeitia Manuela Uranga Segurola. El cóctel molotov lanzado contra la fachada no causó más que un susto, pero, al fin y al cabo, de eso se trata tanto en el caso vasco como en el caribeño. Si hay muchos motivos para preguntarse por qué la kale borroka, que hace un año y medio parecía erradicada, ha sido de nuevo reactivada con juvenil entusiasmo, lo de Cuba es un poco más de lo mismo. Mientras los piquetes gubernamentales aterrorizaban a los disidentes y a sus familias, la policía detenía a una treintena de disidentes para incentivar el miedo y demostrar a los opositores lo solos que están.
Era de suponer que algo molestos estarían los 25 miembros de la Unión Europea que, por iniciativa del Gobierno español, suspendieron las sanciones a Cuba hasta el punto de dejar que en el futuro sea Castro quien haga las listas de invitados de las embajadas en la celebración de sus respectivas fiestas nacionales. Según informaba ayer nuestro periódico, «la Comisión Europea continúa extremadamente preocupada por la actual situación política en Cuba, señaló el Ejecutivo comunitario a través de un comunicado». «Aunque la Comisión está satisfecha por las noticias de la liberación de Marta Beatriz Roque, la detención de varios disidentes cubanos el viernes 22 de julio ilustra la extrema tensión social en Cuba en estos momentos», subraya la nota oficial. Es fácil de satisfacer en estas cosas nuestra Comisión Europea. El régimen cubano detiene a 30, suelta después a 20 y la Comisión subraya lo feliz que está porque la señora Roque sólo ha pasado un día en comisaría. Aquí nos pasa un poco igual. Después de casi cuarenta años matando y casi mil cadáveres, ETA no mata en dos años y ya nos están asegurando que la «violencia de baja intensidad» es un entusiasmante indicio de madurez que los auténticos demócratas han de aprovechar para el diálogo por la paz. Viene todo ello a ser algo así como «el violador de mi hija lleva dos años sin violarla, por lo que voy a invitarle a tomar el té. No se vaya a enfadar».
El inmenso despliegue de buena fe en el trato de la Unión Europea a Cuba viene a cosechar los mismos modestísimos éxitos que el alarde de comprensión hacia los nacionalismos que no matan y los que no lo hacen ahora y de momento. En lo que se han convertido ahora estas recepciones en las sedes diplomáticas en La Habana se vio en la Embajada de Francia el 14 de julio, cuando el ministro cubano Felipe Pérez Roque, en la solemne fiesta de la libertad, igualdad y fraternidad, defendió con orgullo esta manida práctica nazi de utilizar al lumpen paramilitarizado contra individuos discrepantes. No cuentan las crónicas que a algún invitado se le cayera la cara de vergüenza.
Los abertzales cubanos o vascos que acosan viviendas de quienes dicen no lo son, tienen de nuevo en común la convicción de que han ganado el pulso a quienes están en contra de sus métodos, pero no dispuestos a castigarlos. Los españoles -España es diferente- debiéramos ser los primeros en sospechar de los regímenes que recurren a su «hecho diferencial» para justificar lo injustificable. El hecho de que la dictadura, la tortura y la ejecución sean tradición milenaria y presente arraigado en China no los hace menos repulsivos. Y nuestra incontrolada empatía hacia otras civilizaciones no puede llevarnos a aceptar tradiciones tan abominables como las que abolimos nosotros en la larga senda al Estado de derecho de la mano del humanismo y el respeto al individuo. Quien no relativiza hoy todo bajo el Zeitgeist (espíritu de los tiempos) corre el peligro de ser tachado de cavernícola. E puore, la civilización democrática occidental sí es mejor, más humana y eficiente que las demás. En todo menos en la firmeza de sus líderes en defenderla.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

LAS TRES GUERRAS DE SHARON Y ABBAS

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 19.07.05

COLUMNA

Israel lleva dos días concentrando tropas en los límites de la franja de Gaza y no disimula los preparativos para una operación militar como la que hizo antes de que comenzara la frágil tregua que algunos dan ya por muerta. Sus aviones y sus francotiradores han reiniciado la caza de dirigentes de Hamás y no sin éxito. Los terroristas palestinos por su parte no dejan de lanzar, desde hace cinco días, sus misiles -de fabricación casera, cierto, pero en ocasiones letales- sobre los asentamientos judíos. Los intentos de la Autoridad Palestina de evitarlo con algo más que palabras de sosiego han sido tan escasos como la convicción de que pudieran tener algún efecto. El presidente palestino, Mahmud Abbas, se sabe impotente. Mientras, los colonos de Gaza y Cisjordania, lograban ayer concentrar a varias decenas de miles de personas en una manifestación contra la retirada de Gaza, que habrá de iniciarse dentro de 28 días. Y continúa el goteo de actos de desobediencia de soldados israelíes que se adhieren al movimiento opuesto a la retirada de Gaza. Como continúa el goteo de muertes. ¿Nada nuevo bajo el inclemente sol de Palestina?
No exactamente. Tenemos probablemente por primera vez a un líder palestino que sabe que Hamás bombardea a la población israelí para darle a él y para vender a la población palestina la retirada israelí de Gaza como una conquista propia con la que borrar después del mapa electoral y político a Al Fatah. Tenemos a un primer ministro Ariel Sharon decidido a salir del pozo negro de Gaza en las condiciones establecidas por él y aprobadas por el Knesset (Parlamento) y por el Tribunal Supremo. Y tenemos a un frente de colonos radicales y otros extremistas israelíes que intentan impedir por la fuerza una decisión del Parlamento que apoya la inmensa mayoría del pueblo israelí. Es decir, tenemos tres guerras en una y ante una situación en la que muy pronto se verá si hay triunfadores o todos acaban perdiendo por igual.
Si el enfrentamiento civil armado en Palestina puede darse prácticamente por iniciado, comienzan a hacerse fuertes los temores de que podríamos estar también ante el primer gran enfrentamiento civil en la historia del Estado de Israel. Los colonos y sus aliados comenzaron ayer una movilización para intentar entrar por la fuerza en Gaza, rompiendo las verjas y resistir en el interior todos los intentos de ser evacuados o expulsados hacia territorio de Israel. El diario Haaretz advertía alarmado de que las fuerzas de seguridad y el Ejército han de garantizar por todos los medios que se imponga la voluntad democrática porque de lo contrario se colocaría en grave peligro al Estado. Pero el conflicto entre israelíes se ha enconado tanto que en cualquier momento puede producirse un incidente en el que colonos armados se enfrenten a su propio Ejército.
Si los palestinos y los árabes en general se pueden permitir las profundas desavenencias y guerras intestinas que libran entre ellos desde el final del colonialismo en la región, la sociedad y el Estado de Israel se juegan con su unidad su supervivencia. Está meridianamente claro que Sharon quiere salir de Gaza para reforzar su presencia en gran parte de Cisjordania y perpetuar allí los grandes asentamientos. Pero también está ya claro que se ha autoimpuesto una agenda que tiene que cumplir y que le ata de pies y manos. No puede ceder ante los colonos un ápice de la autoridad del Estado ni dejar ninguna duda a Hamás de que sus ataques tendrán siempre respuesta antes, durante y después de la retirada de los territorios meridionales. También aquí hay poco margen. Una operación militar de envergadura en Gaza podría empantanar la retirada.
Las próximas semanas serán una gran prueba tanto para Abbas como para Sharon. La diferencia está en que un Abbas derrotado dejaría la situación como está, es decir muy mal. Pero una derrota de Sharon ahora sumiría a Israel en una crisis que solo pueden desear quienes todavía sueñan con hacer desaparecer a este pequeño Estado. Lo habrán de tener en cuenta sus feroces colonos y también aquellos siempre dispuestos a condenar a Israel cuando osa defenderse del enemigo interno y externo.

Simpatizantes de Yihad Islámica, en una protesta en Gaza. EFE

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

EL ASALTO A LA CIUDAD

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 12.07.05

COLUMNA

Ayer se conmemoró en Bosnia el trágico asalto a una pequeña ciudad, Srebrenica. El resultado del mismo, hace ahora diez años, lo conocen todos. Al menos 8.000 hombres, niños y ancianos fueron ejecutados y enterrados como perros en fosas comunes. Aquella ciudad llevaba entonces tres años resistiendo en unas condiciones terroríficas, al igual que la capital del país, Sarajevo. El Ejército serbio y los paramilitares a sus órdenes no querían solo tomar Sarajevo, Srebrenica y Tuzla. Ya lo habían logrado en Foca, donde ejecutaron a gran parte de los hombres sobre el puente del río Drina y lanzaron los cadáveres al agua. Esto mismo habían hecho en Kostelnica, donde río abajo las corrientes jugaban con los muertos flotantes como en la nueva película de Spielberg La guerra de los mundos. ¡Ay de las ciudades, ese escenario de encuentro en los valles y junto a los grandes ríos y costas amables donde la comunicación permite a los hombres juntarse para intercambiar experiencias y noticias, mercancías y sentimientos! Sus enemigos las odian porque en ellas surge hace miles de años la riqueza de la comunicación y la libertad y dignidad del individuo, porque en ellas es tan difícil imponer verdades únicas y la peor represión nunca puede evitar complicidades humanas entre gentes de diversa procedencia, religión y etnia. Allí todo se mezcla y nada queda en estado puro.
Las odiaban los fanáticos de la tribu que dirigían Ratko Mladic y Radovan Karadzic como las detestan en el fondo todos los nacionalismos que no por casualidad idealizan la vida primitiva en el campo y las amables arcadias de quienes piensan y sienten todos igual. Siempre fueron objetivo de todos los que quieren imponer la tiranía. Los ciudadanos siempre han sido los peores súbditos. Lo sabía Slobodan Milosevic, a quien derribaron los belgradenses con el apoyo de los habitantes de la otra ciudad serbia que es Nis. Como lo sabían Mao Zedong y Pol Pot, que exterminaron a sus burguesías. La ciudad siempre genera pecado e ideas disolutas y disolventes, que se juntan o enfrentan y generan otras que a su vez plantean preguntas, fomentan la curiosidad y crean lazos humanos en constante ampliación y movimiento. La ciudad es la libertad y tiene otra vez muchos enemigos fuera de sus muros imaginarios, pero también dentro de la fortaleza civilizadora.
Londres es la ciudad por antonomasia. Allí, junto al Támesis que lleva a todos los mares del mundo, se ha inventado mucho de lo que hoy constituye el mundo moderno. La megápolis del comercio, la industria y las comunicaciones ha sido también la cuna de la democracia y el bastión de la misma en los peores momentos para la sociedad abierta. En Londres, los enemigos de nuestra civilización de ciudades nos han atacado a todos y lo han hecho con bombas en las arterias de nuestra cultura de la movilidad, de la comunicación e información, de nuestra libertad.
No es en realidad nada distinto, salvo en su carga simbólica, a lo que nuestro enemigo moderno, el terrorismo, lleva haciendo ya años. Ayer, el presidente de Colombia, Álvaro Uribe, de visita en Madrid, otra ciudad castigada por quienes quieren doblegar la voluntad y el desafío ciudadano, tenía toda la razón al considerar uno de sus mayores éxitos el restablecimiento de las comunicaciones entre las ciudades y el regreso a las mismas de sus alcaldes antes huidos ante el terrorismo de las FARC. Si las ciudades pueden defenderse, la democracia siempre estará a salvo por mucho dolor que puedan causar sus enemigos. Por eso los ciudadanos han de defenderse con firmeza tanto de sus enemigos como de quienes les sugieren claudicar con cantos de sirena sobre la paz perpetua e imposibles conciliaciones. Ninguna democracia puede hoy permitirse ninguna paz que no pase por la derrota del terrorismo, su enemigo mortal. Porque hunde su dignidad y libertad y la convierte en rehén, esto sí a perpetuidad, de quienes la quieren destruir con bombas o rendición encubierta.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

EL NUEVO OSKAR ROJIPARDO

Por HERMANN TERTSCH

El País  Jueves, 07.07.05

ANÁLISIS

Lafontaine ha vuelto para vengarse del SPD con una retórica nacional y socialista

La descomunal cabeza de bronce del autor del manifiesto comunista aguanta el chaparrón veraniego con el gesto inalterado. No así el hombre bajito que, debajo mismo de las barbas del profeta de la sociedad sin clases, arenga con secas gesticulaciones, timbre irritado y cara congestionada a unos centenares de ciudadanos congregados en la plaza de Chemnitz, la ciudad germanooriental que durante más de cuatro décadas de comunismo llevó precisamente el nombre de Karl-Marx Stadt. Simbología vetusta para la campaña electoral en la Alemania del Tercer Milenio. «Hay que acabar con esta política de mierda, con esta cerdada antisocial, del Gobierno [socialdemócrata] de Schröder», grita el orador. «¡Eso, exacto!», responde el público. «Hay que proteger a los padres de familia alemanes y a las mujeres alemanas para que los fremdarbeiter [trabajadores foráneos, término utilizado durante el nazismo] no les arrebaten los puestos de trabajo», proclama. Gritos de asentimiento en el público: «¡Jawohl, Ja, So ist es!«. El semanario Die Zeit, cuyo editor es el ex canciller socialdemócrata Helmut Schmidt, describiría indignado dicha escena de apertura de campaña: «Bajo la severa mirada del busto de Carlos Marx experimentó sin escrúpulo con el lenguaje de Goebbels». «Qué bajo ha caído», sentencia el otro gran semanario alemán Der Spiegel.
Populismo a raudales, sin escrúpulos ni mesura. Alemania ya tiene a su Jörg Haider, su Pim Fortuyn o su Le Pen, pero ni el más demente entre los profetas habría sido capaz de imaginar hace unos años que se llamaría Oskar Lafontaine. Quién hubiera dicho, sin ser tomado por loco, que el que fuera todopoderoso presidente del Estado del Sarre, presidente del SPD -el partido legendario de la izquierda democrática europea- y efímero ministro federal de Economía volvería a la política cargado de mensajes de resentimiento en los que se mezcla la retórica paleocomunista con el lenguaje más parduzco del pasado alemán. Si se entera Willy Brandt muere de nuevo. Uno de sus nietos, quizás el favorito, al que en su día se unieron las esperanzas de revitalización del SPD en una política de izquierdas, es ya el máximo líder de una extraña alianza de izquierdistas antisistema, comunistas sin reciclar integrados en el Partido del Socialismo Democrático (PSD), heredero del partido comunista de la RDA, y sectas más o menos antidemocráticas que pescan en el río revuelto de la crisis en la que se halla sumida Alemania. Lafontaine ha dado así el salto de la excentricidad más o menos simpática a la sinrazón más peligrosa.
Música para los oídos de la extrema derecha son los lemas electorales que Lafontaine, pese a las críticas de su antiguo partido, no deja de proferir. Dice aquel adalid de la «nueva izquierda» que «la inmigración forzada [de mano de obra] la demandan en Alemania los 10.000 de arriba», término utilizado sobre todo por los comunistas para referirse a los grandes capitalistas. Y promete expulsar de Alemania a «quienes no hablen nuestra lengua y no paguen sus impuestos según su capacidad». Advierte de que el «pueblo alemán», una «comunidad de destino», se juega «el futuro de la identidad de Europa a finales del siglo» y subraya la amenaza de que suceda como en «Estados Unidos, donde en medio siglo los blancos ya no serán mayoría». En la sociedad alemana asustada y confundida que Schröder deja tras siete años de Gobierno, frases así asustan a muchos pero atraen a no pocos. Según los últimos sondeos, el nuevo partido surgido de la unión de la WASG (Alternativa Trabajo y Justicia Social) y el PDS ya es la tercera fuerza del país con un 12%, con lo que ayuda decisivamente a hundir al SPD por debajo del 30%.
Socialismo en estado puro y nacionalismo a raudales son la fórmula con la que Lafontaine se promete irrumpir en el Bundestag en las elecciones en septiembre. No es de extrañar por tanto que haga competencia directa a los nacionalsocialistas, los neonazis del NPD, que también ha experimentado una transformación aunque más estética que de contenidos. En el reciente congreso del partido en Sajonia no se vieron ya zamarras de cuero ni botas claveteadas, sino jóvenes con corbata y señoritas muy urbanas que ya no se saludan con brazo en alto y no beben cerveza, sino té, en las sesiones de trabajo. Su programa va dirigido a los mismos electores que el de Lafontaine: parados, jubilados, pequeños empresarios, jóvenes y profesionales, la suma de las supuestas víctimas de las imprescindibles reformas que los grandes partidos, SPD y CDU, quieren imponer. Su lema El sistema está acabado es el mismo que evoca en discursos y en su nuevo libro, Política para todos, el ex nietísimo de Willy Brandt. Y ambos pueden resumirse con la nada original fórmula de «quitarle a los ricos para darle a los pobres»; eso sí, siempre que sean alemanes. Los nazis siempre fueron muy sensibles en el ámbito social, como recuerda Götz Aly en su libro El Estado popular de Hitler, el mejor libro sobre el nazismo publicado el pasado año.
Hay que querer mucho al Napoleoncito del Sarre, convertido en gran líder rojipardo, para no percibir lo patético que resulta su retorno con semejantes compañías y recursos políticos. Hay quienes dicen que dimitió como ministro, tras sólo cinco meses en el cargo, por agravios imaginados multiplicados tras una noche de copas y que desde entonces, hace seis años, el arrepentimiento por su decisión sólo es comparable al odio que tiene a Schröder, al que hace culpable de todas sus desgracias. Su dimisión supuso la primera gran crisis del Gobierno de coalición entre SPD y Verdes que ahora parece resignado a perder las elecciones, pero jamás pensó que Lafontaine pudiera contribuir tanto a ello. Ante un probable éxito electoral del nuevo tribuno, comienza a hablarse de una gran coalición entre CDU y SPD para acometer las reformas y hacerle frente. Pero esto conlleva el riesgo de hacerlo crecer.
Sea por odio a sí mismo o por odio al SPD, está claro que no ha elegido mal la hora de la venganza y que le hará mucho daño al SPD que presidió. Esto le ayudará a acariciarse su incombustible autoestima, pero es un flaquísimo favor, el enésimo pero el peor, que le hace a la democracia y a la sociedad de Alemania.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

NUEVAS AFRENTAS DEL TRÍO DE KÖNIGSBERG

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 05.07.05

COLUMNA

¿Se puede saber que hacían de nuevo el aún canciller federal alemán, Gerhard Schröder, y el aún no dimisionario presidente francés, Jacques Chirac, erigiéndose en representantes de la Unión Europea en una cumbre con el presidente Vladímir Putin para arreglar el mundo? Los dos grandes líderes del fracaso del núcleo europeo han pasado un conmovedor fin de semana en Kaliningrado celebrando con Putin el 750º aniversario de la fundación de Königsberg, la antigua capital de Prusia Oriental, que desde su destrucción hace 60 años se llama Kaliningrado. Han acudido diligentes a un festejo preparado por el Kremlin como afrenta a otros miembros de la UE, al excluir de la invitación, cursada a más de 40 países, a Polonia y Lituania, precisamente los Estados vecinos de ese enclave ruso en territorio europeo.
La falta de sensibilidad histórica del canciller alemán es tan conocida como el arrogante desprecio que despliega Chirac hacia unos países centroeuropeos y bálticos que recuerdan tan bien los asaltos alemanes y rusos a sus territorios como la indiferencia francesa cuando sucedían. En dichos países se toma nota, con estupefacción, del enésimo desplante franco-alemán. Aunque a nadie debiera extrañar que estos dos no se acuerden de tragedias ajenas en el siglo XX, sí parecen haber olvidado su propia situación actual.
La cumbre ruso-franco-alemana, celebrada en el antiguo balneario prusiano de Rauschen, hoy Sowjetlogorsk, no podía tener otro resultado inmediato que la generación de más desconfianza entre miembros de la UE, resultado sin duda apetecido por Putin. Éste ya había tenido gran éxito en ello cuando logró casi plena asistencia a los actos de exaltación soviética en el 60º aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial. Los hoy socios de la UE, que vivieron el mayo de 1945 como mero relevo de una bárbara ocupación extranjera por otra, no oyeron en Moscú ni una palabra de pesar o reconocimiento a su sufrimiento de medio siglo que siguió a la llamada liberación.
El encuentro trilateral de Sowjetlogorsk ha estado revestido de toda esa simbología multipolar que gusta al eje antiestadounidense que se fraguó antes de la intervención norteamericana en Irak, cuya doctrina suprema es el antiatlantismo. Putin disfruta dándoles cancha a los dos prejubilados, aunque sabe que ambos van a la cita del G-8 en Gleneagles (Escocia) con poco más que su presencia física. Simbolismos aparte, esta semana sí que tendrá Putin una cita realmente importante. El jefe del Estado de China, Hu Jintao, inicia el jueves una visita a Rusia para intensificar las -éstas sí- excelentes relaciones bilaterales. Las reticencias europeas -que no de Schröder y Chirac- a poner fin al embargo de armas a China otorgan especial relieve a la reforzada cooperación militar ruso-china, que vuelve a los niveles óptimos de antes de la ruptura de Mao Zedong con la URSS en 1956.
Aquí está de nuevo ese fantasmal eje de ocasión, París-Berlín-Moscú-Pekín, eso sí, con las dos capitales occidentales como parientes débiles, y las orientales, conscientes de su poder y decididos a poner coto a molestos movimientos democráticos en casa y entre el Cáucaso y la frontera china. Objetivo de estas dos es dinamitar la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE). Este organismo, el único que desde el atlantismo promueve los derechos humanos y la democratización en zonas de crisis, ha sido decisivo en los reveses a los intereses antidemocráticos de Moscú y Pekín. Putin y Hu Jintao hablarán de ello, y el encuentro de Königsberg les será útil porque aumenta los recelos entre democracias europeas. Moscú no quiere más revoluciones democráticas como las de Georgia o Ucrania. La reciente matanza de centenares de manifestantes contra la satrapía del presidente Karímov en Uzbekistán ha sido aplaudida por Putin. Schröder y Chirac han callado, como ya hicieron cuando el Kremlin quiso revivir como imperio con su estafa en Kiev. Es humano que estas dos tristes figuras busquen consuelo en Königsberg, donde les tratan con respeto y se le ríen los chistes antibritánicos a Chirac. Pero es patético que presten servicios a las maniobras antiatlánticas de Putin. Hay formas más dignas de decir adiós al cargo. Incluso desde la irrelevancia se puede ser algo leal.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

UNA GUERRA SIN CUARTEL

Por HERMANN TERTSCH

El País  Domingo, 03.07.05

REPORTAJE

«Estamos sorprendidos por el reducido número de prisioneros encontrado. No nos han dado ninguna explicación sobre dónde puede estar el resto y eso nos preocupa». Este escueto y muy diplomático comentario del 31 de julio de 1995 de Christophe Girod, vicepresidente del Comité Internacional de la Cruz Roja para los Balcanes, ya reforzaba, tres semanas después de la toma de Srebrenica por las fuerzas serbias dirigidas por el general Ratko Mladic, los peores temores de muchos que para algunos era ya certeza. Los cálculos hechos por las autoridades bosnias, los observadores militares de la ONU y la OTAN, basados en testimonios de quienes habían llegado a territorio controlado por el ejército bosnio, habían ido filtrándose poco a poco a lo largo de esos días y venían a coincidir en tres puntos clave.
Primero: tras la toma de Srebrenica, las fuerzas serbias separaron a todos los varones sanos entre 14 y 65 años -unos 15.000- del resto de la población -unos 25.000-, mujeres ancianos y niños pequeños.
Segundo: los hombres, hacinados en grandes bolsas humanas en campo abierto, apartados de sus familias, recibieron numerosas informaciones sobre la ejecución masiva de prisioneros en edad militar en los alrededores del enclave y se lanzaron a la huida en carrera desesperada por los campos de minas. Desperdigados y bajo un intenso fuego de ametralladoras y morteros serbios, tan sólo lograron llegar a territorio bosnio entre 6.000 y 7.000 hombres.
Tercero: los demás supervivientes fueron capturados por las tropas de Mladic y encerrados en escuelas y otras instalaciones públicas.
Fotografías de satélites norteamericanos de los días 13, 14 y 15 de julio, hechas públicas semanas más tarde, mostraban, primero, grandes aglomeraciones de prisioneros a cielo abierto, y, días después, terrenos sin rastro humano, removidos por excavadoras y huellas de maquinaria pesada. Quienes veían las imágenes sabían ya lo que había sucedido, pero la postura oficial de la comunidad internacional seguía evitando conclusiones.
De los más de 8.000 prisioneros que debían estar en manos serbias, la Cruz Roja sólo logró ver a poco más de 200 en la primera visita que permite el general Mladic. A lo largo de las semanas siguientes llegan a zona bosnia supervivientes que hablan de pilas de cadáveres y camiones repletos de prisioneros que volvían vacíos a recargar en los centros de detención.
Es difícil definir la impotencia de la comunidad internacional durante aquel trágico año, pero sólo era la lógica consecuencia de la debilidad y división demostrada especialmente por Europa durante los tres años de guerra previos, y, antes, durante los largos preparativos para esta operación de limpieza étnica, pensada, organizada y dirigida por el régimen de Milosevic. Aquella tragedia comenzó como buena nueva con el hundimiento de los regímenes comunistas en Centroeuropa. Desmoronada la ideología sobre la que basaban su legitimidad histórica, los aparatos comunistas de las diferentes repúblicas encuentran en el nacionalismo su ideología sustitutoria.
Milosevic, un líder carismático joven y osado, derriba a la cúpula de grises aparatchiks serbios y moviliza al pueblo contra un enemigo exterior, un pueblo odiado, imprescindible en su estrategia. Ese papel lo cumplen los albaneses kosovares, musulmanes en su mayoría, que habitan una provincia autónoma en el sur y que, según las leyendas nacionales serbias, es la cuna y el baluarte del espíritu nacional. La palabra mágica para lograr la incondicional adhesión del pueblo serbio a su proyecto supremacista es Kosovo. De allí se extendería la fuerza expansionista nacionalista que en Bosnia tendría por enemigos a otros musulmanes, los bosnios.
En Kosovo comienza Milosevic la aplicación de su plan para hacer de los serbios la nación hegemónica en la agónica Yugoslavia forjada por Tito con represión masiva del nacionalismo y un sistema de equilibrio de poderes en la dictadura. Este sistema quedó definitivamente periclitado por la exigencia de supremacía racial serbia formulada por el caudillo, un comunista que no habla de comunismo y convierte el mito nacional medieval en doctrina de Estado.
Si en 1987, con su ascenso al poder en Serbia, ya consigue liquidar la autonomía de Kosovo y de la Voivodina, donde conviven serbios con una minoría húngara, en 1989 comienza la aplicación brutal del régimen de apartheid en Kosovo, donde la exigua minoría serbia pasa a asumir todos los poderes y la mayoría albanesa es desposeída de sus derechos.
Croacia y Eslovenia se rebelan contra los intentos de Milosevic en convertirlas en minorías en una Yugoslavia de hegemonía serbia. Llegan las proclamaciones de independencia en junio de 1991, y con ellas la guerra. Un año más tarde se extiende inevitablemente a Bosnia, donde conviven musulmanes, croatas y serbios. Milosevic quiere unir todas las «tierras serbias» desde la Krajina a Kosovo, y por tanto hacer suya Bosnia entera. Si al principio la guerra parece un paseo militar para los serbios, pronto Croacia se organiza con fuerte ayuda exterior y no tardan en llegar los primeros fracasos del ejército serbio.
En 1995, Croacia logra romper las defensas serbias en su territorio y en una gran ofensiva por la Krajina provoca una inmensa oleada de refugiados serbios hacia el sur. En la guerra sin cuartel por territorio propio limpio de individuos de otras etnias se inscribe la matanza de Srebrenica.
Es el presidente Bill Clinton, quien decide una intervención para poner fin a las matanzas y a la sistemática humillación de las fuerzas de la ONU que culminaron en Srebrenica con la vergonzosa actuación de unas tropas holandesas que entregaron sin resistencia a la población musulmana a sus verdugos. Mucho se ha escrito sobre la ignominia de aquel negro capítulo de la historia europea. Pero aún está por escribir el relato completo de la pasividad, cuando no connivencia, de una Europa dubitativa e impotente ante los sistemáticos crímenes serbios de la población civil que comenzó ya en 1991, después emulados por los croatas. Su impunidad, que no quedó rota hasta después de la frágil Paz de Dayton, después de 300.000 muertos, 10.000 desaparecidos y cuatro millones de refugiados.
La falta de decisión de las democracias frente al racismo nacionalista dejó así en Bosnia, en Srebrenica, un testimonio imperecedero y una advertencia sobre el inconcebible potencial criminal.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

POETAS Y ADALIDES EN LA EUROPA ‘LIGHT’

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 28.06.05

COLUMNA

El señor Volen Siderov es un búlgaro solemne, líder de un partido con el nombre poco tranquilizador de Ataka, en cuyos mítines se anuncia con fanfarrias. Es además un racista, ultranacionalista y milenarista, es decir, un fascista balcánico de manual. Los últimos sondeos previos a las elecciones búlgaras, en los que se debieron utilizar métodos galaico-israelitas, le daban entre el 1,6% y el 2,6% de los votos. Superó el 8% y consiguió 23 escaños en el Parlamento de Sofia. Su objetivo declarado es conseguir una Bulgaria «limpia», sin turcos ni gitanos. No ha aclarado cómo logrará esa hazaña que exige la desaparición del 25% de la población. Porque, si las estadísticas pueden estar en lo cierto con que los turcos pamukos representan en torno al 10%, es una mala broma del censo oficial establecer en menos del 4% a su población gitana. Cuadrupliquen la triste cifra y estarán más cerca de acertar.
Todor Yivkov, aquel dirigente comunista búlgaro cuya bonhomía sólo sabían captar Nicolae Ceaucescu y Leonidas Breznev, intentó ya en 1983 dejar el país «limpio» de pamukos y expulsó a unos cientos de miles. Ya vuelve a haber tantos como antes. La limpieza étnica es un mito europeo recurrente. Sidorov es hombre de letras -periodista-, no podía ser de otra forma, como lo es Radovan Karadzic, cuyas olvidadizas memorias fueron un éxito de ventas en Serbia. Mucho intelectual europeo tenemos -escritores, periodistas y por supuesto filólogos- buceando por las sentinas del nacionalismo. A pocos días de cumplirse el décimo aniversario de la matanza de Srebrenica, y con Karadzic y Ratko Mladic aún huidos de la justicia, otro gran poeta europeo cuya obra en la última década se concentra en la negación cuando no apología del crimen, el alma tierna del austriaco Peter Handke, ha tenido el mal gusto de obsequiarnos con una cariñosa defensa de Slobodan Milosevic en la revista alemana Literaturen. Handke visitó a Milosevic en la prisión en Scheveningen, junto a La Haya, y reafirmó en un tedioso panfleto su vocación como Céline balcánico. Sólo le falta ya una buena dosis de ese antisemitismo tan en boga de nuevo en nuestro continente de la tolerancia. El antisemitismo sirve de baremo perfecto para medir la falta de autoestima de las democracias y de su voluntad de autodefensa.
No deja de ser lógico que, cuando la clase política no difunde sino una nada solemnizada y la arrogancia del nuevo rico semiculto que quiere vendernos la reinvención del mundo, quienes no se refugien en el cinismo o la privacidad se lancen por senderos de certezas, por falaces que sean. Desde que cayó el muro de Berlín y se hundió el sueño de unos pocos y la pesadilla de millones, las esperanzas han sido tan efímeras como el éxito de un sinfín de poetas y adalides que nos anunciaban tiempos gloriosos. La mayoría de ellos no pudo siquiera hacer todo el daño que anunciaban porque la atracción del proyecto común europeo en la Unión aún mantenía su fuerza centrípeta y disciplinadora. El espectacular éxito de la España constitucional de los últimos 25 años fue para todo el este de Europa un modelo a emular y la confirmación de que las renuncias a pasiones y venganzas podían tener una inmensa recompensa. Hubo decenas de Zirinovskis y Siderovs fugaces. Sólo Milosevic tuvo tiempo otorgado para llenar tumbas.
Hoy, ni la UE ni España deslumbran a nadie y el respeto dentro y fuera se desmorona. Si el despecho a la clase política hierve, y no sólo en Francia u Holanda, en una Turquía mil veces engañada, Mein Kampf de Hitler es el cuarto libro más vendido. En los Balcanes, los demócratas tiemblan ante un posible portazo de la UE que sería un cheque en blanco para mafias y nacionalistas. Y en el seno de la UE, quienes simulan que allí no pasa nada son ya tan peligrosos para las instituciones como quienes las quieren dinamitar. Incapaces de deshacerse de sus propios mitos, inercias y corsés ideológicos, fracasados y esclavos de su propio populismo dulcificador, nutren mitos antagónicos y agresivos y amenazan con dejar inermes y desprestigiadas a las democracias ante sus nuevos enemigos.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

XX CONGRESO EN EL ORIENTE PRÓXIMO

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 21.06.05

EL FUTURO DE EUROPA | LA SITUACIÓN EN ITALIA

No se parece en nada la secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, al que fuera efusivo secretario general del PCUS, Nikita Jruschev. Pero lo que dijo ayer la señorita Condi en una conferencia multitudinaria en El Cairo recuerda al acto de contrición del máximo líder soviético en el XX Congreso cuando reveló los «errores» del partido y los crímenes de Stalin ante unos camaradas estupefactos. La secretaria de Estado manifestó ayer que «durante 60 años mi país ha buscado en Oriente Próximo la estabilidad a costa de la democracia y no ha logrado ni lo uno ni lo otro. Esto cambia ahora». Busque el lector por su cuenta, pero yo no conozco en la historia de Estados Unidos ningún mea culpa de semejante rotundidad y calado. El país más poderoso del planeta proclama que su política en la región más explosiva política y militarmente y de mayor importancia estratégica para la estabilidad del mundo ha sido una interminable cadena de errores que determinaron su fracaso. Ahí es nada. Y lo hacía ayer ante los dignatarios de un régimen, el egipcio, que con la monarquía saudí ha sido el más beneficiado de esa política ahora condenada por «errónea y fracasada». Después, para dar énfasis al mensaje, Condoleezza Rice se fue a ver a miembros de la oposición perseguida por el régimen de Hosni Mubarak al que antes había exigido algo tan inimaginable como limpieza en el proceso electoral ante los comicios de septiembre. Ni Mubarak ni la casa real del agónico rey Fahd tuvieron ayer su mejor día. Rice viajó a continuación a Arabia Saudí, a cuya monarquía exhortó desde El Cairo a poner fin a la represión a la disidencia y a la negación a la mujer de sus derechos.
Tampoco fue buena la jornada de ayer para otro dictador de la región, el joven presidente sirio Bachar Assad, que presenció un nuevo capítulo del desmantelamiento de su poder en Líbano. El más radical adversario de nuevas componendas con Damasco, Saad Hariri, hijo de Rafia Hariri, el ex primer ministro asesinado en febrero pasado, se ha erigido en vencedor en las elecciones con lo que el Gobierno prosirio de Lehoud puede tener los días contados. A la retirada total del Ejército sirio que concluyó recientemente, y tras la previsible caída de Lehoud, comenzará la dura tarea de desactivar al otro ejército sirio no uniformado y tan bien infiltrado en las fuerzas armadas y la policía libanesa como lo han permitido los 30 años de hegemonía de Damasco en Beirut. La nueva reordenación de Oriente Próximo está plenamente en marcha y, aunque pueda irritar a muchos, se produce a grandes rasgos de acuerdo con los planes esbozados por los trotskistas del Pentágono, los neoconservadores intervencionistas que la idearon y que prepararon la guerra en Irak como factor desencadenante. La condena de Rice a la política de Washington en la región desde la posguerra es un paso más en esta dirección como lo es la destrucción de los asentamientos israelíes en la franja de Gaza.
Junto a la frontera siria está la ciudad turca de Antakya (Antioquia) que Mustafa Kemal, Atatürk, arrebató a Damasco en 1938 mediante un referéndum auspiciado por Francia. Hasta el pasado año toda su provincia aparecía en los mapas sirios como territorio propio. Aquí, donde San Pedro y San Pablo establecieron su primera iglesia cristiana en una inmensa gruta del monte Silpius y los romanos construyeron, un siglo después, junto a las cataratas de Dafne, la urbanización de veraneo más elegante y sofisticada del Imperio, el Gobierno turco y la Comisión europea han reunido estos días a diplomáticos, analistas y periodistas para estudiar la nueva situación de Turquía tras la debacle de la UE en su cumbre de Bruselas. Nadie es sinceramente optimista en Turquía, por mucho que el Gobierno de Erdogan insista en que las negociaciones para el ingreso se iniciarán como está previsto el 3 de octubre gracias, por supuesto, a propios méritos. Pero el sentimiento de agravio de los turcos hacia Europa crece por momentos. Como dicen algunos, «nada excluye que cuando quieran ellos, en 20 años, nosotros no queramos». Quién sabe cómo será Oriente Próximo entonces y quien puede vaticinar qué será de Europa.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

DE LA CONMOCIÓN AL ESPERPENTO

Por HERMANN TERTSCH
El País  Martes, 14.06.05

COLUMNA

Ya nadie se ríe de la calamitosa situación en que se halla el proceso de integración europeo, ni siquiera los más entusiastas celebrantes del triunfo del no en el referéndum sobre el Tratado Constitucional celebrado en Francia. Ni la mayoría gloriosa que brindaba con cerveza en Holanda. Los que se reían porque habían cosechado un gran éxito al hundir el barco ya saben hoy que no disponen de repuesto para mantenerse a flote en una mar más que bravía. Los que creían que podían hacer como que no había sucedido nada más allá de un «contratiempo» han podido ya, reposadamente, tragarse sus palabras. Por no hablar de aquéllos, tan sesudos y almas apaciguadas, que recomendaban a los franceses que se lo pensaran un rato más para llegar a pensar lo contrario a lo que piensan. El espectáculo que los líderes europeos están dando desde aquel 29 de mayo que tan lejano se antoja amarga hasta a la más terca de las sonrisas. Nuestros europeístas ejemplares de retórica solemne y gesto trascendental cuando escuchan la oda a la alegría parecen haberse convertido en una caterva de bisnitzas, como se llamaba en la Rumanía comunista a los traficantes en el mercado negro.
Una de las pocas voces que se han alzado y merece algo más como respuesta que un gesto aburrido y despectivo es la de Felipe González. Preguntado por Soledad Gallego-Díaz en este periódico si los problemas no se deberían a que «quizá los nuevos líderes europeos sean poco europeístas, como Blair», el ex presidente del Gobierno español dice: «Déjeme que le diga algo en serio. No me preocupa estar en desacuerdo con su idea de Europa. Me preocupa que no exista una idea de Europa. Me tranquilizaría mucho que existiera un grupo de gente que sepa lo que quiere hacer. Luego me gustará o no hacia dónde la orientan, luego los ciudadanos decidirán si aguantan o no. Pero, aunque sea duro decirlo, el problema es que no existe una orientación. No veo esa orientación (….). Y no sé qué propósito tiene todo esto si no es puro oportunismo».
Si esto lo llega a decir otro ex presidente del Gobierno, José María Aznar, que sin duda suscribe estas palabras de su íntimo enemigo, habría sido calificado de vil lacayo de los esfuerzos del eje del mal Washington-Londres-Varsovia por dinamitar la honesta política «europeísta» del eje del bien franco-alemán. Horrorizará a ambos coincidir, pero puede consolarles el hecho de que lo hacen en la razón. Cuando se habla hoy de oportunismo en Europa, hay que estar muy rendido ante las sirenas del Sena o del Spree para no pensar de inmediato en Gerhard Schröder y Jacques Chirac. Son los principales responsables de la grotesca situación actual porque han sido ellos quienes han contagiado su debilidad política a todo el proyecto europeo mientras fracasaban estrepitosamente en reformar sus escleróticas legislaciones, su economía y su administración, multiplicaban la incertidumbre y acusaban a la UE de sus fracasos. Todo ello sin dejar de despreciar a los demás y dedicarse a jugar al directorio de la Unión de los 25. Ambos podían haberse -y habernos- ahorrado el bochorno, especialmente Chirac, con un inusitado alarde de dignidad como habría sido su dimisión. Es significativo que nadie esperara tal cosa. En realidad no se trata sólo de que Chirac y Schröder carezcan de una idea para Europa. No tienen siquiera ya un mínimo proyecto para su propio país. Y aunque lo tuvieran no tienen los medios para llevarlo a cabo. Al menos Schröder ya ha convocado unas elecciones anticipadas para perderlas, eso sí, forzado por la amenaza de ser derrocado por su propio partido (SPD). Chirac insiste en secuestrar a Francia para otros dos años de agonía, si los que se rebelaron en las urnas del referéndum no se rebelan antes en la calle.
La cumbre anual de la UE, el jueves y el viernes en Bruselas, puede acabar mostrando en toda su crudeza el estado real de las cosas. Continuará el esperpento. Los nuevos miembros asisten estupefactos al espectáculo. Muchos se preguntan a qué las prisas para llegar a un club en amago de clausura. Ya no es la Constitución la que está en juego sino el principio básico de que todos los miembros tenemos un interés superior común.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

DESMENTIDO A HANDKE

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 07.06.05

COLUMNA

No era un cortometraje de Peter Handke. Seis jóvenes, en camisetas mojadas de sudor y sangre son obligados a bajar de un camión con las manos atadas a la espalda. Unos hombres con uniformes serbios y la boina roja de la banda paramilitar de los Escorpiones, les ordenan que se tumben en la cuneta. Unos y otros son identificables en las imágenes. Los prisioneros han sido torturados. Sangran por la cabeza y el cuello. Cuando están tumbados, uno de los militares enfocados por la cámara apunta hacia ellos y dispara. Se oyen otras de armas que no se ven en la grabación. Los cadáveres quedan allí y los ejecutores se alejan hacia el camión. ¿Fin del cortometraje? No; hay más. Hay más grabaciones en posesión del Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia, en La Haya, y de las autoridades serbias. La emitida muestra tan solo la ejecución de seis de los 8.000 bosnios asesinados por las fuerzas serbias tras la caída de Srebrenica en julio de 1995.
Un escalofrío sacudió a la sociedad serbia cuando la televisión pública emitió las imágenes. Todos pudieron ver y muchos reconocer a los protagonistas: algunas madres musulmanas, a sus hijos desaparecidos; algunos vecinos, al oficial al mando, al que cosía a tiros a los aterrados jóvenes; algún hijo reconoció a su padre como verdugo. Todos han visto ahora lo que muchos sabían, otros intuían, pero tantos se negaban a reconocer. Por primera vez los líderes y la prensa de Serbia no se lamentan de montajes de enemigos de la patria ni conspiraciones antiserbias. De repente parecen haber olvidado el victimismo tras el que escondían su obstinación por negar lo evidente. El primer ministro, Borís Tadic, dijo querer «arrodillarse ante las víctimas para honrarlas» y pidió excusas por los crímenes cometidos en el nombre de Serbia. La prensa y la televisión han hablado de «vergüenza nacional».
Hay más. Hay escenas de las torturas a jóvenes musulmanes, por mero sadismo. Hay imágenes de un Pope ortodoxo bendiciendo a los asesinos mientras matan y pidiendo a Dios que los ayude a exterminar al enemigo. Por supuesto que no está registrado todo el horror de la mayor matanza desde la II Guerra Mundial, en la que en menos de 72 horas fueron ejecutados los 8.000 varones de Srebrenica. Pero las que hay las irán viendo poco a poco los ciudadanos serbios en una cura de desnazificación para los más recalcitrantes y en una catarsis nacional que tanto se ha hecho esperar. Belgrado intenta crear un ambiente propicio para la entrega a La Haya del responsable directo de estas muertes, el general Ratko Mladic, y de su jefe político e ideológico, Radovan Karadzic. Las autoridades serbias saben que si no entregan a estos criminales nunca darán el paso definitivo a la comunidad de naciones. Ya se han producido las primeras detenciones de los asesinos identificados en el vídeo. La fiscal de La Haya, Carla del Ponte, elogia por primera vez a las autoridades serbias que ponen fin a la insufrible negación mentirosa de aquel crimen en masa. Quizás, debieran seguir este ejemplo todos aquellos que negaron la matanza de Srebrenica, a su cabeza el escritor austriaco Peter Handke, que dedicó todo un libro exculpatorio a los asesinos. Los serbios saben ya que no eran héroes los asesinos y que Srebrenica no es un mito antiserbio. Gran momento para que rectifique el alma sensible austriaca y lamente los homenajes con que le gratificó el verdugo de Srebrenica.
Pero también los croatas saben que ahora, dada la convulsión profunda que padece la UE y la movilización en contra de la ampliación, hay que ser un candidato más que perfecto para no ver la puerta de la integración cerrada para mucho tiempo. Si Mladic está en La Haya para el aniversario de la matanza de Srebrenica, el 11 del mes próximo, Zagreb estará bajo una presión insoportable para entregar a La Haya a Ante Gotovina. Pero si Serbia y todos los países balcánicos tienen que hacer esfuerzos para enfrentarse con su pasado, la UE no puede cerrar las puertas a una región que necesita soñar con un futuro mejor para que aquello no se repita. Si la falta de incentivos democratizadores se extiende, nadie excluya nuevos vídeos de horror. En Zagreb, el presidente croata convocó a líderes balcánicos de todas las etnias y Estados para advertir todos a la UE que no puede olvidar, entre tanto problema suyo, el potencial de conflicto existente. El mensaje es claro: la ampliación a los Balcanes de la UE, por larga y dificultosa que sea, nunca costará tanto como el negársela.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

LOS LÍDERES DE LOS BALCANES TEMEN EL REGRESO DE LA VIOLENCIA SI LA UE PARA LA AMPLIACIÓN

Por HERMANN TERTSCH

El País,  Zagreb, 06.06.05

Líderes de todas las repúblicas ex yugoslavas hicieron anteayer en Zagreb un encendido llamamiento a la Unión Europea a no olvidarse en su actual crisis, de la prometida ampliación hacia los Balcanes ya que de ésta depende la estabilidad de toda la región. Tanto el anfitrión, el presidente de Croacia, Stipe Mesic, y su primer ministro Ivo Sanader, como el primer ministro de Montenegro, Milo Djukanovic; el primer ministro de Eslovenia -único país ya miembro de la UE-, Janez Jansa; el primer ministro de Kosovo, Bajram Kosumi; el ministro de Exteriores de Bosnia Herzegovina, el serbio Mladen Ivanic y la viceprimera ministra de Macedonia, Radmila Sekerinska, advirtieron de que la ruptura de las promesas hechas por Bruselas o una nueva dilación en los procesos de acercamiento e integración de esta región en la UE pondrían en peligro la cooperación interregional, frenarían las inversiones y generarían inmensas frustraciones que podrían aprovechar los nacionalistas de todos sus países para retomar la senda de la violencia.
El presidente croata Mesic dijo que quienes se oponen o torpedean el acercamiento a la UE en los Balcanes son aquellos que quieren preservar sus privilegios y creen más en la violencia que en la ley y aseguró que el precio por no entrar sería muy superior al del ingreso. También advirtió a los ciudadanos de la UE de que si tienen miedo a la ampliación a los Balcanes deberían tener más miedo a que no se produjera.

Patio trasero conflictivo
En el Palacio de la Casa de la Nación se reunieron, entre fuertes medidas de seguridad, unos 80 líderes políticos y empresarios para estudiar las relaciones con la UE tras el rechazo del Tratado Constitucional por parte de Francia y Holanda. Muchos de ellos enemigos acérrimos entre sí hace apenas una década, durante dos días de diálogo han coincidido ante todo en el miedo a que Europa, dadas sus dificultades internas, se olvide una vez más de su conflictivo patio trasero suroriental hasta que vuelva a ser demasiado tarde. Destacaron que el objetivo de entrar en la UE es el motor principal para las reformas que se realizan a ritmo muy desigual en la región pero también la base para una estabilidad que en algunos países es más frágil de lo que muchos piensan. De darles la espalda la UE, todos los Gobiernos moderados de la región tendrían serias dificultades para combatir a los radicales que se beneficiarían rápidamente de la resignación y falta de perspectivas.
Convocados por el Gobierno croata y la Fundación Bertelsmann, los líderes balcánicos recordaron que, pese a los considerables avances en la cooperación económica y política, las tensiones étnicas siguen siendo un severo obstáculo para la cooperación en la región y tienen un inmenso potencial de conflicto que Europa occidental tiende a olvidar. Una de las tareas clave y urgentes para reducirlo es solucionar el conflicto sobre el estatuto final de Kosovo.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

SOBRE POPULISMO, MIEDO Y HARTAZGO

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 31.05.05

COLUMNA

Hasta aquí hemos llegado y quien ahora no vea y no oiga las señales de alarma en Europa debe de estar muerto y si no, merece estarlo políticamente. El electorado francés ha rechazado por 54,68% en contra y el 45,32 a favor el Tratado constitucional de la Unión Europea. El pasado 25 de febrero, el Congreso de Francia, la unión de las dos cámaras, había votado a favor del texto con 730 votos a favor y tan solo 66 en contra. Las cifras hablan alto y claro sobre la ruptura total de sintonía entre los ciudadanos y sus representantes. En Alemania, el 12 de mayo, el Bundestag aprobó la Constitución por abrumadores 569 votos a favor con solo 23 en contra. ¿Alguien cree que los ciudadanos habrían respondido de forma similar? Afortunadamente para los partidarios del proyecto que ahora se estanca, en Alemania la Constitución, redactada cuando aun estaba viva la memoria de un populismo de consecuencias criminales terroríficas, impide estas consultas dadas a la manipulación de miedos y pasiones. No es difícil imaginar una victoria del no en Alemania.
Chirac convocó el referéndum para mayor gloria propia, seguro de la victoria, mecido por su nada escasa autoestima, convencido de poder movilizar tanta gente en favor del Tratado como en contra de la política del presidente George Bush. A Zapatero le salió bien porque la oposición, arrastrando los pies, eso sí, pero sin otra opción razonable, le apoyó en la campaña por el sí. Esto contrarrestó el voto al no de las fuerzas antisistema, por lo demás aliadas del Gobierno. En Francia por el contrario y por diferentes motivos, amplios sectores de los partidos establecidos se unieron al movimiento antisistema, manipulador del miedo, del odio y del egoísmo nacionalista de izquierdas y derechas. De nada ha valido la unanimidad de los medios ni las plegarias de los partidarios del sí ni su sistemática y arrogante descalificación del discrepante. Holanda vota mañana. Ganará el no con mayor rotundidad.
Cuando las fuerzas antisistema consiguen mayorías o las dominan, hay que plantearse la validez y capacidad de supervivencia del sistema mismo. Es ya evidente que con las elites políticas marcadas por la tragedia de la II Guerra Mundial desapareció en las dos pasadas décadas la alerta de los políticos contra cualquier tipo de populismo. Es más, cada vez se ha utilizado más desde dentro del sistema democrático como arma supuestamente legítima, potenciada exponencialmente por la revolución mediática.
Un diario madrileño hablaba ayer de Francia como «el enfermo de Europa». No es Francia. Europa parece un lazareto. Francia y Alemania necesitan urgentemente una operación a corazón abierto y los pacientes se niegan. Nadie sabe aun quien puede hacerla en Francia y se verá si la recién nombrada candidata democristiana a la cancillería Angela Merkel puede realizar esta ingente tarea tras su probable victoria en septiembre. Para sacar a Alemania de su propia agonía podría pensarse en una Gran Coalición entre CDU y SPD. Pero un Gobierno sin alternativa parlamentaria corre el riesgo de crear una oposición no al Gobierno sino a la democracia. El populismo no es ya una amenaza latente. Está aquí. Lleva ya una década corroyendo las democracias europeas desde dentro. Berlusconi y Haider fueron pioneros. Le Pen o los antiglobalizadores tienen sus propias formas. Pero tampoco Chirac, Schröder y Zapatero han dudado en utilizarlo. Todos tienen el común denominador de alimentar apetitos emocionales fáciles de colmar -véase el antiamericanismo o la turcofobia- para ganar popularidad sin afrontar las necesidades reales y los miedos de la ciudadanía. La vieja Europa está enferma y los galenos solo parecen preocupados por su propia supervivencia. Carecemos de dirigentes con sentido de la historia y con convicciones. Nuestros supuestos estadistas son meros profesionales del poder, hijos del relativismo, aprendices de brujo que pactan entre sí o con el diablo según la coyuntura. Su arma una vez legitimada se ha vuelto contra ellos. El populismo, galopando sobre miedo y hartazgo, ha tirado del freno de emergencia. Hasta aquí hemos llegado. Ahora reflexionen, propongan y actúen. Con urgencia. Las revueltas en las urnas son un sobresalto pero más lo son las callejeras.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

ALEMANIA COMO PROBLEMA

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 24.05.05

DERROTA DEL SPD | ANÁLISIS

Sería muy fácil ahora echar toda la culpa de la catástrofe electoral del Partido Socialdemócrata (SPD) en Renania del Norte-Westfalia (NRW) al canciller federal, Gerhard Schröder, por su debilidad, sus titubeos, su oportunismo a veces obsceno, su falta de criterio y su incapacidad para evitar que sus gobiernos parecieran siempre un feliz gallinero. Y desde luego no tiene culpa Peer Steinbrück, el pobre ya saliente presidente del land más poblado, más poderoso y más socialista por ser escenario del inicio de la reconstrucción industrial alemana después de la II Guerra Mundial. Tampoco se pueden atribuir mayores méritos al partido triunfador, la Unión Democristiana (CDU). Sólo ha tenido que esperar ver pasar el cadáver de su enemigo ante su puerta. La CDU no tiene, en su política económica, un programa alternativo al propuesto por Schröder, salvo diferencias de estrategia, acentos y prioridades. Y los liberales del FDP y los Verdes, en coalición con el SPD, en el Gobierno podrán poner más énfasis unos en la promoción industrial y los otros en problemas de reciclaje.
Pero en la gran cuestión están de acuerdo los cuatro partidos parlamentarios: ha llegado el fin del sistema económico alemán, el gran demiurgo que todo lo regulaba, legislaba, ordenaba y repartía con una generosidad que al pueblo alemán a partir del milagro económico nunca le pareció suficiente. Tres lustros después de la unificación el fenómeno quizás más llamativo de la fusión de dos sociedades crecidas en sistemas diversos es que han sumado sus defectos mientras siguen siendo diferentes. Los ciudadanos de la RDA tenían un demiurgo que les daba limosnas de supervivencia a cambio de su libertad y hoy esperan esto y mucho más de su nuevo Estado. Los alemanes occidentales, a través de sus inmensas redes formadas entre grupos de interés interconectados, siendo conscientes de que la situación es alarmante y requiere sacrificios, aplauden las reformas que les exigen a otros y bloquean todas las que a ellos afectan.
Es cierto que Alemania tiene hoy probablemente los líderes políticos más mediocres desde la fundación de la RFA en 1949. La política está tan desprestigiada que los jóvenes más brillantes buscan el éxito social fuera de la política, y en gran parte, fuera de sus fronteras. Las élites alemanas que obraron el primer milagro económico alemán a partir de 1871 y sobrevivieron a duras penas la derrota de la Primera Guerra Mundial, se extinguieron definitivamente durante el Tercer Reich, tanto por la huida de cerebros, en gran parte judíos, como por el desprestigio de la mayoría de los referentes sociales por su complicidad con el nazismo. Alemania es hoy un país con un número muy considerable de millonarios, una clase media con su estatus en deterioro continuo, una creciente clase media baja en franca precariedad y unas considerables bolsas de pobreza, sobre todo en el Este. La falta de esperanza, la resignación, se percibe hasta en los líderes de opinión. Hoy está claro que el SPD ganó a Helmut Kohl demasiado tarde. Que cuando socialdemócratas y verdes llegan al poder eran ya parte del orden anquilosado e incapaces de movilizar energías en la sociedad alemana para emprender los grandes cambios imprescindibles, para la economía, porque amenaza la bancarrota; para la política, porque Europa no se puede permitir que la nación más grande y poderosa sea un país paralizado por el pesimismo, con la clase política desprestigiada y por ello con unos ciudadanos propensos a asumir otros ideales que les den energía e ilusión. No estoy comparando la situación con Weimar, aunque hay quienes lo hacen. Alemania y Francia están en una situación en la que crece la tentación de que cada miembro de la UE se salve por su cuenta. Veremos qué pasa en el referéndum en Francia. Desde luego, un núcleo europeo franco-alemán exhausto y convulso no puede pretender ser directorio de nada por mucho que lo pretendan sus agónicos líderes actuales. Es difícil creer que, con la ágil reacción de convocar elecciones en otoño, Schröder pueda dividir hasta tal punto a la CDU en la pugna interna por el nombre del candidato a canciller como para ganar una tercera vez. Lo evidente es que el problema alemán no se soluciona con el relevo de un líder o partido. Hay voces que abogan en este momento clave para el futuro de Alemania por la Gran Coalición, con buenos precedentes. Pero muchos temen que, dada la resistencia social a los cambios que habría de imponer, podrían surgir movimientos antisistema realmente peligrosos. El problema radica en el estado de ánimo de la ciudadanía, esa maldición histórica, la ciclotimia alemana. Esto no resta responsabilidad a la clase política que a veces da tanta vergüenza como algún turista en Jerusalén.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

VIVIR CON LA MENTIRA

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 17.05.05

COLUMNA

El anciano Enric Marco, de eso cabe poca duda, se habría muerto como gran símbolo de las víctimas españolas del Tercer Reich y, en su muerte, habría sido enterrado con todos los honores, rodeado de los pocos supervivientes de los campos nazis que aún viven, miles de simpatizantes y entre un mar de banderas republicanas por las que éstos lucharon en España, en Francia y en su cautiverio. Lo ha estropeado todo Benito Bermejo un historiador maniático de los datos -como debe ser- y el suficiente tiempo para dedicarse a investigaciones menores con fiero ahínco. Marco habría muerto orgulloso de su mentira y probablemente convencido de que su vida falsa había sido una gran gesta por una causa justa. Marco fue treinta años otro y a punto ha estado de recibir los honores de su segundo yo.
El terremoto que sacudió a Europa desde 1914 hasta 1945 no sólo segó decenas de millones de vidas y cambió prácticamente la de todos los supervivientes. Obligó a millones de personas a llevar una doble y triple vida en las que la biografía real muchas veces tendía a ser reprimida por las falsas. En el caso de los grandes criminales nazis no fue el caso. El doctor Mengele siempre siguió siendo Mengele y Eichmann siempre fue Eichmann hasta su ejecución en Israel. Ellos sólo cambiaban de identidad como si de un disfraz se tratara. Pensaban que lo que habían hecho estaba bien y lo habrían vuelto a hacer de presentarse la ocasión. Es difícil imaginarse a Mengele despertándose por la noche por una pesadilla en la que viera caras de niños gemelos judíos o gitanos, aterrorizados cuando él se disponía a inyectarles dosis distintas de cloro en el iris de los ojos para comprobar los efectos de coloración. El escritor Martin Pollack cuenta magistralmente en su libro El muerto en el búnker -que sale en español para la Feria del Libro- cómo siguió 40 años después los pasos de la huida de su padre, un destacado oficial de las SS, especialmente sanguinario en el frente del este, que hizo de criado en una granja y se inventó allí toda una leyenda de vida pasada, para ser asesinado después por el campesino que le iba a ayudar a cruzar los Alpes hacia Italia.
Pero, sin duda, la vida falsa de quienes no eran perseguidos son las más intrigantes por sus motivos. Hubo casos de niñas supervivientes que se hacían pasar por su hermana muerta porque creían que ella había sido más lista, guapa y apreciada por los padres también muertos. Hubo muchos que intentaron, y en ocasiones consiguieron, hacerse pasar por su cuñado gaseado para hacerse con sus posesiones. Fueron centenares de miles en todos los países ocupados los que, habiendo colaborado o no con los invasores, se hicieron una leyenda de resistentes muchas veces tan frágil que vivieron toda la vida con temor a ser descubiertos. Ellos sí se despertaban por la noche cuando soñaban que se les aparecía alguien como el historiador que persiguió a Marco hasta el fondo de su mentira. Como los que participaron en los saqueos de las casas de los judíos deportados y negociaron con el botín para ocupar después puestos destacados en la sociedad de su pueblo o ciudad. Igual que en Alemania nadie había sido nazi el 10 de mayo de 1945, tras la liberación de Francia fueron cuatro mujeres novias de alemanes, Petain y Laval los únicos que al parecer no habían estado en el maquis. Mitterrand es todo un ejemplo. Algún escritor español no le va a la zaga. Todo mentiras. Vidas inventadas para poder sobrevivir con una dignidad que ellos sabían era farsa o para paliar los sufrimientos y las carencias humillantes de la vida suplantada. Lanzados todos a la intemperie y en plena lucha por la supervivencia, cuando todo estalla a nuestro alrededor y nada es ya como fue, me atrevo a creer que son mayoría los que quieren salir de su piel y ser otro, tener otra biografía. La dignidad consecuente nunca es mayoritaria.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

HITLER, SCHILLER, STALIN

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 10.05.05

EL FIN DE LA II GUERRA MUNDIAL EN EUROPA

El mundo entero recuerda estos días uno de los acontecimientos más decisivos para la humanidad: la derrota final y el hundimiento del III Reich, el Estado nacionalsocialista que desencadenó la guerra más terrible habida entre humanos e inventó la industria moderna del crimen para exterminar a un pueblo, el judío. Cincuenta millones de muertos, gran parte de Europa en escombros y la milenaria cultura judía desaparecida de la faz de Europa fueron el resultado inmediato de esa peste parda del odio y la arrogancia que intoxicó a una nación hasta convencerla de que toda otra identidad era inferior a ella, y ella dueña de las vidas del resto de la humanidad.
El día 9 de mayo, ayer, no era sólo el 60º aniversario de la firma de rendición en Berlín, después de la de Reims un día antes. Era también el bicentenario de la muerte de Friedrich Schiller, uno de los dioses de las letras alemanas. Poeta y dramaturgo romántico, idealista de la nación cultural sublime, pero también del caudillo trágico como su «Wallenstein», fue rápidamente adoptado, igual que el poeta Hölderlin, como escritor favorito del nazismo.
Weimar, donde Schiller y Goethe convivieron hasta la muerte del primero, se convirtió pronto en ciudad favorita de reuniones nazis en las que se gritaba sin cesar «Nos cagamos en la república judía de Weimar». Cuando los nazis llegaron al poder, Hitler iba muy a menudo a Weimar y se alojaba en el hotel Der Elephant, desde cuyo balcón arengaba a las masas.
La ciudad que había dado nombre a la república democrática fue una de las más nazis desde muy pronto y junto a ella se construyó el campo de concentración de Buchenwald. Mucho se ha especulado sobre la influencia del idealismo alemán, del movimiento Sturm und Drang (Asalto y empuje), sobre el pensamiento nazi. Schiller, cuyas baladas se sabían hasta los niños campesinos alemanes antes de la guerra, fue secuestrado por el nazismo, que buscaba un superhombre que nada tenía que ver con el hombre excelso con el que soñaba el poeta.
El hecho es que la ilustración alemana nada pudo hacer contra el ascenso del nazismo que, una vez en el poder, captó por conversión o por cobardía a la burguesía culta y a las élites. De la desaparición de éstas, por complicidad con el crimen o descrédito por no oponerse al mismo, sufre aún la Alemania actual. Sin referentes sociales de excelencia, es una sociedad gris en la que ni individuos, ni gremios ni instituciones quieren asumir sacrificios, y todos son expertos en ventajismos. En eso se han estrellado todos los intentos de reforma. Pero un logro fundamental no se lo puede negar nadie. Es plenamente consciente de cómo se torció la historia desde Schiller hasta Hitler. Ningún país del mundo ha escarbado tanto en sus propios horrores como ellos. Ni ha sido, al menos desde los setenta, tan honesto al convertir la verdad histórica en la base de su democracia.
En Rusia mientras tanto, Borís Grislov, el presidente del Parlamento, un títere de Putin, califica a Stalin como «un hombre extraordinario», «caudillo de la patria que hizo mucho por el país», aunque hubiera «excesos en la política interna». Y en calles de Moscú se veían carteles que daban vivas al Ejército Rojo por haber «liberado» el Báltico, Crimea -de donde Stalin deportó a los tártaros- y Ucrania, donde el miedo al bolchevique llevo a centenares de miles de ucranianos a luchar codo a codo con los alemanes.
El 9 de mayo de 1945 es para muchos pueblos europeos el principio de una peor pesadilla que la ocupación alemana, porque la rusa pretendía ser eterna con la aquiescencia de las democracias occidentales. Para colmar el vaso del insulto se acaba de inaugurar un monumento en el que aparecen como heroicos guerreros contra el nazismo un soldado soviético, uno británico, uno americano y uno francés. Los polacos, que sí lucharon contra los alemanes, crujen de ira ante la presencia del francés. Como le sucedió al general Jodl cuando fue a firmar la capitulación. Preguntó asombrado: «Y los franceses, ¿qué hacen aquí?». En todo caso, si en Francia se han abierto fisuras en la gran mentira sobre su papel en la guerra, en Rusia se ha puesto rumbo de retorno a la mentira total.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

LA HONESTIDAD REQUERIDA

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 03.05.05

COLUMNA

En pocas semanas, el Gobierno de Ankara ha logrado malograr gran parte de los espectaculares avances que había realizado en su afán por ingresar en un futuro previsible en la Unión Europea. Así es, mal que nos pese a quienes creemos que la incorporación de Turquía a Europa es una de las grandes apuestas geopolíticas del siglo que comienza y que, pese a sus dificultades y riesgos, puede suponer una baza fundamental para extender los valores de la democracia, los derechos humanos y el Estado de derecho hacia la región del Cáucaso y Oriente Medio, los dos principales focos de conflicto, de inseguridad y de terrorismo del mundo. Sin avances en la pacificación y en la generación de sociedades civiles en el Cáucaso y Oriente Medio, el siglo estará, en todo caso para los europeos, marcado por «el discurso del odio» del que habla André Glucksmann en su último libro (Taurus). Es decir, las próximas generaciones vivirán atenazadas por el terrorismo, la sangre, el miedo y la regresión en las libertades que las democracias habrán de asumir en su autodefensa, como advierte otro gran libro aparecido recientemente en España, éste de Michael Ignatieff (El mal menor, Taurus).
El origen de este rápido desafecto entre la UE y Turquía después de años de acercamiento está en parte en las reacciones airadas de Turquía a la creciente prevención u oposición a su ingreso por parte de algunos Estados de la UE, que ha despertado un nacionalismo antieuropeísta que es menos islamista que laico. Pero la causa principal está, como suele pasar tanto en el Viejo Continente, en la historia. El pasado 24 de abril se cumplió el 90º aniversario del comienzo del genocidio de los armenios por parte de las tropas turcas. Murieron más de millón y medio durante una simulada deportación cuyo fin era el exterminio de los armenios del este de Anatolia. El hecho de que 90 años después un Gobierno democrático turco se sienta aún incapaz de reconocer y lamentar unos hechos perfectamente probados le resta mucha más credibilidad de lo que Ankara cree. El que encima haya hecho una campaña mundial de presiones para impedir que instituciones, Parlamentos y Gobiernos extranjeros recordaran aquel primer gran genocidio del siglo XX no ha hecho sino empañar aún más su imagen. Nadie va a pedir reparaciones ni territorio a Turquía, sólo se trata de que su democracia no puede ser homologada mientras se asiente sobre tamaña falsedad histórica como es la negación de aquellos terribles hechos, igual que Alemania nunca habría sido una democracia si no hubiera asumido la responsabilidad de Auschwitz. Muchos alemanes no querían hacerlo, pero sus gobernantes en la posguerra sabían que sin el reconocimiento de la culpa jamás regresarían a la comunidad de naciones civilizadas. El primer ministro japonés, Junichiro Koizumi, acaba de reconocer la bestial conducta de su ejército durante la invasión de China y ha pedido perdón. Las protestas de los nacionalistas japoneses por este gesto honesto de arrepentimiento han sido mínimas. El Gobierno turco habrá de tener el valor tarde o temprano de hacer algo similar. Honrará así a la verdad, a la democracia turca y a sus dirigentes.
Esta honestidad requerida a una democracia que aspire a crecer sobre bases sólidas se echará probablemente de menos el día 9 de mayo en Moscú en la celebración de la derrota de la Alemania nazi organizada por el presidente Vladímir Putin. Después de honrar a sus millones de muertos durante la contienda, Putin debería, como en su día Willy Brandt ante el monumento del ghetto de Varsovia, arrodillarse en memoria de los millones de bálticos, centroeuropeos y balcánicos que murieron y sufrieron bajo la dictadura soviética que vino a reemplazar a la nazi. Y volverse a arrodillar por los centenares de miles de civiles chechenos y otros caucásicos que sus tropas han masacrado estos últimos años con su política de tierra quemada. Pero esto no sucederá. No sólo porque evidentemente Putin no es Brandt, sino porque el presidente ruso -el chequista más querido de Occidente- no tiene la más mínima intención de crear una democracia real basada en la verdad histórica. Putin hace tiempo que se ha decidido por un modelo soviético-zarista. Y para ser Zar no hace falta la honestidad frente a la historia que la democracia requiere como imprescindible.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

EUROPA, EL MUNDO Y LA BENDITA BUENA FE

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 19.04.05

COLUMNA

Era aquella una época, no hace tanto tiempo, en la que los principios sobre los que se habían construido vida política y social común, solidarias y siempre valientes, emociones compartidas, convivencia y agenda de contactos, intereses y amores, duraban en buenos términos lo que ahora, más o menos en día soleado, tarda un ciervo pequeño en comerse siete rosas en la tumba de un extraño en el cementerio de Viena. Había miedo, fascismo, comunismo y guerra. Había horror después de la guerra que a tantos se había llevado y había esa inmensa cobardía y culpa que todos los días recordaba que tantos de los muertos habían sido jaleados. Todas las tumbas nos eran propias de una forma u otra. Y sí, el coraje había sido tan compartido como la enajenación que a tantos nos llevó a creer en el crimen.
Era aquella guerra fría que todos comentan pero nadie es capaz de sentir en su plena gelidez si no se vence ante las lápidas musgosas de toda Centroeuropa. Atrás quedaron los tiempos idílicos de «die schöne Leich«, el cadáver bonito que todo vienés necrófilo quiere acompañar. Pero existía la fuerza de existir y del resistir mientras quedara hálito. Y de creer en aquello por lo que habían muerto tantas vidas que parecían recordarnos a nosotros tanto como nosotros a ellas.
Siempre fue el cementerio de Viena, la mitad de la superficie de Zúrich y siempre el doble de divertido que aquella ciudad tan borde y pija suiza, un baremo fundamental para grabar la felicidad en la tierra de gentes siempre maltratadas por la historia pero siempre dispuestas a darles a sus ganas de vida la inteligencia que sólo de la vida brota. Quien conozca un cementerio de esa categoría nunca podrá olvidar gestos y gestas de quienes en ellos reposan, nombres que cantan gestas y salmodias.
Era aquélla una época muy dura, tras muchos millones de muertos, en ese maldito siglo XX, que se habían hacinado entre redes metálicas y frías tumbas colectivas abiertas, unas con más lápidas elegantes ya judía o rusa, británica u ortodoxa, húngara, austriaca, checa, eslovaca, rutena, serbia o croata, otras sólo con la cara de la tierra. Estaban allí las niñas pequeñas reposando junto a sus tíos, madres, padres y abuelos. Allí, al final de la pesadilla, era donde el cementerio se convertía en centro de encuentro y reunión de quienes sobrevivimos a lo que los europeos nos hicimos así, de tal forma, como los grandes monstruos perfeccionados de la humanidad, siempre a costa de nuestros muertos.
En esta Europa donde tantos han intentado, con éxito tantas veces, convertirse en seres humanos de plena dignidad y en la mayor libertad jamás experimentada, tenemos, queridos europeos autosuficientes, los más inmensos depósitos de seres queridos muertos. En Sedán, en Verdún, en Normandía, en Katyn, en Stalingrado y Paracuellos, en Badajoz y en Auschwitz, en Salónica y Srebrenica. Nosotros los europeos hemos generado la mayor movilización del odio y del crimen jamás habida. Hemos sabido matar mejor que nadie, más rápido que nadie y más barato que nadie. Nuestra buena fe puede existir. Pero los muertos no la corroboran.
Que nosotros los europeos hoy, traumatizados por nuestras guerras -humillación total al ser liberados sistemáticamente por otros de nuestros propios horrores criminales y de nuestra culpa rotunda-, nos queramos presentar como los seres más sensibles del planeta que ignoramos las necesidades de autodefensa de otros, nos puede convertir en seres extremadamente coquetones con emociones y lamentos ajenos pero no nos da derecho nunca a presentarnos como los garantes de esa superioridad moral que nos hace jefes de los criterios internacionales sobre el buenismo a ser impuesto.
Europa cada vez es menos mundo y quien no se dé cuenta está ciego o quiere realmente vender a los europeos un mundo que ya no existe. Europa puede compensar que no está en el Pacífico con su potencial económico, su experiencia, su capacidad moderadora y la autoridad de la buena fe. Pero para tener buena fe hay que tener autoridad y quizás sea ahí donde el Viejo Continente cruje con todos sus interlocutores. Y no sin razón.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

LA FIESTA MACABRA

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 12.04.05

COLUMNA

Gerhard Schröder, probablemente el canciller más fallido de la Alemania democrática, que hunde ánimo, empleo y esperanza en un país que, cuando estuvo como está, se puso a imaginar soluciones que todos recordamos, no hace más que reírse. Foto preciosa con Putin, ese hombre. Algunos dudamos de que todo ello tenga tanta gracia. Peor es aún, para los que sufrimos de la incurable obsesión de la memoria, que se ría tanto Schröder con Vladímir Putin, en su día educado para carnicero del escudo y la espada (KGB) de un régimen criminal cuyas víctimas se cuentan en decenas de millones y que diariamente nos hace desayunar con muertes, decapitaciones, violaciones, secuestros y extorsiones en su país tan supuestamente moderno. Digo que no sé de qué se ríen Schröder y Putin tanto cuando uno está hundiendo a su país en la precariedad y la desesperanza, los ejércitos de parados y el bloqueo vital, y el otro se dedica a lo que siempre supo hacer, que es movilizar a lo peor de la sociedad rusa para reprimir e impedir por decreto y gracias a sus fuerzas del miedo toda posibilidad de modernización.
Cuando Rusia y Alemania se llevan bien y se ríen tanto juntas, son muchos los europeos que han de pensar que los tiempos no son realmente los mejores y que nos llegan tiempos de amenazas. Si los demás europeos están como hoy, con los franceses más inseguros y corruptos que en tiempos de su triste república y la vecina Weimar, los italianos asfixiados por un ególatra como el que hizo la marcha sobre Roma, y la dignidad enterrada en el Vaticano con mucho fasto pero bajo tierra al fin, quienes recuerdan el Siglo XX tienen derecho a estar algo inquietos.
Hubo en su día un desfile conjunto de la Wehrmacht y el Ejército rojo en Brest-Litovsk en 1939 -en efecto, cuando los nazis y los comunistas estaban tan de acuerdo y eran tan amigos, después del acuerdo entre Ribbentrop y Molotov- y se pusieron a inmolar Polonia a partes iguales. Ahora, por supuesto, nadie va a ser tan enajenado como para creer en paralelismos. Un buen wirtschaftsabkommen (acuerdo económico) entre los dos gigantes, como acaban de firmar dos líderes que destacan el uno por llevar a su país hacia la pobreza y el otro por hacer retornar al suyo a las peores miserias del desprecio al individuo, puede generar grandes expectativas, promesas de inversiones, sugerentes beneficios comunes y por tanto colmarnos a todos de buen humor y proyectos ingentes de armonía que abarquen generaciones y civilizaciones. Por supuesto que a los dos grandes timoneles que ya no defienden sino sus muy amables supervivencias como presidentes accidentales que no querrán irse nunca porque nunca más volverían, no les importa mucho que el comercio privado -y en este caso se puede hablar del único honrado- entre ambos países se haya desmoronado por inseguridades jurídicas, por extorsiones y amenazas y por la propia incapacidad de ambas economías.
Pero hay cosas que dan, como diría mi hija María, «en lo habría que pensar y que, de verdad no me puedo de creer». Es muy lista María, pero batalla aún con la lengua. El día 8 de mayo se celebra la derrota del régimen nazi, el más vil y criminal nunca organizado por seres humanos. Putin y Schröder lo quieren convertir en una gran ceremonia en la que se unan Alemania y Rusia en un nuevo Brest-Litovsk -algo más civil-, los viejos amigos y enemigos, ya unidos en el amor y la cooperación industrial, armamentista, vuelco continental contra rivales transatlánticos y europeos no desmemoriados que insisten en recordar que todo lo libre que ha sido alguna vez Europa lo ha sido precisamente porque ese gran mar de Colón ha unido principios y no separado.
Que Schröder y Putin celebren como gran fecha el final del nazismo queda elegante. Pero que al mismo tiempo convoquen la celebración de la inauguración de casi 50 años de tiranía que Stalin impuso en toda Europa Central y en buena parte de Alemania es una obscenidad que Putin ha asumido encantado. Y a Schröder la historia le da igual. Millones de europeos del centro y del este fueron condenados aquel día a una vida indigna y en muchos casos muy breve, siempre a expensas del capricho criminal del nuevo régimen. Todos celebramos el fin del Tercer Reich, pero hacen bien aquellos líderes del Este de Europa que no irán a la siniestra ceremonia que celebra la renovación de la esclavitud en Europa para mayor gloria del nuevo sátrapa del Kremlin.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

HAWELKA, JAN PAWEL Y LA NORMALIDAD

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 05.04.05

EL FIN DE UN PAPADO | EL LEGADO DE WOJTYLA

Habría sido perfectamente absurdo que, cuando el mundo se halla conmocionado por la desaparición de un hombre irrepetible que cambió la historia e hizo mejores y más libres a tantos millones de seres humanos desde el inquebrantable postulado de la buena fe, hubiera tenido algún eco la muerte casi simultánea de Josefine Hawelka, la irrepetible Pepi, dueña y alma del Café Hawelka, en la Dorotheagasse, a cuatro pasos de la catedral de San Esteban, templo de la lectura gratuita de prensa, de la escritura más o menos diletante y durante décadas el zulo de algunas de las más mordaces tertulias vienesas. Se ha muerto el Papa, y Pepi Hawelka, que seguro que estaba avisada, le ha precedido en unos días en el corto pasito al más allá. No hay que ser agorero para saber que su marido, Leopold, no la sobrevivirá mucho tiempo. Poldi padece una demencia senil que vuelve literalmente locos a todos los camareros porque el octogenario se niega a quedarse en casa y multiplica el caos de aquella guarida abigarrada de lectores reflexivos, polemistas caóticos y turistas no bien vistos por los asiduos. El Hawelka siempre fue más sociable que el vecino Bräunerhof. Mientras el escultor mágico Alfred Hrdlicka debatía hasta con desconocidos -y por supuesto con Pepi Hawelka- sobre aromas de Armagnac, de aguardiente de albaricoque (Marillenbrant) o sobre la existencia de Dios, Elias Canetti disertaba con amigos sobre Sefarad o las últimas gamberradas retóricas de Bruno Kreisky y el genial cabaretista Helmut Qualtinger se bebía hasta las copas de sus amigos, en el Bräunerhof, Thomas Bernhardt leía gratis y siempre solo los periódicos de medio orbe, incluido EL PAÍS, y tenía perfectamente instruidos a los camareros para abortar por cualquier medio y con la necesaria contundencia todo intento de aproximación de pelmazos que, para Bernhard, eran prácticamente la totalidad de la especie humana.
Pepi era, nadie lo dude, una buena persona. Como Leopold sigue siéndolo en este su último tramo en el que cree moverse por ese café que ha sido el escenario de su vida durante seis décadas y, sin embargo, ya está en otra parte. Pero la normalidad y la belleza tienen aquí, como en tantas otras ocasiones, trampa. Porque antes de ser el Hawelka de los Hawelka era el orgulloso establecimiento de un judío que desapareció, allá pocas semanas después del Anschluss de marzo de 1938, la anexión de Austria al Tercer Reich. Y Pepi y Poldi pujaron en la subasta del proceso de «arización» emprendido entonces, cuando los judíos son desposeídos de sus propiedades, en lo que fue su primer paso hacia Auschwitz. Pepi y Poldi no mandaron a nadie al campo de exterminio y jamás habrían aprobado que al anterior dueño de su café y a su familia les dieran una ducha con gas Zyklon B y después los convirtieran en humo y cenizas con las que jugaba el viento por los campos helados de Oswiecim. Pepi me ha servido miles de cafés y de aguardientes de pera, el mejor de la casa. Pero nunca la oí hablar del pasado sino como «la normalidad». Siempre con la buena conciencia de la normalidad.
La normalidad es el anhelo continuo de quienes no quieren verse importunados. En el caso de Bernhard la distorsionaban los humanos en general. En el de Pepi era aquel judío desconocido cuyo café «heredó». Aquí, en el País Vasco, el 17 de abril se augura también el triunfo de la normalidad, del buen comer y cocinar y del espíritu «jatorra». Las víctimas no pueden arrogarse el derecho a condicionar la vida de quienes no lo son. El crispar no tiene sentido porque la mayoría exige normalidad. Sólo revela mal carácter. Ahora las verdades fluctúan. Con ellas los principios. Pepi nació en el Imperio, malvivió en la república y el austro-fascismo, se entusiasmó con el nazismo, convivió con el Ejército soviético ocupante y fue musa diligente de espíritus exquisitos de la Viena renacida. Todo era para ella normal. Ha muerto al mismo tiempo que un hombre, Juan Pablo II, que sabía indignarse y para el que la simulación de la normalidad era una perfidia. Ambos eran buenas personas. Pero creo que debiera advertirse cierta diferencia.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

EL MUNDO DE PATOCKA

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 29.03.05

COLUMNA

«El espíritu no consiste, como con frecuencia creen quienes lo conciben de un modo excesivamente cómodo y viven de lo que ya está hecho, simplemente en ocuparse de cosas elevadas o inmateriales, sino que consiste en una relación con el mundo que vive de una comprensión de la totalidad del mundo adquirida mediante la amplitud. Es una interpretación universal que no proviene de la luz intelectual sino de la vital, del choque contra la dura roca de nuestros límites.
Aquel que asume tal posibilidad, es libre en un sentido profundo. Se ha liberado de la mera apariencia, que nos ata a algunas profundas debilidades, a algunas esperanzas vanas. Al despertarse, la libertad deja al descubierto lo aparente como aparente, y al aceptar el peligro logra su propia seguridad, logra para el hombre una vida con raíces propias, con su propio fundamento. Porque al luchar por la libertad, al luchar consigo mismo, se apropia de sí mismo, de lo más profundo que tiene dentro de sí o que es capaz de alcanzar. Es ésa la chispa que le descubre una nueva vida».
Perdonen la larga cita del texto Equilibrio y amplitud vitales del filósofo checo Jan Patocka, escrito en vísperas de la II Guerra Mundial, de actualidad sobrecogedora. Pero creo que viene a cuento en este mundo en el que se multiplican los indicios de un cambio de civilización que hará quizás peor la vida de nuestros hijos, pero casi con toda seguridad la de nuestros nietos. Todo en gran parte porque -se admiten apuestas- nadie que hoy toma decisiones importantes para el mundo sabe quién es Patocka ni ha reflexionado sobre lo que nos dice. Eso ya es mala señal.
El voluntarismo hiperbólico y la permanente solemnización de una retórica hueca para el consumo de un público cada vez menos ciudadano nos invita sistemáticamente a evitar o ignorar ese peligro que -nos dice Patocka- de ser afrontado -e independientemente del resultado- genera la libertad real y la seguridad genuina de la que sólo goza quien se ha liberado del protagonismo -del práctico monopolio- de lo aparente en el gobernar de la cosa pública. Lo dicho vale para la permanente lucha del individuo por vivir realmente con libertad y sin miedo, sin la coacción del pulso siempre pendiente y que jamás se ha osado librar. Pero también es válido para los pueblos dirigidos por líderes cada vez más huidizos ante los peligros y retos que puedan exponerlos a corto plazo y por tanto quedan condenados a gobernar «sin raíces propias, sin fundamentos» con todas las amenazas que ello supone para el bienestar y la seguridad de sus pueblos.
Los voluntarismos elevados y permanentemente solemnizados de los gobernantes en todo el mundo libre -desde la Casa Blanca a la Casa Rosada, desde el Elíseo a la Moncloa, a la Cancillería de Berlín o a Bruselas- son fintas continuas para escapar al enfrentamiento con las realidades duras y hostiles y forman por tanto parte de esa subcultura del liderazgo de la bienaventuranza de la levedad. Ésta, por necesidad, por ley, tiene que acabar, de no haber reacción a tiempo, bajo los pies de los caballos de culturas en estadios que pueden llamarse más primitivos si se quiere, pero que en todo caso son más resolutos y no pierden un segundo en dilemas de concesiones, postergación de conflictos inevitables o demanda de sacrificios a sus súbditos a la hora de obtener réditos de la indecisión del adversario. Podemos aplicar lo dicho al déficit norteamericano, a las negociaciones y pagos de rescates a los terroristas de Irak o Rentería, al calentamiento del planeta, a las ganas de suministrar y cobrar armas a China o a los recientes abrazos de nuestros líderes europeos a Putin, matarife de Chechenia y estrangulador de la incipiente democracia rusa. Todo lo que estamos haciendo en estos campos es intelectualmente explicable. Pero siempre también -dejando al margen incluso la moral- es una huida de ese necesario conflicto con la realidad práctica que es el que puede darnos la necesaria autoestima para nuevos retos. Y un futuro a próximas generaciones que merezca ser vivido.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

GEORGE F. KENNAN, UN GRAN AMERICANO DE ALMA PROFUNDAMENTE EUROPEA

Por HERMANN TERTSCH

El País  Sábado, 19.03.05

NECROLÓGICA

Ha muerto a la venerable edad de 101 años George Kennan, uno de los hombres que mejor supo explicar los problemas del terrible siglo XX y más criterio tuvo a la hora de proponer fórmulas de resolverlos.
Probablemente le debamos en Occidente los conceptos más exactos de la percepción correcta de la conducta de un magnífico enemigo, la Unión Soviética, y las formas de combatirlo sin llegar a la guerra que habría supuesto la destrucción del planeta.
Con su profunda comprensión de las debilidades de ese enemigo de las libertades, pero sobre todo gran agente del damero maldito en la guerra fría entre dos visiones en la organización de la sociedad y la historia, Kennan marcó durante más de medio siglo la política norteamericana frente a la URSS y tuvo el lujo de vida que le permitió ver tanto el auge como el hundimiento del proyecto bolchevique, con una inverosímil lucidez y perspicacia.
Cuando George Kennan nació, en 1904, en la remota Milwaukee, Trieste era aún el gran puerto de mar del Imperio Austro-húngaro y la vecina y también adriática Fiume (hoy Rijeka) era el dique de guerra de aquella potencia europea a punto de sucumbir. Su padre se llamaba Kossuth en recuerdo al revolucionario húngaro del XIX, aunque sus ancestros fueran en realidad escoceses e irlandeses.
Su vida fue la de un patricio norteamericano con total vocación épica europea, perfectamente volcado en la comprensión de los entresijos del Viejo Continente y, de forma especial, del alma de los rusos y sus efectos sobre la política de la gran potencia que fue la URSS. Aprendió alemán a los ocho años y después era un lujo verle expresarse durante casi un siglo en ruso, polaco, checo, francés, portugués. En 1925 entró en el Servicio Diplomático. Eran años de convulsión tremenda, en los que, entre la falsa Paz de Versalles y la llegada del nazismo a Alemania, toda Europa temblaba ante el vigor de las grandes utopías del comunismo y fascismo y las fragilidades e indefensiones de las democracias. Kennan estuvo en aquellos años clave para su vida en Ginebra, Hamburgo y Berlín. En 1933, año de la llegada de Hitler al poder, se vuelca en el estudio del ruso y Rusia en la capital alemana. Llegaría a ser embajador en Moscú poco antes de la muerte de Stalin.
Desde entonces, Kennan ha sido la voz más autorizada, siempre escuchada, no siempre entendida en Estados Unidos sobre asuntos soviéticos. Lo fue definitivamente cuando fraguó, en un artículo no firmado ya después de la Guerra Mundial, el concepto de la «contención» que establecía que la única forma de tratar a un régimen como el de la URSS era el contrario del apaciguamiento y, por tanto, el de permanente presencia de la presión y la ostentación de fuerza. Fue una revolución conceptual en la política de Washington hacia su antiguo aliado en Moscú.
No fue otra la revolución que, bajo Ronald Reagan y con la ayuda decisiva de un papa Juan Pablo II procedente de uno de los países bajo la órbita soviética, Polonia, acabaría finalmente con la dictadura en el Este de Europa. Fueron los conceptos de Kennan, que eran absolutamente contrarios a cualquier conflicto bélico directo con la URSS, muy de moda en los años cincuenta y sesenta en Estados Unidos, los que llevaron a la URSS a sucumbir.
Mucho antes de que Churchill hablara del telón de acero en 1948, Kennan, un gran norteamericano europeo, dejó claro que, al igual que al nazismo, al comunismo sólo podía contenérsele con la presión de la amenaza y la firmeza creíble, y nunca con la negociación de los principios.
Kennan fue el artífice de la guerra política norteamericana y europea contra el enemigo, la URSS, que se creía seguro vencedor en la historia. Negociar las realidades desde posturas de seguridad y de fuerza y nunca hacer concesiones que pudieran hacer creer al adversario que tenía al alcance sus objetivos eran la máxima. Desde esa convicción se realizó el despliegue de los misiles Cruise y Pershing en Europa en contra de las masivas protestas en Alemania occidental. Y allí empezó el ocaso de la mayor dictadura habida jamás en la historia, Kennan ha enterrado a todos los interlocutores que tuvo en su fascinante vida y también al régimen que supo auscultar como nadie. Sus compatriotas, pero ante todo, los europeos tienen con él una insaldable deuda de gratitud.

George Kennan. ASSOCIATED PRESS

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

EL HONOR Y LA CULPA

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 15.03.05

COLUMNA

Allá por finales de los años ochenta, en el hotel Moskva de Belgrado -donde Leon Trotski escribió gran parte de sus célebres crónicas sobre las guerras balcánicas de principios del siglo XX- reflexionaba Momchilo, un amigo nacionalista serbio ya muerto, sobre el individuo y su relación con la historia y promulgaba, como romántico propio de zonas salvajes, que nadie es nada sin su marco épico. Si Schiller en Los ladrones define las almas nacionales de rusos, franceses y alemanes -los rusos tienen profundidad pero carecen de formato; los franceses tienen formato pero no profundidad y sólo los alemanes tenemos ambos- y por supuesto lanza una apuesta rotunda por los suyos, Momchilo, viejo partisano yugoslavo, creía también en que cierta gente tiene una responsabilidad histórica que nada tiene que ver con los cargos sino con la emoción y la percepción de su papel, que no puede limitarse a la supervivencia, al ventajismo o al triunfo social. Lo que incluía, decía, el matar y ser muerto. Lo suyo era, como lo era en Schiller o Heine, un sentido de trascendencia que tantas veces ha llevado al error, al fanatismo y al crimen desde el concepto del honor, como nos muestra de forma terrible la historia del siglo XX, pero que también en tantas otras ha conferido especial dignidad a individuos por su relación y defensa de determinados conceptos de vida. Milovan Djilas, aquel gran hombre que no vivía lejos del Moskva en Belgrado, describía un poco antes de su muerte la terrible determinación que tuvo al disparar a unos campesinos acusados de colaboracionistas cuando era mano derecha del Tito partisano durante la guerra.
No recuerdo si de la conversación con Momchilo eran testigos Francisco Eguiagaray, ya también al otro lado del espejo, Arturo Pérez Reverte, perfectamente situado en este lado y experto en vivir con sabiduría, o Misha Glenny, entonces en la BBC, el corresponsal más apasionado de la prensa británica desde que murieron los grandes mitos del compromiso con la historia. Sí sé que algunos mirábamos a este viejo empleado del legendario hotel Moskva con interés e inquietud porque intuíamos que nos estaba dando claves sobre la relojería interna del alma de un continente siempre experto en consumirse pero cada vez menos capaz de autoauscultarse. Supongo que fue Geoffrey Cox, corresponsal del Daily Telegraph, viajando en tren hacia Centroeuropa vía París para cubrir la inmensa miseria del apaciguamiento de Hitler en Múnich en 1938, que habla en su libro Countdown to War del equilibrio necesario entre la razón práctica y la práctica del honor para defender, desde cualquier posición y condición, la vida que merece ser vivida. Cox viajaba a Múnich cuando Joseph Roth se consumía como pura metáfora de tiempos pasados en París. Y Stefan Zweig se aprestaba a su último viaje hacia un exilio en país tan extraño que no pudo soportarlo. El individuo frente a la historia no tiene el mismo dilema si es Zweig y Roth o Mengele y Eichmann.
Los procesos de Núremberg demostraron la incapacidad de los peores miserables y asesinos para asumir su responsabilidad en la terrible tragedia de la II Guerra Mundial y el Holocausto. Todo fueron autoexculpaciones y, como muy tarde en la década de los setenta, con el juicio de Düsseldorf y otros contra los criminales de Auschwitz y Treblinka, quedó meridianamente claro que los peores son los peores para todo y que los conceptos del honor y la responsabilidad ante la historia y los hombres son perfectamente maleables por quienes han sido tantas veces adalides de los mismos.
Hoy los Balcanes están siendo secuestrados por gentes de esta catadura, que condenan a millones de compatriotas a ser rehenes de por vida de sus propios crímenes. Radovan Karadzic, Ratko Mladic, Ante Gotovina y muchos otros están torpedeando el proceso necesario para sacar a aquella región del pozo negro de la historia. Nada indica que alguno de ellos vaya a ser lo suficientemente patriota como para entregarse al tribunal de La Haya. Con ellos libres no hay cauterización. El anciano Momchilo habría sido más digno en su encuentro con la responsabilidad como individuo ante la historia.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

LA MISERIA RECURRENTE DE AQUEL SOFÁ VIENÉS

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 08.03.05

COLUMNA

Un brillante diplomático austriaco de entreguerras, excelso premio en su promoción del Theresianum de Viena, humanista cultísimo, contaba hace ya muchos años que décadas antes, allá por 1938, se había dado cuenta de su terrible corresponsabilidad en el acceso al poder de la peste parda nazi cuando vio a unos personajillos, que en circunstancias normales no habrían sido sino pequeños delincuentes, entrar en la casa patricia de un gran hombre de letras y espíritu, no lejos de la Ringstrasse. Con sus uniformes de la SA, se bebieron los licores de la casa, sacaron con desprecio innumerables libros de las bellas estanterías, los tiraron y pisotearon sobre las alfombras y plantaron sus botas sobre los magníficos tapices de los sofás, exclamando todos más o menos al unísono algo así como que «por fin hemos llegado a pisarles la seda a los señores». Sebastian Haffner y Viktor Klemperer son dos testigos de excepción de esta conducta social de la jactancia totalitaria perfectamente explicable que convierte al delincuente triunfador en amo de joyas que no conoce ni aprecia y que sólo identifica para despreciarlas desde la soberbia ignorante. El triunfador, con sus deseos claros y el sentido de poder implacable, arrasa al dueño inane, lector dubitativo y hombre de cultura que, perplejo ante la rotundidad de estas manifestaciones violentas de la vida y ante la gloriosa falta de matices de los avasalladores, no hace sino pedir perdón. El portero, que había abierto la puerta a la banda de nazis uniformados, gesticulaba junto a la puerta intentando transmitir a los atropellados en su propio hogar que desaprobaba conductas tan bárbaras que el acababa de permitir. El portero es, ya lo sabemos, el chivato y el mediador. Pero el diplomático no era inocente porque había dejado que la basura cuajara.
Los ciclos históricos son un misterio que no se anuncia y cuando nos creemos que hemos dado el salto al respeto general entre los individuos, de repente, entra el portero con cara atribulada y nos mete en casa a la banda de camisas pardas. Nos está pasando y lo cierto es que no lo estamos viendo, al menos con la claridad que haría posible el movimiento reflejo. Pilar Bonet nos lo contaba ayer desde Turín, donde coincidió con ese viejo inteligentísimo que es Alexandr Yakovlev. «El pasado continúa aterrorizando nuestra vida hoy», dice el anciano zorro, una de esas grandes excepciones en la selección negativa del régimen soviético que no hacía sino dar poder a los más mediocres y a los que menos escrúpulos tuvieran. Yakovlev, un hombre que ha hecho historia y fue coautor con el mucho más gris Mijail Gorbachov de la dinamitación de las dictaduras soviéticas. Sabe muy bien lo que sucede en Rusia y en todos los países en los que la oposición puede ser liquidada, criminalizada o marginada con ese terrible mecanismo del pensamiento débil que tiene, paradójicamente, una vocación totalitaria y un inmenso éxito de consumo rápido.
En Rusia, no sólo allí, existe hoy una mayoría social perfectamente moldeable para una política como la de Vladímir Putin, que usa la palanca de la opinión pública cautiva contra toda minoría que disienta. El que no muestre de forma fehaciente su docilidad y lealtad al pensamiento nacional o general es tachado de fascista, checheno o corrupto y queda laminado para cualquier aspiración política o proyección social. Como si de encuentros monstruosos con el poder de Mijail Bulgakov u Ossip Mandelstam se tratara, pero con la totalidad sofisticada que el mundo mediático actual garantiza, aquellos que disienten son literalmente fumigados con la liquidación de su honor, su prestigio social, su hacienda y sus esperanzas. Siempre, insisto, con la benevolencia o el aplauso de unas mayorías sociales que saben muy bien que, al no haber alternativa ni opción distinta posible, su desafío al poder solo puede tener consecuencias nefastas, sociales, económicas y vitales. Y la historia sirve ante todo como ese perfecto generador del rencor necesario para que la mayoría social se sienta reconfortada en una revancha contra las minorías que disienten y que el poder identifica. Es la miseria del sofá de Viena que nos acompañó el pasado siglo y que ahora retorna implacable, el resentimiento.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

LA RELIGIÓN EN LA GUERRA MODERNA

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 01.03.05

COLUMNA

Gente de bien, obsesionada por lograr para sus hijos un marco vital mejor, más generoso, humano y libre que el que ha sufrido ella, murió ayer tras horas de paciente espera en una larga cola para obtener un certificado médico que les diera acceso a un trabajo en el nuevo Estado de Irak. Un acto más de la resistencia contra el invasor imperial que, sin duda, ha obtenido ánimos y motivación de la inmensa comprensión que su lucha despertó entre la biempensancia europea. Los centenares de huérfanos que la bomba de ayer en Hilla ha causado despertarán previsiblemente mucho menos interés que otros anteriores, trágicas víctimas de un combate que probablemente nos acompañe toda la vida a las generaciones hoy adultas. En Tel Aviv, dos días antes, otro insurgente había acabado con la vida de cuatro israelíes para demostrar que el Estado de Israel es culpable haga lo que haga y que todo gesto que algunos ilusos podríamos interpretar como de buena voluntad, en una retirada de la franja de Gaza o en la habida en el sur de Líbano años antes, son tan sólo signo de debilidad del enemigo que ha de tener mayor hostigamiento por respuesta. Quienes se defienden ante la muy decidida voluntad asesina de sus enemigos son, según este alarde del pensamiento dúctil del nuevo siglo -que en el anterior tuvo momentos de apogeo-, los responsables de romper la normalidad y la armonía.
A menos de dos semanas del aniversario del 11 de marzo, es incomprensible que pocos ciudadanos españoles asocien esto con aquello. Sigue siendo algo así como verdad revelada, la convicción de que los muertos de Hilla son responsabilidad de George W. Bush; los de Tel Aviv, de Ariel Sharon, y los de Madrid, del trío de las Azores. Los millones de iraquíes que se jugaron la vida acudiendo a las urnas -duplicando el porcentaje de participación de nuestro referéndum europeo- han recibido una fracción de la atención que cualquier banda terrorista iraquí o importada que obliga a una mujer secuestrada a acusar a Occidente de todos los males incluido el suyo, antes de decapitarla o enviarla de vuelta a casa con el síndrome de Estocolmo inyectado en vena. «Nos han tratado bien», suelen decir quienes sobreviven al calvario.
Nuestra confusión moral, que en algunos países europeos, y desde luego en ciertas partes de España, es ya patología social, parece llevarnos siempre a un fatalismo en el que ser el débil parece un mérito. Hacer malabarismos con convicciones y principios para adecuarlos a la voluntad del violador, criminal o fanático se supone un ejercicio de tolerancia y galantería política. Ya no son sólo políticos incapaces o directamente traidores a sus promesas de defender los principios y las leyes que los llevaron a sus cargos, sino amplios sectores sociales, los que han aceptado el lema de «hablando se entiende la gente», que hace que las leyes y la capacidad de autodefensa de la sociedad democrática sea dinamitada a diario. Si se acepta supeditar las leyes al diálogo con el agresor que desde la minoría más escuálida hace valer sus razones de fuerza casi resulta más digno enterrar las leyes previamente.
En este panorama desolador resulta especialmente doloroso que estemos asistiendo a lo que parece ya la última gran agonía del papa Juan Pablo II. Quien levantó a Europa oriental contra la resignación de Yalta no podrá ayudar en el rearme moral ante las nuevas amenazas. Si hay algún fenómeno que ha alimentado el desarme de nuestras sociedades modernas ante sus enemigos es la incomprensión radical y, por tanto, el desprecio y la hostilidad hacia el pensamiento religioso. Lo que no tiene nada que ver con creer o no. Es en el respeto al concepto individual de la trascendencia donde radica la más profunda tolerancia, la firmeza y la dignidad, bases de una sociedad no dedicada a la experimentación social, sino a fomentar la vocación del ser humano a ser feliz. Por eso el primer deber del gobernante es hacer frente a los enemigos del individuo libre en la sociedad abierta y dejar claro a las víctimas que tienen un valedor incondicional. En Irak, en Tel Aviv y aquí.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

UN RUFIÁN ENTRE EXQUISITOS

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 22.02.05

BUSH EN EUROPA

Ya está aquí. Ya tenemos entre nosotros al gran rufián del nuevo siglo, George W. Bush, al que en Madrid unos equiparan a Hitler, y en París, otros al camboyano Pol Pot, el gran villano responsable directo de que los terroristas islamistas asesinen a la población en Irak, de los muertos de hambre en Sudán, de que no se alertara a tiempo del tsunami en Indonesia y de la malaria africana, de robar a los pobres para enriquecer a los ricos. Ha llegado, al iniciar su segundo mandato como gran jefe del Imperio del Mal, con la peor de sus sonrisas porque esta vez no viene a amenazarnos como otras veces, sino -algo mucho más perverso aún- a intentar embaucarnos. Pero aquí, en una Europa cada vez más convencida y autosatisfecha con su papel como Reino exquisito del Bien y exportador neto de bienaventuranzas al mundo entero no nos vamos a dejar engañar. Sabemos que, lejos de haberse caído del caballo, de confesar y expiar sus pecados, errores y perversiones, Bush está aún lejos de aceptar el hecho incontrovertible de que nuestro gran eje de la bonhomía ha tenido y tiene siempre razón cuando se opone frontalmente a él y a su política. Adalides de la franqueza y el talante y el diálogo hasta con los enemigos declarados de la democracia, los europeos sabemos que Bush, igual que Condoleezza Rice -traidora ha de ser siendo negra y mujer en la siniestra corte de allende el Atlántico-, viene a lograr los mismos fines monstruosos con diferentes argucias. Y además no han pedido perdón.
Estos vienen a ser -y perdón por la burda caricatura en la que nada he inventado yo- los trazos gruesos de argumentación que se han prodigado en la prensa europea estos días con motivo de la gira europea del presidente de los EE UU. Los políticos europeos por su parte -nobleza obliga- destacan en público como éxito propio el nuevo tono del presidente norteamericano hacia la Unión Europea, pero con igual énfasis dejan claro quién ha de cambiar su política de forma radical para recibir la bendición de esta gran Tabla Redonda del humanismo que se consideran.
Nadie defiende aquí a la Administración de Bush de unas acusaciones más que fundadas de indigencia política, de sus aberraciones retóricas, de los graves desastres de su gestión en el Irak de posguerra, ni sus reformas fiscales tan ajenas al llamado «conservadurismo compasivo» -detestable término- que en su día propugnó. Muchas serían las rectificaciones justificadas y bienvenidas por todos los que creen que un buen funcionamiento de la alianza transatlántica es vital para la seguridad de EE UU y la UE, y más para la de esta segunda. Pero no deja de tener gracia la autosuficiencia con que responden algunos de los grandes adalides del mundo multipolar a los intentos de la nueva Administración norteamericana de cerrar heridas.
Quienes durante más de dos años han celebrado con mayor o menor disimulo las dificultades de EE UU en Irak y apenas han ayudado simbólicamente a poner fin a una situación que amenaza la seguridad de Europa más aun que a la de EE UU, ahora adoptan una pose de superioridad moral que fácilmente puede volverse contra todos y la imprescindible cooperación en Oriente Medio, ahora que surgen esperanzas tanto en Irak -gracias a los esfuerzos y muertos iraquíes y norteamericanos- como en Palestina, en gran parte gracias a la muerte de aquel adoptado favorito de la Europa biempensante. Los errores, exquisitos humanistas, no son sólo del villano tejano.
Y mientras aquí se da lecciones a Bush, Washington y Tokio han firmado un importante pacto de defensa para hacer frente a amenazas comunes en el Pacífico, probable nuevo centro geoestratégico del mundo, e Iberoamérica mira a China. Está claro que nuestro villano se equivocó cuando se creyó poder reorganizar por su cuenta el mundo. Nosotros nos seguimos equivocando cuando nos creemos su ombligo.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

DE MLADIC, TERNERA, KARADZIC Y GOTOVINA

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 08.02.05

COLUMNA

Mucha gente indeseable en un título, cierto. Pero conviene recordarlos de vez en cuando para que algunos otros, no tan marcados por la ignominia y en principio valedores de intereses legítimos, no tengan el éxito que pretenden en hacernos creer que aquéllos ya no tienen importancia para nuestras vidas y las de nuestros hijos. Porque estamos asistiendo en Europa, precisamente ahora que aún resuenan los ecos del Kaddish (canto fúnebre) por las víctimas de Auschwitz, sesenta años después, a unos esfuerzos tan obscenos como intensos de hacernos creer que la impunidad de estos indeseables irredentos nos es conveniente a todos para no tener disgustos de cara a reordenar nuestro futuro sin mayores estridencias. Molestan las víctimas.
Por supuesto que los indeseables y criminales también tienen intereses muy concretos en reescribir la historia, ejercicio que vuelve a adquirir tremenda popularidad después de que dos décadas, los ochenta y los noventa, tanto hicieran por combatir la desmemoria y el fraude. Así, hoy somos testigos de un fenómeno editorial, por ejemplo, en Serbia, que supera en mucho la desvergüenza de aquellas famosas biografías autojustificatorias que comenzaron en Alemania con la publicación de las memorias de Albert Speer en los años sesenta. Salvando, por supuesto, las distancias, intelectuales que no morales, porque Speer, el arquitecto y ministro ideal de Hitler, era un hombre de gran cultura y, por tanto, con muchas más capacidades tramposas que los verdugos a pie de obra, de fosa u horno.
Aquellos libros de los «incomprendidos» cómplices de la Endlösung (solución final) llevaron más pronto que tarde a las perfectas teorías banalizadoras del nazismo de algunos historiadores, algunos tan sólo revisionistas, honestos o no, como Ernst Nolte, y otros perfectos apologetas crecidos del nazismo como David Irving. Ahora en Serbia los títulos ideales para regalarle a un adolescente para que vaya formando carácter son las obras de Biljana Plavsic, aquella catedrática de literatura que dirigía los bombardeos sobre Sarajevo y hoy cumple condena en La Haya por crímenes de guerra; las de Radovan Karadzic, el poeta y trovador que soñaba en voz alta con limpiar todos los Balcanes de musulmanes y cumplió en buena parte al decidir con su general Ratko Mladic en Srebrenica la muerte de ocho mil hombres entre los 14 y los 65 años, y las del asesino más temido de la guerra, Milorad Ulemek, alias Legia, gran caudillo paramilitar ahora en prisión no por los miles de crímenes cometidos entonces cuando hacía arder talleres y garajes llenos de mujeres y niños, sino por matar al primer ministro serbio Zoran Djindjic. La Serbia del presidente Kostunica se tendrá que preguntar seriamente si ha emprendido el camino hacia la Europa civilizada cuando la labor de luto más popular en el país es el entusiasmo por las apologías del crimen de sus más famosos asesinos. ¿Qué es lo que se les cuenta a los jóvenes serbios en los colegios sobre la guerra? Desde la célebre Juventud sin Dios, de Ödon von Horváth, nuestro problema con el odio lo tenemos en los colegios.
Todos debiéramos ser conscientes de que la lucha entre las mafias políticas no ha cesado en Serbia y que Karadzic, aún en libertad, y el propio Legia, aunque esté en la cárcel, han impedido con éxito que en aquel país se hablara de la desnazificación necesaria. Pero hay razones para indignarse por el hecho de que en Croacia, donde la era pos-Tudjman despertó ilusiones, la democracia se da por consolidada y para el 17 de marzo se espera una decisión sobre la apertura de negociaciones para el ingreso en la UE, siga gozando de libertad -como Mladic y Karadzic en Serbia- el general Gotovina. Sin su entrega, Zagreb debiera saber que no habrá paso alguno hacia la UE para su país. Gotovina aún no ha escrito una novela, pero si ha de hacerlo tiene que ser en La Haya. Tampoco tenemos aún biografía de Josu Ternera. Aunque, eso sí, manda misivas a instituciones democráticas españolas que le permiten codecidir reformas constitucionales y estatutarias desde la clandestinidad. Quizás estén juntos Mladic, Gotovina y Ternera. No estamos tan lejos de los Balcanes como parece.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

GOYA EN FALUYA

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 01.02.05

ELECCIONES EN IRAK | REACCIÓN DE LOS PAISES VECINOS

No era -reconocerán- mala coincidencia esa que fijaba la entrega de los premios Goya en la fecha de las elecciones a la Asamblea Constituyente de Irak. Cuando comenzó en Madrid ese anual plagio ajoarriero de la gala de los Oscar ya habían cerrado los colegios electorales en aquel gran país árabe. Se brindaba por tanto la magnífica ocasión a todos los asistentes, desde el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, al último actor novel, de celebrar juntos sobre el escenario, ante las tenaces cámaras de TVE y los abnegados telespectadores, esta victoria sin precedentes de la voluntad popular de un pueblo por el que tanto nos hemos preocupado aquí todos en los últimos años. En abierto desafío a las terribles y verosímiles amenazas de muerte de las huestes de Al Zarqaui, millones de iraquíes habían hecho largas colas durante horas ante los colegios electorales. Pese a los increíbles sufrimientos de los pasados dos años y de las previas cuatro décadas de infierno, hombres y mujeres de todas las edades, conscientes de que se jugaban la vida, acababan de convertir la jornada electoral en Irak en una enorme fiesta de dignidad y coraje como de reivindicación de sus derechos cívicos. En Basora, pero también en Bagdad y en Faluya. Pues no, señores, en Madrid no se acordaron de los iraquíes precisamente en el día en que se jugaban la vida llenando calles y plazas en la mayor parte del país para tener unos derechos algo más parecidos a los nuestros. Pena de ocasión perdida, queridas autoridades, artistas admirados y admiradas.
Sólo hubo al parecer ocasión de recordar al gran villano en la publicidad de una marca de cerveza en la que se ridiculizaba al cine norteamericano con una parodia de un telefilme de serie B. En ella, el presentador de la gran gala del perseguido cine nacional advertía a un niño -¿Pueden hacer publicidad de alcohol los niños?- de que en la sublime creación de la cinematografía española no hay sitio para memeces típicas de ese cine de origen innombrable que insisten en preferir los españoles sin talante patriota. Industria cervecera y cinematográfica, unidas en su lucha contra el mal y conscientes de su bondad infinita, mezclan Hollywood con el Washington oficial, buenas historias de cine con cambalaches de amiguetes y manías de secta ideal ella con mecanismos del mercado. Con tanto lío se les olvidó un buen brindis por el pueblo de Irak y su maravillosa y valiente reivindicación de la esperanza. ¡Otra vez será!
Es reconfortante la unanimidad entre estadistas europeos sobre la valentía de los iraquíes al ir a las urnas y demostrar así que la afamada «resistencia», especialmente dedicada a matanzas contra iraquíes, reclutas, hombres y mujeres en busca de un trabajo digno y niños en el colegio o jugando fuera de ellos, no es precisamente representativa de aquel pueblo. Puede que algunos recapaciten y piensen más en lo que es mejor para las libertades que en la batalla contra su íntimo enemigo George Bush. Véase políticos que lejos de apoyar han boicoteado este proceso electoral; medios de comunicación -aquí en España, campeones- con dificultades para soslayar su triunfalismo ante cualquier revés de las fuerzas de la coalición; y las fuerzas ideológicas que han preferido cualquier solución por trágica y amenazadora a un éxito norteamericano. Ayer parecían ya más prudentes. Por supuesto que seguirán en sus trece aquellos que necesitan que todo empeore para tener razón a la postre. Y a los que los iraquíes les importan hoy tanto -es decir, nada- como cuando querían derribar gobiernos democráticos utilizando a la población iraquí como escudo y pretexto. Todo es susceptible de empeorar y no son pocos los que con Al Zarqaui lo desean.
Pero con un esfuerzo por presuponer buena fe y decencia a la mayoría en los dos bandos que se enfrentaron en el mundo por esta guerra, puede esperarse que tras lo sucedido el domingo, sean más los que quieran implicarse en ayudar en un proceso que es la esperanza de un futuro mejor para los millones de iraquíes que ayer se jugaron la vida y un indicio de que son muchos los árabes que quieren compartir con Europa y occidente libertad, seguridad y bienestar. En el peor caso, estamos donde antes. En el mejor, ante una oportunidad maravillosa de que el año próximo en los Goya proceda un brindis por Irak.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

DIGNIDAD, COMPASIÓN Y CAPACIDAD DE LUTO

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 25.01.05

COLUMNA

No crean que somos los únicos que se pelean con fantasmas del pasado, muchos de ellos cada día más presentes. Ni que somos sólo nosotros los que volvemos a traficar con mezquindades para disputarnos ventajas de saldo en el pulso político en el que todos hablan de víctimas, la mayoría sufre al ver que su buen sentimiento de compasión genuina no es tan común como piensa y algunos sólo especulan sobre cómo utilizar la foto de un muerto como pescante a un mejor coche oficial. Antes de cumplirse mañana el 60º aniversario de la liberación del campo de exterminio de Auschwitz y 10 años redondos después de ser asesinado Gregorio Ordóñez, es evidente la vigencia de la máxima de Alexander Mitscherlich, que sólo en el luto veía posible la auténtica regeneración del individuo y de la sociedad. Él hablaba de la alemana. Nosotros bien podemos hacerla por la española y en especial por su parte vasca que, emponzoñada por su incapacidad de luto (Die Unfähigkeit zu trauern), está envenenando a todos y cediendo el discurso a quienes han hecho del culto a la diferencia, de la secta, del odio y de la deshumanización del adversario político, su máxima vital y arma de poder.
Alemania amanece esta semana consternada ante el sabotaje a un minuto de silencio, respeto, memoria y dignidad a las víctimas del Holocausto que había pedido el presidente del Parlamento de Sajonia. El grupo parlamentario del Partido Nacional Democrático de Alemania (NPD) abandonó el hemiciclo en aquel instante para utilizar después la tribuna para despreciar la iniciativa. Estos canallas se erigieron en representantes de las víctimas bajo el «holocausto aliado» que habría sido el bombardeo de Dresde. Sin ánimo de polemizar sobre la siniestra gratuidad de un bombardeo como aquél; sin la mínima intención de dar pie al desvergonzado intento de equiparar cualquier crimen con la planificación sofisticada del exterminio de una raza humana, que simboliza Auschwitz; sin tentación alguna de culpar más que a los asesinos y sus cómplices necesarios del infinito rastro de víctimas inocentes que las sociedades desarrolladas hemos dejado atrás; sólo puedo constatar que, como el Holocausto demostró, la autocomplacencia y la incapacidad para sentir el dolor ajeno nos hacen tan semejantes a los asesinos que debiéramos despertarnos todas las noches bañados en sudor.
Está claro que la sociedad alemana -y todas las del mundo desarrollado- serían hoy una mayor amenaza para las demás y para sí mismas sin una cultura de Auschwitz cuyo desarrollo, profundización y cultivo es tarea de todo individuo que se considere humanista. Por desgracia también lo está que la España democrática ha fallado, salvo en momentos puntuales como en los días de agonía de Miguel Ángel Blanco y las horas -sólo horas- después de los atentados de Atocha, en responder de forma colectiva y efectiva a un desafío ético como es el cultivo de ese trinomio de la excelencia humana de «memoria, dignidad y justicia» que algunos arrastraron por el fango el sábado en Madrid. Tan valiente, desprendida y decidida como puede ser esta sociedad en los momentos más trágicos, nuestra cotidianeidad nos demuestra que la mayor parte de los españoles -y en esto, como en tantas otras cosas, los más españoles son los vascos y los catalanes- no parecen capaces de sufrir sino con los muertos que consideran propios.
Aquí no hablamos de nazis, de parlamentarios a los que el electorado de Sajonia dio en su día el poder para insultar a millones de muertos y a la humanidad misma. En la Gran Vía el sábado, como en el mismo escenario durante los dos años anteriores, gente «normal» ha llamado asesinos a otros conciudadanos por odio acumulado, unos hacia un presidente de Gobierno supuestamente feliz de ir a la guerra, otros contra un Gobierno supuestamente feliz de hacer pactos con asesinos o compañeros de viaje de asesinos. Han sido impotentes para reflexionar sobre los motivos de cada uno y para descubrir alguna nobleza en los propósitos de sus dirigentes. No han comprendido que en toda víctima -muerto, padre, madre o hija- hemos de reconocernos todos. Sin esa capacidad de luto y compasión aún puede volver a sonar -escuchen a Pavel Kohout- la hora estelar de los verdugos.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

ESTÉTICA TRANSATLÁNTICA

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 18.01.05

COLUMNA

Pasado mañana se celebrará en Washington el acto solemne y multitudinario que una mayoría de europeos hubiera deseado no llegara a producirse nunca. Algunos incluso creyeron poder ayudar a impedirlo con extrañas alianzas transatlánticas con más vocación misionera que la que decían querer impedir. En un ambiente de exaltación patriótica, referencias e invocaciones al Dios de los Padres Fundadores, himnos a la firmeza y a la providencia y advertencias a los enemigos de la nación norteamericana, George W. Bush será investido por segunda vez como presidente de los Estados Unidos de América. La prensa mayoritaria y gran parte de la opinión pública europea volverán a reírse de la simbología norteamericana, ridiculizarán al electorado que le dio la mayoría al «tejano inculto», reiterarán los insultos al «cowboy Bush» en el mejor de los casos y al «asesino» en el peor y más común en ciertos sectores. Después de la fiesta, es previsible que el presidente Bush se retire a celebrar este gran día de su vida con su amplia familia, encabezada por el «daddy, Bush padre, one term president», sin siquiera enterarse de lo molestos que pueden estar, con el hecho de esta ceremonia, gentes tan diversas como el francés Jacques Chirac, francés, y Gaspar Llamazares, asturiano de adopción.
Lamentablemente, las diferencias transatlánticas actuales no pueden ser reducidas a caricatura y las simplezas políticas tan omnipresentes en las obscenidades patrióticas de una bolera republicana del medio oeste norteamericano como en las supuestamente sesudas elucubraciones de agrupaciones socialistas en Andalucía o Renania hacen mucha gracia mientras se ignoren las consecuencias.
Lo cierto es que renueva su poder como máximo dirigente de la única potencia mundial un líder que hoy cuenta mucho menos con sus aliados europeos que cuando llegó al poder hace cuatro años. Eso a pesar de que entonces se consideraba prácticamente omnipotente y hoy es consciente de que no lo es. Hoy sabe que el peso de la nación que dirige, con ser inmenso, no le garantiza la imposición de sus planes ni la seguridad interna y externa de sus compatriotas. Pero aunque se sabe dependiente de pasos de coordinación internacional, ya no apuesta por la ayuda y cooperación leal, ni siquiera con la solidaridad retórica, de Europa. Bush no hace referencia ni una sola vez a Europa y los aliados europeos en su larga entrevista a The Washington Post con motivo de la ceremonia de investidura. A algunos aquí eso les dará igual o lo considerarán una digna desvinculación consumada por parte de los europeos de aquel «monstruo jefe de las Azores». Hoy ya es un hecho que en una situación de extrema inseguridad internacional las esperanzas de una alianza global a favor de los valores democráticos y en contra de un terrorismo nihilista y mundial han quebrado. China, como era de esperar, no se siente aludida por el problema y Rusia sólo lo aprovecha para consumar, bajo miradas condescendientes, su retorno al zarismo con su jefe de la «Ojranka» -perdón, KGB; perdón, FSB- firme al timón.
¿Y Europa? Las reservas, incluso la resistencia de algunos de los principales estados europeos a apoyar hace tres años la respuesta de Bush a las amenazas abiertas por el 11-S, eran muy legítimas dada la prepotencia grotesca del equipo de neotrotskistas (más que neoconservadores) del Pentágono. Pero pronto se convirtió en un abierto sabotaje a la política en la que EE UU y Gran Bretaña han puesto los muertos para defender intereses comunes a todos nosotros. Se verá, ganen o pierdan ellos, la gran apuesta de Irak. ¿Qué pasa mientras tanto? Washington es consciente -también el iletrado Bush- de que los determinismos históricos que manejan algunos europeos por pereza mental y cierta dosis de cobardía provinciana son fantasmas que hoy rechazaría hasta un Hegel redivivo. Y que la historia está tan abierta -también al desastre para todos- que Europa no puede asistir a episodios trascendentes como Irak con esa inactividad y mirada condescendiente de quien pretende no ir, con el viejo-nuevo presidente Bush, en el mismo paquebote en semejante corriente. Todos ahogados, nadie tendría errores estéticos que lamentar.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

MIRADAS LIMPIAS

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 11.01.05

COLUMNA

Hará unos veinte años se generó un gran escándalo en Viena en torno al proyecto de un monumento a las víctimas de la guerra y el Holocausto. A unos molestó el hecho de fomentar el recuerdo. A muchos su emplazamiento, en pleno centro, en el parque triangular que el desescombro dejó en 1945 entre la Ópera, el Hotel Sacher y el museo-archivo Albertina. No era un sitio ajeno a las víctimas. Allí se hundió bajo las bombas a finales de la guerra un refugio antiaéreo. Murieron sepultados cientos de vieneses. Una modesta placa lo recordaba. Para muchos bastaba. Otra cosa era construir un monumento para todas las víctimas de tres piezas de mármol, una representando al monstruo de la guerra, otra a un anciano judío fregando la acera con su cepillo de dientes -muchos judíos vieneses tuvieron que hacerlo en 1938 obligados por la S.A.- y una gran piedra con los nombres de los campos de exterminio nazis de toda la geografía europea del terror. Un monumento de recuerdo al peor pasado reciente en pleno centro turístico de Viena daría, se decía, una imagen nefasta de una ciudad en la que tantos viven de su imagen simpática y romántica. El proyecto salió adelante. Hoy el bello y desgarrador monumento de Alfred Hrdlichka es parte del paisaje urbano del primer distrito como la Ópera, las casas de Loos, el gótico de San Esteban o la Cripta de los Capuchinos. Lejos de restar armonía al entorno, la aumenta. Confiere continuidad estética, simbólica e histórica al centro y honra tanto a las víctimas como a quienes hicieron resurgir Viena de sus escombros físicos y morales y le devolvieron la dignidad.
Este invierno han irrumpido en el mercado alemán dos libros cuya fuerza benefactora es comparable a la ejercida por el monumento de Hrdlicka. Der Tote im Bunker (El muerto en el búnquer) es la crónica apasionante y conmovedora que hace el escritor y periodista Martin Pollack de su investigación sobre la vida de su padre real que siempre le fue ocultada, incluso por su padrastro cuyo apellido lleva. La reconstrucción de la vida de su padre, el oficial de las SS y criminal de guerra Gerhard Bast y de su entorno familiar, cultural y político es una dolorosísima gesta en busca de piezas para intentar entender, jamás justificar, cómo surgió el monstruo en aquel hombre, cómo el odio y el mal banal se pudo adueñar de tanta «gente normal».
Si apasionante es el libro de Pollack y dolorosísimo hubo de ser escribirlo, Verbesserte Ausgabe (Versión mejorada) del húngaro Peter Esterhazy es -no exagero- una obra de arte. Su gestación, genialmente inscrita dentro del relato de pasión que es el libro, es un canto a la humanidad y a la mirada limpia hacia el pasado, al amor traicionado y a la compasión hacia la víctima. Un canto al ser humano que camina entre los mundos del bien y del mal y tantas veces ha de ver como la levísima debilidad determina en qué lado es juzgado. Esterhazy acababa de terminar Armonía celestial, la historia de su gran familia de la aristocracia austrohúngara -mecenas de Haydn, favoritos de emperadores, íntegros, valientes y generosos-. Pero Esterhazy no presumía de familia ni títulos sino de su padre, de Matyas Esterhazy, noble represaliado bajo los comunistas que aguantó hasta su muerte todas las vejaciones y que, también después del sueño libertador de 1956, sacó adelante a su familia con cuatro hijos. Había concluido Armonía celestial, cuando se le ocurrió consultar, por curiosidad o vanidad, los archivos de la antigua policía política (AVO) en busca de su ficha. Horrorizado comprobó que con su ficha sin interés le entregaban cuatro gruesas carpetas que eran el producto de más de dos décadas de labor como confidente y delator de su amado padre. Versión corregida es -asumida como «corrección de Armonía celestial«- un libro sobrecogedor de un virtuosismo narrativo difícil de superar. Es un corazón partido por el dolor y la ira que exige explicaciones al padre otrora adorado. Como el monumento de Hrdlicka, llora por las víctimas y por los culpables, a los que exige explicación.
Cuando hoy son tantos los que aquí miran al pasado para reinventar la historia y sacar partido de ella desde su supuesta inocencia, bondad primigenia y una virginidad democrática nunca habida, las miradas limpias y valientes como éstas nos pueden sacar «del autoengaño de que la culpa siempre la tuvo el otro» como dice Esterhazy. Un autoengaño que esclaviza a hombres y sociedades por igual y sólo perpetúa los odios y enfrentamientos.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

LOS POZOS NEGROS

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 04.01.05

CATÁSTROFE EN ASIA | TESTIMONIOS

No es difícil vaticinar que el año que empieza lo tenemos ya marcado por los terribles estertores del que acaba de concluir. Una catástrofe inverosímil acaba de dejar en terrible evidencia nuestra vulnerabilidad como especie. Nos ha dejado muy claro que la nave en la que cruzamos el tiempo de nuestra existencia con mayores o menores sinsabores, tragedias y alegrías, nos puede parecer una mísera barca remendada de Sri Lanka o los salones de primera clase del Titanic, pero siempre lleva el naufragio en el plan de singladura. Vivimos tan de espaldas a la muerte en las sociedades desarrolladas que su irrupción masiva en nuestra vida nos provoca, horror aparte, un desequilibrio abismal que hay que compensar con explicaciones para que no se altere en exceso nuestro devenir. De ahí que ante tragedias grandes o del todo inconcebibles como ésta, los espíritus sencillos se pongan a buscar y vender motivos y culpables. Al margen de las tan manidas religiosas y milenaristas, ya han surgido «explicaciones» que culpan -cómo no- a EE UU de hacer experimentos secretos en la atmósfera y bajo la superficie terrestre, de negar información a los afectados y de sabotear las ayudas de la ONU. Yanquis, ricos y militares, una vez más, aliados para sembrar muerte y miseria entre los desheredados. Mentiras ante el pozo negro.
Todas estas sandeces son inocuas comparadas con las manifestaciones de algunos turistas que revelan el grado de encanallamiento que se ha instalado en las sociedades ricas, que ignoran la muerte y por tanto las limitaciones humanas. «He perdido todo: el pasaporte, el dinero y toda mi ropa», decía un alemán, rodeado de cadáveres de indígenas y compatriotas. «No entiendo la falta de previsión del tour operador», espetaba un sueco. «Nadie se ocupa de nosotros», protestaba un padre pese a su inmensa suerte de recuperar a mujer e hijos. «Me van a oír en el ministerio. Así no se nos puede tratar», coreaban otros turistas. Miserias en el pozo negro.
Cierto que frente a estos deplorables ejemplos están la inmensa marea de solidaridad que bate todos los recórds, la movilización de Estados grandes y pequeños, millones de actuaciones individuales y gestos conmovedores. La solidaridad es sincera, aunque de corto recorrido. Son ahora los vivos los que demandan consuelo y ayuda. Paliar el dolor y generar esperanza son los máximos objetivos. Hay que volver a hacer posible la vida allí para que al tsunami no siga un seísmo cultural y político que convierta el sur de Asia en otro pozo negro. Ante los efectos de una catástrofe de dimensiones bíblicas, casi resulta una obscenidad hablar de nuestras inquietudes inmediatas. Y, sin embargo, este «año canino» también nos tiene reservado a nosotros, los españoles, su tsunami político que nos asoma al pozo negro. Amenaza a la vida y la hacienda de centenares de miles de compatriotas en el País Vasco y con dinamitar nuestro modelo de convivencia. Como ante la tragedia asiática, en esta crisis tan mezquina, la mayoría quiere creer que, puesta una vela a las víctimas, retornaremos a la vida de siempre. Tampoco aquí tiene razón. Nuestra catástrofe nacional, gestada sobre los cadáveres de casi mil españoles por una alianza entre el terrorismo y el nacionalismo de cuello blanco -ante la pasividad e indiferencia de tantos-, entró en fase de consumación en Vitoria el 30 de diciembre. Como en la Alemania de los años treinta, políticos formados en la democracia han decidido traicionarla para unir fuerzas y compartir fines con asesinos. En condiciones semejantes no ha lugar reforma alguna de la Constitución. Antes, los dos grandes partidos habrán de defenderla de la agresión. En Europa siempre ha despertado perplejidad que el éxito de España del último cuarto de siglo se viera continuamente cuestionado por nacionalismos cada vez más agresivos. Hoy se ve con estupor cómo sus instituciones violan las leyes y no pasa nada. Si ante este desafío la democracia española no se defiende con éxito, el estupor pronto tornará en desprecio. Nosotros chapotearemos en el pozo de la vergüenza y no pocos en el de la ignominia.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

GRAN REVÉS PARA EL NUEVO ZAR

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 28.12.04

COLUMNA

Víktor Yúshenko es, por supuesto, el principal vencedor de las elecciones celebradas el pasado domingo en Ucrania. Ha ganado con rotundidad a un rival, Víktor Yanukóvich, que sabía que en buena lid sus posibilidades eran nulas. Los fraudes habidos en las dos vueltas de las elecciones frustradas fueron tan evidentes y obscenos precisamente por la falta de seguridad del mediocre Yanukóvich de poder cumplir con lo que le había encargado el presidente saliente, Leonid Kuchma, que no era otra cosa que garantizar la continuidad en el poder a la alianza entre el aparato comunista de seguridad y administración de Kiev y las diversas mafias ucranias y rusas.
«Sobreactuó» -como se dice ahora- en la estafa. Y con su burda actuación de intimidación mafiosa en los colegios electorales y de grotescos recuentos dejó en evidencia a todos. Ante todo a sus protectores, que eran Kuchma y el presidente ruso, Vladímir Putin. Ambos dieron por buenos los resultados de aquel gigantesco engaño y ambos tuvieron que reconocer después que la farsa en farsa quedaba y que habría que volver a votar. Ahora el resultado ha otorgado la presidencia a un hombre al que Putin, Kuchma y Yanukóvich han tachado en innumerables ocasiones de traidor y de espía occidental, al que ellos quisieron estafar y al que algunos envenenaron con dioxina. Dado que es improbable que Yúshenko fuera envenenado por sus seguidores, hay que pensar que entre sus enemigos alguien recurrió a esta solución imaginativa ante el temor, perfectamente justificado, de que Yanukóvich resultara ser un incapaz incluso para perpetrar un fraude un poco sofisticado.
Pero quien más pierde no es Yanukóvich, que, al fin y al cabo, era poco menos que un lacayo de hombres poderosos bastante más pulidos. Ni siquiera Kuchma, que, si comienza a ver excesivo interés de Yúshenko y su equipo en indagar en su pasado, el origen de su fortuna familiar y su implicación en desapariciones y ajustes de cuentas, tiene casa pagada y cuenta en Moscú. El gran perdedor ante el triunfo de la voluntad popular es Putin, que se equivocó esta vez pensando que Europa y EE UU también le aceptarían esta gamberrada y entenderían como en tantas ocasiones del pasado reciente que el Kremlin puede ser un poco tosco en las formas, pero tiene un fondo tierno y demócrata. En Rusia, Putin ha puesto ya fin al proceso hacia la democracia y la transparencia. A muchos en Occidente no les parece mal y tienen sus buenas razones. Siglos de Iglesia ortodoxa, zarismo y comunismo han mantenido a la masa del pueblo ruso al margen de la noción de responsabilidad individual. Sin un poder central fuerte y mecanismos claros y contundentes, la desestabilización de este gigante sería cuestión de tiempo -poco- y pondría en grave peligro la seguridad europea. Putin ha demostrado sobradamente que Europa occidental no tiene nada que temer de su régimen autoritario. Por eso nadie ha dicho nada cuando ha abolido las elecciones a gobernadores de las repúblicas y decidido que es más fácil que los elija él mismo.
Pero un zarismo más o menos ilustrado en Rusia nada tiene que ver (¿o sí?) con los intentos de Putin de recomponer un imperio a costa de las libertades de los vecinos. Se toleró que apadrinara la dictadura en Bielorrusia. Pero en Ucrania, en este limes de Europa, se libra la gran lucha entre el oscurantismo y el poder vertical de la ortodoxia, del nuevo zar y del comunismo mafioso y la democracia occidental de una sociedad abierta y articulada horizontalmente. Bruselas -felicidades- y Washington lo vieron a tiempo. Le dijeron al zar que por ahí no pasaban. Y ganó la sociedad abierta esta primera batalla. Pero atentos, porque el pulso continuará mientras Rusia no se libere de mil años de historia. Los que nos alegramos por la victoria en Ucrania no lo veremos.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

LA SOBERBIA DEL DÉBIL: EFECTOS NO COLATERALES

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 21.12.04

COLUMNA

La imagen se aferra a la retina. Es portada en periódicos de todo el mundo. Tres pistoleros matan en la calle, a plena luz del día, a unos iraquíes que trabajaban en la comisión que organiza las elecciones generales de enero. No había nadie cerca que pudiera ayudar a estos infelices cooperantes en la creación de condiciones para que los iraquíes puedan elegir a su Gobierno por primera vez en la historia. Miles de iraquíes han muerto de la misma forma en los últimos meses, en las colas de alistamiento para la policía y el ejército que han de proteger el desarrollo de los comicios, inaugurando instalaciones de agua potable para la población o intentando normalizar los suministros de alimentos o electricidad a sus compatriotas. O acudiendo a rezar como el domingo en Nayaf y Kerbala.
Desde que quedó claro que -salvo catástrofe que hasta hoy no se ha dado- las elecciones serán el día 30, los grupos terroristas de sectores del sunnismo, de la red internacional del jordano Al Zarkawi y bandas de delincuentes se han lanzado a una espiral de violencia para impedir la consulta. No les conviene el éxito de este gigantesco paso hacia la plena legitimización de un Gobierno iraquí y de un parlamento constituyente, un hito histórico en Oriente Próximo. Pese a ello, centenares de individuos, partidos y listas conjuntas se han inscrito ya para participar en las elecciones. Decenas de miles de iraquíes se juegan la vida -como los tres muertos del domingo- preparando los comicios. Millones parecen dispuestos a votar pese a las amenazas. Como hicieron los afganos hace poco.
Parecería lógico esperar que todo ello generara en el mundo una corriente de simpatía y apoyo hacia esta oportunidad para los iraquíes de decir en las urnas «sí» al Gobierno de la mayoría y respeto a las minorías, «no» al terror y a las dictaduras vitalicias. Cabría pensar que incluso los más críticos con la invasión, pasados los momentos más duros de desavenencias transatlánticas, se avendrían a participar en este proyecto de estabilización de Irak en el que la alternativa a la victoria de la democracia es el triunfo de un enemigo a muerte de todas nuestras sociedades abiertas. Pues no en Europa. Cada atentado terrorista contra el pueblo iraquí y su derecho a expresarse se recibe en la mayoría de los medios europeos como una bienvenida confirmación de que la razón está con los Gobiernos europeos que no apoyaron -cuando no sabotearon- la política de Washington y sus aliados. «Se lo advertimos y allá se apañen», parece la consigna de mucho Gobierno y de unas sociedades fáciles de convencer de que están más seguras parapetadas tras la neutralidad. Las demandas de ayuda de EE UU y los iraquíes han sido ignoradas sistemáticamente. «Solidaridad atlántica» lo llaman. O la soberbia del débil, insensible a las consecuencias de su pasividad.
Si esta postura es casi tan cobarde como irresponsable y ciega, roza la infamia al glorificar como insurgentes o resistencia nacional a quienes aterrorizan a los iraquíes. Una insurrección popular es algo muy distinto en cantidad y calidad como bien saben quienes se esconden tras este término para no hacer nada ante la barbarie que intenta dinamitar los comicios. Es posible que, con sólo cien instructores de cada país de la OTAN ayudando a las tropas iraquíes, estuvieran hoy vivos los tres trabajadores citados y muchos de los muertos de estos meses. La traición a los aliados americanos, británicos y de otros países y ante todo al pueblo iraquí, lo es también a la seguridad europea. La paz por separado como respuesta a una amenaza común es indigna y además inútil como demuestra la historia. En Europa tiene tradición. Aquí ya somos especialistas. Hay quien cree que así gana simpatías y seguridad. En realidad sólo genera desprecio y fama de presa fácil. El presidente George W. Bush ha sido proclamado «persona del año» de la revista Time por aguantar y convencer a su pueblo de que hay que hacerlo. Las democracias europeas, que existen gracias a la decisión de Washington de combatir a la tiranía con sangre americana vertida lejos del hogar, jamás han exportado la democracia a ninguna parte. Si llegara a Irak, se recordará que fue a pesar de ellas.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

LECCIÓN DE DOLOR Y RAZÓN

Por HERMANN TERTSCH

El País  Jueves, 16.12.04

LA INVESTIGACIÓN DEL 11-M

Probablemente sea la música clásica el arte en el que mejor se puedan aislar los momentos de esa pureza sublime del sentir humano que nos libera del entorno, la voluntad y el recuerdo y nos eleva brevemente a una comunión con lo que intuimos es lo mejor de nosotros mismos. Ayer hubo ciertos instantes en que, escuchando a Pilar Manjón, la portavoz de la Asociación 11-M Afectados por el Terrorismo, se podía sentir esa misma emoción del tacto con la esencia del ser humano. Momentos en los que humildad, dolor, vulnerabilidad y convicción adquirieron tal fuerza y equilibrio entre sí que las frases de aquella «madre coraje» de luto fluían con desgarradora belleza, con cruel veracidad, exigiendo a todos la activación de esa verdad tan primigenia y tan aturdida en todos nosotros que es la tan desacreditada bondad.
Me atrevo a pensar que nunca han sonado en nuestro Parlamento palabras de calidad tan absoluta. Como creo que la máxima brillantez oratoria combinada con la más excelsa articulación de las ideas más profundas difícilmente podrá tocarnos con esa armonía tantas teclas del alma. No es esto un panegírico de la señora Manjón. Fue probablemente una casualidad -una gloriosa casualidad- que fuera ella la destinada a convertirse en el «medium» que, quizás no del todo consciente, habría de transmitir de forma tan terriblemente bella a la sociedad española una suerte de hechos y sentimientos que forjan una verdad que, en nuestra sociedad voraz, vanidosa y mezquina, sólo el abismo del luto desvela.
Todos sin exclusión tuvimos ayer la suerte de poder sentir vergüenza ante la disección de nuestras miserias y la exposición de muecas y palabras de las que muchos nos arrepentimos. Toda la sociedad española. También la señora Manjón que en el pasado no fue ajena al aquelarre nacional que tacha de asesinos a quienes no lo son y niega al adversario toda buena fe y las virtudes que admira en «los suyos». La danza sectaria continua. Mientras unos españoles podían emocionarse con palabras pronunciadas en nombre de los muertos, otros deglutían en prensa y radio opiniones rezumantes de odio y desprecio al adversario político, mal absoluto que no merece oído ni cuartel.
Manjón y quienes con ella prepararon su inolvidable intervención se liberaron ayer de la losa del odio que tantos españoles llevan encima y se elevaron por encima de su dolorosa cotidianidad, sus prejuicios y sus muy probables rencores. Serán quizás pocos los que atiendan a esta memorable y dolorosa lección de intentar ser mejor sin negarle al prójimo la misma voluntad de serlo. Quienes lo hagan podrán estar siempre agradecidos a las palabras que sonaron ayer en el corazón de España.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

SOBRE CONSTITUCIONES, RETOS Y AVENTURAS

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 14.12.04

COLUMNA

En febrero nos quieren convertir a los españoles en los europeos ejemplares por enseñar a los demás que somos los más fervientes partidarios de algo que no conocemos, es decir, la Constitución europea. Vaya por delante que somos bastantes los que ya hemos decidido ir a votar en favor de esta Constitución que, como no podía ser de otra forma, no nos parece ni la ideal ni la mejor posible. Sí nos parece la mejor opción que se nos ofrece tras hundirse las últimas resistencias a ciertos desequilibrios que países como el nuestro pueden lamentar en el futuro si resulta que el amor que nos profesan algunos socios mayores no es tan firme ni perenne como aseguran nuestros gobernantes. Pero ya no importa si no se pudo o no se quiso intentar preservar posiciones más cautelosas porque se ha impuesto la certeza de la existencia del bien y la generosidad absolutos y que ambos son oriundos de Berlín y París.
Habrá que votar con un sí a la constitución, con entusiasmo o sin él. Aunque solo fuera porque la alternativa sería un desastre. No una tragedia, pero sí un desastre. Y hay que animar a todo el mundo a votar -afirmativamente- porque el desastre es posible y lo es por la ocurrencia de someter la ratificación de la Constitución a referéndum, cuando tenemos un Parlamento recién estrenado al que nadie puede seriamente negar legitimidad y potestad para confirmar el compromiso español con la Carta Magna europea. Como no hay jardín en el que no entremos últimamente, quedan diez semanas para movilizar al electorado y convencerle, no ya para la imposible empresa de leerse y valorar la Constitución, sino de que se levante otro domingo para volver al colegio electoral. No debe extrañar que en esta situación surjan ideas peregrinas como la del Gran Hermano o la conversión a la militancia europeísta de «personalidades de la cultura» que hace quince años insultaban a los polacos, a Vaclav Havel y a los alemanes orientales por quererse unir a la «globalización salvaje» y aun hoy son tiernos compadres de Castro y Chávez.
Quizás no baste con este despliegue de imaginación. Tal como anda el patio político y el prestigio que parecen haber obtenido las sectas en los dos grandes partidos, no es improbable -quizás necio, pero no improbable- que parte de los votantes del PP opten por la abstención o el no para no ayudar a un éxito del referéndum que el Gobierno pudiera atribuirse. Tampoco parece probable que el Gobierno arrastre a las masas a las urnas a no ser que realmente presente la consulta como un plebiscito, lo que no parece muy conveniente. El PP tendrá que convencer a sus electores argumentando que la Constitución europea, un Tratado entre Estados, hace inviables los experimentos secesionistas en marcha en Cataluña y el País Vasco. No será fácil cuando todos son testigos de que una Constitución mucho más explícita en la defensa de la unidad nacional, fuerte y ratificada por una inmensa mayoría, la Española de 1978, sufre contínuos embates, cuestionamientos y planes de voladura más o menos controlada. El Partido Socialista habrá de convencer a los suyos de que es buena una Constitución que rechazan todos sus socios en Barcelona y Madrid. En fin, que con el ambientazo de estos últimos meses, habría sido todo más fácil de resolver entre parlamentarios que entre radioyentes.
El pasado sábado, en el Recinto Ferial de Madrid, no lejos de donde delegados de Izquierda Unida limaban asperezas en su búsqueda del cuadro ideal para la lucha final, cientos de ciudadanos de toda España aplaudían al ministro del Interior, Antonio Alonso, y al dirigente del PP en Estrasburgo, Jaime Mayor Oreja, por reafirmar lo que debiera ser obvio, la necesidad de que los dos grandes partidos actúen juntos en la lucha de todas las «cuestiones de Estado». Entre las primeras figuraría la preservación del Estado mismo. Estos ciudadanos exigían a PSOE y PP responsabilidad y fin a la orgía de sectarismo, el sí a la Constitución europea y también, y ante todo, a la española. Alex Vidal Cuadras y Josep Borrell clausuraron el acto y por lo que dijeron estaban de acuerdo. ¡Ojalá vivieran más cerca!

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

EL JINETE HÚNGARO

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 07.12.04

COLUMNA

El electorado de Hungría ha dado una magnífica lección a aquellos que querían inocularle nuevas dosis de nacionalismo al ignorar en su inmensa mayoría el referéndum convocado para conceder la nacionalidad a los casi 3,5 millones de húngaros que viven fuera de las fronteras húngaras. Tan sólo votó el 37% de los convocados, e incluso de los que se tomaron la molestia de acudir a las urnas prácticamente la mitad votó con un no. Les ha salido mal la jugada a las huestes patrióticas de un ex primer ministro, Víktor Orban, que, sin alternativa real a la política del Gobierno de Ferenc Gyurcsany, habían apostado por resucitar a uno de los nacionalismos más agresivos del viejo continente. Los millones de húngaros que se quedaron fuera de las fronteras de Hungría por obvias injusticias del Tratado de Trianón de 1919, venganza de los vencedores por la contumacia del nacionalismo magiar, seguirán siendo lo que son: ciudadanos de países vecinos cuya lengua materna es el húngaro. El fracaso de la llamada de la sangre ha sido rotundo. Hay que felicitarse por ello. Los caballos se quedan en su Puszta. Tres cuartos de siglo después de aquella tragedia nacional, los húngaros pasan página y, en democracia, abjuran del nacionalismo victimista que los convirtió en represores odiados por todos los pueblos vecinos. ¡Qué contraste con otros que han de nutrir su victimismo de fechas mucho más remotas, ciertas ellas o inventadas!
El nacionalismo, despreciado por los húngaros el domingo pasado, comenzó -como tantos otros- su andadura hacia la catástrofe en la revolución burguesa de 1848. Ya entonces, su líder, Lajos Kossuth, demostró que los mismos patriotas que exigían de Viena un respeto a la pluralidad eran implacables en la represión de sus propias minorías. Cuando, proclamada la que sería fugaz república de Hungría, Dorde von Stratimirovic, un gran oficial serbio del Ejército austriaco y patriota del imperio plurinacional, fue a pedirle a Kossuth derechos y autonomía para los serbios, éste respondió que la homogeneización magiar era la nueva doctrina de Estado y advirtió a Stratimirovic de que los serbios debían someterse «por la palabra o la espada». Viena, sacudida por la revolución, pudo hacer poco para proteger a sus minorías y se concentró en recuperar el poder en Budapest, lo que lograría con ayuda del Imperio Ruso. Pocos años más tarde -muchos menos de los que lleva vigente hoy en España una Constitución que muchas de sus instituciones ya ignoran-, Austria sufría en 1866 en Sadowa de Bohemia (Königgrätz, en alemán) una terrible derrota militar ante la Prusia del recién estrenado Bismarck. Los nacionalistas húngaros se lanzaron entonces a una ofensiva masiva de chantajes y lealtades mutantes para acabar arrancando en 1867 al débil Gobierno de un muy debilitado Imperio el llamado «Ausgleich» (Compromiso), que daba a los húngaros la práctica soberanía de todos los territorios al este del río Leitha. Se mantenía una unión personal al emperador austriaco como rey de Hungría (el águila bicéfala) y, eso sí, los grandes beneficios del comercio libre con el resto del imperio, especialmente con las regiones industrializadas de Bohemia, Moravia y Baja Austria.
En cuanto tuvo las competencias necesarias, Budapest impuso una implacable magiarización en todos los territorios de «Transleithania» violando las leyes fundamentales que dictaban «todas las nacionalidades del Estado tienen los mismos derechos, todas tienen el derecho inalienable de preservar y cultivar su nacionalidad y su lengua. Los derechos iguales de todas las lenguas son garantizados por el Estado en escuelas, administración y vida pública». La violación sistemática de estos derechos generó tanto odio hacia Budapest como hacia Viena -a quien se hacía responsable-. En otras partes del imperio surgieron con virulencia demandas nacionalistas ante el agravio comparativo con Hungría. Los checos y los polacos de Galizia (hoy Ucrania occidental) exigieron la misma autonomía y libertad para aplastar a sus propias minorías. Esta evolución marca el comienzo del fin del imperio multinacional. Entonces comenzó su siniestra cabalgada el delirio colectivo nacionalista. Decenas de millones de muertos después, mientras los húngaros se bajan del caballo, aquí cada día son más los que tienen cara de jinetes.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

DE LA KRAJINA A LA UCRANIA

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 30.11.04

COLUMNA

La Krajina en los Balcanes tuvo a principios de la década de los noventa sus momentos de gloria negra gracias a la facilidad para matar y morir de que hacían gala sus habitantes. Fue esta franja irregular que se extiende desde la costa dálmata, por Knin, atravesando Bosnia hasta el Danubio en Vukovar (¿recuerdan los nombres?). Fue cuna de gran parte de los criminales de guerra serbios y croatas y escenario de algunas de las mayores matanzas de aquella guerra. El término «Krajina», equivale al «limes» latino, es «la frontera» y daba nombre a la región fronteriza entre el Imperio Habsburgo y el Otomano. Viena reclutaba a serbios del sur para que habitaran y defendieran aquellas tierras de incursiones turcas. Cuando el Imperio otomano se hundió, estos serbios rompieron sus lazos con Centroeuropa y se unieron a la Gran Serbia que fue la Yugoslavia monárquica. En la II Guerra Mundial, la Krajina se convirtió en un inmenso matadero en el que ustachas croatas, cetniks serbios, las SS nazis y los partisanos competían en atrocidades. Tras romperse la Yugoslavia comunista en 1991, estos serbios, instigados por Milosevic, se levantaron en armas. Así comenzó la guerra de los Balcanes.
Viajemos ahora un poco hacia las estepas orientales por encima de la Pannonia húngara y los Cárpatos rumanos hasta Ucrania (U Krajina), que, como su nombre indica fue la región fronteriza occidental del imperio medieval ruso cuya capital era Kiev. Allí, como en la Krajina, quebró el imperio global cristiano con la ruptura entre Roma y Bizancio. Al oeste del limes ucranio, lituanos, polacos y austriacos, bajo la iglesia occidental, pasaron por las luchas y contradicciones que llevaron a Europa a la Ilustración. Al este, en los Balcanes y en la panza de Rusia, la alianza de iglesia ortodoxa, poder absoluto y feudalismo llegó intacta al siglo XX. Se trata en realidad de una larga Krajina que hace un arco desde Dubrovnik por la Vojvodina, Transilvania y Bukovina, parte en dos a Ucrania y Bielorrusia y por las fronteras orientales de los países bálticos llega a Narva, en el Mar de Finlandia.
Hoy, tras fracasar el obsceno pucherazo electoral organizado en Ucrania por la santa alianza de mafia y checa -la misma que dirige en Moscú el celebrado Vladímir Putin- la frontera cultural ha entrado en ebullición. Y al igual que hizo Milosevic con el panserbismo en Croacia, el panrusismo llama a la secesión del sureste para combatir la victoria en las urnas de los nuevos sicarios de Occidente, antes los fieles a la Iglesia Uniata -católicos de rito oriental-, hoy los demócratas que no quieren sumirse en el pozo del neozarismo de Putin. La secesión arrebataría a Ucrania la industria y los recursos naturales además de su salida al Mar Negro con Crimea. Sería por tanto un claro casus belli. Sólo Putin puede evitarlo y habrá que convencerle. La historia de Ucrania se diferencia de la de Krajina por las dimensiones de sus matanzas. Nacionalistas, cosacos, bolcheviques y alemanes mataron allí con igual crueldad pero más que croatas, serbios y alemanes en los Balcanes. Aunque sólo fuera por mayor disponibilidad de víctimas. Otra diferencia radica en el mentor de la posible secesión y catástrofe. En la Krajina era un satrapilla balcánico. Ahora es Putin. No es lo mismo.
Una Ucrania democrática es un peligro para Putin. Las sinergias entre rusos a ambos lados de la frontera que utiliza para la injerencia podrían servir para reavivar las esperanzas en Rusia de una población hundida en la resignación y el fatalismo. Por ello conviene que la UE y EE UU despierten del sueño de armonía que les ha impedido ver la naturaleza del régimen de Putin. Hablen con Moscú, con cordialidad pero dejando claro que se acabaron los tiempos de dictar la voluntad al vecino. EE UU y UE intervinieron con eficacia ante la burla electoral. Ahora han de dejar claro que se acabó la era del entreguismo, ese talante con el que algunos se dedican a apaciguar a los enemigos entregándoles lo que no es patrimonio ni del chantajista ni del débil entreguista.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

EL MONSTRUO IRREDENTO

Por HERMANN TERTSCH

El País  Viernes, 26.11.04

REPORTAJE

Cartas de Mengele revelan que murió creyendo en el superhombre ario

El que fuera médico de Auschwitz criticaba a otros nazis porque habían mostrado arrepentimiento

Era probablemente la persona y el nombre que mejor ha simbolizado todo el horror del nacionalsocialismo y del holocausto. Mucho se ha escrito sobre la vida y la mente diabólica de Hitler, sobre el fanatismo de Goebbels, la falta de escrúpulos de Göring, el sadismo de Himmler o el escalofriante rigor burocrático de Eichmann. Pero en ninguno de ellos confluyen como en el doctor Josef Mengele -conocido como el ángel de la muerte del campo de exterminio de Auschwitz-, teoría y práctica del holocausto, de la selección racial y el experimento científico con seres humanos.
Aún hoy tiemblan los supervivientes cuando recuerdan la espigada figura del médico y capitán de las SS en la tristemente célebre «rampa de la muerte» de Auschwitz seleccionando entre los prisioneros a quienes podían trabajar, quienes iban directamente a la cámara de gas y a los niños, mujeres y hombres con peculiaridades físicas que utilizaba para sus experimentos. Su siniestra fama se convirtió en terrible leyenda cuando desapareció después de la guerra. Durante 34 años vivió huido e impune, bajo un sinfín de nombres, protegido por otros nazis en Latinoamérica, hasta que en 1979 murió ahogado en una playa de Brasil. Los intentos de localizarlo y capturarlo fracasaron siempre. Hasta 1985 no se pudo confirmar su muerte.
Ahora, 25 años después de ahogarse en la playa brasileña de Bertioga, salen a la luz unas cartas inéditas suyas a amigos y familiares que demuestran que Mengele murió como un nazi convencido y firme defensor de la pureza aria como defensa contra el contagio de debilidades y vicios de las «razas inferiores». Son 85 escritos confiscados hace 20 años en la casa de amigos suyos y después olvidados en los archivos de la policía brasileña. Ahora han sido traducidos del alemán y publicados por el diario Folha de São Paulo. Son testimonios banales de la vida de fugitivo de quien sin duda fue uno de los asesinos más crueles y sofisticados de la historia. Pero una y otra vez aparecen comentarios y reflexiones que revelan a un Mengele que de nada se arrepentía y seguía obsesionado por la pureza de las razas superiores y la validez de los principios ideológicos del nazismo a los que de forma tan destacada sirvió.
En uno de los documentos, destinado a su diario en 1976, escribió que estaba leyendo las memorias de Albert Speer, el que fuera ministro de Armamento y arquitecto favorito de Hitler. Speer, juzgado en Núremberg, escribió sus memorias mientras cumplía los 20 años de condena que le fue impuesta. El ángel de la muerte ve en el libro disculpas y lamentos inaceptables. «Se ha humillado [Speer] y se muestra arrepentido, lo que resulta muy lamentable», comenta Mengele. Aunque en ninguna de las cartas aparece referencia a su paso por Auschwitz, sí hay frecuentes comentarios sobre el «peligro de la mezcla de razas siempre que no sean muy similares». Según dice en 1972, Latinoamérica «corre un serio peligro si disminuye el peso de las razas nórdicas; la civilización creada por los europeos en otras partes del mundo sólo es ejemplo de éxito allí donde los blancos no se han mezclado». Y elogia la segregación racial de Suráfrica, entonces en su cenit. A EE UU le augura un futuro de ruina por «su exceso de mezcla».
En otra carta protesta porque una sobrina suya tiene un novio de origen alemán que no comparte «la ideología aria». Mengele vivió tres años escondido en Baviera tras la guerra y después, gracias a las redes de apoyo nazis, huyó a la Argentina de Perón; después, a Paraguay, y finalmente se instaló en Brasil. Allí murió sin ser juzgado siquiera por su conciencia, como revelan sus escritos después de 34 años de ser uno de los criminales más buscados del mundo.

Imágenes de Mengele manejadas por la policía de Brasil. AP

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

EL DESPRESTIGIO DE LAS DEMOCRACIAS

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 23.11.04

COLUMNA

Las imágenes que ayer emitían las televisiones desde Kiev -decenas de miles de personas enarbolando banderas y exigiendo democracia- evocaban aquellos tiempos tan prometedores de 1989 cuando millones de centroeuropeos se movilizaron para demostrar a los dirigentes comunistas que su reino de miedo y mentira se hundía por momentos. En Leipzig y en Berlín, en Praga y en Bucarest, la población sometida por los regímenes más reaccionarios y represivos del agonizante imperio soviético exigía democracia y ciudadanía. Por aquel entonces el mundo parecía cabalgar sobre la certeza de que la democracia, el sistema más justo y humano jamás habido, estaba a punto de lograr una victoria global y definitiva sobre todas las demás formas de gobierno. Con la transición y la Constitución española de 1978 había comenzado, tan sólo 11 años antes, una carrera triunfal de la democracia ante la que ya se habían plegado dictaduras latinoamericanas y despotismos asiáticos. Centenares de miles de estudiantes desafiaban en Pekín al régimen comunista y las grietas en el telón de acero eran cada vez mayores, primero en Hungría, después en Checoslovaquia, finalmente en Berlín. Nunca había gozado la democracia de tanto prestigio. Salvo los dictadores, sus lacayos y trovadores a ambos lados del muro, nadie ponía en duda su superioridad moral.
Tres lustros después son muchos los motivos para sonreír cansinamente cuando se evocan aquellos entusiasmos y la aceptación universal de un determinismo histórico tan falso como el cultivado por el «socialismo real». Los ucranios que se manifiestan desde ayer contra el burdo pucherazo electoral del mafia-sozialismus del presidente Leonid Kuchma y su alevín y sucesor Víktor Yanukóvich quieren sin duda una democracia. Pero su desesperación ante la farsa electoral se debe menos a lo que esperan de la democracia que a la impresión general de que las posibilidades de conseguirla se diluyen con el paso del tiempo. Como sucedió hace unos meses en el fraudulento referéndum para la proclamación de la omnipotencia de Lukashenko en Bielorrusia -hoy una dictadura ya sin complejos-, los ucranios ilustrados protestan bajo el síndrome del «ahora o nunca». Saben bien lo que pasó en Bielorrusia y lo que sucede en Rusia, donde Vladímir Putin se ha apañado un despotismo más o menos ilustrado a su medida contando con la comprensión cuando no el aplauso de Occidente.
Putin ya ha felicitado a los ladrones de votos sin dejarse conmover por las denuncias de la OSCE, de la UE y de Washington. No pasa nada. Las sólidas amistades aguantan de todo. En su cita en Santiago de Chile, Putin y Bush habrán dedicado tanto tiempo a hablar de la democracia en Ucrania o Rusia como a los presos de Guantánamo. Además, el otro gran amigo presente, el presidente chino Hu Jintao, no habría entendido nada. Hu Jintao ha sido la estrella de la Cumbre Asia-Pacífico, como bien contaba el enviado de este periódico, Fernando Gualdoni. Porque en Santiago sí se ha hablado de cosas serias, no en Costa Rica. Lula y Lagos lo sabían. ¿Quién va a provocar con discursos sobre trabajo forzoso, esclavitud, ejecuciones o democracia al gran timonel de la mayor dictadura del mundo cuando llega como inversor? ¿Cuántos insultaron en las calles de Santiago al jefe de la dictadura china y cuántos al presidente de la mayor democracia del mundo?
Estos avatares no deben preocuparnos a nosotros que ya gozamos del aplauso de nada menos que Hugo Chávez. Cierto que viendo los países que visita en su gira -España, Libia, Irán, Rusia y Qatar- algún aprensivo lamentará que nos incluyera en el lote. Pero eso son temores a que se nos ponga cara de «no alineados». Y nosotros no tememos a nada en nuestra juvenil impaciencia por lograr un orden internacional más justo y fraternal entre las civilizaciones. Tiemblen la Casa Blanca, el FMI y el Banco Mundial de Rodrigo Rato. La paciencia se la recetamos a los cubanos. Esperen soluciones imaginativas. Ante este «baile mortuorio de los valores» -decía Arnold Schönberg-, no debería sorprender que los ucranios estén inquietos. La democracia no cotiza al alza.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

MÍMESIS SIMIESCA

Por HERMANN TERTSCH

El País  Viernes, 19.11.04

FÚTBOL | POLÉMICA TRAS LOS GRITOS XENÓFOBOS EN EL ESPAÑA-INGLATERRA

La falta de educación es una de las causas más habituales de la vergüenza, propia o ajena. Quien no aprende a comer con cierta corrección en su niñez suele pasarse la vida provocando la vergüenza, cuando no la grima, de los comensales en su mesa. Y a sufrir la propia si alguien le advierte. Esto sucede poco porque la gente educada no suele increpar a quienes no lo son. Pero todo tiene sus límites. En el Bernabéu estos límites se transgredieron el miércoles con un entusiasmo que debe avergonzarnos y darnos grima a todos. Está claro que las concentraciones multitudinarias por eventos deportivos, musicales o políticos, no son por definición nada selectas. Al abrigo de la multitud, los mal educados y energúmenos disfrutan de una desinhibición que los hace especialmente peligrosos. Y el gregarismo de la masa, ese instinto tan cobarde, incita al entorno al mimetismo en el vómito.
La sociedad británica sabe de esto más que ninguna otra y muchas veces ha tenido que avergonzarse de las gestas de sus maleducados por toda Europa. Hoy nos toca a los españoles y en especial a los madrileños pasar este sofoco y buscar remedio para evitar otro. Tras el «¡tierra, trágame!» que millones de telespectadores musitamos ante el televisor, ha llegado el momento de dejar claro que los insultados y ofendidos por la vergonzosa actitud de gran parte del público del Bernabéu somos los españoles, nuestra selección, nuestra bandera y el estadio que se convirtió en caja de resonancia de los grotescos aullidos. No los deportistas negros a los que pretendían zaherir. Los monos en el Bernabéu eran blancos. El hecho de que hasta aquí no aparezca en el texto el término «racismo» no trivializa en absoluto el lamentable espectáculo. Porque el racismo es la máxima expresión de la mala educación, de la bajeza de instintos primarios que jamás subsisten a una mínima formación en la empatía humana. El desprecio al diferente o al débil es lo peor que puede albergar el alma y, por tanto, la primera lacra en erradicar en cualquier aprendiz a ser persona.
Luis Aragonés no se siente racista y nada indica que lo es. Maleducado, sí. Su exabrupto en una conversación privada en un entrenamiento se podía haber zanjado con unas disculpas y algo de maña para evitar la provocación de unos diarios sensacionalistas británicos que ayer tenían motivos para brindar por la oprobiosa imagen dada por un Madrid que puja con Londres por albergar los Juegos Olímpicos de 2012. Vergüenza añadida deberían sentir los responsables de la Federación Española que no utilizaron la megafonía para acallar a tanto simio. Y todos deberíamos recordar siempre con qué facilidad pacíficos ciudadanos se convierten en masa insultante. Por esa senda ha acabado muchas veces en la historia convertida en jauría.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

AUTOENGAÑOS PIADOSOS

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 16.11.04

COLUMNA

La diputada liberal holandesa Ayaan Iris Alí se ha visto obligada a «pasar a la clandestinidad». Protegida las 24 horas del día por la policía, recluida en un domicilio secreto, vive acosada por las amenazas de muerte que recibe por haber colaborado con el director de cine Theo van Gogh en el cortometraje Sumisión, considerado ofensivo por el fanatismo islamista. Desde que Van Gogh fuera asesinado el pasado día 2 en Amsterdam por un islamista marroquí -vinculado a células terroristas en España y Marruecos-, parece claro que las amenazas no son una mala broma. Responden a consignas impunes oídas en mezquitas holandesas que exigen castigo a los «enemigos del islam», que son todos los que osen criticar prácticas extendidas en las comunidades musulmanas y hostiles a la sociedad que les otorgan hospitalidad, trabajo y, hasta ahora, tolerancia ilimitada.
Ayan Iris Alí tiene motivos para estar enfadada. Le han matado a un amigo y quieren matarla a ella. Y sin embargo, dice sentirse culpable por haber animado a Van Gogh a realizar la película. Condenada a vivir en la Holanda libre poco menos que como Anna Frank durante la ocupación alemana, la diputada se culpa de la suerte de Van Gogh y de la propia. Como los judíos que buscaban desesperadamente en sí mismos o en su comunidad la causa del odio antisemita nacionalsocialista. «¿Habremos herido con tanto exceso la sensibilidad de nuestros enemigos como para inducirlos a matarnos?». La respuesta es que obviamente sí. Pero hay otra pregunta: «¿Podemos evitar herir la sensibilidad de nuestros enemigos -y así su molesto deseo de matarnos- sin dejar de ser nosotros mismos?». Las próximas décadas lo dirán.
Europa occidental -Holanda y Alemania en especial- lleva al menos veinte años haciendo todo lo posible por conseguir que la inmigración islámica «no renuncie a su identidad y a su cultura». Cualquier medida que pudiera empañar tan beatífica intención era condenada de inmediato como racista y xenófoba. Así las cosas, los únicos que se atrevían a exigir un esfuerzo de integración al inmigrante eran los auténticos racistas y xenófobos. Los partidos democráticos ignoraban el problema. Los conflictos eran «aislados» y generalizada la convivencia ejemplar. Las élites europeas abogaban por la tolerancia. También hacia los intolerantes. Con el tiempo, decían, se adaptarían a nuestros hábitos y valores. Traían consigo pluralidad cultural, colorismo étnico y exotismo que harían más ricas a las sociedades europeas.
Era, al parecer, necesario este otoño holandés para que se nos hundiera esta gran mentira europea. Ayer volvió a arder una mezquita en Holanda. Son ya veinte los atentados anti-islámicos allí desde la muerte de Van Gogh. En Francia, jóvenes musulmanes son la punta de lanza del antisemitismo en Europa. Esta semana, el poco sospechoso semanario Der Spiegel publica un demoledor informe sobre maltrato, torturas, secuestros y esclavitud a que son sometidas miles de mujeres por parte de sus familias en Alemania. Hay barrios en países europeos en los que no rige de hecho la Constitución nacional, sino la sharia (ley islámica). Y en infinidad de hogares. Y nosotros, los tolerantes, engañados piadosos.
Sería cruel sugerir que los europeos nos merecemos todas estas nefastas consecuencias de nuestro relativismo. Aunque nuestra culpa es evidente y no está precisamente, como piensa la amenazada diputada holandesa, en ejercer nuestros derechos, sino en no hacerlos respetar. Tantos años diciendo que todas las ideas son buenas, mejores si no son las de nuestra sociedad abierta, que hemos convencido a quienes tienen otros valores -antagónicos a los nuestros- a los que recurrir. Y ellos saben matar y morir por ellos. Si la mayoría de los medios europeos han jaleado, con mayor o menor disimulo, a los enemigos de EE UU en Irak, por qué no se van a sentir reforzados en la lucha sus hermanos que odian tanto la sociedad libre europea como la americana. No se puede hoy concluir una reflexión semejante sin jurar que la inmensa mayoría de los inmigrantes musulmanes son buena gente y entre los cristianos hay mucho indeseable. Pero la tolerante policía holandesa estima que el 5% del millón de musulmanes en Holanda son fanáticos dispuestos a la violencia. Son 50.000. Para empezar no está mal. Difícil es hoy proponer remedios. Quizás un poco más de autoestima de los Estados y sociedades europeas, algo de sentido común, tolerancia tanta como firmeza, e inteligencia para ver que nunca desde el nazismo estuvimos tan amenazados. En fin, instinto de supervivencia.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

LÁGRIMAS DE GOZO JUNTO AL MURO

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 09.11.04

COLUMNA

Fue un 9 de noviembre como hoy y casi todos sabemos dónde estábamos entonces, hace 15 años, cuando supimos, vimos y oímos la noticia. Nos volvería a pasar años más tarde. Casi todos sabemos dónde y con quién compartimos las primeras imágenes de las Torres Gemelas envueltas en llamas y desmoronándose poco después, aquel 11 de septiembre de 2001. Son dos fechas grabadas de forma indeleble en la historia pero también en las biografías, en la memoria y la retina de los cientos de millones de seres humanos a los que habrían de cambiar su mundo. El 11 de septiembre de 2001 será siempre para varias generaciones la jornada de horror inaugural de una era de inseguridad que nadie sabe adónde nos lleva ni cuántas ni quiénes serán sus próximas víctimas. Quienes aún ven en el 11-S una mera tragedia americana habrán de reconocer antes o después que aquel suceso rompió las «reglas del mundo» y puso definitivamente fin al sueño del progreso continuo y lineal de la seguridad y el bienestar en el mundo desarrollado. El mundo del siglo XXI ya no será como pensábamos tan solo un día antes de aquello. Cuando se cumplan tres lustros o cinco de aquel horror de Manhattan, quizá haya ya elementos para juzgar si la humanidad respondió con dignidad al reto o si por el contrario sucumbió al miedo ante el ataque implacable de sus enemigos y dejó naufragar al sistema de convivencia humana más próspero y libre jamás habido que es la sociedad abierta occidental.
Perfectamente ignorantes de lo que el futuro no muy lejano habría de deparar, la sociedad abierta festejaba su mayor triunfo, en el escenario donde más había desafiado a sus enemigos en Europa, en Berlín. Aquel día cayó el muro. El anuncio balbuceante de los locutores de la radio de Alemania Oriental había generado en un principio estupefacción e incredulidad: «A partir de ahora quedan abiertos todos los pasos fronterizos con Berlín Occidental». Las emisoras occidentales añadieron pronto credibilidad a la noticia. Los primeros en hacer uso de su nueva libertad, vecinos cercanos, abrazaban a miembros de la hasta entonces temida policía popular «Vopos» tan confundidos y conmovidos como ellos. Pisaban tierra de Berlín oeste con cuidado, despacio, como queriendo grabar en sus mentes todas las sensaciones que cada paso despertaba. Decenas y centenares de miles de alemanes orientales llegaban en una incesante ola humana ebria de alegría al centro de Berlín. Otro tanto ocurría al otro lado del muro, donde una inmensa multitud cantaba y gritaba jubilosa. Desconocidos se abrazaban y bailaban, se aplaudían unos a otros y, sobre todo, unos y otros, la multitud a ambos lados del muro en la Puerta de Brandeburgo, lloraba. Como lloramos con ellos muchos millones de europeos. Se recordaron las lágrimas vertidas ante este muro cuando comenzó su construcción el 13 de agosto de 1961 y se evocaron las caras de tantos muertos por intentar saltarlo y los millones de seres humanos que perecieron en la larga tragedia europea de la que aquel monstruo de hormigón era símbolo postrero. El último caído había sido Chris Geoffroy. Fue abatido por las balas de los Vopos a cuatro pasos de la libertad el 6 de febrero.
El muro había sido construido para acabar con la masiva huida a Occidente de los alemanes orientales hartos ya de la represión y falta de esperanza a que estaban condenados por el régimen comunista. Era Berlín el único hueco, la trampilla hacia la libertad que quedaba en un telón de acero ya erigido desde el Adriático hasta el Báltico a través de Europa. Berlín oeste ofendía a los tiranos por sus libertades y prosperidad. Stalin quiso acabar con aquel baluarte de la democracia en el corazón del Pacto de Varsovia con un bloqueo total. Fracasó gracias a la osada decisión norteamericana de crear un puente aéreo para suministrar a millones de ciudadanos aislados todas sus necesidades, desde pan a carbón. Aquello fue en 1948. En 1961, los norteamericanos llevaron sus tanques hasta la línea divisoria para mantener un pulso con los tanques rusos hasta que éstos se retiraron.
Si la determinación de sus defensores aliados salvó a Berlín oeste durante 44 años como isla democrática en un mar totalitario, fue la determinación de los luchadores por la libertad en Europa Central la que acabó con la principal arma de la dictadura comunista que eran el miedo y la resignación. Hecho esto, con la consistente ayuda de Juan Pablo II y Ronald Reagan, la lucha contra la mentira fue ganando terreno durante toda una década hasta concluir en aquella inolvidable fecha. Ahora que las sociedades libres nos enfrentamos a un enemigo no menor, hay que recordar que sólo la firmeza nos garantizó la conquista de unidad europea en libertad. Las concesiones o los intentos de aplacar a quienes nos quieren destruir nos debilitan y traicionan. Y pueden transformar aquellas lágrimas de gozo en llanto amargo.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

FRUSTRACIÓN SEGURA

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 02.11.04

LA CARRERA HACIA LA CASA BLANCA | LA SITUACIÓN EN IRAK

Mañana sabremos algo que nos importa y hoy ignoramos. Quienes mañana sepan lo que hoy desean, se considerarán felices. Aunque pronto habrán de comprobar, como el niño en Navidad, que el deseo complace mucho más que el objeto del mismo. Quienes confirmen lo que temen serán los primeros decepcionados. Aunque muy pronto sus problemas cotidianos le harán más soportable la angustia de saberse perdedor en una lucha épica. Nada más efectivo para olvidar el dolor por la derrota del equipo favorito que recibir el lunes en casa una notificación de embargo. Dentro de unos meses o años, unos y otros comprobarán, con alivio o rencor, que el fin del drama electoral norteamericano, en el que tanta pasión pusieron, no hace cesar el terremoto que sacude al mundo. Salvo en el caso de un empate que prolongue la congoja, felicidades y amarguras tendrán poco recorrido.
George W. Bush y John F. Kerry no son iguales -todos lo sabemos ya, tanto nos han insistido-. El primero pertenece a una iglesia muy rara, está a favor de la guerra y de los millonarios. El segundo es multimillonario, está a favor de la paz y quiere que todos los norteamericanos reciban una educación tan excelsa como la que lleva a todos los europeos a ser tan cultos, sofisticados y sensibles como siempre han demostrado. Si gana Kerry mañana, pronto los norteamericanos serán tan europeos que se unirán como una piña para lanzarse al «diálogo de las civilizaciones», entenderán por qué son ellos los culpables de todos los males de este mundo y con generosidad y comprensión se ganarán las almas de hasta los más fanáticos de sus enemigos.
Lo que no deja de ser incomprensible para estas masas europeas dispuestas a hacer interminables colas por encima de las aguas atlánticas para votar contra el mal es el hecho de que el candidato del bien no le lleve 20 o 30 puntos de ventaja al estúpido y malo malísimo de Tejas. ¿Cómo un presidente que es a un tiempo Nerón y Calígula, Hitler, Pol Pot y Calvino, Stalin y Torquemada, puede aún tener el apoyo de la mitad de los electores? Como todos no pueden ser millonarios, socios en la industria armamentista, perversos enemigos del medio ambiente o meapilas miembros de algún coro, es fácil concluir que EE UU está lleno de tontos. Para salvarlos, el diario británico The Guardian lanzó una campaña de cartas a un condado de Ohio explicando a sus votantes por qué han de optar hoy por Kerry. Es decir, como yo no puedo votar, vota tú lo que yo quiero. Un columnista del mismo diario llegó a pedir la liquidación física de Bush, tiranicidio de las almas nobles. ¡Qué listos somos los europeos!
No hay que ser muy ferviente partícipe en la orgía de onanismo y autocondescendencia europea para considerar la presidencia de Bush como un accidente extremadamente lamentable. Sí hay que serlo, sin embargo, para llegar a la babeante apología de un kerrysmo cuya máxima demostración de su talante estupendo está en decirle a cada interlocutor lo que éste quiera oír. Así se cosecha cariño, pero poco respeto, como bien deberían saber los europeos. Absortos nosotros en esta lucha del apóstol contra el dragón belicista, Vladímir Putin ha dado el golpe de gracia a la democracia y elegirá a dedo a los gobernadores en Rusia. En Bielorrusia y Ucrania ha impuesto a las fuerzas totalitarias en la mayor involución antidemocrática desde 1989. ¿A que no se han dado cuenta? En Asia, el islamismo amenaza con dinamitar los procesos democratizadores. Corea tiene su bomba atómica e Irán está decidido a tenerla. Oriente Próximo arde en una guerra que las sociedades abiertas no pueden perder si quieren sobrevivir. Y el islamismo promete seguir matando con entusiasmo. Así las cosas, las almas pías tienen asegurado el berrinche. Kerry tendría que dirigir una guerra en la que no cree, mal asunto para ganarla. Bush habría de rectificar porque su empacho de ideología ya sólo es comparable al de sus enemigos. Consuélense. Con ambos, la precariedad de nuestra seguridad y bienestar está tan asegurada como nuestra frustración.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

VIVA LA CARICATURA

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 26.10.04

COLUMNA

Quien no haya escrito ya su libro, artículo o arenga contra el presidente norteamericano, George W. Bush, habrá de darse prisa porque le queda tan sólo una semana para hacerlo y convertirse así en abanderado de la causa más piadosa del nuevo milenio. La precipitación no debe disuadir del empeño porque el producto de urgencia resultante difícilmente desmerecerá de otras obras sobre el mismo personaje, escritas con mayor sosiego y omnipresentes en las librerías. Hay que atreverse porque realmente no resulta difícil la tarea. Si el ex presidente del Gobierno de España José María Aznar es extremadamente «caricaturizable», como bien decía el domingo el ex presidente de la Generalidad de Cataluña Jordi Pujol, qué no podrá hacerse en caricatura de su amigo George, cuyos gestos, andares, retórica y ademanes -desde hace cuatro años irritándonos ante nuestros televisores- parecen inventados por un vitriólico dibujante de cómics francés.
Da mucho juego un ex alcohólico que deja el frasco porque dice que Dios le ha hablado, que gana unas elecciones de forma al menos sospechosa, que se empeña en destruir en un país remoto unas armas que no existen y se obstina en continuar una guerra que según la mitad de su electorado potencial para la reelección y mucho más de la mitad de la población mundial cree un disparate, cuando no un crimen. Si a eso se añaden sus conexiones, amistades, sinergias y complicidades con el gran capital, su apariencia más bien zafia, su enciclopédica ignorancia y su nula cultura gastronómica, estamos, desde luego, ante un monstruo al que hay que decapitar -políticamente, se entiende- para llevar su cabeza a los blasones de todas las fuerzas del bien para mayor orgullo de generaciones venideras. Quien no odie a Bush como es debido ha de ser, a buen seguro, una mala persona.
¿Y su contrincante, John Kerry? Es un senador católico, rico de casa y archimillonario consorte, con modales infinitamente mejores, afición a deportes elegantes, saboreador de la comida francesa. Sabe -su rival probablemente no- que el Ducado de Liechtenstein no es una marca de cerveza y que Goethe no era un lugarteniente de Hitler. Y dice que tiene planes -«I have a plan»- para acabar con la guerra en Irak, para establecer lazos íntimos a través de este Atlántico hoy teñido -por culpa de Bush- de desconfianza y discordia, para poner en marcha un «new new deal» que eleve a clase media a las decenas de millones de compatriotas pobres, para combatir la marginación, generalizar los seguros médicos, fomentar la bondad que todos llevamos dentro. Y todo ello por el simple método de quitarles privilegios fiscales a los amigos de Bush y a su cómplice y vicepresidente, Dick Cheney, tan siniestro o más que el «Dirty [sucio] Dick» que fue Richard Nixon.
Así las cosas, levitando por estas alturas del análisis político y la sobria valoración de la situación mundial y de nuestros intereses nacionales, son evidentes las razones por las que los europeos, y sobre todo nosotros, los españoles, adalides de la ofensiva mundial a favor de la armonía cósmica y en contra del mal, con las manos extendidas y ofreciendo las mejillas, hemos decidido que tiene que ganar Kerry. ¡Faltaría menos! Todos seguimos con emoción los avatares de la lucha de nuestro héroe demócrata y su Sancho Panza, Michael Moore, contra las fuerzas de las tinieblas, culpables de todas las muertes habidas en los últimos años, incluidas las que reclama para sí «la resistencia» iraquí. Alborozadas, las emisoras de radio nos informan de que Kerry ha ganado todos los debates. Un día después, abatidas, añaden el detalle de que Bush mantiene su ventaja. Para volver horas más tarde a comunicar triunfantes que Kerry se acerca, que hay un cuerpo a cuerpo, que el bien está a punto de batir al mal.
Y, sin embargo, en esta atmósfera cargada por el «espíritu de Navidad», se mueven aún algunos zombies por Europa que no acaban de creer que si gana Bush se acaba el mundo por culpa de unos cuantos norteamericanos imbéciles, ni que un Kerry victorioso vaya a venir corriendo a Europa a agradecer un apoyo tan entusiasta que cimentará la paz y la amistad en el globo. Bush merece perder las elecciones. Kerry probablemente no merezca ganarlas. Pero, gane quien gane, las realidades son más tercas que las caricaturas caprichosas con las que se simplifica el mundo con tanta alegría. Ni con Bush ni con Kerry va EE UU a pedir perdón por ser la megapotencia del siglo. Ni por defender sus intereses nacionales. Nosotros haríamos bien en defender los nuestros, con sobriedad, con menos Chomsky y Moore y algo de sentido común.

Kerry (Izquierda) y Bush, en su debate del 8 de octubre. REUTERS

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

LOS TIRANOS FELICES

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 19.10.04

COLUMNA

Alexandr Lukashenko, presidente de Bielorrusia, era un hombre feliz el domingo cuando anunció su abrumadora victoria en la consulta popular que elimina la limitación a dos mandatos de la jefatura del Estado y le permite presentarse de nuevo en 2006. El hecho de que cantara victoria cuando no se había contado ni el 1% de los votos extrañó en Minsk tan poco como el que los resultados finales confirmaran las dotes de adivino del batka (papa) bielorruso. Según los datos oficiales, la participación en un 80% y más del 76% de votos favorables a la eternización de Lukashenko en el poder han confirmado otro augurio del presidente hecho durante la campaña: «Demostraremos quién manda. Tenemos poder y técnicas para ganar». Tenía razón. Desde que fue electo en plena conmoción postsoviética en 1994, Lukashenko se ha ganado a pulso la fama de no mentir cuando amenaza. La oposición, la OSCE, observadores independientes y organizaciones de defensa de los derechos humanos han puesto el grito en el cielo ante la obscenidad del fraude. Lukashenko les ha recomendado que «se ocupen de sus propios asuntos».
Es evidente que el caudillo que ha convertido la «Rusia blanca» en un pozo negro está satisfecho consigo mismo y el aparato bolchevique que le es tan fiel a él como al manual del chekista elaborado en su día por Féliks Dzershinski, aquel aristócrata sanguinario polaco compañero de fatigas de Lenin y Trotsky. Lukashenko ha logrado reimplantar el monopolio del Estado en el uso de la violencia, en la producción, en el comercio, en la corrupción, en la información y, salvo alguna muerte pasional que escape a su control, también en el crimen. Si un periodista, un líder estudiantil o un obrero bielorruso destaca en su insistencia en molestar, exigiendo siquiera las pocas libertades y transparencia que el Kremlin de Vladímir Putin aún concede a los rusos, nuestro batka triunfante demuestra que, además de adivino en cuestiones de recuento, es también mago y hace desaparecer para siempre al pobre diablo insatisfecho. Las palizas, detenciones arbitrarias, amenazas a familiares de opositores y demás métodos de represión son hábito para unos bielorrusos que echan ya de menos la «seguridad jurídica» en la URSS.
Eso sucede en un país vecino de la Unión Europea, aquí mismo, en la frontera sur de Lituania y norte de Polonia. Pero no pasa nada y nadie hace nada, y poco manifestante cabría convocar para protestar contra tanta vileza, violencia y abuso. Porque aquí hacemos caso al gran batka y consideramos que la suerte de los 10 millones de bielorrusos es «asunto suyo», es decir, de Lukashenko y de su aparato mafioso- leninista. Si las dictaduras grandes pueden dar miedo al mundo, las pequeñas sólo son capaces de aterrorizar a sus súbditos. Si se es capaz de ignorar la miseria y el dolor que generan, desde fuera, desde las cómodas atalayas de las sociedades libres, estas dictaduras son poco más que patéticos terrarios con una población maltratada por la mera mala suerte de haber nacido allí. Vegetación, clima y carácter popular cambian según hablamos de Cuba, de Corea del Norte o de Bielorrusia. Son invariables por el contrario el desprecio al individuo, la omnipresencia del miedo, la brutalidad gratuita y la mentira todopoderosa, el oscurantismo y la pobreza.
Hace años ya que concluyó el desfile triunfal de las democracias por el globo de los años ochenta y noventa. China no se democratiza y la Rusia de Putin no sólo no pone freno a Lukashenko, sino que lo emula. La crisis de Irak ha dinamitado la alianza de las democracias occidentales. El prestigio de la sociedad abierta está en entredicho. El islamismo fanático está en pie de guerra. Indigenismos, intervencionismos y populismos resurgen con rabia y sin complejos. Mientras, en Occidente tenemos dirigentes que cuadran a la perfección con el «hombre moderno» descrito por el pensador ruso Alexander Herzen: estrecho de miras, sin pasión ni información y preso por la más absoluta debilidad de pensamiento. Así las cosas, batka y Castro, Kim Jong Il y Chávez, por citar a algunos, tienen motivos para estar felices. Muerto el determinismo histórico, ¿quién nos asegura que el futuro no son ellos?

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

“UN GOBIERNO NUEVO APRENDE SEGÚN TRABAJA, AL IGUAL QUE UN EMBAJADOR”

Por HERMANN TERTSCH

El País,  Madrid, 16.10.04

ENTREVISTA:GEORGE ARGYROS | EMBAJADOR DE ESTADOS UNIDOS
LA POLÍTICA EXTERIOR ESPAÑOLA

El embajador estadounidense, George Argyros, acomete ya la recta final de su mandato. Llegó a Madrid cuando en La Moncloa José María Aznar había impuesto una alianza incondicional con Washington que llevó a España a la participación en la coalición internacional que ocupó Irak tras la guerra. Con la victoria socialista el 14-M y la retirada de las tropas españolas de Irak, las relaciones entre España y Estados Unidos se han enrarecido de forma manifiesta hasta culminar en la ausencia del embajador de los actos del día de la Fiesta Nacional, el pasado día 12. Argyros recibió ayer a EL PAÍS para hablar de tensiones, roces y malentendidos.

Pregunta. ¿Cómo calificaría las relaciones actuales entre usted, su Administración y el Gobierno español, después del gran eco de su ausencia en los actos de la Fiesta Nacional? Ruego no me intente despachar con eso de que somos aliados y amigos.
Respuesta. Es que somos aliados y amigos. En fin, las cosas van mejorando y mejorarán. Tenemos aquí un Gobierno nuevo del que no sé si estaba bien preparado para ganar y resulta que ganó. Está haciendo esfuerzos. EE UU aprecia mucho las relaciones con España, que son muy antiguas. Tenemos mucho en común. Un Gobierno nuevo aprende según trabaja, al igual que un embajador. Y se cometen errores. Los cometemos todos. En todo caso, tengo esperanzas de que la situación mejore y nosotros vamos a trabajar en ello.
P. ¿Quién es responsable de esta situación? Miembros del Gobierno y del Partido Socialista le acusan de no cumplir con sus compromisos diplomáticos.
R. Yo no sé quién ha dicho eso. Yo me siento cómodo con lo que estamos logrando hacer con el gran equipo del que dispongo y trabajamos muy estrechamente con el Gobierno español.
P. Usted dijo que no fue al desfile por el gesto del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, de permanecer sentado al paso de la bandera norteamericana el año pasado.
R. Me molestó, como pienso que molestaría a todo americano. No sé cuáles eran sus motivos, pero lo consideré un auténtico insulto a América y su pueblo.
P. ¿Molestó en Washington?
R. No quiero hablar en nombre de Washington. Fue inapropiado. Pero bueno, todos cometemos errores.
P. Tampoco estuvo usted en el Palacio Real…
R. Quise estar en el Palacio Real. Pero no pude salir a tiempo del sitio donde me hallaba. Llamé al Rey. Hablé con él y pedí disculpas por mi ausencia. Sé que el Rey lo entendió perfectamente.
P. Leyendo EL PAÍS de hoy, ¿cómo se siente el embajador norteamericano cuando casi el 80% de la población del país anfitrión muestra animadversión hacia su presidente y un 60% hacia EE UU en general?
R. Yo no otorgo mucho crédito a esas encuestas. Mire, EE UU está intentando hacer lo que tiene que hacer. Tenemos un problema en Irak. Pero se tomó la decisión de hacer lo que estamos haciendo. Acabamos de tener un gran éxito en Afganistán con las primeras elecciones, que han sido enormemente positivas, y queremos hacer otro tanto en Irak. No es fácil. Pero hay ocasiones en las que las democracias han de alzarse en defensa de su futuro. El conflicto de Oriente Próximo sigue abierto. Espero que algún día, de alguna forma, logremos la paz en aquella región. Pero es difícil y no todos van a quererte siempre cuando haces lo que tienes que hacer. Quien quiera complacer siempre a todo el mundo fracasa. Hay ocasiones en las que uno debe decidirse por una opción incluso sabiendo que es impopular. Liderazgo supone hacer lo que se estima correcto y necesario.
P. La retirada inmediata después del 14-M de las tropas españolas desplegadas en Irak provocó gran irritación en Washington. ¿Cree que supuso un perjuicio para la situación en Irak?
R. Es obvio que nosotros no estuvimos de acuerdo con dicha decisión. Pero el presidente Zapatero fue elegido por su pueblo; luego, puede hacer lo que quiera. Por supuesto que no nos gustó esta decisión que consideramos inoportuna y equivocada. Fue un mensaje equivocado porque de hecho lo que hizo aquella decisión fue complacer a los terroristas. Fue un absoluto ‘appeasement’ [concesiones de las democracias ante fuerzas totalitarias con objeto de aplacarlas].
P. ¿Y qué opina de la invitación que en Túnez hizo el presidente del Gobierno a otros países a seguir su ejemplo?
R. El Ministerio de Exteriores español me asegura que no dijo tal cosa.
P. Está grabado.
R. No discutiré al respecto.
P. Existe ya la impresión de que los problemas en las relaciones entre Madrid y Washington van más allá de meras diferencias de matiz y malentendidos.
R. Aquí ha habido un cambio de Gobierno. De eso no cabe la menor duda. Pero somos amigos, grandes aliados desde hace generaciones. España siempre ha mirado hacia Occidente, tiene grandes intereses en América Central y del Sur. Tenemos intereses comunes allí. Por todo ello, nuestra amistad no va a desaparecer. Seguiremos siendo amigos y aliados y seguiremos trabajando juntos. Tendremos problemas de cuando en cuando. Pero nuestras relaciones son muy intensas, en terreno militar, en el económico y entre nuestros pueblos. Los Gobiernos tienen otras cosas que hacer. No siempre tenemos que estar de acuerdo.
P. Pero parece que no están de acuerdo en casi nada.
R. No es así, coincidimos en muchas cosas pero, mire, tenemos un Gobierno nuevo aquí y en EE UU estamos en campaña electoral. No ayuda nada el que un Gobierno se involucre en las elecciones de otro Gobierno o diga nada al respecto.
P. Aquí nadie oculta en el Gobierno su preferencia por Kerry.
R. No soy consciente de que este Gobierno se haya manifestado a favor de un candidato. Si así fuera, sería una postura equivocada. No lleva a ninguna parte. España necesita mantenerse al margen. Nosotros no intervenimos en las elecciones aquí y España no debe hacerlo allí.
P. ¿Ha tenido esta polémica eco en Washington? ¿Cree que causará daños a medio plazo?
R. Allí esta polémica no tiene relevancia. Estamos ante unas elecciones presidenciales muy importantes, en una carrera muy igualada. Después ya veremos lo que pasa. Pero independientemente de quién sea el presidente, nuestra relación con España es y será extremadamente importante. Y no espero que se produzcan daños a largo plazo. Es obvio que aquí alguna gente ha dicho cosas que habríamos preferido que no se hubieran dicho. Pero eso sucede. Cuando la gente está con el ánimo agitado suele decir idioteces. Pero eso son noticias de ayer.
P. Las relaciones que parecen haber mejorado mucho con el nuevo Gobierno son las de Madrid con Marruecos.
R. Nosotros hemos intervenido para ayudar en estas relaciones en diversas ocasiones en el pasado. Y estamos muy contentos de esta mejoría en las relaciones [con Rabat].
P. ¿Y qué le parecen los cambios anunciados en la política española respecto a Cuba?
R. No comment.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

SAJAROV EN CUBA

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 12.10.04

COLUMNA

El Gobierno español ha decidido rectificar su reciente decisión de no invitar a miembros significativos de la oposición cubana a la recepción que hoy se celebra en nuestra Embajada en La Habana con motivo de la Fiesta Nacional. Hoy, por tanto, acudirán a la Embajada de España algunos de los hombres y mujeres que creen en un futuro en libertad para Cuba y tienen el coraje de luchar a cara descubierta contra un régimen que en su carrera hacia cotas mayores de miseria moral ya sólo compite con Corea del Norte. En las últimas semanas han surgido insistentes rumores de que el nuevo Gobierno español proyecta un giro en su política hacia La Habana, que se vieron confirmados en una respuesta parlamentaria del ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, en la que abogaba por buscar nuevas fórmulas, ya que la congelación de la actividad diplomática es «una medida irracional que no va a ninguna parte». Y los disidentes invitados en pasados años no habían recibido invitación alguna hasta hace unos días, cuando todos los demás invitados ya la tenían en su poder. Muchos ya no la esperaban. Otros, como el poeta Raúl Rivero y decenas de opositores que literalmente se pudren en las cárceles de la isla, no la esperaron en ningún momento.
El motivo de tanta duda hamletiana a la hora de seleccionar invitados no es otro que el boicot impuesto por las autoridades cubanas a toda recepción en embajadas en La Habana a las que acudan miembros significados de la oposición. El régimen de Fidel Castro no sólo persigue implacablemente a todos los que luchan pacíficamente por acabar con la pesadilla en que se ha convertido hace ya décadas. También quiere arrebatarles el mínimo reconocimiento a la dignidad que ellos tienen y de la que tanto carecen los funcionarios del partido y del Estado cubano, que con su ausencia quieren chantajear a España y a todos los miembros de la Unión Europea. Los demócratas bajo una dictadura saben muy bien lo que supone para su lucha el apoyo constante y consecuente de las democracias fuertes del mundo. Lo saben las sociedades del Este europeo, pero también los españoles debieran acordarse de la protección recibida durante el franquismo y los socialistas debieran recordar más a Olof Palme, a Willy Brandt y a Bruno Kreisky cuando caen en la tentación de supuestos pragmatismos en su relación con satrapías, caribeñas o no. Vaclav Hável, perseguido, encarcelado y amenazado de muerte por el régimen comunista, debe su vida a la continua solidaridad de las democracias. El inolvidable Andréi Sajarov habría muerto como un perro en prisión si el Kremlin no hubiera sido consciente de que millones de demócratas en todo el mundo velaban por su suerte. Hoy Sajarov es Raúl Rivero.
Es cierto que no ha habido avances en las relaciones con Cuba. También lo es que se debe a que el régimen ceja en su política de represión y aniquilación del adversario político. Cualquier tentación de ganarse las simpatías de esta dictadura cediendo a sus exigencias e ignorando a sus víctimas se califica por sí sola. Difícil va a ser convencer a nadie de que, a estas alturas de la tragedia y farsa del comunismo cubano, el Gobierno español va a lograr dulcificar la tiranía otorgándole cariño y diálogo mientras abandona a su suerte a los demócratas. Quien otorga respeto a un régimen como el de La Habana está cerca de que se lo pierdan a él. Es realmente inverosímil -pero cierto- el hecho de que aún exista gente, más allá de los amamantados por el régimen, decidida aquí a creerse y convertir en política de Estado esa monserga de que Castro se porta mal porque está aislado y que algo de compañía de la izquierda europea lo induciría a reformas conmovedoras. Y que quien critique al régimen por algo más que por alguna chapuza es un lacayo de Bush, un reaccionario y quizás legionario de Cristo. Éste es el mensaje de esa «oposición moderada», con Eloy Gutiérrez Menoyo a la cabeza, esos disidentes que sólo disienten de quienes, unos en las cárceles o en el exilio y otros hoy en la Embajada de España, no han convertido la mentira en su medio de vida. Así se reparten los papeles quienes encarcelan a la disidencia y quienes, elevados a los altares del Zeitgeist y la corrección política, la difaman.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

SINIESTRA CONSTELACIÓN

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 05.10.04

COLUMNA

«Haz trabajar las mejores mentes y busca soluciones adicionales». Esta orden se la dio el primer ministro israelí, Ariel Sharon, a su ministro de Defensa, Saúl Mofaz. Resulta casi conmovedor a estas alturas que gentes tan bregadas en la guerra hasta cotas ignotas de realismo sin piedad puedan aún caer en frases de tanta candidez. Creíamos algunos que esa orden a las mejores mentes se había dado hace muchos años. Lo cierto es que al final de tanto brainstorming, los cerebros que diseñan política y estrategia militar en Jerusalén sólo han demostrado imaginación en tareas de demolición y urbanismo cleptómano a base de muros y autopistas segregacionistas que paulatinamente van convirtiendo los territorios ocupados en parcelas. Viables unas, los asentamientos unidos por dichas autopistas, inviables las otras, los bantustanes palestinos incomunicados entre sí en los que hierve la miseria.
A la espera de que Sharon y Mofaz encuentren inteligencias más brillantes y preclaras que aún permanecen escondidas, la operación militar israelí en Gaza, denominada con crueldad bíblica Días de penitencia, que ya ha costado la vida a más de ochenta palestinos -y no ha hecho más que comenzar-, demuestra que siguen echando mano de las mentes habituales. Con los resultados habituales. Cierto es que esta ofensiva en concreto la han provocado las milicias de Hamás al matar a dos niños en la localidad meridional israelí de Sderot con uno de sus cohetes artesanales Kasam. Cierto también que para llevar a cabo una retirada de Gaza y vencer la resistencia de parte de la oposición, pero también de su propio partido, el Likud, Sharon ha de dar al menos la impresión de que esta decisión no hará más vulnerable al sur de Israel.
Por eso la operación Días de penitencia, aparte de matar a algunos milicianos de Hamás -y de paso a muchos más civiles-, lo que pretende es poner «más tierra por medio» con el mismo modelo aplicado por el propio Sharon en 1971 con la creación de la Franja de Gaza, es decir, crear una zona de seguridad, ahora para que no lleguen a territorio israelí estos cohetes bastante chapuzas construidos en herrerías o talleres de reparación de automóviles. Treinta y tres años y muchos miles de muertos más tarde, las mejores mentes israelíes no parecen encontrar soluciones más imaginativas para intentar evitar la muerte de compatriotas que volver al bulldozer en uno de los paisajes de miseria más densamente poblados del mundo. No es difícil vaticinarle tanto éxito a esta operación como a aquélla en sus intenciones proclamadas de aumentar la seguridad de Israel.
Esta operación de crueldad gratuita no es sino una nueva prueba de la maldita constelación que Sharon y Arafat han logrado crear en Palestina con el inestimable apoyo de un presidente norteamericano que en los últimos años ha actuado poco menos que como el mozo de los recados del primer ministro israelí. Bush está pagando en Irak y en todo Oriente Próximo esa sumisión perruna de la Casa Blanca a Sharon. Fue como poco escandaloso, cuando no aterrador, que en el debate entre los dos rivales en la carrera presidencial norteamericana no se mencionara siquiera el conflicto palestino. Que la llave para la pacificación de Oriente Próximo no mereciera siquiera un comentario en un debate centrado en Irak y aquella región revela no sólo el grado de intimidación que es capaz de ejercer en Washington Sharon con su presencia o a través de intermediarios. También pone en evidencia la grotesca superficialidad con la que en Estados Unidos creen poder tratar los sentimientos de cientos de millones de musulmanes que están divididos respecto a la política de Washington en Irak pero sufren en unanimidad la herida abierta de Palestina. Así, la siniestra constelación palestina se convierte en constelación mundial, y mientras no cambie la primera, la segunda nos ha de poner en peligro a todos. De ahí que la penitencia no será de días, sino de años o décadas, y no afecta sólo a los muertos, heridos y desalojados en Gaza en estos días y próximas semanas, sino a los que habrá en muchos puntos del globo a no ser que realmente las mejores mentes desalojen a los ideólogos y fanáticos que ya han fracasado.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

OPORTUNIDAD Y OPORTUNISMO

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 28.09.04

VIOLENCIA EN IRAK

Resulta evidente que los nuevos intentos de la Administración de George W. Bush de organizar una cumbre sobre Irak con la participación del G-8 y numerosos países islámicos antes de las elecciones presidenciales norteamericanas tienen como objetivo influir en éstas. Tan evidente que viene a ser casi infantil el denunciarlo como treta. Todos los Gobiernos cuya permanencia en el poder depende del voto de sus respectivas poblaciones se lanzan a inaugurar autopistas, aeropuertos, hospitales y parques infantiles durante las campañas electorales. Se suele criticar como electoralismo desvergonzado -que lo es- pero se acepta como uno de los vicios menores de las democracias y muchos lo agradecen porque en este afán por agradar y captar votos, los gobiernos se esmeran más en cubrir necesidades y cumplir viejas promesas olvidadas durante toda la legislatura.
Por eso es difícil de comprender la sagrada ira que esta iniciativa ha despertado en tanta gente a ambos lados del Atlántico. ¿No beneficiaría a todo el mundo que EE UU, la UE, China, Rusia, Turquía, Egipto, Siria, Jordania, Arabia Saudí, Kuwait e Irán se sentaran en una mesa para discutir la actual situación en Irak y buscaran juntos una salida a la misma? En realidad sería la mejor expresión del inicio del diálogo siempre necesario antes de ese pacto entre civilizaciones que propuso el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, ante la Asamblea de la ONU. Si no acabar -porque han pasado demasiadas cosas en este bienio-, sí podría paliar la imagen unilateralista y diabólica de EE UU en los países árabes y en algunos sectores europeos. ¿Hay que desechar una oportunidad, por remota que sea, de frenar la carnicería en Irak por cuestiones de calendario electoral norteamericano? ¿Hay que postergarla y dejar para siempre al mundo con la duda sobre la probabilidad de que tal adelantamiento oportunista habría salvado muchas vidas?
Las posibilidades de que tal cumbre se lleve a cabo son en todo caso ínfimas. La inagotable capacidad del presidente Bush de movilizar a sus viejos enemigos y generar muchos nuevos casi garantiza la negativa de la mayoría de los convocados. Unos se negarán porque quieren ayudar al candidato demócrata, John Kerry, del que se esperan no se sabe qué política de filantropía cosmopolita, y otros porque no pueden arriesgarse a ser acusados de ayudar a Bush en esta iniciativa que, de cuajar, aunque su resultado tan sólo fuera la fotografía común, sin duda sería un revés catastrófico para el candidato demócrata.
Pero la airada reacción al anuncio por parte del secretario de Estado, Colin Powell, del mero intento de convocatoria de dicha cumbre, que se antoja de todas formas imposible, tiene algo de freudiana y viene a ratificar la impresión de que muchos medios de comunicación y políticos en Europa y en los países árabes pero también gobiernos tienden a ver el agravamiento de la situación en Irak como un elemento bienvenido para impedir que Bush sea reelecto. A los iraquíes, mientras tanto, no a los que ponen las bombas -que se las seguirían poniendo a Kerry-, sino a los jóvenes que pese al peligro que corren de saltar hechos pedazos hacen cola ante las oficinas de reclutamiento para el Ejército regular, el calendario electoral norteamericano les trae -tengan la seguridad- al pairo. Hay mil motivos para detestar a Bush y desear que pierda las elecciones. Pero ese «cuanto peor la situación en Irak hasta noviembre mejor, porque es peor para Bush» es un sentimiento que, viendo lo que sucede en Irak, es el peor «pacto de civilizaciones» imaginable. Porque Bush puede perder estas elecciones, pero Al Zarqaui no puede ganar esta guerra.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

SALTAN LAS ALARMAS

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 21.09.04

COLUMNA

Saltan por doquier las alarmas en estos aciagos momentos del siglo XXI. Los nazis son hoy un partido en la bella Sajonia con prácticamente los mismos votos que el histórico SPD que no llega al 10%. Los partidos democráticos de Alemania se derrumban en las elecciones en dos Estados federados que son clave y grave indicio de tendencias. Gentuza logra votos en masa de gentes por lo demás decentes ante el papanatismo y la debilidad de los demócratas. Es una historia muy conocida, con resultados perfectamente recordados y que sin embargo vuelve a surgir como realidad plausible.
Sabemos del desprestigio de los catastrofistas y sabemos que por ello conviene alejarse de ellos aunque al final tuvieran razón. Así fue en los comienzos del siglo pasado y así vuelve a ser. Pero habrá alguien que comprenda que algunos hoy puedan sentirse como Karl Kraus escribiendo Los últimos días de la humanidad, como Joseph Roth en su hotelito del exilio en París consumiendo absenta o como Stephan Zweig ya en Brasil en sus días finales. El corazón de Europa está crujiendo y todo lo peor que le ha sucedido al mundo siempre ha tenido allí su epicentro.
No hablamos de las tragedias inmediatas que se suceden en Irak u otros lugares remotos de guerras y tragedias. Allí la ignorancia de unos, el fanatismo de otros y la profunda hipocresía de tantos pueden aun hacer más daño y dolor de los que estamos presenciando. Donde podía haber esperanza se abren abismos de desgracia. Así es la historia. Quienes dudan en guerra y se vuelven contra sus aliados siempre dan la baza al enemigo.
Se trata del creciente poderío del resentimiento y del odio que se manifiesta en esta Europa que en sus círculos intelectuales es tan autocondescendiente como un niño vertiendo fuera frustraciones y tiene una población tan frágil en convicciones como en actitudes.
El caso es que sesenta años después de Auschwitz volvemos a tener en parlamentos alemanes a gentes que piensan que aquello no estuvo tan mal y que, si pueden en algún momento, volverían a gasear a sus adversarios se supone que ahora, con técnicas aun más modernas. Son representantes del pueblo que creen en la exterminación como acción política e instrumento de experimentación social. Hoy y ahora. No seamos catastrofistas pero veamos un poco lo que está pasando. Cuando un adalid de las libertades, con su inmensa tradición humanista, como el SPD recibe los mismos votos que unos apologetas del Holocausto, se puede decir sin exagerar que tenemos un problema y no es sólo un problema alemán. Además, para hacer la situación más tenebrosa tenemos poderosos como nunca a unos comunistas que jamás han condenado una política que sembró la muerte y la miseria en medio continente.
Todo ello en esta magnífica vieja Europa del pacifismo y el «buenismo» vocacional que desea dejar solos a los iraquíes para que se busquen la vida como puedan, se supone que, ellos ausentes, en tranquilidad y armonía. En estas sociedades europeas de la comodidad como derecho inalienable, la incomodidad o el revés se convierten en afrenta y agravio y la reacción puede adquirir una vez más aspectos muy poco bucólicos. Los incendios en Alemania Oriental que causaron muchas muertes en la pasada década no tienen otro cariz que los fuegos en almacenes chinos en Elche hace unos días.
Quien dude de que el 11 de septiembre del 2001 es perfectamente equiparable al 28 de junio de 1914, en el sentido de que supone como aquel una fractura de civilizaciones, va a tener en los próximos años y décadas muchas sorpresas. Gavrilo Princip, el nacionalista serbio que mató al archiduque Francisco Ferdinando en Sarajevo y los islamistas Atta y compañía que hundieron las Torres Gemelas tienen en común haber roto el mundo. El desasosiego que siguió a la acción de Princip nos trajo el fascismo y el comunismo. Hoy ambos parecen revivir con el trauma de Nueva York. Y lo hacen en Alemania. Una vez más.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

EE UU Y NOSOTROS

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 14.09.04

COLUMNA

Resulta muy peculiar, y en todo caso peligrosa, esa autoestima que lleva a nuestro presidente del Gobierno a recetar a todas las democracias que participan en la intervención en Irak que dejen solos a los Estados Unidos, retiren sus tropas como él hizo e impongan esa magnífica verdad hoy al parecer intangible según la cual los iraquíes han decidido en mayoría, nadie sabe cómo, unirse a la llamada insurgencia y matar a los compatriotas que quieren alistarse en la policía del Gobierno provisional con los nada deshonestos objetivos de ganarse la vida al tiempo que crean orden y forjan seguridad para la sociedad civil. Tranquilos todos porque a nuestras relaciones con Estados Unidos ya no puede perjudicarlas una declaración semejante. Haya habido o no disculpas posteriores -como se dice- en la Embajada norteamericana en la calle Serrano de Madrid, lo claro es que muchos de los que, desde una trinchera u otra, se refieren a nosotros, nos ven como adalides y promotores de la deserción en momentos cruciales.
Cierto es que ésta, la deserción en tiempos de guerra, ha sido heroica en muchas ocasiones, la última vez entre los europeos probablemente cuando los jóvenes alemanes huían del frente oriental en 1945 para no recibir órdenes que suponían sumarse al crimen o aceptar la muerte segura. Pero las sonrisas de Jacques Chirac y Gerhard Schröder en la cumbre «del núcleo centroeuropeo» en Moncloa nunca borrarán la percepción de que España fue inducida a o convencida para abandonar un escenario de guerra dejando a sus aliados con un problema añadido en el peor momento de crisis. Chirac y Schröder pueden hoy tener esperanzas de normalizar sus relaciones con Washington. Para el Gobierno español se antoja el asunto mucho más complicado. Y nuestros dos entusiastas aliados y ayer invitados tienen escaso margen para agradecer los gestos madrileños. Tienen otras preocupaciones serias y muy propias. Y la pieza la dan por ganada como otros la dan por pescada.
La aparente solución a estos problemas transatlánticos es hoy al parecer el entusiasmo incondicional por el candidato demócrata a las elecciones norteamericanas, Kerry. Leyendo, viendo y oyendo a los medios de comunicación españoles da la impresión de que el señor Kerry es una especie de Willy Brandt con fortuna personal. Pues no. Las fobias son malas consejeras, también en la política, aunque en ocasiones resulten efectivas a corto plazo. La ridiculización y la demonización de Bush son fáciles porque el personaje aporta todos los elementos necesarios. Pero la vida es muy complicada. Y la vida política norteamericana hoy más, aunque el desprecio y la arrogancia europea impidan que aquí se vea y sepa. El candidato Kerry es meramente la opción anti-Bush. Y es una opción que tiene muchísimas más probabilidades de perder que de ganar. No porque el muy desagradable personaje George W. Bush vaya a conquistar más sentimientos, esperanzas y convicciones de los norteamericanos después de todos los desastres habidos, de sus mentiras, medias verdades y siniestras conexiones con los gremios más rapaces de la sociedad que gobierna, sino porque Kerry no parece ilusionar realmente ni a los peores enemigos del actual inquilino de la Casa Blanca.
Si no cambian mucho las cosas, Bush será, rompiendo la tradición familiar, un presidente de dos mandatos. Y quienes en Europa están haciendo campaña contra él y a favor de un contrincante manifiestamente débil, están cometiendo errores que se deben tanto a una animadversión cuasi infantil como precisamente a esa sobredosis de ideología que le adjudican al objeto de su odio. Y que se volverán contra los intereses de la sociedad que los ha elegido. Cada manifestación encabezada por Michael Moore es un festín de votos para Bush. Cada festín arrogante y excéntrico como los organizados en Nueva York durante la Convención Republicana es un revés para Kerry. Quienes ven en España la película Fahrenheit 9/11 no votan allí, pero algún político carpetovetónico aún no se ha dado cuenta. Hay que viajar un poco más para ver con cierta exactitud y lucidez las dimensiones y el calado de las cosas.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

ALEMANIA COMO DUDA

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 07.09.04

COLUMNA

El Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) que durante 150 años ha marcado de una forma u otra la agenda política y social del país, incluso durante gran parte del Tercer Reich, y que hoy gobierna en Berlín con el canciller Gerhard Schröder puede estar en el umbral de la marginalidad. Sonará a hipérbole si se conoce la gran historia de este partido. Pero los últimos meses, con su caída libre confirmada este domingo en el Estado del Sarre, donde han cosechado en las elecciones el peor resultado de su historia con la pérdida de 14% de sus votos, ya terriblemente mermados cuando hace cuatro años perdieron el poder ante los democristianos de la CDU, inducen a pensar que los socialdemócratas alemanes, confundidos, divididos y cuasi escindidos, pueden dejar pronto, no ya sólo de dejar de gobernar, sino de ser alternativa real de poder.
Las próximas elecciones, que serán en Brandeburgo y Sajonia dentro de una semana, pueden ser el próximo clavo en el ataúd político que podría acabar cerrándose en los comicios municipales del mayor Estado federado que es Renania Westfalia siete días más tarde. Con medio partido y medio país en abierta revuelta contra su política y apenas un 25% del electorado apoyándole, Schröder necesita un milagro o más bien dos para terminar esta legislatura cuyo liderazgo ya ganó con esa inmensa fuente de fortuna que asiste a algunos políticos cuando acontecimientos no predecibles como las inundaciones de Sajonia o la oportunidad de agitar el antiamericanismo ante la guerra de Irak acaban compensando u ocultando todos los despropósitos y desgracias durante el mandato anterior habidos.
Lo malo es que la revuelta contra Schröder no se debe a sus despropósitos, sino a una política que, en términos generales, no sólo es correcta sino que es aproximadamente la misma que aplicarían aquellos, ante todo la CDU, que se benefician de sus reveses. Lo peor es que empieza a percibirse una vez más que la sociedad alemana, en cuanto tiene que soportar situaciones adversas y no se solaza en una prosperidad creciente, tiende a cuestionar el sistema. La participación en las elecciones del Sarre del 55% es ya alarmante para un Estado alemán. El hecho de que el 14% de los parados del Sarre votaran a los nazis del Partido Nacional Alemán (NPD) y que este partido estuviera con el 4% a punto de entrar en el Parlamento también lo es. Pero también lo es el inmenso efecto que ha tenido sobre los resultados la demagogia y el populismo de un líder socialdemócrata que en su día fue presidente del partido, Oskar Lafontaine, cuya deslealtad ha sido sin duda determinante para que muchos socialdemócratas, a la vista de la participación, se quedaran en casa.
Si en el Sarre, en la frontera con Francia, fallan las convicciones democráticas a las primeras de cambio hay que temer que en las elecciones en los Estados de Alemania Oriental donde el resentimiento, la frustración y, también, la nostalgia mitificada por los tiempos de seguridad y trabajo seguro del régimen comunista son factores poderosos, los resultados puedan ser realmente grotescos. Allí el SPD puede verse arrollado por el antiguo partido comunista (PDS) que en su mayor parte lo sigue siendo, y por una extrema derecha que viene a representar y a defender exactamente lo mismo. La sociedad alemana vuelve a mostrar esa labilidad tan terrorífica de antaño y puede votar a nazis y comunistas para impedir unas reformas que todos saben necesarias, pero que nadie quiere que le afecten en las dificultades que implican. Si a esto se añade una clase política de muy escaso carácter, mucho oportunismo y mínimas convicciones, nos hallamos ante un cóctel quizás explosivo, pero en todo caso muy triste y preocupante porque toda Europa necesita una Alemania sana en su economía pero ante todo firme en sus convicciones.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

EL ADIÓS A UN TESTIGO

Por HERMANN TERTSCH

El País  Miércoles, 25.08.04

NECROLÓGICA

Un tocayo de este gran hombre que ha muerto -el tocayo es el escritor Ota Filip- escribió en su novela Café Slavia con belleza inusitada sobre el absurdo de los encuentros en la historia y los disparates que genera el ser humano cuando cree que la está cambiando. Ota Sik, que ha fallecido en Suiza, en su casa de Sankt Gallen, a los 84 años de edad, no novelaba, pero es uno de los pocos economistas de la historia cuya vida sería novelable sin cesar. Otra vez, tantas en tiempo reciente, es ley de vida, nos abandona uno de los grandes testigos de la historia centroeuropea del siglo XX.
Es, sin duda, uno de los afortunados que llegó a edad patriarcal y no fue víctima de la vorágine que los europeos -nosotros tan pacifistas, sensibles y elegantes- tuvimos a bien realizar entre 1914 y 1989. Y un poco más allá por nuestras periferias balcánicas, por ejemplo, hasta hoy. Sik tenía todas las probabilidades de no pasar de la cuarentena dada la osadía que desplegaba con la proclamación de sus ideas de hombre libre. Reconforta que haya muerto viejo y con el reconocimiento a su audacia.
Porque cuando todos los cuadros comunistas reptaban en corrección política, fue Ota Sik quien declaró a los todopoderosos estalinistas en el Pacto de Varsovia pero en Checoslovaquia en particular -y lo dijo como alguien que creía en el socialismo entonces-, que su política económica era un disparate y una basura intelectual que sólo podía arrastrar a la miseria y a la apatía a esos pueblos, y en especial a sus queridos checos, que llevaban un siglo con los ingleses siendo vanguardia industrial y de desarrollo social.
Sik tuvo el santo coraje de decírselo nada menos que al omnipotente presidente estalinista Antonin Novotny, un mediocre aparatchik que sólo sabía sobrevivir neutralizando con terror el desprecio que una sociedad culta como la checoslovaca tenía hacia él. Hablamos de 1957 y, sólo poco antes, los restos de las víctimas de uno de los más abyectos juicios farsa del postestalinismo habían sido mezclados con el hormigón de la autovía entre Praga y su aeropuerto. Slansky aún estaba en la mente -en las pesadillas- de todos los checoslovacos cuando Sik tuvo el coraje de hablar. Después tuvo su gran oportunidad -falsa- cuando Alexandr Dubcek hace germinar la Primavera de Praga. Fue viceprimer ministro y ministro de Economía e intentó acabar con todo el disparate colectivista que hundía a su país, una de las naciones más desarrolladas e industrializadas de Europa, en una caricatura de las miserias de la estepa siberiana.
Como todo el mundo sabe, en agosto de 1968 se acabó el sueño y Ota Sik sólo fue afortunado -que no fue poco- en el sentido de que los acontecimientos le pillaron en aquellas infortunadas fechas lejos de Praga. Mientras clamaba contra la invasión su compañero de Gobierno, el inolvidable caballero de la justicia y la libertad que fue el por entonces ministro de Asuntos Exteriores Jiri Hayek -y uno de los adalides de Charta 77 con el después presidente tan inverosímil como maravilloso en su humanidad que fue Václav Havel-, Ota Sik, aún socialista, casi titoísta, calificación que había costado la cabeza a sus colegas Laszlo Rajk en Hungría y a Slansky en Praga, siguió pregonando a favor de una Checoslovaquia libre en lo político y en lo económico, sin las miserias que los ideólogos de lo fracasado siguen defendiendo. Se nos ha vuelto a morir un testigo. Y además un testigo honrado.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

EL POETA DE LA DIGNIDAD

Por HERMANN TERTSCH

El País  Domingo, 15.08.04

ANÁLISIS

Se ha muerto muy viejo, con 93 años, y días después del 60 aniversario de la insurrección de Varsovia. Es su partida casi un símbolo de que se nos va lo que más necesitamos y perdemos lo que más apreciábamos. Se siente uno, como cuando murió el insigne poeta checo Jaroslav Seifert, huérfano puro y desconsolado con el adiós que ayer nos dio desde Cracovia Czeslaw Milosz, el poeta polaco que encarnó vida, emoción y esperanza en tiempos terribles del siglo XX en los que todo parecía por su patria y Centroeuropa un páramo de mediocridad, sumisión y terror. La belleza de su palabra y sentimiento, su denuncia valiente de toda la miseria que implicaba el régimen de vida al que habían sido obligados a someterse sus compatriotas, primero bajo los nazis y después bajo los comunistas, conmoverán aun durante generaciones a todos los que crean en la dignidad del individuo y en el simple coraje del alma. Como Seifert en Praga, Milosz, como gran polaco, fue un premio Nobel que incomodó mucho a los miserables que consideran la obediencia de espíritu un bien social o profesional y la sumisión y el vasallaje intelectual como acto de disciplina exigible.
Sabemos que es ley de vida, pero no deja de rebelarnos el hecho de que siempre que nos conmueven despedidas sea por la muerte de los mejores. Czeslaw Milosz hizo durante más de setenta años su particular camino de esperanza, que no de olvido, con la palabra tenue, a través de una Europa, una Polonia en particular, que vio y sufrió lo peor de lo que es capaz el ser humano, pero también lo mejor y más excelso que sabemos hacer quienes tenemos plazo fijo en esta tierra. Hombres de su cultura y humanidad, de su profunda generosidad al hacer báscula moral del prójimo, nos son casi ya extraños. Por eso hemos de redoblar ya no el pesar por su marcha, porque su legado es tan cuantioso que todos podemos gozar del mismo, sino la convicción de que son Seifert y Milosz, esos dos centroeuropeos maravillosos que nos dejaron, dos de los faros en la sensibilidad, emoción y capacidad de querernos que los seres humanos siempre han intentado articular en palabras y que en los casos de estos dos hombres, que siempre habremos de llorar mientras podamos, lo consiguieron con una singular fuerza que mueve al alma.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

ADIÓS AL MEDIO GAS

Por HERMANN TERTSCH

El País  Sábado, 14.08.04

COLUMNA

El Gobierno provisional de Irak ha decidido que no puede permitirse ya la continua provocación y el desafío de un grupo de delincuentes que, con pretextos del pietismo o fanatismo religioso, se han adueñado de la ciudad santa chií de Nayaf y convertido su cementerio en su particular base militar y santuario. Ahora amplían sus acciones hacia Basora para dar la impresión de una insurrección general. El clérigo Múqtada al Sáder ha conseguido crear un pequeño ejército propio gracias al prestigio de su difunto padre, a la ignorancia y demostrada impericia de las fuerzas de ocupación norteamericanas y pese a su desprestigio como rufián intruso en el honorable clero chií. Su objetivo es mantener indefinidamente secuestrada a la sociedad iraquí, que lo desprecia pero también lo teme cada vez más.
Las autoridades iraquíes e internacionales tienen el deber de acabar con una situación en la que unas bandas de este cura Santacruz versión mesopotámica impiden la normalización de la vida, la reconstrucción y la mejora de la seguridad y el bienestar de los iraquíes de la región. Hundir la exportación de petróleo no es sino un acto consecuente más en este intento de sumir a Irak en la miseria y el odio. Quien no coopere en la lucha contra semejante estrategia traiciona a los intereses de la sociedad abierta en Irak y de todo el mundo. Cierto es que todo podía haber sido diferente si la ocupación se hubiera producido en términos lógicos, con una presencia militar exterior masiva y aplastante, leyes marciales y una lucha contrainsurgente razonable que premiase y fomentase lealtades y no tolerase conatos de resistencia, ni en mezquitas, cementerios, madrazas ni tiendas de escapularios.
Gentes como Al Sáder no habrían podido erigirse en reyezuelos del bandidaje porque habrían sido detenidos. Con razón no dejaron los ocupantes en Alemania en 1945 que los Gauleiter de las SS anduvieran libres organizando manifestaciones de adeptos, exigiendo salarios, extorsionando a compatriotas que no se unieran a su causa y urdiendo atentados y secuestros para desestabilizar el país. El primer ministro iraquí acudió a Nayaf a explicárselo a Al Sáder, pero éste ya se cree capaz de robar mucho más pastel de poder. Ahora toca demostrarle lo contrario. A él y a la opinión pública iraquí. Pese a la ayuda exterior fanática del islamismo que reciben estos facinerosos, Irak y sus aliados han de imponerse. Quienes se rasgan las vestiduras por la reinstauración parcial de la pena de muerte en Irak olvidan que Al Sáder la tiene bien impuesta y que en las guerras existe por definición.
Las víctimas de este clérigo son los iraquíes que quieren trabajo para vivir en un país en paz y con futuro. Es momento de acabar con las tibiezas de una ocupación anormal. Seguirá habiendo, en países islámicos y en nuestros lares occidentales, gentes que se alegren de los crímenes de los resistentes de Al Sáder, pero el mundo civilizado se juega demasiado en esta gran apuesta como para seguir escuchando a quienes son capaces de poner en peligro la sociedad abierta de que disfrutan con tal de infligir derrotas a esos enemigos que ideológicamente se han construido a este lado de la trinchera.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

LA DIGNIDAD POLACA

Por HERMANN TERTSCH

El País  Miércoles, 04.08.04

COLUMNA

«Pensamos en la opinión mundial que se creará si los antinazis en Varsovia son abandonados a su suerte. Tenemos la convicción de que los tres tenemos que hacer todo lo posible para salvar a todos los patriotas que sea posible. Esperamos que suministre usted de inmediato suministros y munición a los patriotas polacos en Varsovia o que acepte que sean nuestros aviones los que lo hagan con urgencia. El elemento tiempo es de extrema importancia». En estos términos se dirigían el 20 de agosto de 1944 el primer ministro británico, Winston Churchill, y el presidente norteamericano Roosevelt al líder soviético, Josef Stalin, cuyas tropas llevaban ya varias semanas observando impasibles desde la inmediatez cómo las tropas alemanas reprimían la insurrección popular de Varsovia, una de las mayores gestas de dignidad y valentía del siglo XX. Más de 50.000 polacos portando poco más que armas ligeras, apoyados por centenares de miles de conciudadanos, se habían levantado el día 1 de agosto contra una ocupación alemana que en cinco años había causado millones de muertos. Respuesta de Stalin a Churchill del 22 de agosto: «Antes o después se sabrá la verdad del grupo de criminales que se han embarcado en la aventura de Varsovia para hacerse con el poder». El 5 de septiembre, en torno a 150.000 muertos después, con Varsovia convertida en un inmenso mar de escombros, Roosevelt telegrafiaba a Churchill para anunciarle: «Los alemanes vuelven a tener el control total de Varsovia». Cinco días más y, después de semanas ociosos observando desde la ribera oriental del Vístula cómo los polacos eran masacrados, el Ejército Rojo reanuda su ataque contra los alemanes y poco después tomaba una Varsovia que como ciudad prácticamente no existía e imponía su Gobierno títere. Los polacos, el pueblo que con los británicos más fieramente había luchado por su libertad y dignidad contra la barbarie parda, pasaban directamente a ser vasallos de la barbarie roja.
Recordando la insurrección de Varsovia y su desarrollo, parece mentira que aún haya gente en la parte bienaventurada de Europa en el siglo XX que no entiendan por qué los polacos son genuinamente atlantistas y desconfíen de aventuras antiamericanas, continentales o neutralistas. O que se indignen cuando el presidente de un país que se negó a acudir en su ayuda en 1939, que se dejó ocupar por los nazis sin lucha alguna y fue liberado por norteamericanos y británicos -ayudados por republicanos españoles y también muchos polacos- les niegue la palabra hoy en Europa y los descalifique como recién llegados.
En Polonia la memoria es larga, y desde que se liberó del segundo yugo del siglo XX -ayudando decisivamente a toda Europa central y oriental a hacerlo- ha sabido hacer frente en público debate también a sus propias miserias, como es el indiscutible antisemitismo que tanto ayudó allí a fomentar la Iglesia católica. Pero sus grandezas y lecciones de dignidad, desde la liberación de Viena por el rey Jan Sobieski en 1683 hasta el definitivo pulso al comunismo tres siglos después, lo convierten en una autoridad moral clave en el debate sobre el futuro de la seguridad común europea. Hay que ser muy miserable o ignorante para disputar ese derecho moral a este país, ducho en la interpretación de la historia como pocos. Los golpes de pecho del canciller alemán Gerhard Schröder en Varsovia estos días están muy bien, como también los esfuerzos de Jacques Chirac de no olvidarse de Vichy. Pero el ninguneo que después se observa hacia este país por parte de nuestro famoso eje -que hace unos meses, recordemos, pasaba también por Moscú y llegaba a Pekín- es difícil de soportar, porque cabe decir que la defensa de la dignidad de Europa, en el asedio de Viena, en la toma de Montecassino, en la batalla de Inglaterra o en la insurrección de Varsovia, siempre la protagonizaron de una forma u otra los polacos, por alguna razón inexplicada más tercos que otros europeos en la defensa de dicha dignidad.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

A LA MISERIA CON ENTUSIASMO

Por HERMANN TERTSCH

El País  Martes, 27.07.04

COLUMNA

No es lo peor que los pobres se rebelen en lugares donde la vida se antoja sencillamente imposible y siempre humillante. Bastante sufren quienes nada tienen salvo ofensas en el agravio y en el trato, aunque eso no justifique nunca el crimen como tantos creen en cómodos puestos acá, en nuestra Europa tan exquisitamente moral y formidablemente generosa con todos, asalariados en estas democracias y capitalismos tan detestables y dignas de oprobio diario por fundamentalmente malas y culpables hasta del último vástago que muere allí en nuestras lejanías andinas o en las montañas de Afganistán. Quien dude de que somos culpables es fascista. Y eso sí que es decreto firme, difícil de discutir e imposible de replicar. Quien no se sienta culpable con entusiasmo en Europa por toda tragedia externa es un personaje despreciable sólo comparable a Hitler o a Mussolini, a Pinochet o a Videla, nunca a Stalin, a Pol Pot o a Fidel. Así es la vida y casi parece ser hoy más que antes. Porque las modas son como son. Agárrese los machos quien no piense igual.
Pero ni estas bondadosas multitudes que así piensen y a las que se recomienda así pensar pueden negar que están pasando cosas graves allá por los altiplanos en Bolivia o en los barrios miserables y despreciados de Lima, en una Venezuela que parecía joya afortunada del continente y se ha convertido en el ejemplo negativo -sólo superada por la despreciable dictadura de Cuba que algunos parlamentarios españoles aún defienden, sin acordarse de Raúl Rivero-, una Colombia permanentemente traumatizada o un Ecuador que ya se erige como sus vecinos en Estado fracasado que no sabe adónde enviar a los seres humanos que son sus hijos y esperanza. Francesc Relea, corresponsal de este diario, lo relataba ayer con conmovedora exactitud. Ahora, de repente casi, después de más de una década de esperanza de democracia, ilustración y raciocinio, claman no se sabe qué justicia histórica los rebeldes, delincuentes, insurrectos y los indigenistas favoritos de tanto izquierdista europeo -siempre bien duchado él porque aquí al fin y al cabo tenemos agua y luz eléctrica gobierne quien gobierne-. Gentecilla que ha pasado toda su vida haciendo media hora de confidente de dictaduras y otra media de resistente antifascista se entusiasma hoy con otra gentecilla que quiere movilizar los peores instintos de gentes primitivas para lanzarlas de nuevo al medievo y confirmar sobre el sufrimiento del prójimo sus propias teorías de la miseria personal y el fracaso del progreso y la dignidad.
La democratización de Latinoamérica -quizás sea el signo de los tiempos- parece hoy tan desacreditada que no hay listo progresista europeo que no se apunte al correo electrónico con algún otro listo allende el atlántico ducho en informática como el llamado subcomandante Marcos, ese interlocutor favorito de las grandes cabezas de la izquierda europea. Todos parecen creerse Émile Zola. Pero no son sino destripadores intelectuales. Cuando en Latinoamérica, después de trágicos decenios de dictaduras criminales, habíamos vislumbrado esa oportunidad de construir sociedades abiertas, los enemigos peores de toda civilización democrática que son los susodichos cómodos intelectuales europeos -aquellos que querían pactos «pacifistas» con Hitler, aquellos que siempre han repetido esa repugnante consigna de «Besser rot als tod» (Más vale rojo que muerto)- vuelven a intentar convencer a las sociedades latinoamericanas de que su enemigo es el progreso, la cooperación y una globalización que, como la ley de la gravedad, existe y se impondrá. Quienes sean convencidos de lo contrario, simplemente se caerán. Como la manzana. Si lograsen que la manzana volara, Latinoamérica volvería a sumirse en el caos y la miseria. Allá ellos, dirá alguno. Pero los demás no saldríamos jamás indemnes. Ahora, señores, tengan seguro que todos vamos en el mismo barco. Nadie dejará de pagar o sufrir pecados y errores ajenos. Quien no entienda esto no entiende nada.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario

LA TURQUÍA EUROPEA

Por HERMANN TERTSCH

El País  Viernes, 23.07.04

COLUMNA

El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, ha ido a París a contarnos a los europeos lo que no debiéramos hacer para no meternos en un lío. Que lo haga en París no es casualidad. Es el mejor sitio para explicar algunas cosas precisamente porque es un sitio donde suelen confundirse muchas. Allí se cuecen demasiadas cosas que todos los europeos debemos digerir después. Para bien y para mal. En su nueva novela, Me llamo rojo (Alfaguara), otro gran turco, muy distinto al primer ministro Erdogan por supuesto y sistemáticamente discrepante, Orhan Pamuk, que será Premio Nobel de Literatura algún día -difícil no apostar por él-, nos regala un mapa antes de su bella historia sobre un país que los más idiotas en Europa desprecian y los más sabios saben suyo porque es parte fundamental de nuestra historia y parte imprescindible de cualquier futuro seguro y próspero.
Cuando en el oscuro restaurante Regance, dirigido aún hoy por sus fundadores, elegantes rusos blancos, muy cerca de la avenida del Istiqlal en Estambul, los embajadores del Reino Unido, Francia, Alemania y Estados Unidos se miraban de mesa a mesa con sobrada y comprensible animosidad pero no sin complicidad en 1944, primero porque estaban en guerra entre ellos y segundo porque pese a ello podían observarse sin agredirse, brindando con un magnífico vodka con limón, todos los presentes eran conscientes de lo que es Turquía para Europa. Quienes saben de aquello estarían avergonzados del espectáculo pedestre ofrecido por la sesión de anteayer del Parlamento Europeo, donde gentes de la extrema derecha de Francia o Bélgica, muy solidarios por cierto con Esquerra Republicana de Catalunya -dato siempre a tener en cuenta-, abogaban hirsutos por dar el portazo a Turquía en diciembre y decir a aquel país que jamás entrará en la Unión Europea. Ultraderechistas del Frente Nacional y el Vlams Block, cuyos programas sí que jamás cumplirían las condiciones propias de un Estado civilizado, se permitían descalificar a un país que, con su tradición de imperio, su historia y su potencial económico, militar y humano ha acometido las reformas democráticas y liberalizadoras más osadas y efectivas en los últimos años que se han visto en el hemisferio, incluidos todos los nuevos miembros de la UE.
Bien les hubiera venido a estos irresponsables parlamentarios europeos el vodka con limón del Regance o los magníficos martinis secos del Pera Palas, el hotel del Orient Express, donde vivía y bebía el gran fundador de la Turquía moderna, Kemal Ataturk, veraneaban todos los coquetones de la aristocracia árabe y pernoctaba de vez en cuando Agatha Christie. Porque la negativa no ya al ingreso inmediato -que de eso no se trata- sino a la apertura de negociaciones para la adhesión de Turquía a la UE a medio o largo plazo sería, además de una nueva traición a la seguridad internacional, tan de moda en estos momentos como ejemplifica hoy Manila y antes otros, una barbaridad geoestratégica y una automutilación que sólo los peores necios y ciegos en Europa pueden sostener.
Erdogan ha ido a París a decir lo obvio. Turquía está en una encrucijada en la que avanza sin cesar en sus conquistas democráticas sin perder su identidad de país islámico con un pasado de siglos de inmenso prestigio, poder e influencia sobre Oriente Próximo. Un portazo de la Unión Europea a Turquía daría la razón no ya sólo a quienes desde el terrorismo islamista tienen clara la inevitabilidad del enfrentamiento entre culturas sino que confirmaría en toda Turquía y el mundo islámico esa doble moral y la falta de dignidad y columna vertebral del mundo europeo que es argumento fundamental para hacernos extorsionables, vulnerables e inseguros. El desprecio hacia nuestra palabra y nuestros principios serían deber lógico allende nuestras frágiles fronteras.
Hay un pulso noble que el primer ministro turco quiere hacerle al terror y quien lo sabotee nos está agrediendo a nosotros. Porque Turquía es nuestro gran bastión europeo por la paz y la libertad allí donde el Bósforo une dos continentes y donde Rumelia se vuelve Anatolia, donde Asia abraza a Europa, esperemos que para buscar solución a sus tragedias. Winston Churchill pudo equivocarse gravemente en los Dardanelos, pero la nueva Europa no puede permitirse el lujo de frustrar vocaciones democráticas más allá del mar de Mármara.

Publicado en Sin categoría | Deja un comentario